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Paisaje rural y arquitectura popular

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Hace unos días hice una pequeña excursión desde Madrid a los llamados Pueblos Negros, un conjunto de aldeas situadas en el entorno de la sierra del Ocejón en la provincia de Guadalajara (España). El nombre alude al tono obscuro y bastante peculiar producido por la pizarra, material utilizado mayoritariamente en la construcción de sus edificios. No es mi intención describir detalladamente sus formas, estética o elementos funcionales característicos ya que no soy un especialista en arquitectura popular (o vernácula, según los autores) pero su visita me ha llevado a replantearme algunas cosas respecto al paisaje rural, su significado y su conservación. Temas sobre los que sí llevo trabajando bastantes años e íntimamente relacionados con el patrimonio cultural. Tampoco voy a entrar en la polémica planteada hace unos años cuando la Junta subvencionó con bastante dinero a los propietarios que aceptaran rehabilitar los viejos edificios respetando las formas y materiales tradicionales. Pasó de todo. Protestas, plantes e incluso dimisiones de alcaldes. He procurado no hacer sangre con algunas de las “reparaciones respetuosas con la tradición” que se han hecho, y sólo he incluido unos pocos ejemplos “curiosos”. Todas las fotos que ilustran el artículo las hice en Majaelrayo, Robleluengo, Campillo de Ranas y Roblelacasa, procurando fijar la mirada en lo que entendía más auténtico (aparte las excepciones mencionadas).

Campillo de ranas, arquitectura y lugares colectivos

Desde el punto de vista de la preservación del patrimonio cultural el mundo rural tiene un gran interés porque aquí si que aparecen de forma descarnada y abrupta toda una serie de problemas que en las ciudades se mezclan con otros y nos impiden ver con claridad la situación. Por ejemplo, no es tan importante la cuestión de la radical injusticia que para la conservación conlleva el planeamiento tal y como están las cosas en la legislación española. Tampoco la que se refiere a las cargas que inciden sobre el bien preservado. De forma que se trata de situaciones distintas que requieren análisis diferentes. Después de recorrer estas pequeñas aldeas reconvertidas en buena parte al turismo y la segunda residencia queda la molesta sensación de que mucho es falso. De que se trata de un parque temático de un antiguo mundo rural que hoy no existe. Pero también de que allí hay algo auténtico. Algo mucho más profundo que sobrepasa lo anecdótico. Voy a intentar razonar sobre esto último porque la cuestión del parque temático es tan evidente que no merece que le dedique demasiado tiempo. Además en el articulo “Paisaje rural y paisaje cultural” (que, por cierto, casi siempre está entre los más leídos) ya he escrito bastante sobre ello.

Campillo de Ranas, en algunas calles un cierto aire de parque temático

Vamos a empezar por lo oficial. En el año 1999 se ratificó por la 12ª asamblea general del Intenacional Council on Monuments and Sites (ICOMOS) la llamada Carta del Patrimonio Vernáculo Construido como una ampliación de la Carta de Venecia. Se trata de un documento muy corto dividido en cuatro partes y, desde mi punto de vista, bastante deficiente. Tan deficiente que en el título se habla de Patrimonio Vernáculo y luego en la Introducción de Patrimonio Tradicional haciéndolo sinónimo de Vernáculo caracterizándolo (no definiéndolo) como: “a) Un modo de construir emanado de la propia comunidad, b) Un reconocible carácter local o regional ligado al territorio, c) Coherencia de estilo, forma o apariencia, así como el uso de tipos arquitectónicos tradicionalmente establecidos, d) Sabiduría tradicional en el diseño y en la construcción, que es transmitida de manera informal, e) una respuesta directa a los requerimientos funcionales, sociales y ambientales, y f) La aplicación de sistemas, oficios y técnicas tradicionales de construcción.”

Campillo de Ranas, detalles bastante auténticos

Podría ahora, basándome en la asimilación entre Patrimonio Vernáculo y Patrimonio Tradicional que hace la Carta del ICOMOS, iniciar una disquisición erudita acerca del vocabulario que suele adjetivar a la palabra Patrimonio en estos casos (popular, rural, autóctono, doméstico, folk, vernáculo o tradicional, entre otros) pero no lo planteo más que como ejemplo de las dificultades a la hora delimitar el campo de estudio. Y eso sin mencionar los términos arquitectura, construcción, arquitectura anónima o arquitectura sin arquitecto. Lo que si tengo claro es que este tipo de arquitectura es uno de los elementos básicos del paisaje rural. Junto con otros, claro, como los sistemas de cultivos, los aprovechamientos forestales, los aperos de labranza y los muebles, las fiestas, el sistema de caminos, los cercados, el medio natural o la ganadería. Voy a partir de hecho de que estos Pueblos Negros fueron construidos en un sociedad en su momento rural o folk, mediante técnicas tradicionales y materiales del lugar, utilizando un repertorio de formas que se reprodujeron con pequeños cambios a lo largo de generaciones, lo que originó una arquitectura anónima de características íntimamente relacionadas con el entorno.

Campillo de Ranas, detalles algo menos auténticos

Para mí, este tipo de arquitectura, siempre será “popular” por la sencilla razón de que mis primeros pasos como arquitecto coincidieron con la publicación de los Itinerarios de Arquitectura Popular española de Luis Feduchi (Blume, 1974) y la Arquitectura Popular española de Carlos Flores (Aguilar, 1973), obras que grabaron indeleblemente en mi cerebro el adjetivo Popular como propio de este tipo de construcciones. Aunque me sigue pareciendo que las cuestiones de vocabulario son fundamentales para centrar los temas, esta vez me voy a evadir un poco del problema porque mucho antes, tanto Teodoro Anasagasti, como Leopoldo Torres Balbás o Fernando García Mercadal, en los años veinte y treinta del pasado siglo XX, ya habían popularizado la expresión “arquitectura popular”. Casi todos estos autores la contraponen a la arquitectura culta y señalan una serie de características que coinciden en buena parte con las descritas anteriormente en la Carta del ICOMOS. Me voy a centrar en la arquitectura, pero exclusivamente como parte del paisaje rural y obviando la discusión (por estéril) sobre si hubiera sido mejor utilizar la palabra construcción. Sencillamente, cuando digo “arquitectura popular” pienso que casi todos los que me leen tiene una idea más o menos parecida a la mía sobre el tema. Y con eso me resulta suficiente para lo que pretendo contar hoy.

Majaelrayo, “urbanización” con lajas de pizarra

De las características que casi todos autores señalan como propias de esta arquitectura popular (y no me limito exclusivamente a lo arquitectónico sino también a la organización en sí de la aldea y a la relación con las labores agrícolas, ganaderas y forestales) me voy a fijar en los siguientes elementos que, desde mi punto de vista, tienen una influencia determinante en sus relaciones con el paisaje:
  • Fuerte imposición de consideraciones de carácter utilitario.
  • Participación directa del usuario en la planificación y construcción de los edificios.
  • Uso de un repertorio formal bastante conciso (con algunas alusiones a la arquitectura “culta”) buscando un cierto grado de belleza.
  • Protagonismo de los materiales de la zona.
  • Utilización de las técnicas constructivas más económicas y de corto aprendizaje.
  • Adecuación al clima y a las necesidades rurales.
Si estas son las bases de las características a considerar, habría que analizar como podemos relacionarlas con los cambios sociales producidos estos años y si existe la posibilidad de que este patrimonio heredado (que es cultura y diversidad) no se pierda para siempre.

Majaelrayo, elementos ajenos insertados

Como en anteriores ocasiones, he de advertir que cuando me refiero al mundo rural las hipótesis que manejo se refieren al territorio europeo, pero que no necesariamente se pueden extender a otros lugares (aunque en algunos casos sí, habría que ir particularizando). El problema es que el modo de vida rural ha desaparecido en Europa. Sigue habiendo trabajos rurales, por supuesto, pero la forma de vida rural, aquella a la que se refería Louis Wirth como contraposición al modo de vida urbano que magistralmente caracterizó en su célebre artículo de la Revista Americana de Sociología (puede encontrarse la referencia al final del artículo en el apartado “Materiales”), sencillamente ya no existe. Esto plantea grandes dificultades respecto a la cuestión de la conservación, sobre todo si atendemos a la “fuerte imposición de consideraciones de carácter utilitario”. En general, estas consideraciones ya no son las mismas que originaron ese paisaje. Las labores agrícolas, ganaderas y forestales que dieron lugar a esos volúmenes que tanto nos atraen, a esos espacios tan diferentes a los que estamos acostumbrados, ya no se hacen de la misma forma y con las mismas técnicas, y ya no necesitan de esos espacios y volúmenes, sino de otros distintos.

Campillo de Ranas, las cubiertas resultado del espacio que cobijan

Sin embargo, lo cierto es que las necesidades derivadas de las nuevas funciones, en general, son menos exigentes que las antiguas. Ahora no se trata de entrar a fondo en las posibilidades de convertir un pajar en un comedor rural pero me parece que este no es un obstáculo insalvable. En cambio me parece más complicada la adaptación de las primitivas necesidades del campo a las nuevas infraestructuras (incluyendo formas de transporte y comunicación) que plantean, además de los mismos problemas de sostenibilidad que la periferia fragmentada, otros de tipo formal y que afectan, no sólo a los edificios sino también a los espacios colectivos. A pesar de todo entiendo que la cuestión de la “fuerte imposición de consideraciones de carácter utilitario” no debería ser un obstáculo insalvable en la mayoría de los casos. Sobre todo porque las nuevas funciones requeridas por el llamado turismo rural y la segunda residencia suelen tener una capacidad de adaptación importante ya que son muy poco especializadas al ser residenciales o derivadas de la residencia. Esto no quiere decir que no haya dificultades, pero con buen sentido e ingenio suficiente pienso que pueden superarse.

Majaelrayo, a veces no se encuentra ese ingenio y buen sentido

Tampoco la participación del usuario y la utilización de un repertorio formal concreto deberían ser objeto de demasiada preocupación. La primera porque es imposible en las circunstancias actuales. La arquitectura popular se ha ido produciendo mediante ensayo y error, introduciendo pequeñas innovaciones en cada generación y viendo su comportamiento. Es decir, la participación no consiste sólo en contar con el usuario que va a utilizar esa construcción sino que participan, a la vez, muchas generaciones anteriores. Y ello no es posible a día de hoy porque el modo de vida rural ha desaparecido y este procedimiento no se puede desarrollar en un sistema urbano en el que los lugares no cuentan con historia generacional. Ya lo planteó Christopher Alexander en sus libros: The Oregon Experiment (1975), A Pattern Language (1977) y The Timeless Way of Building (1979). Las referencias y los títulos de su traducción al español se pueden encontrar al final del artículo en el apartado de “Materiales”. Un especialista, es decir un arquitecto, será el encargado de acumular toda esta sabiduría de generaciones y utilizarla adecuadamente (un buen arquitecto, por supuesto). Aunque el procedimiento no sea el mismo, las distorsiones pueden minimizarse.

Robleluengo, formas cultas y populares mezcladas

El párrafo anterior habría que ampliarlo porque estamos justo en el núcleo de la cuestión. Además se puede plantear conjuntamente con el tema del repertorio formal utilizado porque entiendo que ambos son inseparables. La participación entendida como creación de varias generaciones y el repertorio formal como resultado de esta participación. Dice Rudofsky en su publicación Arquitectura sin arquitectos: “Las formas de las casas, transmitidas a veces durante cien generaciones, parecen eternamente válidas, igual que las de sus herramientas”. Esto nos da la clave, no de la solución porque no la hay, sino de una cierta coartada intelectual que justifique la cuadratura del círculo: de qué manera intervenir sobre un patrimonio rural heredado sin desvirtuarlo y, a la vez, adaptarlo a las necesidades del modo de vida actual que es urbano. Si estas formas (y ese lenguaje de patrones que diría Alexander) permanecen válidas con leves retoques a lo largo de decenas de generaciones habría que detectarlas, aislarlas, caracterizarlas y mantener lo esencial en el proceso de adaptación.

Majaelrayo, portón

En el párrafo anterior hablaba de coartada intelectual, porque realmente el proceso es perverso. Las formas creadas por este tipo de culturas dan lugar a un lenguaje único e incluyente como respuesta a un estilo de vida muy estable. La estabilidad cultural es básica para producir ese resultado que nos subyuga y emociona. Sin estabilidad cultural, sin una evolución muy lenta de los usos, costumbres y técnicas no se puede producir lo que entendemos por auténtica arquitectura popular. Habría que hablar aquí también de transculturación, pero son tantos los temas relacionados que voy a pasar y dejarlo para otra vez. El problema es que estamos intentando que este lenguaje único e incluyente sea también la respuesta a un estilo de vida muy diferente al que lo produjo (un estilo de vida urbano frente a uno rural), lo que, desde una perspectiva funcionalista es una contradicción en sí misma. También voy a pasar sin entrar en este tema, pero hay otras perspectivas (no tan funcionalistas) que habría que integrar en la discusión y que tienen que ver con la asimilación cultural y la capacidad de adaptación de las formas y los espacios por sociedades distintas. Además, hay dos elementos que pueden ayudar: materiales y adecuación climática. Resulta que la forma resultante no sólo viene condicionada por los requisitos del modo de un modo de vida rural específico, sino también por las posibilidades que ofrecen los materiales con los que concretar estas formas. Y estas posibilidades se derivan tanto de su disponibilidad como de las características técnicas que permiten utilizarlos. Es decir, materiales próximos y técnicas posibles.

Majaelrayo, el material

Nunca hay que perder de vista que nos encontramos en un mundo rural en el que frecuentemente se produce la autoconstrucción lo que significa que las técnicas a utilizar han de ser sencillas y no especializadas. Se trata de una ventaja inmensa porque, probablemente no sean necesarios largos procesos de formación para conseguir operarios expertos si se siguen las técnicas tradicionales. Esto no significa que sea barato. Este tipo de técnicas están basadas en la utilización de muchas horas de mano de obra frente a productos elaborados de forma industrial o cuasi industrial (pero, a cambio, crean empleo). Además, desde el punto de vista de la sostenibilidad, la utilización de materiales autóctonos evita los costes energéticos del transporte y, normalmente también los de la extracción y tratamiento. A ninguna comunidad rural se le habrá ocurrido utilizar materiales (aunque estén muy cercanos) cuya obtención signifique altos costes monetarios o técnicas muy sofisticadas. De forma que, en general, la utilización de materiales y técnicas tradicionales no sólo no resulta una carga sino que es una ventaja que no se puede desaprovechar y es parte indisoluble de la arquitectura producida.

Majaelrayo, el territorio es el material

El otro elemento que ayuda es la adecuación climática. Es evidente que nos podemos encontrar con desajustes. Los espacios producidos para un uso específico con requisitos de temperatura, humedad o soleamiento concretos pueden no ser adecuados para un uso adaptado. Pero esto podrá ocurrir en los espacios accesorios aunque casi nunca en los dedicados a vivienda. De cualquier manera los avances producidos en las técnicas bioclimáticas han sido tan importantes en los últimos años, que no será difícil conseguir mediante técnicas pasivas no intrusivas que estas formas, que ya eran el resultado de la interacción entre materiales, usos, clima y territorio, logren con pequeños cambios un comportamiento adecuado como envolvente de las nuevas actividades. También es necesario advertir que no siempre las soluciones tradicionales son las más adecuadas. Habría que dejar de mitificar determinadas formas de construir que se han ido elaborando a lo largo de generaciones sucesivas como si fueran las mejores respuestas bioclimáticas. El proceso de ensayo y error es muy lento, las necesidades (aún de las sociedades más estables) cambian también con el tiempo, y la adecuación entre forma construida, entorno y función no siempre termina por conseguirse. Claro, esto representa una dificultad, pero es que estamos ante una cuestión muy compleja.

Robleluengo, adecuación climática de espacios exteriores

Lo que parece menos dudoso es que, para errar lo menos posible, habría que seguir una serie de pasos que no siempre se producen. En primer lugar, el estudio y análisis del patrimonio rural heredado. Esta debería ser una misión prioritaria de la sociedad. Ningún particular (bueno, algún mecenas podría hacerlo) está en condiciones de investigar con un rigor mínimo sobre estas formas como lenguaje único que da respuesta a unas exigencias culturales específicas. En cualquier caso debería ser obligación de todos el respeto por este patrimonio. Y el primer paso para respetarlo es conocerlo. Tanto dinero invertido en investigar auténticas estupideces (podría poner unos cuantos ejemplos de algunas en la que he participado, mea culpa) cuando habría que empezar por conocer qué nos han legado las generaciones anteriores. Las razones son muchas pero la básica y fundamental es que el conocimiento no se produce ex novo en cada momento (cosa que parece ignorar el sistema de patentes y los llamados derechos de autor) sino por acumulación, y el desconocimiento de lo anterior nos puede llevar a inventar permanentemente la rueda. Y patentarla, claro.

Roblelacasa, disonancias en el silencio del campo

Una vez conocidos y establecidos los elementos formales básicos que configuraban el lenguaje cultural de estas sociedades, y fijado el momento temporal en el que su evolución quedó detenida, habría que plantear cómo trasponerlos a las condiciones actuales de forma que se respeten las características esenciales de los mismos. Es decir, la sociedad actual debería establecer los límites relativos a materiales, formas, orientaciones, disposición de espacios, alturas, elementos de urbanización, etc. Este segundo paso tampoco es sencillo. Hay diferentes formas de hacerlo y, probablemente, la peor de todas sea mediante disposiciones legales. Se pueden recurrir a manuales de recomendaciones, comisiones asesoras, control de los propios habitantes… incluso normativa en determinados casos. Pero sin el paso primero, que explique el significado del lenguaje y que nos enseñe lo irrenunciable (lo imprescindible para que nuestra generación pueda seguir manteniendo el testigo), el segundo lo daremos probablemente en la dirección equivocada. A pesar de todo es complicado. De ahí su interés. Probablemente aquí sería el lugar adecuado para plantear qué sucedió en estos Pueblos Negros para que casi se produjeran revueltas populares y enfrentamientos con ocasión de la rehabilitación del caserío. Pero hoy no va a poder ser.

Roblelacasa, la arquitectura

El tercer escalón (mis alumnos de Protección del Patrimonio Natural y Urbano seguro que ya lo han adivinado) es “llamar a un buen arquitecto”. Eso no quiere decir que haya que llamar a Norman Foster o a Calatrava (aunque a lo mejor). Quiere decir que hay que llamar a alguien que se preocupe por el patrimonio heredado, que estudie los trabajos de investigación ya realizados, que se empape del sitio y de los manuales con las recomendaciones pertinentes (aunque sea para transgredirlas, si es que existen, claro), que sea capaz de dedicar su tiempo a una obra aparentemente menor y en la que, si lo hace bien, su contribución va a ser insignificante porque la contribución verdaderamente importante es la de todas las generaciones anteriores que han creado ese lenguaje que nos emociona. De todas formas no vaya a pensarse que toda la culpa de los desmanes es de los arquitectos y que la mayor parte de la profesión está formada por diablos perversos que se encargan de dilapidar la herencia construida. La propia sociedad, los propietarios, los representantes políticos, son también responsables de las auténticas barbaridades que se encuentran en muchos pueblos de  características parecidas.

Roblelacasa, la arquitectura y el territorio

Decía al comienzo del artículo que en estos Pueblos Negros de Guadalajara, aparte de la parafernalia turística, hay algo que me parece auténtico. A eso me refería, a que todavía se intuye en ellos ese lenguaje único e incluyente que resulta la respuesta más adecuada de un grupo humano a la necesidad de vivir en un territorio sin violentarlo. Donde los materiales están en perfecta comunión con la naturaleza y los volúmenes son el resultado de acuerdos mutuos entre el clima, la función y la belleza, ofreciendo soluciones específicas, diferentes de unos lugares a otros. No se cómo, pero al final siempre termino escribiendo sobre diversidad. Cuando el pensamiento único nos impone globalmente (porque afectan a todo el planeta) formas únicas, funciones únicas y materiales únicos, resulta que unas pequeñas aldeas, allá por la sierra del Ocejón, resisten con formas y materiales propios aunque alberguen funciones globales (básicamente el turismo y la segunda residencia). Tan sólo esto es, ya de por sí, capaz de emocionarnos. Y si sólo con esto ya nos emocionamos, ¡qué faltos debemos estar de propuestas diferentes que nos hagan felices! Y de cosas, de ideas, de formas, que no sean más de lo mismo. Lo ideal, lo utópico, sería que estas funciones fueran también distintas y producto de una manera de vivir alternativa a la oficial. Ecoaldeas, pueblos en transición, decrecimiento... Pero esto es ya hablar del sexo de los ángeles. Es decir, de la utopía. De una utopía imprescindible, por supuesto, necesaria para avanzar y que nos indica que, a pesar de lo que pueda parecer, existen todavía ideales. Vaya, me he puesto lírico, lo siento. Eso es que va a empezar el curso.


Materiales complementarios
  • Alexander, C. y otros: Urbanismo y participación, el caso de la universidad de Oregon. Gustavo Gili, Barcelona, 1976 (The Oregon Experiment, Oxford University Press, 1975). Un lenguaje de patrones. Gustavo Gili, Barcelona, 1980 (A Pattern Language, Oxford University Press, 1977). El modo intemporal de construir. Gustavo Gili, Barcelona, 1981 (The Timeless Way of Building, Oxford University Press, 1979). Casi no es necesario decir nada de estos tres libros que han marcado un antes y un después en el tema. Desde mi punto de vista forman una unidad y hay que leerlos conjuntamente.
  • Dacosta, A.: Una mirada a la tradición. La arquitectura popular en Aliste, Tábara y Alba. Alcalá, 2010. A pesar de estar centrado en Aliste, Tábara y Alba, las reflexiones generales que se incluyen pueden interesar a un público más general. Se puede obtener el pdf en este enlace.
  • Drew, P.: Tercera generación, la significación cambiante de la arquitectura. Gustavo Gili, Barcelona, 1973 (Die dritte Generation, Stuttgar, 1972) Con la disculpa de analizar las características de la llamada “Tercera Generación” de arquitectos (Jorn Utzon, Moshe Safdie, Noriaki Kurokawa, Arata Isozaki, Archigram, Frei Otto, James Stirling) Drew dedica un capitulo entero al lenguaje de patrones con un resumen clarísimo del papel de la llamada Arquitectura Popular.
  • García Grinda, J.L.: “Prólogo” en Alonso, J.: Arquitectura tradicional de la comarca de Omaña y valle de Samario, Instituto Leonés de Cultura. Aunque se trata de una publicación muy especializada el prólogo de José Luis García Grinda es lo suficientemente claro y aborda temas generales, de forma que los no especialistas pueden obtener provechosas enseñanzas de su lectura. Además tiene la ventaja de estar on-line en este enlace.
  • ICOMOS: Carta del Patrimonio Vernáculo Construido, UNESCO. Puede leerse y bajarse en pdf en este enlace aunque no es precisamente de lo mejor que ha producido la UNESCO.
  • Morán, M.A.: “Arquitectura popular y medio ambiente”, Observatorio Medioambiental nº 1, pp. 287-294, 1998. Incluye una bibliografía muy extensa, pero seleccionada, que permite ponerse rápidamente en situación acerca del tema (aunque no al día, hay que considerar la fecha de publicación).
  • Pueblos de la Arquitectura Negra: aquellos interesados en una interesante excursión pueden empezar a documentarse en este enlace.
  • Rudofsky, B.: Arquitectura sin arquitectos, Eudeba, Buenos Aires, 1973 (Architecture Without Architects: A Short Introduction to Non-pedigreed Architecture, New York, 1964). Su exposición en el MOMA fue una crítica feroz contra una visión de la arquitectura producida por los “dioses arquitectos” cada vez más separada de la gente y basada en lenguajes propios de la profesión no compartidos por toda la sociedad.
  • Wirth, L.: "El urbanismo como forma de vida". Una traducción al español de este célebre artículo publicado en el número 44 del American Journal of Sociology (1938) puede encontrarse en este enlace de Bifurcaciones.
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    Coderch, De la Sota y la Ciudad Astur

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    En los dos últimos viernes he estado en tribunales de tesis doctorales. Tesis muy diferentes entre sí y que probablemente marquen los límites de mi “zona de intereses” que, como podrá verse, son bastante amplios. La lectura de la primera ha sido en Barcelona y la segunda en Oviedo. He pasado en siete días de El exterior como prolongación de la casa (Los espacios intersticiales en clave tipológica, a través de dos obras de Coderch y De la Sota) a La sostenibilidad del crecimiento residencial de baja densidad. El caso del área metropolitana de Asturias. El autor de la primera ha sido Andrés Martínez y sus directores Carlos Martí y Víctor Brosa y se leyó en el departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Universitat Politècnica de Catalunya. El tribunal, los directores y el doctorando éramos arquitectos. Cristóbal Manuel Carrero de Roa es el autor de la segunda, su director Fermín Rodríguez, y se leyó en el Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo. Todos geógrafos menos el doctorando y yo que éramos arquitectos. Ha sido maravilloso. Una de esas experiencias que me ratifican en la necesidad que tiene la investigación de ampliar el estrecho campo de visión de las áreas de conocimiento cerradas.

    Coderch, Casa Gili, terraza, porche y vestíbulo. Tesis de AM

    Reconozco que, como algunos de los seres extravagantes que me acompañan en el viaje del urbanismo y la ordenación del territorio, soy un privilegiado. El poder poner uno al lado del otro, casi sin solución de continuidad (una semana es un instante), el espacio exterior de la casa y la forma en la que está organizado el territorio de la parte central de Asturias, a algunos les puede parecer una locura. Y todavía más si explico que ambos trabajos representan dos enfoques de investigación diametralmente opuestos. Pero, desde mi punto de vista, esto no es más que un indicador de la convergencia que en el momento actual se está produciendo en el campo de la organización del espacio, sea territorial, arquitectónico o urbano y en la necesidad de reconsiderar las formas de investigarlo. Como espectador de ambas me sentí afortunado. Amo este trabajo que me permite relacionarme con gente que piensa sobre un tema que me apasiona y que no es otro que tratar de comprender la lógica (o la ilógica) de la organización del espacio en el que nos movemos o que, simplemente, contemplamos, y la mecánica de la disposición de las cosas.

    Urbanización costera en Villaviciosa. Tesis de CMC

    Decía Cristóbal Manuel en la explicación del largo camino que le había conducido a intentar averiguar qué sucedía con el proceso de suburbanización dispersa en la zona central de Asturias (escribo en el tren de vuelta a Madrid desde Oviedo, de memoria, espero recoger más o menos fielmente sus palabras): un día miré por la ventana de mi casa y lo que ví me hizo preguntarme a qué podía deberse esa aparente locura que pautaba la forma de asentarse la población que me rodeaba y la localización de mi propia casa. El intento de buscar una respuesta fue lo que le llevó a dedicar bastantes años a trabajar con datos georreferenciados, estadísticas, inventar técnicas para calcular densidades allí donde no pudo encontrar información, o tratar de delimitar un ámbito de estudio que pasó del espacio exterior que abarcaba su mirada hasta los 880.000 habitantes del área distribuidos en 34 concejos y 244 parroquias. Espacio que denominó área metropolitana de Asturias y que coincide más o menos con lo que su director Fermín Rodríguez (que también lo es de CeCodet) llama la Ciudad Astur.


    De la Sota, casa Guzmán, ventana en esquina. Tesis de AM

    Andrés miró también a través de las grandes cristaleras de la casa Gili de José Antonio Coderch, y de los ventanales en esquina de la casa Guzmán de Alejandro de la Sota volcados al paisaje del Jarama, y decidió intentar explicar esta mirada exclusivamente en clave de dentro afuera. Dicen al comienzo de la tesis: "Hablar de espacios intermedios entre el ámbito doméstico y el mundo exterior supone necesariamente considerar ambas direcciones: la casa busca fuera un necesario desahogo, una línea de fuga, una continuidad que sirva de contrapunto a su carácter eminentemente introvertido. Pero ¡cuidado!, en esa búsqueda no deberá perder su bien más preciado, que es la privacidad. A su vez, el entorno que la rodea trata en todo momento de introducirse en ella: lo intentará la naturaleza del jardín, que tiende a invadirla; lo hará (por supuesto) la luz; también el paso de las estaciones, o el ruido de la calle. Son cosas, algunas, de las que el interior deberá protegerse, y otras que deberá aprovechar; muchas (las que más) las utilizará en mayor o menor medida según la hora, la estación del año, o el ánimo de quien la habita. Pero haber escogido para el título, de las dos direcciones posibles, la de dentro hacia afuera, supone ya implícitamente una toma de posición sobre lo que considero debe de ser la arquitectura en sí misma, y la de la vivienda en particular".

    Coderch, atrio de la casa Gili en 1973. Tesis de AM

    Pero decía antes que no se trataba solamente de ámbitos distintos sino también que las metodologías de investigación respondían a posturas vitales, intelectuales y científicas aparentemente irreconciliables. Dice Andrés en su tesis: "A raíz de esa vinculación entre técnica y forma arquitectónica (en que puso tanto énfasis el Movimiento Moderno, y según la cual se pueden explicar los nuevos tipos de edificios que generó –Giedion-), es interesante volver a preguntarse cuál es el sitio real que debe ocupar nuestra disciplina, la arquitectura, en el viejo debate que siempre ha enfrentado a la ciencia con las humanidades. Aunque considera que dicha polémica le resulta algo pesada, Popper nos aclara que la principal diferencia entre una y otras reside en que las humanidades tienen como objetivo comprender al hombre, y no a la naturaleza, que es el objeto de la ciencia. Los dos enfoques compartirían, no obstante, un método común basado en la resolución de problemas a través de la formulación de conjeturas; en ambos, la comprensión se basaría en nuestro carácter humano común, que viene dado por una especie de identificación intuitiva con los demás hombres, mediante la ayuda de los gestos y el habla. Por eso, para él, el concepto de teoría en las humanidades es equivocado y proviene bien de una ilusión vanidosa, bien de una apropiación indebida del campo de las ciencias. Es más, constituiría una confusión básica, un "error de estrategias" (entendido en el sentido de la metafísica clásica), puesto que la teoría tiene que satisfacer dos criterios, que son la verificabilidad y refutabilidad por medio del experimento y aplicación predictiva. Pero ni en arte ni en poética (tampoco, añado yo, en arquitectura) existen experimentos decisivos, no puede haber conclusiones verificables que impliquen consecuencias predecibles".

    Fotomontaje con la primera propuesta para la casa Guzmán. Tesis de AM

    Casi nada. Esta polémica en las llamadas ciencias sociales es casi tan antigua como su misma denominación. Y la toma de postura en esta cuestión implica muchas cosas. Pero, desde un punto de vista práctico, pienso que depende, esencialmente, de dos cosas. La primera, personal del investigador, tiene que ver con su postura vital y su carácter y, casi siempre, es difícilmente explicable. Pero la segunda depende del objeto sobre el que apunta la mirada. Es muy difícil (aunque no imposible) sentir, emocionarse, tratar de transmitir las vivencias que producen en la mente del observador territorios que abarcan más de doscientas parroquias con una población cercana a los novecientos mil habitantes. De forma que el planteamiento metodológico de Cristóbal Manuel es, digamos, más clásico. Entiende que la realidad puede ser medida, cuantificada, modelizada y, por tanto, aprehendida mediante métodos y técnicas más cuantitativas. Pero es que, claro, cuando se cambia la escala y las personas son apenas puntos o literalmente desaparecen en una fotografía aérea, perdemos los referentes humanos y nuestras habilidades perceptivas se vuelven incapaces de dar una respuesta coherente. La mirada tiende a volverse más teórica, más matemática. La mente necesita muletas para analizar una realidad que no se ve con los ojos, que no se siente al andar o al respirar. Es el momento de los modelos, de las teorías. De la verificación analítica.

    Delimitación del área de estudio. Tesis de CMC
    Señalar en la imagen para verla más grande

    Debo confesar que durante muchos años no entendía la investigación más que de esta forma. Es decir, intentando refutar teorías abstractas mediante métodos pautados y perfectamente establecidos. También debo de confesar que durante todo este tiempo siempre he tenido soterrado (ahí, recomiéndome por dentro) el asunto del método heurístico y la anécdota de Arquímedes corriendo desnudo y gritando ¡eureka! por las calles de Siracusa. Comprendo que ambas cosas no son incompatibles y que no hay que confundir la producción de la idea y la comprobación de su validez o las posibilidades de que sea refutada. Y sin embargo… Prefiero no meterme en jardines laberínticos de los que luego seguramente no podré salir, pero si atendemos a lo que nos dice la física cuántica por el mero hecho de existir un observador el objeto observado ¡puede estar en dos lugares a la vez lo que permite teletransportarlo (si eres un fotón, claro)! Me doy cuenta de que esto me desarma pero también me desarma que el tren antes de llegar a León tenga que ir a una vía muerta, retroceder unos kilómetros a la estación, entrar hacia atrás y luego continuar hacia delante como si tal cosa, en lugar de que ¿alguien? lo observe y pueda teletransportarlo de Oviedo a Madrid con una mirada. Comprendo que no somos fotones pero en algunos momentos me gustaría. Probablemente exista una razón para que haga esto que está haciendo, me refiero al tren, y que no me teletransporte sino que cargue conmigo (y con unos cuantos viajeros más) pero a estas horas de la tarde noche se me escapa. Lo que en realidad quería decir es que la aproximación del observador al objeto observado se puede hacer por caminos muy diferentes. Pero el problema no lo veo ahí sino en la comunicación a los demás de lo observado y en la constatación de que el otro es capaz de ver el objeto con los mismos ojos que uno si le damos una serie de pautas para que lo haga.

    Cálculo de la superficie edificación residencial. Tesis de CMC

    En toda investigación “científica” siempre hay una parte que se da por supuesta y a la que se le concede poca importancia. Suele llamarse hipótesis. Por desgracia es la base fundamental de la investigación y no existen pautas, reglas ni métodos que racionalicen la “producción” de hipótesis. Es de largo, la parte más difícil de toda investigación y, por supuesto, de una tesis doctoral. Sin embargo los investigadores, poco a poco han ido devaluando esta parte, restándole importancia y dándosela al tándem verificación-refutación (depende de los enfoques). Probablemente sea porque esta segunda parte de toda investigación sí se puede pautar y regular. De forma que cualquier persona medianamente inteligente, trabajadora y que se ciña al procedimiento científico puede completarla con una probabilidad de éxito bastante alta. El “profesional de la investigación” tiene que conocer y poner en práctica estos procedimientos. Eso se da por supuesto. Y es lo que se valora en cualquier trabajo de investigación incluida una tesis doctoral. Planteamos una hipótesis (eso es lo de menos) con la condición de que sea “falsable”, horrible palabreja que dice simplemente que se puede poner a prueba. Y luego la ponemos a prueba. El sistema consiste en ir refutando sucesivas hipótesis para ir acercándonos a “la verdad”. Y así avanza la ciencia. El procedimiento ya puede comprenderse que es muy poco eficiente a menos que demos con una hipótesis que se pueda poner a prueba tan cercana a la verdad que resista uno tras otro todos los intentos de refutación. Pero aún en ese caso, tampoco tenemos ninguna seguridad de nada y seguiremos intentando tirar dardos refutatorios que derriben la teoría. Simplemente se va manteniendo ahí como un record de los 100 metros lisos aparentemente insuperable pero que, cualquier día, alguien superará.

    Modelo comparativo de residencial en el no urbanizable. Tesis de CMC
    Señalar en la imagen para verla más grande

    Todo parte, claro está, de la suposición de que existe “una verdad” que se sobrentiende somos capaces de encontrar por aproximaciones sucesivas. También presupone que “la realidad” es algo “objetivo”, exterior al sujeto que observa, y que se refiere a las cosas “del mundo”. El problema es cuando trabajamos con cuestiones relativas a las llamadas humanidades. En este caso ya no está tan claro que exista “un mundo” que se pueda describir con “objetividad” y que nos permita aproximarnos a “la realidad” o acercarnos a “la verdad”. Siento las comillas pero si quiero que esto tenga una extensión razonable necesariamente he de recurrir a imágenes para ir directamente a la esencia de la cosa aunque pierda casi todos los matices por el camino e incurra en errores evidentes al generalizar lo no generalizable. Sin embargo, si conseguimos describir lo que observamos de forma que el otro sea capaz de realizar el mismo camino, resulta indiferente que se trate de la verdad o de una verdad. El problema es que resulta imprescindible utilizar la razón que es el único instrumento que garantiza mínimamente que dos mentes lleguen al mismo sitio. No se pueden utilizar otros instrumentos igual de humanos como el amor, el miedo o la emoción (instrumentos que suele utilizar la poética, por ejemplo) porque no hay garantías de que nos permitan ver de la misma forma. Pero la razón no siempre tiene porque recurrir al método científico para conducir al otro en la dirección en la que hemos avanzado. Además, desde que comprendí el experimento de la doble rendija y todas sus implicaciones me he vuelto mucho más tolerante con los métodos de investigación.

    Casa Gili, jardín y el olivo que sustituyó a la higuera, 1987. Tesis AM

    El tren se va acercando a Madrid y ya va siendo hora de que lo deje. El lunes tengo hablarles a los alumnos del postgrado de nuestro departamento sobre cómo investigar en algunos de los temas que me interesan (y que interesan probablemente también a otros lectores de este blog) y me gustaría que este artículo me sirviera como sistema para desencadenar un debate en clase. Tengo muchas preguntas y pocas contestaciones ¿Es posible que existan procedimientos alternativos al método científico para investigar razonablemente acerca de cuestiones relativas a la arquitectura, el urbanismo o el paisaje? ¿en qué casos sería conveniente utilizar el método científico en estas áreas del conocimiento? ¿se le da toda la importancia que se debería al planteamiento de hipótesis? ¿la investigación mediante el método científico se ha convertido en un oficio como el de fontanero o albañil (es decir, que simplemente se aprende y se aplican unas reglas aunque luego unos lo hagan algo mejor que otros? ¿los investigadores se comportan como una especie de secta que implica el conocimiento de unas reglas, el sometimiento a un procedimiento de iniciación y a unas pautas de comportamiento? ¿se trata de un negocio basado en el corporativismo en el que no importan el beneficio social, la creatividad o la eficiencia? ¿existe un código ético basado en la responsabilidad moral o social del investigador?

    Viviendas construidas en el no urbanizable entre 1997-2004. Tesis CMC

    Ahora sí que ya termino. Sólo me queda destacar la parte de las conclusiones de ambas tesis que, personalmente, más me han interesado. Me doy cuenta que ni tan siquiera he explicado de que tratan ambos trabajos (que, por cierto, y en esto se parecen, cuentan con un apartado gráfico, cartográfico y documental extraordinario) pero tengo casi la seguridad de que se van a publicar y podréis leerlos. Cristóbal Manuel Carrero dice en el suyo "El espacio suburbano metropolitano asturiano no responde a una colonización ex novo de grandes áreas abiertas de dominante rural, sino a la transformación de un complejo sistema de poblamiento tradicional existente de base agraria, y este hecho determina la singularidad de la morfología de la ocupación residencial en relación con otras áreas metropolitanas españolas". Esta constatación de la singularidad del proceso y el hecho de que, al final, el sistema y las formas de asentamiento sean convergentes independientemente de la manera en la que se han producido, resulta relevante para fortalecer una hipótesis que estoy tratando de concretar hace ya algún tiempo. Tengo el convencimiento de que la organización de las áreas urbanas en todo el mundo (incluso la forma) en el momento actual es prácticamente idéntica, independientemente del proceso que ha conducido a su establecimiento, sea planificado o no, partiendo de realidades, territorios, países y culturas diferentes. Incluso con legislaciones y formas de gobierno que se podrían calificar de antagónicas. También tengo unos ciertos barruntos de las causas pero ahora no es el momento de plantearlo.

    Secciones comparadas de las casas Gili y Guzmán. Tesis AM
    Señalar en la imagen para verla más grande

    Como las conclusiones de la tesis de Andrés no se parecen demasiado a unas conclusiones tradicionales voy a reproducir un párrafo de las mismas que, en realidad es un conjunto de citas, y que, en cierta medida permiten atizar el fuego de la investigación en arquitectura y urbanismo. Pero antes, para que pueda entenderse el significado voy a reproducir los títulos de los cuatro capítulos que organizan la tesis: Capítulo 1. El exterior como prolongación de la casa (hipótesis). Capítulo 2. La casa Gili (refutación de la hipótesis –primera parte-). Capítulo 3. La casa Guzmán (refutación de la hipótesis –segunda parte-). Capítulo 4. Cruces y proyecciones (verificación de la hipótesis). El párrafo es el siguiente: "Si algo se sentía Bolaño era latinoamericano, que es lo más parecido a una no-pertenencia; Nabokov, ruso exiliado a Norteamérica, llegó a escribir: 'me parece que no pertenezco a ningún continente definido. Soy una plumilla de bádminton volando sobre el Atlántico, y vieran [sic] qué hermoso y azul es mi cielo privado'. Borges, argentino pero anglófilo, que 'cabe sospechar que no hay un universo en el sentido orgánico unificador que tiene esa ambiciosa palabra'. Octavio Paz, mexicano profundamente viajado, defendió que 'Algunos quieren cambiar el mundo / Otros leerlo / Nosotros queremos hablar con él'. Ernesto Nathan Rogers, arquitecto, italiano, y judío perseguido durante la guerra mundial, que 'la vida hay que realizarla no como una sucesión de acciones reacciones, sino como un perpetuarse de causas activas (...). Empresa sobrehumana e inhumana, pero por tanto profundamente humana'. Todos ellos, grandes artistas, no tuvieron empacho en enfrentarse a eso que Bolaño llamó '(...) los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez".

    Por cierto, ambas tesis obtuvieron sobresaliente “cum laude”. Mi más sincera enhorabuena a sus autores y a los directores.


    Datos:

    Tesis: El exterior como prolongación de la casa. Los espacios intersticiales en clave tipológica, a través de dos obras de Coderch y De la Sota.
    Autor: Andrés Martínez
    Directores: Carlos Martí y Víctor Brosa
    Universidad: Politècnica de Cataluyna
    Departamento: Proyectos Arquitectónicos
    Tribunal: Félix Solaguren-Beascoa, Moisés Gallego, José Fariña, Antonio Barrionuevo y Víctor Olmos
    Fecha de lectura: 23 de septiembre de 2011
     
    Tesis: La sostenibilidad del crecimiento residencial en baja densidad. El caso del área metropolitana de Asturias.
    Autor: Cristóbal Manuel Carrero de Roa
    Director: Fermín Rodríguez
    Universidad: Oviedo
    Departamento: Geografía
    Tribunal: Tomás Cortizo, Ramón Alvargonzález, José Fariña, Oriol Nel-lo y José-León García.
    Fecha de lectura: 30 de septiembre de 2011

    Recuperando a Patrick Geddes

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    Lo primero es aclarar el titulo de este artículo. Al escribir recuperando a Patrick Geddes no he querido decir que los planificadores urbanos y territoriales estén “recuperando a Patrick Geddes” porque, en términos generales, bien para denostarlo o bien para ensalzarlo, nunca lo han perdido de todo. Lo que en realidad quiero decir es que yo, personalmente, estoy “recuperando a Patrick Geddes”. Me encontré por primera vez con Ciudades en evolución (la edición española que editorial Infinito de Buenos Aires publicó en 1960) durante mis años de estudiante de postgrado del Instituto de Estudios de Administración Local de Madrid. En aquellos momentos llegué a pensar que algún rayo de sol iluminaba desde Escocia una aproximación a los temas urbanos que incluía el territorio (y mira que es difícil que nos iluminen rayos de sol desde latitudes tan al norte). Es más, desde la comprensión de “todo” el territorio que, a diferencia de algunos acercamientos ecológicos de aquellos momentos, incluía los bichos humanos y su obra.

    Sir Patrick Geddes

    Para mí, en aquella época, supuso un impacto tan fuerte que, junto con las lecciones de Manuel y de Fernando de Terán profesores por entonces en los cursos del IEAL, influyó de forma bastante notable en la determinación de mi futuro profesional. Sin embargo, con el tiempo, Ciudades en evolución ya no me pareció tan resplandeciente. No era el libro redondo y emocionante de la primera lectura y tampoco exponía una teoría acabada sobre le tema. Pero, sobre todo, no daba respuesta a las cuestiones diarias que me planteaba el planeamiento. Desde este punto de vista el libro de McHarg Design with Nature pronto lo relegó en mis preferencias. Al principio, lo que me seducía de Geddes era la potencia de las imágenes que utilizaba. Y, sobre todo, el planteamiento de que amanecía una nueva era de renacimiento urbano. Planteaba una Eutopía, un ideal realizable para la próxima fase neotécnica de la Era Industrial alejada de "las actuales cacatopías negras y escuálidas en medio de las que el desorden paleotécnico se acerca a su fin. Entre sus cenizas la plantación de futuros bosques ya está comenzando allí y allá; entre sus peores barrios bajos, sobre su suciedad y putrefacción sepultadas, nuestros niños ya comienzan a cultivar rosas". Era todo tan bonito…

    Edimburgo, el casco antiguo desde Princes Street
    Foto de 'Cities in Evolution' (1915)

    ¿Cómo un joven que leyera el párrafo que transcribo a continuación y con un mínimo interés por la ciudad podía dejar de sentirse emocionado?: "Estamos hastiados de la mescolanza que actualmente muestran nuestras ciudades de edificios pseudo-clásicos débilmente románticos, que se supone reviven el pasado y de las mezquinas calles o convencionales suburbios de ‘chalets’ que representan a la generación de sus constructores. Pero la apertura de perspectivas y bulevares sin carácter a través de esta confusión del pasado o fuera de ella, que parecería satisfacer a demasiados urbanistas, o los empeños de demasiados proyectos, por repetir aquí, allá y en todas partes pedacitos de Letchworth o de Hampstead Suburb (excelentes como son en su propio sitio y a su modo), solo constituyen muestras esmirriadas de planeamiento urbano; y de hecho se están convirtiendo en nuevas demoras y nuevos obstáculos para el diseño urbano". Y esto está publicado en 1915 ¿qué diría en el momento actual cuando cientos de hectáreas en todo el mundo son repeticiones ad infinitum de “pedacitos de Letchworth o de Hampstead Suburb” creando uno de los mayores problemas de organización del territorio que recuerda la historia de la urbanización?

    Una calle en el suburbio jardín de Hampstead
    Foto de 'Cities in Evolution' (1915)

    Pero como decía al comienzo, poco a poco Ciudades en evolución fue cayendo del pedestal en el que lo había subido. Fue algo gradual, no un golpe repentino. A fuerza de repasarlo llegué a comprender que, en realidad, lo que estaba leyendo no era propiamente un libro. Parecía un conjunto desordenado y abigarrado de cosas, difícilmente relacionadas unas con otras y en las que, además, no entendía su génesis. De forma que decidí ir a las fuentes. Mi tercer idioma no es el inglés (el primero es el gallego, el segundo el castellano y el tercero el francés) por lo que me costó muchísimo trabajo leer Cities in Evolution. Pero lo conseguí. Pronto me dí cuenta de que "mi" Ciudades en evolución no era exactamente Cities in Evolution publicado en 1915. De entrada tenía muchas más cosas. Pero es que, además, el lenguaje era diferente, los epígrafes no se correspondían y la importancia que se le daba a las diferentes secciones variaba ostensiblemente. Incluso algunos capítulos habían desaparecido (literalmente) siendo sustituidos por muñones cercenados. Resulta que, en realidad, “mi libro” debía ser una traducción de la reedición que se hizo en el año 1949 diecisiete años después de su muerte. Si nos vamos a esta reedición resulta que está patrocinada por dos instituciones: una de Edimburgo, la Outlook Tower Association; y otra de Londres, la Association for Planning and Regional Reconstruction. Ambas se encargaron de hacer los cambios, adiciones e interpretaciones que, junto al libro original, habían configurado mi objeto de culto. Comprendí que Geddes era el autor de “mi libro” sólo en parte.

    La sección del valle desde las colinas hasta el mar

    Comparando detenidamente ambas ediciones me fijé en muchas cosas que, al principio, no me parecieron importantes. En diferentes lugares del texto aparecía Jaqueline Tyrwhitt que fue, en realidad, la persona encargada de preparar esta edición bajo la supervisión de Arthur Geddes y de George L. Pepler. Por ejemplo, se incluía el apartado “La sección del valle desde las colinas hasta el mar” que reproducía una de las conferencias que Geddes pronunció en la New School of Social Research en Nueva York en el año 1923. La Sección del Valle ha sido uno de los conceptos básicos que le ha dado renombre a la figura de Geddes pero no está en Cities in Evolution de 1915, ni en casi ningún sitio. En realidad hay que recurrir a esta transcripción que J. Tywhitt añade en la versión de 1949, y a la serie “Charlas desde la Torre Vigía” que Geddes publica en una pequeña revista de Nueva York llamada Survey. La tercera y la cuarta, correspondientes a junio y a julio de 1925 se llamaban “El plan de civilización del valle” y “El valle en la ciudad” con ilustraciones de Hendrick Willem Van Loon y que fueron recogidas y traducidas en La ciudad: problemas de diseño y estructura (D. Lewis, comp., GG, 1970). Por cierto, en esta recopilación también aparecía un artículo de J. Tywhitt sobre Chios.

    Dibujo de Hendrick Van Loon para la Sección del Valle
    De 'La ciudad: problemas de diseño y estructura'

    Pero la cosa no termina aquí. Resulta que la parte “Exposición de Ciudades” que cierra “mi libro” tampoco estaba en la edición de 1915. En la de 1949, J. Tyrwhitt añade un extracto del catálogo de la primera exposición itinerante Cities and town planning Exhibition de 1910, al que acompañan ilustraciones de la segunda después de la pérdida de aquella en ruta a la India a bordo del "Emden". Y aquí aparece otra vez “La sección del valle”. Dice: "Esto sirve como introducción a la geografía racional de las ciudades, en términos de sus orígenes regionales. Para empezar, a estos se los estudia y comprende mejor si se parte de la sección del valle y sus ocupaciones resultantes y correspondientes tipos de establecimiento humano. Obsérvese al minero, el leñador y el cazador en las alturas; el pastor en las hondonadas con pasto; el campesino pobre (con avena o centeno) en las inclinaciones más bajas; y el campesino rico (con trigo y en el sur posiblemente con vino y aceite) en la llanura; por último, el pescador (marino de guerra, mercante, etc.) al nivel del mar. Pues así han surgido y surgen todavía las ciudades".

    Dibujo de Hendrick Van Loon para la Sección del Valle
    De 'La ciudad: problemas de diseño y estructura'

    El problema es que cuando tuve cierta madurez y capacidad de mirar críticamente, no veía lo que veía Geddes. El trigo de Madrid se cultivaba en Rusia, la energía se extraía de pozos que se abrían en el desierto o de las profundidades marinas, el ganado no pastaba sino que se le alimentaba mecánicamente en Hungría de donde se importaba la carne. Y las ciudades surgían y crecían allí donde los intereses económicos podían obtener altas rentabilidades. Y en el pasado tampoco fue así. Buena parte de las ciudades surgieron por necesidades militares y otras por “incidentes logísticos” (necesidad de efectuar una parada en el camino o de vadear un río, por ejemplo). No era capaz de ver el valle de Geddes y su sección en ningún sitio. Probablemente porque no era escocés ni vivía en Edimburgo. Olvidé Ciudades en evolución en la parte más oculta de mi buhardilla, allí en el noveno círculo de Dante donde se encuentran sumergidos los condenados y se castiga a los traidores, al lado de Judas, Bruto o Casio, donde voy sepultando los libros que no volveré a leer. Pero justo antes de mi periplo médico (hace algo más de tres años) encontré un artículo titulado “L’Outlook Tower, anamorphose du monde” en el número 7 de Le visiteur (no me preguntéis mediante qué mecanismos un individuo como yo puede llegar a leer un artículo como éste). El artículo, de Pierre Chabard, contiene dos citas. Una de D. Marlowe que no viene al caso y otra de Lewis Mumford que dice: “The Tower and Patrick Geddes: it is almost impossible to distinguish them”.

    Portada de 'Cities in Evolution' (1915)
    A la derecha la Outlook Tower

    Lo cierto es que siempre me había centrado en el libro y había olvidado otras cosas. Así que, una vez concluido el periplo médico, he decidido reencontrarme con Geddes porque la cita (y, por supuesto, la lectura del artículo) me hizo sospechar que me había perdido algo. Lo primero era recuperar el libro, cosa imposible ya que lo había relegado a la cuarta fila de la buhardilla lo que significada retirar las tres que tenía delante, de forma que me fui a la maravillosa biblioteca que tenemos en la Escuela de Arquitectura de Madrid (probablemente una de las mejores de las escuelas de arquitectura de Europa tanto en fondos como en funcionamiento) y tardé exactamente dos minutos y medio en tenerlo en mis manos. No era “mi libro” claro, pero era la misma edición. Se me ocurrió mirar su índice de popularidad. En 2011 sólo lo había pedido yo. En 2010 y 2009 tres peticiones, en 2008, 2007 y 2006, una por año. Como hay otra edición en español del 2009 (ver nota al final del artículo) puedo considerar que las peticiones de 2011, 2010 y 2009 no son muy representativas, pero sólo una por año en los anteriores... Bueno, no se puede decir que su popularidad sea enorme. Y, sin embargo, para muchos teóricos del urbanismo se trata de uno de los clásicos imprescindibles. Mis amigos saben que ahora casi no leo nada impreso en papel, me he cambiado al formato digital. Sin embargo, al abrir aquellas páginas, tantas veces repasadas en mis recuerdos, casi me saltan las lágrimas. Lo siguiente era documentarme sobre la Outlook Tower e intentar releer el libro con otra visión diferente. A ver si lo que pasaba era que no había entendido lo importante y me había decepcionado lo accesorio.

    Dibujos de la Outlook Tower en 'Cities in Evolution' (1915)

    La Outlook Tower es un edificio que Geddes, en el año 1892, convirtió en un lugar "para entender mejor a Edimburgo y su región, y ayudar a la gente a hacerse una idea más clara de su relación con el resto de mundo". Actualmente es una atracción turística abierta al público y que tiene poco que ver con los planteamientos de Geddes. Cada piso estaba destinado a exhibir materiales y colecciones que caracterizaran a: Edimburgo en la quinta planta,  Escocia en la cuarta, Gran Bretaña en la tercera, Europa en la segunda y el Mundo en la primera. Contaba con una Cámara Obscura donde se proyectaban diferentes vistas del entorno y con un Episcopio para observar el globo terráqueo y la esfera celeste. Esta idea de que la única forma de planificar un territorio era entenderlo y que, para ello, toda la sociedad debería estar implicada y que una parte fundamental era, precisamente, la educación de esta sociedad, me permitió empezar a recuperar mi estima por Patrick Geddes. Porque ahora entiendo que la verdadera modernidad de sus planteamientos no está en haber propuesto el concepto de conurbación cincuenta antes de que lo hiciera Gottmann, o en haber escrito que toda planificación debería empezar por el estudio de “las regiones naturales” donde estaban enclavadas las ciudades, sino en esta propuesta educativa radical en la que basaba la posibilidad de un planeamiento compartido.

    La Outlook Tower convertida hoy en atracción turística

    También es verdad que el sustrato de sus ideas estaba en Francia: Eliseo Reclús, Vidal de la Blache y Frederic Le Play. De la sociología de Le Play tomó la relación: lugar, trabajo, habitantes. Y aplicó esta trilogía a la creación de un modelo, la Outlook Tower, que no era más que un centro local de estudios que compendiara estas tres cosas. De Vidal de la Blache la necesidad de los estudios previos como método de planificación. Y de Reclús el gran globo que nunca se construyó y que debería debía servir al planificador mejor que la inutilidad de los planos urbanísticos. Al no contar con el globo pensó en sustituirlo por el trazado de "secciones de esa ladera general que va de la montaña al mar y que encontramos en cualquier lugar del mundo. Sección que puede adaptarse a cualquier escala y proporción, de nuestro peculiar tipo, de colinas, laderas y llanuras". Así entendida la sección del valle, como instrumento didáctico para hacer comprender a la gente las características del lugar donde viven adquiere un significado distinto al puramente literal de “región natural”. Y también adquiere sentido la importancia que le daba a la exposición Cities and town planning Exhibition que se llevó hasta la India después de haber pasado por diferentes lugares y avatares.

    Dibujo de Hendrick Van Loon para la Sección del Valle
    De 'La ciudad: problemas de diseño y estructura'
    Señalar en la imagen para verla a mayor tamaño

    Geddes entendía la región como un instrumento. No necesariamente como un instrumento de análisis para planificar sino más bien como un mecanismo para que los habitantes de la ciudad comprendieran el significado del sitio que habitaban. En el fondo lo que pretendía es lo que pretenden muchos paisajistas en el momento actual: crear identidad. La identidad se crea cuando se establecen lazos con el lugar de manera que, para él, era fundamental el conocimiento de la región, de las labores tradicionales, de las conexiones históricas. La recuperación de la vida urbana, de lo que Bauman llama la relación con “el otro”, tenía que ver con las fiestas populares con las celebraciones cívicas. La región no era tanto un objeto de estudio sino el elemento que permitiría reconstruir la urbanidad. Pero como tantas veces he dicho en este blog, para amar algo primero hay que conocerlo. Este creo que era el sentido de “región natural” para Patrick Geddes. Y por eso la Outlook Tower y la Cities and town planning Exhibition tienen ahora para mí mucha más importancia que Cities in Evolution. Hace un siglo que Geddes entendió que el problema fundamental del planeamiento urbano y territorial no era técnico (ni tan siquiera político o artístico), era un problema de organización social centrado en la identificación con el territorio. La desvinculación entre plan y ciudadano es un efecto más del derrumbe actual de los sistemas identitarios.

    Dibujo de 'Cities in Evolution' (1915)

    Además, ahora que he conocido la génesis de “mi libro” he podido confirmar algunas de mis pasadas intuiciones. No es solamente que la edición de 1949 (y, por tanto, la traducción al castellano de 1960) fuera un remix. E incluso, para algunos autores, un montaje premeditado de la Association for Planning and Regional Reconstruction de Londres con objeto de defender sus tesis (ver el artículo de Pierre Chabart de 2005 citado al final). Sino que la propia versión original de 1915 no era más que un conjunto heterogéneo de conferencias y contribuciones varias, en algunos casos poco relacionadas entre sí. Por ejemplo, el segundo capítulo reproduce una conferencia que pronunció en el Congreso de Birkenhead, el cuarto es un artículo que publicó en la Town Planning Review, el noveno es el resultado de un viaje de estudios a Alemania o en el dieciséis nos encontramos un documento de trabajo elaborado para una comisión de la Sociological Review. Y es que todos aquellos que conocieron a Geddes coinciden de forma unánime que su contribución era más personal y como orador, como docente en su sentido amplio, que como escritor. Que sus escritos son sólo la punta del iceberg de su pensamiento. Por eso su figura se ha ido “construyendo” por todos los que le conocieron. Lo que significa que, probablemente, esté muy distorsionada por aquellos que han pretendido acomodarla a sus intereses particulares.

    Crecimiento de la ciudad industrial escocesa
    De 'Cities in Evolution' (1915)

    En cualquier caso estoy recuperando a Geddes. He encontrado una versión en .pdf de la edición de 1915 y estoy volviendo a leerla en paralelo a “mi libro” de 1960 que me dejaron en la biblioteca de la ETSAM. Ambas, con el objetivo enfocado en la Outlook Tower y su significado. En estos momentos releo como las nuevas tecnologías neotécnicas (tendré que recuperar también a Proudhon y a Kropotkin) permiten que la ciudad se expanda, y cree “conurbaciones” de forma perniciosa y casi maligna debido a la persistencia del viejo orden paleotécnico en las estructuras sociales. Si Geddes levantara la cabeza en el siglo XXI comprobaría que en muchas partes del planeta todo el territorio es ya urbano y que las incipientes conurbaciones que empezaba a observar se han convertido en cientos de miles de hectáreas urbanizadas donde la naturaleza ha quedado relegada a lugares muy concretos y las culturas enraizadas en su territorio tienen escaso futuro. Donde la "región natural" de algunas ciudades es el mundo entero. Y donde el pensamiento “unificado” va eliminando, uno tras otro, cualquier vestigio de diversidad cultural. La "plantación de futuros bosques que", según él, estaba comenzando "allí y allá", y "las rosas que los niños empezaban a cultivar entre la suciedad y la putrefacción de los peores barrios bajos", han desaparecido (también puede suceder que yo no sea capaz de buscar de forma adecuada). Necesitamos muchas torres vigías, muchas atalayas, muchos lugares de observación, que permitan reencontrar a la gente con el territorio que la cobija. Identificarla con su entorno. Que hagan posible la existencia de formas de vida diferentes, de culturas diferentes, de pensamientos diferentes. No sé definir el paisaje de otra forma.


    Materiales

    Nota: En este artículo se relata mi evolución personal respecto a la figura de Patrick Geddes. No le aconsejo a mis alumnos que la repitan (ni a nadie, claro, entre otras cosas porque las evoluciones personales son irrepetibles) ni que se dediquen como ratas de biblioteca a rebuscar las distintas ediciones y los sucesivos avatares por lo que ha pasado un libro en concreto como Cities in Evolution. Más bien les aconsejo que lean directamente la edición original que se puede conseguir en Internet en el enlace que incluyo abajo. En caso de tener dificultades con el inglés, o si les resulta más cómodo, la última edición en español (que yo conozca) es de la editorial KRK (Oviedo, 2009). La introducción, traducción y notas son de Miguel Moro Vallina y el Prólogo de Sergio Tomé Fernández y sigue bastante fielmente (a pesar de la intrincada prosa de Geddes) la edición original. Claro que, entonces, se perderán la bonita manipulación que del libro hicieron la Outlook Tower Association de Edimburgo y la londinense Association for Planning and Regional Reconstruction con la transcripción de La Sección del Valle, los apéndices, etc. en la edición de 1949. A cambio ganaran la integridad de la lectura de los capítulos 6, 7, 9 y 10. Respecto a la Sección del Valle que J. Tyrwhitt incluyó en la edición del 1949 y que aparecía traducida en “mi libro” de 1960 puede leerse online en CF+S Biblioteca 'Ciudades para un futuro más sostenible'. También, las dos charlas de la revista Survey donde se describe la Sección del Valle pueden encontrarla en la recopilación de Lewis citada abajo.

    Las diferentes ediciones de Ciudades en evolución que he citado:
    • 1915. Cities in Evolution : an introduction to the Town Planning Movement and to the Study of Civics. Londres, Williams & Norgate. Esta edición está digitalizada y se puede encontrar para leerla online, bajarla en .pdf, epub y kindle, en los archivos de la Universidad de Toronto en este enlace.
    • 1949. Cities in Evolution. Nueva edición revisada por la Outlook Tower Association, Édimbourg, y la Association for Planning and Regional Reconstruction, Londres. Londres, Williams & Norgate-New York, Oxford University Press. Se puede encontrar en la biblioteca de la Escuela de Arquitectura de Madrid.
    • 1960. Ciudades en Evolucion, traducción de E. L. Revol. Buenos Aires, Ed. Infinito. Se puede encontrar en la biblioteca de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Creo que existe otra edición del año 1934 y, por tanto, anterior a “mi libro” traducida también por Revol y publicada, también en Buenos Aires, por Thornton Butterworth, pero no he podido encontrarla. La parte de la sección del valle puede encontrarse online en la CF+S Biblioteca 'Ciudades para un futuro más sostenible'
    También he utilizado para elaborar el texto los siguientes artículos:
    • Chabard, Pierre: “L’Outlook Tower, anamorphose du monde : Patrick Geddes et le thème de la vision”, Le Visiteur, n° 7 : 64-89, 2001. Este artículo traducido al inglés por Charlotte Ellis se puede encontrar en este enlace. También de este mismo autor “Comment un livre change : Cities in Evolution et les usages de Patrick Geddes (1912-1972)”, Gèneses, nº 60, 2005/3.
    • Hall, Peter: Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX, ediciones Serbal, Barcelona, 1996, pp. 148-158.
    • Lewis, D.: La ciudad: problemas de diseño y estructura, GG, Barcelona, 1970. Traducción de Teresa Rovira, Abel Enguita, Víctor Morales y J.J. Garrido.
    • Martínez Alier, Joan: “Urbanismo y Ecología en Barcelona” ElisavaTdD, nº 11, 1995. Una visión más ecológica que la mía de Geddes. En cualquier caso un artículo que merece la pena.
    • Masjuan Bracons, Eduard: "La cultura de la naturaleza en el anarquismo ibérico y cubano", Signos Históricos, nº 15, enero-junio, 2006, pp. 98-123. Se plantea la relación entre Geddes y Reclús y se dan algunos datos sobre el intento del Museo Cívico de Cataluña a semejanza de la Outlook Tower de Edimburgo.
    • Meller, Hellen Elizatbeth: Patrick Geddes. Social evolutionist and city planner. Londres, Routledge, 1990.
    • Sica, Paolo: Historia del urbanismo, el siglo XX, IEAL, Madrid, 1981 (página 33 y siguientes). Traducción del original italiano (Storia dell’urbanistica, Il Novecento, Gius. Laterza & Figli Spa, Roma, 1978) de Joaquín Hernández Orozco.
    • Welter, Volker M.: Biopolis : Patrick Geddes and the City of Life. Cambridge (MA)/Londres, The MIT Press, 2002.
    Y los siguientes enlaces de Internet:


      Urbanismo y Salud Pública

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      Hace ya unos dos meses que se celebró en Mahón, en el Lazareto que hoy es la sede de la Escuela de Salud Pública de Menorca, un Encuentro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que reunió a profesionales de la Salud Pública y a urbanistas para hablar de la ciudad. Lo codirigimos entre Begoña Merino y yo, y el título fue “Urbanismo y Salud Pública. Planificación urbana saludable”. La razón de que no haya hecho un artículo hasta hoy es que el proceso de elaboración de conclusiones se hizo con la participación de todos. Y eso, si se quiere hacer de verdad, requiere tiempo. Se organizó en torno a cuatro mesas: “Naturaleza en la ciudad”, “Participación pública y educación ciudadana: construir nuestra ciudad”, “Ciudad y contaminación, la pasividad o la responsabilidad” y “Ciudades sanas y amables, ciudadanía activa”. No querría extenderme demasiado en el relato de lo que fue el encuentro porque mi intención es centrarme en las conclusiones. Sin embargo, sí me gustaría situar el debate de las cuatro mesas.

      Mahón, isla de la Cuarentena, del Blog de Cata

      En la primera, relativa a la naturaleza y la ciudad, que me correspondió moderar a mí intervinieron José Antonio Corraliza (catedrático de psicología ambiental), Jorge Luis Tizón (neuro-psiquiatra, psicólogo y psicoanalista) y Luis Andrés Orive (Dr. ingeniero de montes y uno de los impulsores del anillo verde de Vitoria-Gastéiz). Previamente, el arquitecto y urbanista Félix Arias, había inaugurado el Encuentro con un repaso histórico a las relaciones en Urbanismo y Salud Pública. El acuerdo fue unánime: la necesidad de que zonas con naturaleza estén al alcance de todos los ciudadanos. Debería haber remarcado la palabra “todos” porque el problema es que, normalmente, no están al alcance de todos sino sólo de “algunos”. Los mayores, los niños, la gente con problemas no tienen ni un trozo de naturaleza a su “alcance”. Es decir, a una distancia a pie razonable. Y resulta imprescindible ya que, por ejemplo, parece demostrado que ayudan a recuperarse del estrés en mucho menos tiempo que un ambiente cementado característico de la ciudad dura.

      Lazareto, isla de la Cuarentena, de Pharmacoseías

      En la segunda mesa (en la que se habló de participación) moderada por José Ignacio Casar, arquitecto, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, intervinieron Isabela Velázquez, arquitecta urbanista y Fernando Flores, profesor de derecho constitucional de la universidad de Valencia que venía como representante del movimiento ciudadano del Cabanyal-Canyameler. Probablemente fue una de las mesas que menos sorpresas deparó ya que casi todos los asistentes teníamos claro que la participación es una de las bases fundamentales para reencontrar esa relación imprescindible entre Salud Pública y Urbanismo, perdida a lo largo de la historia de la planificación. Y sobre participación y educación ciudadana se habló en esta segunda sesión. Después de los lamentos imprescindibles relacionados con la exclusión real de la ciudadanía en la elaboración del planeamiento urbano, aparecieron cosas verdaderamente interesantes como la consideración de la participación en materia de Salud Pública no como un instante, como un momento, sino como un proceso relacionado, además, con la educación en esta materia.

      Cala Fons (Es Castell) frente al Lazareto, de Martin Willescrof

      La tercera sesión se dedicó a la contaminación. La moderó Marisa Rebagliato, de la Escuela de Salud Pública de Menorca, investigadora del CSISP y del CIBERESP. Los ponentes fueron José María Ezquiaga, profesor titular de la UPM, Ferran Ballester, investigador y profesor de la unidad de epidemiología y estadística de la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud; y Enric Llorca, presidente de la Red Española de Ciudades Saludables. Quizás los temas más interesantes que trataron fueron los relacionados con los ahorros en materia sanitaria que podrían conseguirse con un adecuado tratamiento urbanístico de la contaminación y con la necesidad de establecer una red de vigilancia adecuada que fuera capaz de transmitir la información obtenida de forma clara, ágil y veraz a los ciudadanos.

      El Lazareto visto desde su torre central, de Marblava

      En la última, que llevaba el nombre de “Ciudades sanas y amables, ciudadanía activa” moderada por Begoña Merino, intervinieron: Alfonso Sanz, urbanista especializado en movilidad sostenible; Covadonga Monte, de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía; y José Manuel Ribera, catedrático de Geriatría de la Universidad Complutense de Madrid. En esta sesión, al ser probablemente, la menos específica, inevitablemente se retomaron algunos de los temas anteriores, pero destacaron los relacionados con la necesidad de planificar y construir una ciudad pensada para todos los colectivos sociales pero poniendo especial énfasis en los más vulnerables. También apareció el tema de la evaluación de la actividad urbanística desde el punto de vista del impacto sobre la salud. A continuación voy a reproducir, por su interés, las conclusiones de este Encuentro:

      Cartel anunciando el Encuentro

      1. Los instrumentos con los que cuenta la planificación urbana en el momento actual son herencia directa de los creados en su momento para resolver el grave problema sanitario producido por la ciudad surgida de la Revolución Industrial. Hasta el punto que las primeras leyes urbanísticas eran, en realidad, leyes sanitarias.  La salubridad se constituyó en el objetivo central de la ordenación urbana y el resultado fue una disminución espectacular de las desigualdades en salud y un aumento notable de la esperanza de vida. Desde entonces, y a pesar de algunos encuentros esporádicos, urbanismo y salud pública se han ido alejando de forma paulatina.

      Dudley Street, grabado de Gustavo Doré, 1872

      2. Sin embargo, la planificación urbana sigue directamente ligada a la salud pública. Las principales causas de muerte y discapacidad en el siglo XXI son debidas a las enfermedades no trasmisibles -principalmente las cardiovasculares, respiratorias, cáncer y diabetes-, todas ellas enormemente influenciadas por las condiciones de vida de las personas. Los planes, políticas e iniciativas de los planificadores urbanos y las profesiones relacionadas pueden tener un gran impacto en las condiciones en las que las personas viven y trabajan, en el acceso a instalaciones, bienes y servicios, en sus estilos de vida y en su habilidad para desarrollar fuertes redes sociales. La urbanización sigue vinculada a muchos problemas de salud relacionados con el agua, la contaminación, el medio ambiente o los brotes epidémicos. Pero también a otros nuevos como el sedentarismo, la contaminación atmosférica, el ruido, la soledad o la falta de vínculos y apoyos sociales. 

      Imagen de Gregory Crewdson el fotógrafo de la soledad, en Iberarte

      3. Disfrutar de la mejor salud posible es un derecho y la responsabilidad de respetar este principio es de cada persona, la sociedad civil y los gobiernos. Es necesario reorientar los enfoques tradicionales de cómo se gana salud y bienestar y reconectar el urbanismo con la salud publica en un marco de buena gobernanza que reduzca las desigualdades y facilite el desarrollo y el potencial de salud de cada individuo tanto en los aspectos físicos y psíquicos como en los sociales. Los estilos y condiciones de vida han cambiado de manera notable. Una ciudad se va haciendo generación a generación intentando dar respuesta a las necesidades de cada momento histórico muchas de las cuales ni tan siquiera se sospechaban cuando se aprobaron las primeras leyes higienistas. La sociedad de la información, la globalización, los límites de los recursos y de la biocapacidad del planeta y, en algunos países, una población mucho más envejecida, obligan a que urbanismo y salud pública vuelvan a necesitarse mutuamente.

      La sociedad globalizada, de Cadena de suministro

      4. El primer derecho de la ciudadanía es que el lugar de residencia posibilite una vida sana que permita su bienestar y el desarrollo físico, psíquico y social. Para ello, tanto el planeamiento como el diseño urbano han de considerar de forma prioritaria los avances y conocimientos del área de salud pública. Los expertos de ambos campos deberían trabajar conjuntamente estableciendo un vocabulario común que permitiera el intercambio de información de forma fluida. Parece, por tanto, necesario que en los equipos encargados de organizar y diseñar la ciudad se integren profesionales de la salud pública y que éstos consideren las posibilidades que ofrece el urbanismo para conseguir disminuir la incidencia de determinadas patologías, bien con carácter general o disminuyendo las desigualdades derivadas de patrones espaciales específicos.

      Toneladas de residuos para una sociedad desigual, de Manejo Sólido

      5. Resultaría de gran ayuda para planificadores y diseñadores urbanos que se elaboraran, por parte de la administración, guías y recomendaciones que recogieran con bases y consenso científico suficiente los conocimientos en salud pública aplicables a la construcción de la ciudad. Asimismo que se desarrollaran trabajos de investigación conjuntos encaminados a relacionar ambas áreas de conocimiento. También que las autoridades locales, autonómicas y estatales, en el marco de sus competencias, revisaran la legislación para introducir los cambios necesarios para adaptarla a las necesidades actuales. Algunas ordenanzas municipales contienen en su articulado obligaciones para el planificador, el diseñador urbano o incluso para arquitectos o ingenieros, que se aprobaron en su momento para resolver el problema de la ciudad surgida de la Revolución Industrial y que cuentan con más de un siglo de antigüedad. Los avances en urbanismo y arquitectura bioclimática aconsejan una revisión a fondo de la normativa, así como la introducción de elementos nuevos, particularmente en el campo de la salud mental y la contaminación.

      Todavía problemas sin resolver, de Asturias Verde

      6. Parece imprescindible reconsiderar tanto la información como la formación en estas materias. Respecto a la información el propósito es que sea veraz, en tiempo real y cercana (comprensible para la ciudadanía). Y respecto a la formación se trata de introducir en los planes de estudios de los profesionales en estas materias los conocimientos mínimos que permitan luego proyectar, planificar, investigar y trabajar de forma conjunta con un vocabulario mínimo que facilite la comprensión entre especialistas.

      Necesidad de lugares verdes en la ciudad, de Re-moto

      7. Algunas conclusiones ya más específicas de la mesa en la que se trató el tema de “La naturaleza en la ciudad”, fueron las siguientes:
      • La introducción de la naturaleza en la ciudad puede ayudar a evitar problemas físicos y mentales. Parece existir una relación directa entre ambientes naturales y recuperación más rápida de los niveles normales de estrés. Asimismo la existencia de entornos naturales propicia la actividad física, básica en la prevención de muchas enfermedades.
      • Las áreas de naturaleza deben estar adecuadamente repartidas por la ciudad de forma que sean accesibles a todos sus habitantes, incluidos niños y personas mayores por lo que las distancias a las viviendas deben calcularse de forma que sea posible llegar a pie a las mismas. Además su configuración y diseño deben ser adecuados para que hagan posible las relaciones sociales entre usuarios facilitando las mismas.
      • Se debería conceder una mayor importancia en el planeamiento a las áreas agrícolas y de naturaleza periurbanas de forma que existiera una relación fluida y, a ser posible, con acceso a pie entre dichas áreas y los centros urbanos. Así como los espacios verdes de proximidad deben cumplir una función de socialización y equipamiento, los menos urbanos parecen fundamentales para conseguir compensar el excesivo número de estímulos que son característicos de la ciudad.

      Participación y educación ciudadana, del Ayto. de Candelaria

      8. Las relativas a la mesa “Participación pública y educación ciudadana: construir nuestra ciudad”, fueron las siguientes:
      • La ciudad debería construirse y organizarse por sus propios ciudadanos mediante mecanismos de participación reales. Se constata que en la mayor parte de los planes urbanísticos esta participación es un simple requisito casi burocrático. Para que la participación sea verdadera los participantes en el proceso deberían contar con información y formación suficiente para poder decidir conociendo el alcance y consecuencias de las decisiones que tomen.
      • La planificación y organización de la ciudad debería entenderse como un proceso, de forma que la participación no se reduzca a un momento puntual sino que abarque todas las etapas, desde la fijación de objetivos hasta el seguimiento de las actuaciones que se lleven a cabo. Esto significa que debería de existir alguna estructura permanente que lo posibilitara. En particular, las decisiones que afectan a la salud ciudadana deberían ser consideradas de prioritarias por su manifiesta importancia.

      Ciudad y contaminación, del Blog más verde

      9. Las de la mesa “Ciudad y contaminación, la pasividad o la responsabilidad”:
      • La contaminación ambiental tiene una importante responsabilidad en la carga de enfermedad que padecen las poblaciones. Reduciendo la exposición a factores ambientales de riesgo se consigue un beneficio muy importante en salud con una alta rentabilidad económica. En los costes ambientales habría que incluir los gastos en salud lo que probablemente haría variar el balance global, aún sin tomar en consideración los dramas personales que se producen. Al considerar esta incidencia no habría que hacerlo a partir de las personas sanas sino precisamente desde los grupos de población más vulnerables tales como ancianos, niños,  enfermos crónicos o grupos desfavorecidos, ya que sufren más al ser sometidos a estos factores ambientales de riesgo.
      • En áreas urbanas se debería desarrollar un sistema integrado de vigilancia en salud y medio ambiente mediante la coordinación de los diferentes sectores y administraciones implicadas. Asimismo sería necesario  establecer mecanismos de comunicación efectivos entre los gobernantes y la ciudadanía, con el fin de facilitar la aplicación de medidas de control ambiental y evaluación de su impacto en salud.
      • Las medidas correctoras en materia de contaminación se deben llevar a cabo de manera constante y progresiva, no sólo cuando se alcanzan los niveles máximos, ya que sólo de esta manera se podrá reconducir la situación tendencial desfavorable a otra más deseable. Además, estas medidas deberían incidir en las dos partes del problema: reduciendo las emisiones y aumentando los sumideros capaces de neutralizarlas. Para conseguirlo resulta imprescindible cambiar el modelo de organización urbana mediante un urbanismo participativo.
      • Los impactos generados por la contaminación pueden ser de dos tipos. Aquellos que influyen de manera directa sobre la salud humana y los que lo hacen de forma indirecta incidiendo sobre el entorno, los animales y las plantas con las que conviven los seres humanos. Las actuaciones, tanto de mitigación como de adaptación a las nuevas condiciones, por ejemplo las generadas por el cambio climático, habrán de considerar estos dos aspectos.

      Una sociedad envejecida exige adaptar la ciudad, de Salud para mayores

      10. Las conclusiones de la última mesa en la que se trató el tema de “Ciudades sanas y amables, ciudadanía activa”:
      • Planificar pensando en todos los colectivos sociales, pero poniendo un énfasis especial en los más vulnerables, como las personas ancianas y menores. El segmento de población mayor de 65 años representa ya el 17% del total, se ha multiplicado por 2.5 en el último siglo y la tendencia es a seguir aumentando. 
      • Proporcionar espacio público con cabida para la diversidad y que fortalezca el tejido social.
      • Las ciudades deberían diseñarse de forma que los servicios y equipamientos básicos fueran accesibles a pie. De cualquier forma, en caso de conflicto habría que establecer claramente las prioridades: en primer lugar el peatón, luego el ciclista y el transporte colectivo y, en último lugar, el automóvil privado. Asimismo, los elementos que configuran el espacio público deberían proyectarse para su uso por las personas más vulnerables.
      • Parece imprescindible integrar las diferentes políticas e instituciones que inciden en la organización y construcción de la ciudad en el escalón local, único que parece adecuado para conseguirlo. Pero, a la vez, la participación ciudadana real aparece como un elemento necesario de buena gobernanza.
      • La reciente Ley General de Salud Publica posibilita la evaluación del impacto de las actuaciones urbanas sobre la salud. Desde el punto de vista técnico habría que configurar un método efectivo que permitiera valorar este impacto integrándolo en el actualmente existente de planes y programas, y en concreto del planeamiento urbanístico, de forma que se garantizara una tutela efectiva de la salud pública previa al proceso urbanizador.

      Los participantes en el Encuentro pretendemos que esta reunión tenga continuidad y se difundan sus resultados. Por ello algunos de los participantes decidimos constituirnos en el Colectivo Lazareto de Urbanismo y Salud Pública, con el objetivo de promover el diálogo y el intercambio de conocimientos así como de dar visibilidad a estas conclusiones.

      Del CONAMA local a Durban global

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      En el año 1992 se celebró por primera vez el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) . Desde entonces, más o menos cada dos años, se ha ido reuniendo esta asamblea española que ya va por su décima edición. A partir del año 2008 se decidió hacer una convocatoria anual de una sección llamada “Encuentro Local” coincidente con el CONAMA en los años pares, y a celebrar en otra ciudad fuera de Madrid en los impares. Surge así el llamado CONAMA local. En el 2009 se reunió en Sevilla, y en esta edición de 2011 en Vitoria-Gasteiz a lo largo de la última semana del pasado mes de noviembre. Bajo el lema Reformulando juntos las ciudades se organizaron una multitud de actividades: desde sesiones plenarias hasta mesas técnicas pasando por reuniones específicas o actividades en las calles. Como parte del Comité Científico me correspondió ayudar en los diálogos (otra vez con mi buen amigo Antonio Serrano) y en las mesas.

      Cartel anunciando el 5º CONAMA local

      Dada mi implicación no voy a escribir sobre lo sucedido. Pero sí acerca de una de las actividades que tuvo lugar en el marco de su celebración. El primer día, después de la inauguración, se entregaron los premios CONAMA a la sostenibilidad de pequeños y medianos municipios y, por la tarde, se presentaron. De la multitud de actos y actividades que se celebraban a esa misma hora decidí asistir a este acto. Sobre todo porque los que siguen el blog ya saben mi querencia por los temas rurales y la necesidad de soluciones diversas al problema de los asentamientos humanos. Soluciones que pasan por la necesaria diversidad en la forma de establecer la relación entre los grupos humanos y el territorio que ocupan: desde las grandes ciudades al caserío aislado. No me arrepentí. Mientras en otras salas se discutían temas aparentemente importantes, pero que constituyen mi quehacer casi diario, tales como la energía, la movilidad o la introducción del verde en las ciudades, en una pequeña sala los premiados explicaban porque los habían premiado. Éramos pocos, casi sólo los premiados y algún ente anómalo más (como yo), pero fue uno de los actos más emocionantes a los que he asistido en este frenético noviembre en el que he estado en tantos sitios y en tantas ciudades.

      El pueblo de Piñel de Abajo imagen rmelgar

      De todas las experiencias presentadas sólo voy a contar dos. No porque el resto no fueran de interés o me emocionaran menos, sino porque eran las de los municipios más pequeños y porque me van a permitir reflexionar sobre la identidad y el lugar, que es uno de los temas que más me ocupan en el momento actual. Piñel de Abajo es un pueblecito de la provincia de Valladolid (Comunidad Autónoma de Castilla y León, España) cuya población ronda los 200 habitantes. Según Eduardo Perote, que explicaba la iniciativa, “cabemos todos en una caja de cerillas”. Pues bien, en julio de 2005 empezaron a trabajar. La asociación local Prao de Luyas, constituida por doce miembros entre los que se encuentra Eduardo (el ponente) que es técnico forestal y agente medioambiental de la Junta de Castilla y León, decide que hay que hacer algo para fijar la población en el pueblo creando trabajo mediante la puesta en marcha de pequeñas empresas agrícolas.

      Coordinadora de abejas, apicultura extensiva imagen memoria Piñel

      Comienza así el proyecto Alimentando pueblos. Jornadas Pueblo de Piñel de Abajo. Con un presupuesto total de 7.000 €, no se sabe cómo consiguieron subvenciones de Proder Duero Esgueva, Caja España, La Caixa y Caja Duero (aunque no creo que las citadas entidades se arruinaran por tamaño dispendio). Así empieza la memoria que presentaron al premio: “El proyecto ‘Alimentando Pueblos. Jornadas Pueblo de Piñel de Abajo’ es una serie de actividades formativas, educativas, culturales, económicas y sociales, creadas desde distintas partes del municipio de Piñel de Abajo; el Ayuntamiento, la Asociaciones, los distintos comercios y gente particular del Pueblo; donde a través de charlas, talleres y experiencias se tratan de abordar los problemas y desafíos en que se encuentran hoy los pueblos. Como de por si el encuentro es excusa, se hace fiesta y se celebra. Cerrada la escuela hace veinte años, esta es la nueva, la de todos y todas edades, la de los oficios, el ruido de herramientas, la fábrica de manos y preguntas abiertas”.

      Se aprende en la calle: elaborando cremas medicinales imagen memoria Piñel

      La primera decisión fue cambiar la agricultura convencional por agricultura ecológica. No por razones finalistas de “cuidemos la Tierra” (que, probablemente, también) sino por el hecho práctico de que, por cada puesto de trabajo en la agricultura química se necesitan tres en la ecológica. Y, porque además desde el punto de vista de “lo pequeño” sólo con productos diferenciados se puede competir en un espacio económico tan complejo con es el agrícola. Todo empezó con unas Jornadas Agroforestales en el mes de julio de 2005. Luego se “institucionalizaron” cuatro jornadas formativas correspondientes a cuatro períodos anuales: de Fruticultura Local en febrero-marzo (época de injerto y poda), de la Biodiversidad en mayo (época de plantar), Pueblo en verano (época de recolección, cosecha y fiesta) y las de Invierno. Es tan absolutamente increíble lo que se ha hecho con el presupuesto de 7.000 € que invito a todos a que leáis la memoria presentada al premio del CONAMA en la dirección que figura al final del artículo. 

      Garbanzos sembrados con sembradora de remolacha imagen memoria Piñel

      Pero no sólo esto. Reproduzco parte de la memoria: “Si nuestras paredes caen en ruina reparémoslas y pintémoslas para darlas valor. Si la vivienda es prácticamente inasequible por su precio hagámoslas de paja (más económicas) Si desparecen nuestros frutales y nuestras semillas, recuperémoslas, y hagamos una red de semillas para multiplicarlos y un vivero. Si igual nos pasa con las gallinas pues gallineros en los solares y a mantener nuestras razas. Si queremos dar valor añadido a nuestros productos pues los transformamos y buscamos mercados. Si queremos comer productos sanos y locales pues creamos cooperativas de consumo. Nuestros eriales son menos perdidos si ponemos colmenas o si identificamos las plantas silvestres comestibles y medicinales. Si se pierden oficios, costumbres y nuestros cantos, pronto a rescatarlos. Si no hay dinero para teatro pues se hace una Agrupación de teatro y encima joven. Si Internet es una herramienta de comunicación y cercanía muy necesaria pongamos gratuitamente Internet para todo el municipio con el dinero que ahorramos con las bombillas de bajo consumo”.

      Sistema agroforestal de trufa y calabaza imagen memoria Piñel

      La exposición que hace Eduardo del proyecto, casi sin palabras, pasando imagen tras imagen con pequeños comentarios, nos pone a todos un nudo en la garganta. Después de oír hablar de periferias fragmentadas, de “smart cities”, de cambio climático, del “peak oil”, de la inseguridad ciudadana, de resiliencia, de la crisis financiera o de la contaminación por ozono, parece como si nos reencontráramos con la realidad de las cosas. Es conveniente que, de vez en cuando, alguien nos diga que el suelo es de verdad. Es decir, que es tierra, la tierra de toda la vida, no un producto inmobiliario. Que esa tierra es la que, en el fondo, nos da de comer, no la deuda soberana. A veces perdemos esto de vista. Cuando alguien que está convencido de esto y además lo vive, te lo cuenta sin ningún tipo de disimulos con toda la sencillez de lo auténtico, se entiende perfectamente. Lamento que no hayáis estado allí cuando lo explicaba. Si este año puedo lo traeré a mis clases de paisaje en Arquitectura para que mis alumnos sean conscientes del significado verdadero de lo que algunos llaman por ahí “paisajes culturales”.

      Taller de mermeladas (saúco) imagen memoria Piñel

      Para terminar con esta parte voy a reproducir la cita con la que Eduardo comenzó (o terminó, ahora no estoy seguro) su ponencia: “Nació y arraigó ya la opinión generalizada de que la agricultura es una ocupación denigrante y un oficio que no necesita magisterio o de los preceptos de nadie. Muy contraria es mi opinión, pues cuando yo observo en su conjunto la magnitud de la agricultura, a la que comparo a un gigantesco organismo, o la complejidad de sus partes, como si fueran los diversos miembros de aquél, temo que llegue mi última hora antes de poder conocerla en su totalidad. Pues quien pretenda considerarse un experto en esta ciencia necesita ser un gran conocedor de la Naturaleza, no ignorar los cambios de clima, y tener experimentado qué cultivos convienen a cada región y cuáles son incompatibles (…). Siempre he creído que no puede prever todo esto una persona que no tenga una mente despierta y una esmerada instrucción. De los trabajos del campo, Lucio Junio Moderato Columela, agrónomo romano, siglo IV a. de C.)

      Finca de recuperación de variedades locales imagen memoria Piñel

      El otro premio sobre el que también me gustaría decir algo es sobre el proyecto del ayuntamiento de Arnedillo denominado El mirador del buitre. Arnedillo está situado en el Alto Valle del río Cidacos, en La Rioja (España). Cuenta con unos 500 habitantes, es decir que caben en “dos o tres cajas de cerillas”. Por cierto, a los urbanitas de la Web les pregunto: ¿cuándo ha sido la última vez que habéis encendido una cerilla? ¿tenéis una caja de cerillas por ahí? ¿y sabéis dónde está? ¿cómo se enciende una cerilla? (hay que sacar la cerilla de la caja, volverla a cerrar no sea que haya un incendio, rascar la parte de la cerilla más abultada en el lateral rasposo que viene en la caja y apartar rápidamente el dedo con el que se ha hecho presión no sea que os queméis). Toda la zona del Alto Cidacos, poblaciones de Arnedillo, Enciso, Munilla y Zarzosa, ha sido declarada Reserva de la Biosfera en el 2003 como una de las mejores zonas buitreras de Europa y una de las más adecuadas para su observación y conservación.

      El pueblo de Arnedillo imagen josetxu.com

      El proyecto pretende un aprovechamiento racional y sostenible de los recursos turísticos de la zona. Los que leáis el blog de vez en cuando estaréis al tanto de algunas cuestiones fundamentales que se refieren al turismo de la naturaleza y las dificultades de hacerlo bien. Básicamente, que no se puede sobrepasar la capacidad de carga ambiental (de lo contrario se destruye el recurso), pero tampoco se puede sobrepasar la capacidad de carga turística que es bastante baja, lo que impide que este tipo de turismo se convierta en una industria para quedarse en renta complementaria de otras como pueden ser la agrícola, ganadera o forestal. Entiendo y presupongo que el proyecto cumple estas condiciones entre otras cosas porque la base tradicional turística de este pueblo era el termalismo lo que implica una cierta diversificación, por lo menos desde el punto de vista turístico. Pero no me ha llamado la atención el hecho de que se pretenda explotar la existencia de buitres leonados. Un mirador para ver buitres no parece que tenga nada de especial. Lo especial aparece cuando sabemos cómo se ha llevado a la práctica.

      Pozas termales en Arnedillo imagen riojafoto

      En el año 2002 empiezan las actuaciones adaptando como mirador la antigua caseta de una cantera abandonada. La cantera está a menos de un kilómetro del pueblo, en la garganta del valle Cidacos, y se ha ido restaurando poco a poco para integrarla en el paisaje. Caseta y mirador constituyen un observatorio de buitres bastante peculiar. Veamos: “En el observatorio se distinguen dos zonas: En el exterior, un mirador al aire libre permite contemplar el vuelo de las aves con catalejos y telescopios. Y en su interior, el centro acoge una completa exposición sobre la biología de la fauna silvestre, con especial atención al buitre leonado. Lo más espectacular es la posibilidad de observar quince nidos con gran precisión a través de un circuito cerrado de televisión. Una videocámara telecomandada, con capacidad de giro de 360º, está camuflada entre los riscos donde anida la colonia y permite una visión completa de las zonas donde están los nidos. Su presencia, a 25 metros del nido, es prácticamente imperceptible por los buitres. Las imágenes que capta son recibidas de forma simultánea en el interior, donde los visitantes pueden visionarlas en una gran pantalla”.

      Panorama desde el Mirador del Buitre imagen web Arnedillo

      La pregunta es la siguiente: ¿cuál es el diferencial de interés para un turista que ve los nidos de buitres en una pantalla de una caseta restaurada respecto a ver esas mismas imágenes en su televisión o monitor del ordenador sentado en su casa? Desde que he vuelvo del CONAMA he estado dándole vueltas al tema que tiene bastante más interés del que aparenta. Y es que detrás de la pregunta está la cuestión sobre la que vengo trabajando desde hace más de un año: lugar e identidad. Aunque a alguien le pueda parecer raro o estrambótico la pregunta es la misma que la siguiente: ¿Qué diferencia a la Web considerada como espacio público del espacio público real constituido por calles, plazas y parques? O lo que es lo mismo ¿qué funciones del espacio público tradicional pueden desaparecer del mismo para recluirse en Internet sin perder su funcionalidad? He hecho una pequeña encuesta con los amigos preguntándoles si irían a Arnedillo a ver en una pantalla nidos de buitres y si no sería igual que verlos en su casa. Sobre si irían hubo diferentes respuestas (unos sí y otros no) pero todos sin excepción contestaron que no era lo mismo verlos en una pantalla en la caseta de la cantera del valle de Cidacos que en el ordenador de casa.

      Interior de la caseta rehabilitada imagen web Arnedillo

      Sigo trabajando en ello, os mantendré informados. De momento no estoy en condiciones de dar una respuesta. Pero ahora tengo que descender de mi galaxia de intereses y seguir contando una experiencia que sirve para muchas cosas, pero sobre todo para experimentar con formas distintas de acercarse a la relación entre lugar e identidad. Si en el caso de Piñel de Abajo las relaciones de identidad son muy puras y se circunscriben al lugar (aunque ahora con tanto premio esto probablemente ya no sea tan válido), en el caso de Arnedillo se les superpone la imagen que del mismo se crea al funcionar como recurso turístico. Es decir, que para un habitante de Arnedillo su identidad no se basa sólo en las relaciones que se crean con sus vecinos y con el territorio, sino también en la imagen que de Arnedillo tiene el foráneo, y que se refleja como en un espejo deformando la original. Casi veinte mil visitas en un año (lo veremos luego) deforman la imagen que de sí mismo tiene cualquier pueblo de 500 habitantes. Se trata de dos ejemplos fantásticos para entender algunas cosas, ya que en las grandes ciudades es muy complicado detectar (y sobre todo explicar) estos procesos que, cada vez más, me voy dando cuenta que son básicos para construir los nuevos asentamientos del siglo XXI.

      Aprendiendo sobre el buitre leonado imagen web Arnedillo

      Aunque lo he intentado, no he sido capaz de “descender de mi galaxia de intereses”. Es más, se me ha ocurrido una maldad que voy a contaros. Arnedillo podría dar otro paso como ya se ha hecho en varios lugares turísticos: dejar el disfrute del lugar sólo al alcance de los ricos. Por ejemplo, cerrar el acceso a la cantera abandonada excepto para aquellos que estén dispuestos a pagar un alto peaje por hacerlo. Con esto reducimos la carga turística, la carga ambiental, disminuimos la huella ecológica al reducir los viajes a Arnedillo e, incluso, al hacerlo exclusivo, podemos ganar más. Esto ya se ha pensado para las pozas termales por lo que no parece una locura (ver el enlace al final del artículo). Las implicaciones éticas y morales que presenta este planteamiento son demasiado para un artículo como este, pero voy a ir más lejos. Cabe la posibilidad de que el turista “voyeur” de pollos de buitre ni siquiera se tenga que desplazar a Arnedillo con el consiguiente ahorro de planeta que se consigue. Cobremos a los que miren en Internet los nidos de los buitres o pongamos publicidad en la web. Esta alternativa pueden verse, por ejemplo en la asociación “WebCam unidos por los buitres leonados” (Vultures connecting people, BVCF) donde, por ejemplo, para seguir el crecimiento en directo de un pollo en el ordenador que queramos se puede hacer pagando bien como socio plenario o como sponsor. Así sucede en el enlace que se incluye al final del artículo. Aunque lo recaudado se destine al desarrollo de acciones de conservación no se evitan unas cuantas contradicciones éticas.

      Buitre leonado imagen imagen fotolibre.net

      Volvamos al proyecto. ¿Qué pasó con el mirador del buitre? Según la memoria, aspectos positivos: “En cuanto al incentivo turístico que ha supuesto para la localidad, y a la apuesta que se hizo por un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales compatible con el desarrollo de empresas y negocios; los resultados han sido espectaculares. El número de visitas a Arnedillo, según las estadísticas recogidas por la Oficina de Turismo, se ha incrementado constantemente, pasando de 8.285 visitas en al año 2003 a 18.190 visitas en el 2010. Respecto a la sensibilización social y al programa educativo de escolares, los resultados han sido plenamente satisfactorios. Las visitas al Mirador del Buitre y a su centro han ido aumentado de manera progresiva en el tiempo”. Pero: “La cuestión más delicada y dónde los resultados no son tan positivos, es en la conservación y cuidado de los buitres. El centro ha observado un gran descenso en la colonia; en el año 2003 se observaron unas 300 parejas y en la actualidad no constan más de 60. En cuanto a su reproducción, se llegaron a contar unos 45 pollos en las primeras temporadas; en el año 2010 tan solo 2, y en el 2011 no se ha visto ninguno”. Parece que el problema no es culpa del mirador sino a la falta de comida de los buitres debido a que la normativa europea obliga a recoger los animales muertos después del problema que hubo con las vacas locas.

      Buitre leonado imagen calamones

      Se otorgaron otros dos premios a la sostenibilidad de municipios de menos de 5.000 habitantes. El primero fue para el Ayuntamiento de Genovés por su agenda 21, y el otro accésit (por ser la actuación más votada en Internet) fue para Carcaboso por el Centro Agroecológico Demostrativo. Sólo los he mencionado sin decir nada de ellos porque los ya comentados ejemplifican mejor la idea que quería transmitir con el artículo de hoy. En cualquier caso en la página de los premios del CONAMA local cuyo enlace se incluye al final puede leerse la memoria que presentaron. Estamos en el ámbito local. Tan local, tan local, que el alcalde de Carcaboso, Alberto Cañedo cuando explicó el Centro Agroecológico llegó a decir que reivindicaba ser “de pueblo”, que no se consideraba de ciudad y que tenía muy claro cuales eran sus problemas y prioridades que no eran precisamente los problemas y las prioridades de los habitantes de las ciudades. Eso es verdad. Y por todas estas cosas salí con esperanza y casi emocionado de las exposiciones de los proyectos de los pequeños municipios. Me devolvieron al contacto con la tierra y la naturaleza. Así, sin mayúscula. Y con la dureza de ambas. De vez en cuando es bueno volver a los orígenes. Pero claro, bajar el consumo un 50% en Piñel de Abajo representa lo que representa, una pizca imperceptible en el consumo mundial. Bajar un 0,05% el consumo en Madrid no es que sea mucho pero es otro orden de magnitud. De ahí la importancia que tiene cambiar de escala.

      Durban, descansando antes de la prórroga del partido imagen El Mundo

      Y este cambio de escala es el que hace que un artículo que iba a titular Hay esperanza finalice de forma agridulce y le tenga que cambiar el titulo. Hoy mismo terminó la cumbre del clima de Durban con un notorio fracaso. Eduardo en Piñel de Abajo, o Charo en Arnedillo, con un gran esfuerzo por su parte intentan hacer las cosas bien. Trabajan duro para que ellos y sus vecinos vivan lo más dignamente que puedan y sean felices. Y que, además, sus hijos y sus nietos puedan seguir gozando de un planeta maravilloso. Mientras, en una lejana ciudad de tres millones y medio de habitantes situada en Sudáfrica y orillas del Océano Índico con el nombre de Durban (no sé si se entiende la ironía, D-urban) delegaciones de cerca de 200 países han ido literalmente a hacer turismo. Pobrecitos, los “distinguidos delegados” en mangas de camisa, con las caras cansadas, demudado el rostro o durmiendo encima de las mesas, han decidido que lo mejor que se puede hacer es no hacer nada. Ante las preguntas de un ecologista irredento de por qué determinada delegación se marchaba sin haber terminado las negociaciones la respuesta fue que “las cosas verdaderamente importantes se decidían en otros sitios”. ¿Qué son “las cosas verdaderamente importantes”? Supongo que Cameron defendiendo a los “tiburones de La City”, Obama a los “depredadores de Wall Street”, Merkel a sus bancos, Van Rompuy no sabe no contesta, qué decir del dúo Rajoy-Zapatero hermanados en la nada. En España probablemente lo importante era “el duelo del siglo” (me refiero al partido Madrid-Barcelona que se jugó ayer, por cierto con el resultado de 1-3, ya me he enterado). Prefiero cortar el párrafo porque iba a decir barbaridades de algunos políticos, de la política y de la sociedad en general de las que luego, probablemente, me iba a arrepentir.

      Pintando murales hacemos nuestra historia imagen memoria Piñel

      La secretaria de la ONU para el cambio climático la costarricense Christiana Figueres calificó el pacto de extraordinario (en palabras del enviado especial de El País) y dijo que “se abría una nueva fase en el régimen climático”. Por lo menos su antecesor en el cargo el holandés Yvo de Boer tuvo la decencia de dimitir después del fracaso de la cumbre del Clima de Copenhague. Calificar de extraordinario un pacto que prorroga unos años un protocolo de Kioto que estaba ya muerto es un sarcasmo. A las críticas de Venezuela, Colombia, Bolivia o Egipto se une la negativa India. Además se descuelgan Canadá, Japón, Rusia, EEUU y China que, directamente, se han borrado. En resumen, Kioto sólo controlará el 15% de las emisiones. La otra parte del acuerdo, empezar a negociar el próximo año “algo” para concluirlo en el 2015 y ponerlo en funcionamiento el 2020 la firman todos. La firman porque tanto EEUU como India (responsables conjuntamente de la emisión de la mitad del CO2 producido por la humanidad) han conseguido incluir una cláusula de salvaguardia. Lo único medianamente interesante ha sido la decisión de que el Fondo Verde Climático alcance en el 2020 un trasvase de 100.000 millones de dólares de los países ricos a los pobres. Claro que el 2020 queda muy lejos y antes, probablemente, otra crisis financiera vuelva a poner las prioridades donde deben de estar. Es decir, en Wall Street, en la City londinense y en los bancos alemanes. Menos mal que todavía en pueblos como Piñel de Abajo quedan asociaciones locales como la de Prao de Luyas, y personas como Eduardo, que nos dicen que no todo está perdido. Y que todavía alguien se preocupa en Arnedillo por unos buitres leonados (aunque sea como recurso turístico) mucho menos nocivos que algunos delegados en Durban que sólo estaban allí para defender intereses particulares en lugar del interés del planeta.


      Enlaces:


        Smart Cities, los inventos del TBO

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        Después de unos años en retirada las soluciones tecnológicas atacan de nuevo. Todos aquellos que conocen mi defensa de la eficiencia en el funcionamiento de edificios, ciudades y territorios, puede que se sorprendan de este ataque a una de las etiquetas (Smart City) que se presenta como la solución a nuestros males. Pero no creo que la serie de inventos que están apareciendo con el objetivo supuesto de mejorar el funcionamiento del sistema urbano resuelvan los problemas reales a los que nos enfrentamos. A mediados de los años cuarenta del pasado siglo XX el semanario de historietas cómicas TBO, el más famoso de la historia del cómic español, comenzó a publicar una serie humorística que tuvo diferentes nombres tales como Grandes Inventos o Inventos Prácticos, que se caracterizaba por organizar montajes sumamente rebuscados con objeto de solucionar problemas tontos, generalmente cotidianos. Sobre esta serie dice la Wikipedia (la cito, no como el Sr. Houellebeck): “En ella se describían pormenorizadamente inventos estrafalarios, a veces sumamente complejos, con una finalidad banal”.

        Modelo de máquina llamadora para pulsar el timbre
        Señalar en la imagen para verla más grande

        Lo cierto es que se trata de una parte de mis recuerdos realmente maravillosa. Hay que reconocer que todos aquellos que hemos leído sistemáticamente al profesor Franz de Copenhague probablemente hayamos quedado bastante inmunizados frente a los alardes tecnológicos, arquitectura high-tech y demás muestras prodigiosas del pensamiento inventivo humano. Decía la publicidad del propio TBO reproduciendo uno de los “inventos” del dibujante Sabatés: “El profesor Franz, de Copenhague, propugna la creación de un periódico infantil nutritivo”. Efectivamente, según el reputado inventor, “los niños pasarán un rato placentero, leyendo las graciosas historietas de su periódico favorito, y después lamerán las páginas de éste, deleitándose con el dulzor de la tinta y el papel hábilmente combinados. Finalmente se comerán el periódico que, además de ser una deliciosa golosina, constituirá un alimento de alta calidad”. Es una pena que no se pueda hacer lo mismo con el ordenador en el que estáis leyendo este artículo. El hecho de que uno de los inventos, un cómic comestible, sirviera de publicidad al mismo, ya puede dar idea de la ironía que encerraban las historietas.

        Periódico infantil nutritivo
        Señalar en la imagen para verla más grande

        Relaciono a continuación algunos ejemplos (correspondientes a diferentes dibujantes que se han encargado de los Grandes Inventos) para que los jóvenes que se han perdido tamaña aportación a la historia de la humanidad vayan rápidamente a la oficina de patentes, los patenten antes que nadie, y luego exijan el cobro de derechos de autor a través de la SGAE u organismos unicelulares parecidos cuyo objetivo sea patrimonializar privadamente el acervo cultural de la humanidad: dispositivo para hacer vino con zapatos viejos, bicicleta recoge basuras, suministro automático de leche para el bebé, aparato limpia narices, máquina para hacer cosquillas, huevos con cáscara de cristal, melones cuadrados, cepillito filarmónico, bicicleta para limpiar farolas, periódico infantil nutritivo, artilugio para brindar en mesas grandes, plataforma accionada por gallinas para subir el coche a casa, máquina para partir un piñón. En España se ha quedado para siempre la expresión “los inventos del TBO” como sinónimo de artilugio tecnológico creado para realizar una actividad normalmente cotidiana (ficticia o no), organizando un mecanismo cuanto más complicado mejor, y sin preocuparse de los problemas que pueda producir su funcionamiento.

        Baldosas con sensores de lluvia, nieve o presión, Wifi y Bluetooth
        Pavimentos inteligentes en la Puerta del Sol, Madrid, Xataka

        La primera vez que oí la expresión Smart City me pareció que por fin se reconocía la necesidad de racionalizar la construcción de la ciudad. Sin embargo dudé un poco porque dadas mis escasas habilidades lingüísticas, y aunque casi todas las expresiones que conocía (smart phone, smart card, smart terminal) aplicadas a aparatos generalmente tecnológicos parece que se traducían por “inteligente” (teléfono inteligente, tarjeta inteligente, terminal inteligente), visto el tratamiento que se le daba a la ciudad no acababa yo de ver la inteligencia por ningún lado. Tampoco me cuadraba como relacionada con la elegancia, el buen tono y cosas así (to look smart, the smart set). Aunque como “ciudad lista” o más bien “listilla” quizás (sobre todo por parte de determinadas multinacionales). Con lo que sí estaba claro que se relacionaba era con la tecnología, pero no les debía de parecer una etiqueta demasiado “eco” o “verde” y la expresión technology city ni se la debieron plantear. En fin, independientemente de mis subjetivas y limitadas apreciaciones en este campo, se estaba consolidando la expresión con bastante fuerza entre algunos círculos dedicados a la planificación de áreas urbanas concretas tales como la energía, la movilidad o las infraestructuras.

        Langfang “eco-smart city”, Master Plan en Inhabitat 
        Premio AIA, ¿Alguién puede entender el “eco”? ¿y el “smart”?

        Después de las ciudades sostenibles, las ciudades resilientes, las ciudades habitables, las ciudades sanas, las ciudades seguras, las ciudades bioclimáticas, las ciudades verdes o las ciudades de los ciudadanos, los que de una u otra forma nos relacionamos con la organización, diseño y planificación de esas cosas que algunos llaman ciudades teníamos otra etiqueta más, smart cities. Pero, en realidad ¿dónde ponen el acento las ciudades inteligentes? Se supone que en la inteligencia (o la listura) ¿qué es eso aplicado a una ciudad? ¿una ciudad piensa? ¿tiene alma? ¿se condena para siempre en el infierno si se porta mal? Uno teclea en Google smart cities y la primera página que aparece es www.smartcities.es (claro, busco desde España) correspondiente a una consultora. Supongo que habrá pagado a Google para que aparezca en primer lugar ya que en el que día que la visité tenía la fabulosa cifra total de 7.560 visitas aparte de haber registrado el nombre de “smartcities” antes que nadie. En cabecera aprecía el título siguiente: “Smart Cities: un primer paso hacia la internet de las cosas. Informe de la Fundación Telefónica para descarga (pdf)”. Así que me fui a la Fundación Telefónica y leí.

        Dubai, una de las ciudades con mayor huella ecológica del mundo 
        Además de ciudad sostenible ¿también smart city? FastCompany 
         
        No necesité descargar el informe (para lo cual tenía que estar registrado, pero no me gusta que conozcan la dirección del correo más que a mis amigos y me parecía una villanía darles la que utilizo como sumidero de spam) ya que en la propia página se puede leer lo siguiente para sacarnos de dudas sobre lo que es una ciudad de este tipo: “Se define Smart City como aquella ciudad que usa las TICpara hacer que, tanto su infraestructura crítica, como sus componentes y servicios públicos ofrecidos sean más interactivos, eficientes y los ciudadanos puedan ser más conscientes de ellos”. Y más adelante: “El espectacular desarrollo de las tecnologías TIC relacionadas con la IoT en los últimos años (redes de sensores, RFIDs, etc.) y de las comunicaciones de datos móviles (M2M, Mobile Broadband, etc) amplia enormemente las posibilidades de mejora muchos servicios urbanos hasta cotas hasta ahora inimaginables, sólo limitadas por la capacidad financiera de los órganos de gobierno municipales” (curiosa forma de llamar a los Ayuntamientos, y no quiero hacer sarcasmos con el tema de la corrupción que ya está muy tratado). No fue necesario leer más. Una Smart City es aquella que utiliza los servicios de Telefónica.

        Uso intensivo de las TIC Fundación Telefónica

        Claro que también podemos leer una noticia del 24 de noviembre del servicio de prensa de otra afamada multinacional: “IBM ha presentado el programa Smarter Cities Challenge, cuyo objetivo es contribuir a que los sistemas y procesos urbanos de 100 ciudades de todo el mundo sean más eficientes, más sostenibles y, en definitiva, más inteligentes. Para ello, la Compañía donará servicios y tecnología por valor de alrededor de 50 millones de dólares, a lo largo de los próximos tres años”. El hecho de que IBM esté dispuesta a “donar servicios y tecnología por valor de 50 millones de dólares” a mí, particularmente, me resulta bastante emocionante. Así que, con toda rapidez, me desplacé al apartado de “Ciudades Inteligentes” que IBM tiene en su página web y leí: “Barrios seguros. Escuelas de Calidad. Vivienda asequible. Tráfico fluido. Todo es posible”. Tal muestra de optimismo me dejó, literalmente, paralizado por el ansia. De forma que abrí como pude (las manos me temblaban) los documentos disponibles en español. Su lectura me decepcionó un poco. Sobre todo el que se titulaba “Ciudades más inteligentes para un desarrollo sostenible”.

        La smart city de IBM de IBM 
        Señalar en la imagen para verla más grande

        Al final del documento se detallan los pasos que, según IBM, deben adoptar los responsables urbanos: “Decidir cómo debe ser su ciudad: crear su marca; adoptar políticas que conduzcan a un crecimiento basado en la cualificación, la creatividad y los conocimientos; optimizar los servicios orientándolos al ciudadano; emplear el pensamiento sistémico en todos los aspectos de la planificación y la gestión; desarrollar y aplicar las tecnologías de la información para mejorar los sistemas básicos de la ciudad”. Este último (el más importante según se dice textualmente) está basado en “el poder de la ingente cantidad de datos reales que ya se recogen sobre los patrones de comportamiento de los habitantes y los sistemas de la ciudad, procurando dotar a sus sistemas de tres niveles básicos de capacidad: recoger y gestionar el tipo adecuado de datos; integrar y analizar los datos; basándose en análisis avanzados, optimizar el sistema para lograr el comportamiento deseado”. No quiero poneros los pelos de punta pensando en Orwell pero si pincháis en la pestaña que dice “Sistemas” (está al lado de la que pone “Ciudades”) veréis que lo de Orwell es un juego de niños. En cualquier caso ya comprendo. Una Smart City es aquella que utiliza los servicios de IBM.

        Los sensores nos rodean Living PlanIT Valley 
        Señalar en la imagen para verla más grande

        Pero no vaya a pensarse que Telefónica o IBM están solas en la lucha por la sostenibilidad del planeta. También Microsoft pone su granito de arena. Hace unos meses nos sorprendió la noticia de que la firma Living PlanIT liderada por un ex directivo de Microsoft y con la implicación total de esta compañía pretende construir una smart city cerca de Oporto en Portugal. La sostenibilidad y mayor habitabilidad va a ser conseguida a base de dotar a todos sus edificios y construcciones de variados sensores que se encargaran de detectar múltiples problemas de seguridad (no se especifica qué clase de seguridad: alimentaria, atracos, infidelidades, fuego, escapes de gas, libros incluidos en el Índice) y de otros tipos. Para ello todos estos datos se gestionarían, desde la plataforma Urban Operating System (USO), en tiempo real y en “la nube”, por los diferentes sistemas informáticos de control de infraestructuras, tráfico, distribución de energía, contaminación y otros. Se supone que un cuarto de millón de personas van a vivir en las mejores condiciones en unas 1700 hectáreas. Es coste estimado es de 10.000 millones de euros. Ya voy comprendiendo, una Smart City es aquella que utiliza los servicios de Microsoft.

        Planta de la smart city de Paredes (Portugal) inhabitat 
        Microsoft y Living PlanIT: Paredes (Oporto)

        Sin embargo, no hay que ser tan negativos. Por supuesto que una empresa privada intenta vender sus productos y su objetivo es conseguir los mayores beneficios posibles para sus accionistas. Su comportamiento desinteresado sería perverso y pondría piedras en el engranaje del sistema. De forma que es comprensible que si alguna de ellas, bien sea Telefónica, IBM o Microsoft, ve un nicho de negocio intente explotarlo. Pero una ciudad es algo más que un nicho de negocio empresarial. Y el colectivo de sus habitantes sí que debería pensar inteligentemente. Claro que hay que aplicar las nuevas tecnologías en el siglo XXI. De hecho se están aplicando. No creo que vivamos en la edad de piedra ni que ningún planificador urbano piense que vamos a volver a la Edad Media con el “agua va” y cosas parecidas. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es pensar que las nuevas tecnologías van a solucionar problemas que son, esencialmente, políticos y éticos. El "asuntillo" de los límites del planeta no se resuelve sólo mejorando la eficiencia de nuestros sistemas. Por supuesto que hay que mejorarla. Pero ese no es el objetivo principal. El objetivo principal no es construir “ciudades inteligentes”, sino construir ciudades habitables y adecuadas a las condiciones del siglo que nos ha tocado vivir que es el siglo XXI.

        Ranking europeo de ciudades inteligentes European Smart Cities 
        De las 70 primeras: Pamplona (41), Valladolid (43), Oviedo (50)

        La situación extraordinaria en la que nos encontramos es que, por primera vez en la historia de la humanidad, para seguir creciendo tenemos que impedir que otros crezcan si por crecimiento se entiende seguir consumiendo planeta. Porque resulta que ya hemos llegado al límite de su biocapacidad. Así de sencillo. Esta situación nos obliga a repensar la mayor parte de los planteamientos con los que hemos funcionado hasta ahora. No es suficiente con mejorar la eficiencia de los sistemas. Por supuesto que hay que hacerlo. Pero como dije en el Congreso de APIA (Asociación de Periodistas de Información Ambiental) hace más o menos un mes en el CaixaForum de Madrid: “tenemos un enfermo al que hay que operar y pretendemos solucionar el problema con cuidados paliativos” (perdón por la autocita). Claro que son necesarios los cuidados paliativos, el enfermo no debe sufrir. Pero si pensamos que el objetivo es sólo que no sufra probablemente se morirá. El problema de las smart cities no es el intento de mejora en la eficiencia del sistema urbano. Es que este intento oculte el problema básico que debemos afrontar. La tecnología no es más que un instrumento. Y además, un instrumento que hay que aplicar con sumo cuidado no sea que estemos propiciando inventos del TBO, y que las soluciones aportadas sean puras banalidades, resuelvan problemas inexistentes o compliquen más las cosas de lo que están.

        Foto de Jevons y portada The Coal Question
        Puede leerse esta obra en la Open Library, foto UCL

        Aún suponiendo que las smart cities aborden problemas relevantes y consigan resolverlos sin aumentar los costes ecológicos previos, además resulta que el planteamiento es bastante discutible desde el punto de vista teórico en algunos aspectos que no puedo resistirme a plantear (por lo menos de forma indicativa) aunque alargue excesivamente el artículo. La primera es que si se pretende racionalizar el funcionamiento de la ciudad para que consuma menos y contamine menos resulta imprescindible abordar la llamada “paradoja de Jevons”. Ya me he referido en otros lugares del blog al efecto rebote pero no estará de más recordarlo ahora. William Stanley Jevons fue un economista británico que en el año 1865 publicó The Coal Question donde planteaba la dependencia energética de Inglaterra respecto al carbón considerado como un recurso limitado. En esta obra Jevons trató algunas cuestiones que ahora nos pueden sorprender por lo modernas tales como el tema de los “picos” energéticos, la posibilidad de utilizar energías renovables como solución, o su escasa fe en medidas fiscales para reducir el consumo. Aunque las tesis de Jevons se han revisado posteriormente (Polimeri en su libro The Jevons paradox and the myth of resource efficiency improvements) parece que el problema se mantiene en la mayor parte de los casos (elasticidad ligada al precio) a menos que se activen medidas complementarias. Aquellos interesados en el tema pueden revisar también el llamado “Postulado Khazzom-Brookes”.

        Efecto rebote: LEDs en edificios que probablemente no se habrían
        iluminado por el gasto que supondría. Torre Agar, Barcelona, Techpin

        En cualquier caso Jevons constató que “se trata de una confusión de ideas completa suponer que el uso eficiente del combustible equivale a una reducción del consumo. La verdad es exactamente contraria a este supuesto”. Hizo esta afirmación después de demostrar que las mejoras en la eficiencia que Watt introdujo en la máquina de vapor sobre el diseño de Newcomen aumentaron de forma notable el consumo de carbón. Se puede establecer incluso una fórmula matemática que expresa el efecto rebote, pero podría resumirse de una manera sencilla así: aumentos en la eficiencia reducen el consumo instantáneo pero la mejora el modelo trae consigo un aumento del consumo global. Esto significa que los planteamientos puramente tecnológicos no nos llevan a conseguir los objetivos marcados si estos objetivos son reducciones del consumo que permitan una más justa distribución de los recursos. Según Jevons tampoco parece que la vía de la imposición mediante tasas o impuestos haya dado resultado, de forma que la única solución razonable pasa por el cambio de modelo y de valores. Esto es lo que proponen aquellos que optan por el decrecimiento o la vías de desarrollo alternativas. No es ahora el momento de discutir el tema (hay un artículo en el blog sobre decrecimiento) pero es una objeción bastante importante a las propuestas tecnológicas de las smart cities.

        Microsoft y Living PlanIT, smart city de Paredes (Porto, Portugal)
        Película de terror ¿la bola verde será el cerebro de la ciudad? inhabitat 
         
        El segundo problema se refiere a la propia consideración sistémica del planteamiento. Me refiero a la confrontación entre “ciudades resilientes” y “ciudades inteligentes”. Resulta que uno de los principios básicos de la sostenibilidad de los ecosistemas (de su resiliencia) es la diversidad. La diversidad huye del control centralizado de los diferentes subsistemas. A mayor dependencia unos de otros mayor es la probabilidad de que, ante una situación crítica, todo se venga abajo. Precisamente por lo que aboga la resiliencia es por la autosuficiencia de los diferentes elementos que componen el sistema. Cuanto más autosuficientes sean los susbsistemas más posibilidades hay de que todo funcione mejor. La existencia de elementos fundamentales para la resiliencia como son la redundancia (que es lo que primero que se elimina en aras de la eficiencia) o los ecotonos fuertes, diversos y con posibilidades de convertirse en sistemas nucleares, parece imprescindible. Sin embargo, la filosofía básica de las smart cities es justamente la contraria. La centralización e interdependencia de los diferentes procesos permite la racionalización y eficiencia del conjunto. Hay que hacer notar que este sistema que ahora se quiere aplicar a las ciudades ya hace tiempo que ha sido desechado por las mayores empresas del mundo que han optado (en aras precisamente de su resiliencia) de desprenderse de procesos, hacerlos autónomos y dejarlos que se las compongan por sí mismos.

        Sensores diversos irán apareciendo en las calles inteligentes
        Orwell, te lo has perdido. Smart Cities Platform, Urenio

        Para terminar de señalar algunas de las dificultades que veo en estos planteamientos centralizadores sólo quisiera destacar otra de las que me preocupan especialmente. Ya hace tiempo que vengo proponiendo que la alternativa al modelo actual pasa por reforzar las identidades locales de forma que los territorios se empiecen a volver más autistas, más encerrados en sí mismos, con objeto de evitar el mayor peligro del siglo XXI, el pensamiento único. Quisiera diferenciar ahora, y de forma especial, el pensamiento único del pensamiento planetario. Así como el segundo ha sido una de las mayores conquistas de la humanidad el primero es la amenaza más directa a la misma. La tentación de imponer sus tesis de los que tienen las palancas del control, se acrecienta notablemente cuando se puede acceder a una gran cantidad de datos que se cruzan, analizan y organizan para evitar “las anomalías”. Estoy hablando de Orwell, claro. Pero no sólo de Orwell (es decir, de la ficción) sino de los servicios de inteligencia, del espionaje industrial, de la publicidad, del marketing y de los robots buscadores en Internet, por ejemplo. Los sensores de temperatura que se pretenden colocar en las viviendas de lasmart city portuguesa permiten monitorizar la temperatura de los inmuebles en tiempo real y los de movimiento la actividad que se produce. El problema es que todo ello está controlado por no se sabe muy bien por quién y de forma no transparente. De nada de esto se habla cuando se diseña un sistema de este tipo. Y es de lo que hay que hablar. Colocar un sensor de temperatura es una tontería y diseñar un sofware que lo controle también. Lo que ya no es tan tonto es proponer como se gobierna toda esta información.

        Profesor Lucifer Butts y la servilleta que funciona sola
        Máquina de Rube Goldberg sitio oficial de Rube Goldberg

        Es realidad, más que hablar de smart cities habría que hablar de “ciudades estúpidas” (stupid cities) o “ciudades tontas” si empezamos a pensar que la solución de nuestros problemas es tecnológica. La tecnología puede ayudar pero el foco no hay que ponerlo ahí. La dificultad está en dotarnos de instrumentos de organización verdaderamente participativos que permitan que una sociedad con una cultura específica, anclada en un territorio, con relaciones no depredatorias sobre el mismo, se aglutine en torno a valores con los que la mayor parte esté de acuerdo. Hablar de tecnología (y no quiero insultar a nadie) es algo simple. Incluso puede ser muy divertido como han demostrado los inventos del TBO. Como divertimento podemos intentar algunas cosas aunque resulte evidente a veces que estamos matando moscas a cañonazos o que, simplemente, estamos matando el tiempo. Los inventos del TBO no son originales, claro (como tampoco lo son las smart cities, en otro artículo hablaré del tema). En USA las máquinas de Rube Goldberg son famosas desde que en 1914 dibujara el primer invento titulado “Automatic Weight Reducing Machine”. Y en Inglaterra William Heath Robinson también dibujó máquinas improbables, desvencijadas que apenas funcionan mediante retoques imposibles.

        Copenhagen Wheel, la smart bicycle, ¡quiero una!
        Señalar en la imagen para verla más grande, Walyou

        Hay que dar la bienvenida a la tecnología como ayuda para que nuestras ciudades funcionen mejor. Pero es que algunas de las innovadoras propuestas merecerían figurar como inventos del profesor Franz de Copenhague o asimilarse a las excéntricas máquinas de W. Heat Robinson. Innovaciones como la Copenhagen Wheel, una bicicleta con una rueda que nos informa en tiempo real de la contaminación, el estado de la calzada (supongo que si hay baches o si el piso está deslizante), o de la densidad del tráfico, no tienen nada que ver con la nueva organización urbana. O el CO2GO, una aplicación para el iphone que nos dice el CO2 que generamos identificando si vamos a pié, en bici o en coche, se han expuesto en un reciente congreso sobre smart cities. Por supuesto que hay cosas más serias e interesantes. En este mismo congreso el teniente de alcalde de Sant Cugat habló de que Plan Local de Innovación persigue dos objetivos: la "Ciudad Verde" junto a la "Ciudad Digital". Juntas las dos confluirán en la "Ciudad Inteligente". Y yo con estos pelos. Lo más asombroso es que ya se hacen estudios como el presentado recientemente en otro evento celebrado recientemente en Madrid en el que una consultora IDC clasifica las ciudades españolas según su “inteligencia”. Para lo que utiliza 94 indicadores y 23 criterios de evaluación. No coincide demasiado con la europea que reproducimos más arriba pero es que criterios e indicadores deben ser distintos (supongo, no quiero pensar mal).

        Matriz del índice de ciudades inteligentes de España, IDC
        Señalar en la imagen para verla más grande Computing

        Como puede verse en el cuadro las ciudades menos smart (no sé si calificarlas directamente de más tontas o estúpidas, en el informe se las denomina discretamente followers) parece que son Las Palmas de Gran Canaria, Badalona, Badajoz, Sabadell, Jerez de la Frontera, Alcorcón, Salamanca o Vigo. Aunque dada la dificultad de interpretación de lo que aparece en los ejes igual me equivoco. Pero las más inteligentes (el top5) para asombro del personal (Anton Ozomek, oído al parche) resultan Málaga, Barcelona, Santander, Madrid y Donosti. De ninguna manera estoy en contra de que se innove. Todos mis alumnos saben que soy orteguiano hasta la médula. Y para Ortega, la técnica es lo específico, lo esencial, del hombre. Pero a veces la tecnología, esa hija no reconocida de la técnica, se comporta de una forma tan rastrera que casi dan ganas de repudiarla. Resumiendo este artículo tan largo: necesitamos soluciones tecnológicas para los cuidados paliativos de un enfermo que empieza a sufrir en muchos lugares del mundo, pero tenemos que saber que estos cuidados paliativos no lo van a curar y que, en algunos casos, pueden ser contraproducentes. Nuestras ciudades tienen que reorganizarse de nuevo como lo hicieron después de la Revolución Industrial. Pero esta reorganización va a venir de la mano de un cambio en la forma de pensar, en los valores y en los objetivos. Para terminar, por favor, dejemos de ponerle etiquetas a la pobre ciudad, ya no aguanta con el peso de más. Comprendo que las empresas tienen que vender y, para la venta, el marketing y los slogans son fundamentales. Pero los ciudadanos y ciudadanas del siglo XXI no tienen que comprar una ciudad nueva a ninguna empresa privada (básicamente porque en estos momentos no hay dinero para hacerlo), tienen que construirla entre todos.



        Materiales

        Afortunadamente para el artículo de hoy esta sección (que es en la que más tiempo invierto) ya la tenía hecha. Y es que Manu Fernández de Ateneo Naider en “Ciudades a escala humana” hace una recopilación muy buena de referencias sobre el tema de las smart cities (leer también los comentarios al artículo). Incluso ha refundido en Scribb un documento con el título de “Smart City. Tecnologías emergentes para el funcionamiento urbano” que recopila lo que ha escrito al respecto. De forma que lo único que tengo que hacer es poneros el enlace que es este:


        Por desgracia casi todas están en inglés (aunque sus artículos no). Como este blog lo lee bastante gente en Latinoamérica y muchos me escriben porque tienen problemas con este idioma he tratado que las imágenes (y, por tanto, los enlaces preceptivos) sean de páginas en español aunque sólo he podido conseguirlo en algunos casos. Por cierto, os recomiendo la lectura regular de “Ciudades a escala humana” de Manu en Ateneo Naider. Veréis que no está incluida en la sección de “Artículos en otros blogs” ya que no he podido al no tener feed asociada (o asociado según se traduzca por fuente o canal), pero la podéis encontrar en el apartado “Páginas de interés” aunque, claro, no salta cada vez que hay un artículo nuevo.

        Paisaje, lugar e identidad

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        Hace unos meses, charlando con mi amiga Esther Prada me dijo que había terminado una Guía de Buenas Prácticas para la observación del Paisaje Agrario como espacio patrimonial en el occidente peninsular por encargo del Ministerio de Medio Ambiente. La Guía es un documento muy interesante y si la podéis conseguir os recomiendo su lectura. También muy recientemente ha terminado un trabajo coordinado por Eduardo Martínez de Pisón sobre Sayago y el concello luso de Miranda (Braganza). Luego, hablando y hablando, terminamos remontándonos a nuestras tesis doctorales. La mía sobre la aldea rural gallega y la suya sobre sus queridas tierras de Sayago. Pero así como en mi caso dejé prácticamente abandonado el estudio del rural gallego después de aquella incursión juvenil, Esther no. Más constante que yo siguió trabajando en el tema hasta hoy mismo. No sé si cuando tenga mi edad seguirá Sayago va y Sayago viene pero, de momento, continua fiel a sus amores. También hablamos del blog y, al final, terminé convenciéndola para que escribiera algo sobre el tema de la identidad y la relación con el lugar. Como es una persona absolutamente cumplidora lo hizo. El resultado es este artículo.

        Todos los derechos reservados ©Esther Prada

        Os daréis cuenta al leerlo que considera el dibujo (la representación,  interpretación y apropiación del paisaje mediante esta herramienta) como una metodología analítica fundamental para la comprensión del territorio rural. También observaréis que predica con el ejemplo. Los dibujos que acompañan el texto correspondientes a la zona de León, Zamora y Salamanca (todos suyos) son magníficos y van directos a la esencia de lo que quieren mostrar. Señalando en cada uno de ellos se pueden ver a mayor tamaño. Desde el punto de vista teórico tiende un puente muy interesante entre el paisaje particular de las memorias personales y el colectivo. Entiende que no es posible éste sin aquellas, y que la formación de una identidad colectiva se hace posible de esta forma. Este planteamiento ayudaría a superar la contradicción entre la construcción personal y social del paisaje que, tantas veces, ha imposibilitado racionalizar una praxis en las cercanías del proyecto y del plan. También retoma una idea de Martínez de Pisón al afirmar que cualquier amputación del paisaje interiorizado y vivido supone una mutilación del yo, sea o no percibido por el sujeto. Habría que concluir, por tanto, que esta amputación cercena también la identidad colectiva. Se llega así al desarraigo como uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta la sociedad actual.


        Paisaje, lugar e identidad
        Autora: Esther Isabel Prada Llorente. Dra. Arquitecta

        Como decía Giner, el paisaje en gran medida
        lo traemos con nosotros.
        Eduardo Martínez de Pisón. Laberintos, nº21, 2010

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        Pienso que escribir en el blog de José implica una gran responsabilidad y el agradecimiento por mi parte hacia su confianza por lo que yo pueda aportar a la historia del mismo. Historia que lleva ya un largo recorrido desde sus comienzos en el verano del año 2007, y que como él dice, "parece que tiene vida propia" siguiendo un camino paralelo pero que discurre independientemente de su creador y sigue, muchas veces, los albures de tantas cosas como puede ser la publicación de este mismo artículo. "Un camino es una posibilidad, una ruta siempre abierta dónde el deseo es quién perfila el recorrido, lleno de sueños, de huellas, encuentros, despedidas...su trazado, precisa lentitud excluyendo el exhibicionismo..." De esta forma concluía mi experiencia vital de un paisaje agrario, la vivida en el occidente fronterizo castellano-leonés de alguna forma resumida en el monográfico que dedica al paisaje de Castilla y León la revista de geografía Polígonos coeditada por las Universidades de León, Valladolid y Salamanca.

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        Toda mirada afectiva es parcial, pero provoca a su vez otras miradas afectivas que permiten enriquecer la experiencia sobre espacios, paisajes cotidianos, paisajes heredados... habiéndose convertido para mí en un camino de trabajo, estudio y difusión, la definición de la identidad o carácter del paisaje propio. Los paisajes propios, los paisajes familiares, son fundamentales para la configuración de la memoria personal y colectiva. Cada uno tenemos el nuestro y es preciso promover un pensamiento crítico sobre sus procesos de génesis y transformación a lo largo del tiempo, para conseguir una sensibilización. Cuando se ha interiorizado un paisaje vivido y forma parte del yo, de la propia identidad, la idea de encuadrar un estado de ese paisaje y una metodología para su estudio y representación, encuentra su origen en aquellos elementos materiales y espirituales que implican un modo de mirar, de ver el mundo. Esto supone un esfuerzo de reflexión y de método que origina una construcción intelectual,  una geografía del alma en la que la memoria es la que caracteriza el paisaje y su representación, ese paisaje afectivo, la idea propia y personal de su imagen.

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        Es la memoria que revela el tiempo de los orígenes, el de la infancia, cuando se dieron las primeras contemplaciones que han sido definitivas para nuestra formación. En mi caso, con la suerte de haberlas podido reflejar en la Guía de Buenas Prácticas para la Observación del Paisaje Agrario como espacio patrimonial en el Occidente Peninsular realizada para el MARM (Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino), y en el Estudio comparado Tierra de Sayago (Zamora)-Concelho de Miranda (Distrito de Braganza) coordinado por el geógrafo y profesor Eduardo Martínez de Pisón, director del  Instituto del Paisaje de la Fundación Duques de Soria. Cómo surge y por qué la realización de estos trabajos sobre ese paisaje vivido y experimentado desde la realización de mi tesis doctoral, significa que se ha elegido un camino, no tanto como elogio de lo rural, sino de entendimiento del valor pedagógico de los paisajes antiguos. Paisajes culturales que muestran las huellas de prácticas cotidianas organizadas como habitus, estructuras de carácter colectivo que expresan la verdadera función de habitar, a medio camino entre los condicionantes de un determinado contexto histórico socio-cultural y la creatividad,  una iteración en el tiempo que determina las formas de entender y organizar el espacio vivido por una comunidad, el espacio o lugar  antropológico, el territorio social, del que podemos extraer lecciones que la cultura contemporánea no nos ha aportado.

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        Cualquier amputación en ese paisaje interiorizado y vivido, supone asimismo una mutilación del yo, lo perciba o no quien lo experimenta, expresa Martínez de Pisón. Educadas las gentes en la dureza de alma, hay una generalizada insensibilidad y una extensa carencia de cultura que no permiten apreciar tales hechos, que sin embargo existen, como una ceguera o falta de percepción inducida. En este sentido, el hecho de acercarse a través de la imagen y la memoria, reinterpretando y dibujando, re-presentando algunos fragmentos-rincones de estos paisajes prácticamente desaparecidos, implica tanto un modo personal de relación y percepción del mismo, como una lectura concreta de lo visible a través de la que revelar su identidad o singularidad como lugar. El paisaje que habita en el núcleo de la experiencia personal es una interpretación del territorio, en el presente caso, de un paisaje agrario, un espacio patrimonial situado en la franja fronteriza con Portugal, pero manteniendo una actitud más amplia desde lo local hacia los fenómenos que determinan la construcción del territorio o paisaje cultural. Detrás de cada una de estas imágenes topamos con una referencia explícita al lugar, documento de su propio devenir y el de sus gentes. Asimismo estas imágenes son depositarias de formas y escenarios que nos invitan a una relectura callada de la memoria e identidad de los lugares, cuando ya muchos de ellos se han convertido en lugares borrosos.

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        Los lugares y sus paisajes están cargados de señales y signos, también de símbolos, una escritura colectiva, la vida, el trabajo y la experiencia de una comunidad acumulados en el tiempo sobre el espacio, la propiedad de la tierra, la organización de lo comunal, lo público y lo privado, que se decantan a modo de  imagen hoy progresivamente debilitada y que interacciona con el soporte ecológico descifrable a partir de su tejido, su urdimbre de redes y límites, una mixtura entre naturaleza y cultura expresada en el espacio exterior como construcciones materiales y en nuestro espacio más íntimo, el interior, como pensamiento reflejado en el lenguaje, el léxico, la toponimia. El léxico implica una taxonomía de los objetos vividos, hay un principio de clasificación en el mero acto de nombrar, una cartografía mental que muestra la huella de esas prácticas. La desaparición de las últimas generaciones ligadas al trabajo de la tierra y a géneros de vida calificados ahora de ecológicos o sostenibles, liquidará definitivamente muchos de estos signos o señales de nuestros paisajes identitarios. Es la trama de la memoria y la identidad, la tradición, dinámica por su sentido de transmisión, el genius loci cuya presencia todavía podemos leer en las cercas de piedra, en los caminos, en las viejas casas arroñadas por el tiempo y la indiferencia.

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        La palabra "tierra", transformada o abducida por las urbanas "finca" o "solar", derivada del latín terra y común a todos los romances presenta una diversidad de sentidos, terrazgo, terreno, terruño, territorio, territorial o territorialidad, desde el suelo que se pisa con los pies o que se trabaja, al país en que se vive, expresión que se conforma según los modos de ver y de decir, a través de diferentes términos. Así "paisaje" según expresa Corominas, se encuentra directamente relacionado  con aquella, a través de "país" utilizado por primera vez en castellano en 1597, tomado del francés  pays, duplicado de pagensis "el que vive en el pago" (1ª doc.: doc. leonés de 1095), pueblo, aldea, distrito o comarca pequeña y sustantivado en el sentido de "territorio rural". La imagen de un lugar, la representación ajustada y completa de un sitio, supone una concepción del mundo, un sentido de la tierra fundado en valores mayores. El mundo que alentaba esta empresa, la lentitud, la experiencia, y el conocimiento de una comunidad, generó una manera concreta de hacer, un sistema, una homología en la que todas las escalas, desde el territorio a la arquitectura con el hito urbano como nexo de unión,  reflejaban la identidad de un lugar y el paisaje como producto de la misma.

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        El paisaje representa una respuesta culturalmente creada y transmitida frente a problemas humanos sólo expresables en el grupo social concreto, que responde a requerimientos tales como la fijación en un lugar. En este sentido, la red caminera, los sistemas de cultivo, la rotación de las "hojas" y la organización del terrazgo tradicional en propiedades privadas y comunales para la escala del territorio, las unidades básicas de aprovechamiento agrícola agrupadas en barrios como celdas elementales de la escala urbana y la casa en la escala de la arquitectura, centro de vida y trabajo, espacio en el que se produce el encaje de las partes, espacio que inviste el carácter de las personas que viven y trabajan un territorio, configuran el sistema paisaje agrario, una síntesis entre naturaleza y cultura. En cada uno de estos órdenes de complejidad o grupos de escalas, el paisaje participa tanto de la ecología, como de la geografía, la urbanística, la historia, la lingüística, la antropología o la arquitectura, al modo de cajas dentro de cajas. El espacio se ha construido de forma entrelazada, una urdimbre de redes subyacente que configura el sistema territorial social, componiéndose la realidad del paisaje de hechos particulares atomizados en infinidad de datos y aspectos que expresan una determinada estructura social, un sistema socioeconómico concreto. Las reglas de construcción del mismo, se fundamentan en la célula elemental o primaria, la casa, que genera según un proceso de agregación de dichas células un "sistema" de ocupación del territorio.

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        Por otra parte, los elementos patrimoniales se definen en relación con un territorio dado, paisaje y territorio que a su vez se identifica por el conjunto de elementos que lo componen, las "marcas" a través de las que las personas se reconocen. La "marca" o frontera, palabra germánica, territorio fronterizo, de dónde se pasó a "señal que marca un límite", "mojón" o piedra clavada en aquellos límites de las heredades que por no ararse estaban siempre verdes, "comarca", o territorio colindante, primera fase del recorrido en etapas o escalas del sistema del paisaje agrario. Sistema que se organiza en una red de caminos y una red de límites, que pueden ser construcciones materiales o líneas virtuales señaladas por hitos puntuales, los signos o topónimos. La transformación de la construcción material en lenguaje hay que buscarla en los "signos", término que proviene de "seguir las huellas", una acción sostenida en el tiempo fruto de una experiencia colectiva, una comunidad que por iteración consiguió además, efectos compositivos de belleza orgánica. El dibujo permite rescatar, en el proceso de reconocer, interpretar y exponer, las morfologías históricas y actuales de terrazgos y asentamientos reflejando una imagen, un paisaje. El arquitecto puede y debe recuperar mediante esta herramienta, los trazos naturales y culturales del paisaje en todas y cada una de las escalas, de la llanura o la ribera a la casa, los puentes, muros, núcleos urbanos, montes y las viejas palabras que lo definían.

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        La recuperación de esos términos trae consigo los significados de un medio y un lugar, una identidad para muchos perdida pero necesaria para la supervivencia del habitante. Es preciso enseñar a ver el paisaje también desde la arquitectura y el urbanismo y difundirlo. Dado que el paisaje es un complejo de ingredientes complementarios, toda aproximación parcial se queda en una aportación parcial al paisaje. El objeto arquitectónico, aún como ingrediente parcial, debe contribuir a la comprensión del lugar por sus habitantes. Asimismo, dado que detectar los procesos de identificación de los habitantes con los lugares es difícil de conseguir en las ciudades, es importante cambiar de escala y en los paisajes agrarios patrimoniales encontramos las claves para que el "saber mirar" arquitectónico, que requiere conceptos, perspectiva y método, se recicle a una necesaria visión transversal, superando la dicotomía local-global, ya que todos los paisajes son la expresión local de fenómenos con alcance global. Estudiando en profundidad nuestros paisajes personales, nuestros lugares secretos, el "paisaje propio" como elemento fundamental en la configuración de la memoria personal y colectiva, exponemos una percepción única de los paisajes familiares, contribuyendo al habitus colectivo y a la dinámica de habitar, ya que somos, en tanto que nos podemos explicar a través de nuestra relación con el resto de la sociedad.

        Esther Isabel Prada Llorente

        Fotografía y creación del paisaje

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        Como tal construcción cultural la formación del paisaje sigue un proceso largo y complejo en el que intervienen muchos factores mezcla de elementos personales y colectivos. En cualquier caso, experiencia del lugar e interacción social constituyen la base necesaria para producir eso que se suele denominar identidad. Por supuesto que actualmente los sistemas de comunicación de masas son elementos básicos en su formación como también lo fueron en otros momentos históricos la pintura, la escritura o los relatos orales. Parece claro que el cine, la prensa, los libros, Internet o la televisión, contribuyen de forma destacada a la creación de paisajes. Analizaremos en otro momento el caso de Internet y la redes sociales como una nueva forma de creación de paisajes desvinculados del lugar (en el supuesto de que puedan existir). Pero hoy me gustaría abordar una cuestión más sencilla: la contribución de la fotografía a la creación de patrones relacionados con determinados paisajes. Y lo haré mediante un ejemplo concreto estudiado por Ignacio Bisbal, uno de mis alumnos de doctorado: la misión fotográfica DATAR.Todas las fotos del artículo pueden verse a mayor tamaño señalando en cada una de ellas.

        Ansel Easton Adams, "Clearing Winter Storm", 1940  MYMET

        En junio del pasado 2011 parte de nuestros aspirantes a doctores realizaron la prueba de suficiencia investigadora. Ignacio, que era uno de ellos, presentó un trabajo magnífico titulado “La construcción social del paisaje a través de la fotografía”. Entre otras cosas analizaba la aportación de la Mission Photographique de la Délégation à l’Aménagement du Territoire et à l’Action Régionale (DATAR) a la construcción del paisaje francés de los años ochenta del pasado siglo XX. Pienso que puede resultar interesante la lectura de la parte del trabajo en la que se describe esta iniciativa tan poco conocida. Como siempre que reproduzco trabajos de mis alumnos en artículos como el de hoy suelo destrozarlos previamente para adaptarlos al formato del blog, eliminando citas, notas y demás incordios que suelen distraer de la lectura y sólo recomendables en ámbitos académicos. Probablemente Ignacio no estará demasiado de acuerdo con el resultado, pero pienso que de esta forma se hace más accesible a los no especialistas. Las fotos que acompañan el artículo corresponden a las entidades que se indican y de ellas son los derechos de propiedad. Señalando sobre cada una podrán verse a mayor tamaño.


        La Misión Fotográfica de la DATAR
        Autor: Ignacio Bisbal

        La Mission Photographique de la DATAR (Délégation à l’Aménagement du Territoire et à l’Action Régionale) se creó en 1984. Los más de 200.000 negativos que se realizaron en el transcurso de este trabajo suscitaron un amplio debate y sentaron buena parte de las bases del estudio contemporáneo del paisaje en Francia. El presente texto analiza el modo en que este hito en la fotografía del paisaje ha contribuido al desarrollo de dos conceptos fundamentales en el paisaje contemporáneo. El primero es el de paisaje intermedio, también denominado paisaje cotidiano, aquel cuyo valor no reside en su belleza o historia, sino en el hecho de constituir reflejo exacto de la vida de sus habitantes. El segundo concepto, directamente vinculado al paisaje intermedio, es el de dinámica de paisaje, es decir, el paisaje concebido como transcurso, en el que su esencia se aprecia únicamente a través del cambio y la transformación.

        Jean-Louis Garnell, Mission DATAR, 1984
         Lyon, Rhône, Francia

        Estos dos conceptos resultan ser, finalmente, una clave determinante de estudio sobre los paisajes abandonados u obsoletos. Aquellos que, a fuerza de no ser valorados, entran en declive y demandan urgentes acciones de reciclaje. Se propone la inclusión del reciclaje de paisajes como elemento fundamental de una concepción evolutiva del paisaje. Aquellos paisajes que han quedado obsoletos, ya sea por la degradación de su base biológica o por el abandono de la actividad que el hombre realiza sobre el territorio, se sitúan en el campo conceptual como elementos de un diagnóstico crítico sobre los procesos insostenibles de consumo de suelo, al mismo tiempo que reflejan el grado de cultura territorial de una sociedad. La reflexión acerca de los procesos de degradación y reciclaje que los pueden transformar constituye su esperanza de futuro y la prueba de la operatividad del paisaje como enfoque hacia el territorio.

        Raymond Depardon, Mission DATAR
         Région de Villefranche sur Saône,  Rhône, Francia

        La Mission photographique de la DATAR constituye un hito fundamental de la historia de la representación del paisaje en Europa. Nace como un trabajo situado a caballo entre el campo del arte y el de la documentación, con el objetivo de “representar el paisaje francés en los años 80”. Se trata de un encargo realizado inicialmente a 12 fotógrafos durante un año (y que más tarde se ampliaría por cuatro años a un total de 28 fotógrafos). Este trabajo culmina en 1988 con la entrega en depósito a la Biblioteca de Francia de 2000 copias fotográficas originales y planchas de contactos de 200.000 vistas de paisajes. No se trata, es cierto, de una iniciativa sin precedentes aunque, de todos modos, resulta de una novedad sorprendente. Así, si bien es cierto que existían experiencias previas concebidas desde instituciones como la administración pública en EEUU (la Farm Security Administration, FSA, de la era Roosevelt durante los años de la Gran Depresión americana) y la propia Francia (la mission Héliographique de 1851), en la Mission photographique de la DATAR se dan una serie de diferencias sustanciales en cuanto a metodología y objetivos que marcan de modo absoluto la originalidad de la experiencia y que posteriormente servirán de base a otras iniciativas similares en Alemania, Italia, Holanda, Bélgica y Gran Bretaña.

        Arthur Rothstein,  FSA, 1935
         "Farmer walking in dust storm", Oklahoma, EEUU

        La diferencia sustancial entre la Mission photographique de la DATAR y sus precedentes reside en el enfoque del encargo. El trabajo de la FSA tiene un componente fundamentalmente sociológico esencial (el retrato de los devastadores efectos de la Gran Depresión sobre la población rural), constando fundamentalmente de retratos individuales y colectivos de la masa proletaria depauperada por la crisis. Por otro lado, la Mission Heliographique francesa (al igual que sucede con las experiencia de otros fotógrafos en Europa, Jean Laurent en España) si bien se realiza con el ánimo de inventariar el patrimonio artístico arquitectónico de Francia, no es menos cierto que trata de mostrar los efectos de la era de la máquina sobre las ciudades fotografiando vistas urbanas donde los nuevos edificios de la industria y las modernas infraestructuras aparecen como elementos transformadores radicales de la escena. Constituye, por tanto, una visión patrimonial de la arquitectura pasada, al mismo tiempo que un acercamiento optimista al desarrollo industrial de las grandes urbes y las realizaciones de ingeniería más destacadas.

        Edouard Baldus, 1860
         Cathédrale Saint Front, Perigueux, Francia

        Sin embargo, la Mission DATAR persigue un doble objetivo fundamental que supone su principal aportación al estudio del paisaje y el elemento diferenciador fundamental de la experiencia. En primer lugar, el foco de atención no se sitúa en los paisajes clásicos, más valiosos y, por tanto, más reconocidos del paisaje francés, sino que decide centrarse en la representación del paisaje ordinario, cotidiano y, por tanto, más próximo a la experiencia diaria de la población. Comienzan a apreciarse los eriales y descampados, las periferias urbanas, la vivienda del arrabal, los espacios sin calidad definida… en definitiva, los nuevos elementos del paisaje en la era postindustrial y, por tanto, aquellos paisajes producidos de manera masiva en la época actual y que, por habituales, se han tornado invisibles.

        (izqd) Robert Doisneau, Courbevoie, Francia, Mission DATAR
         (dcha) Bobigny, Seine Saint Denis, Francia, Mission DATAR

        En segundo lugar, al situar la experiencia visual en estos paisajes periféricos de naturaleza inestable y, por tanto, con dinámicas de evolución rápidas, se incide precisamente en el cambio como factor fundamental de la experiencia estética del paisaje. Algo de lo que fue parte constitutiva del panorama ya no existe, se ha transformado o ha desaparecido. Al mismo tiempo, no conocemos qué puede surgir en el futuro ni cuál será el próximo elemento sujeto a transformación. Se abre entonces un debate en torno a cuál es la esencia de estos paisajes, aquellos elementos clave que los definen y que marcan su carácter. Si la situación actual es que estos paisajes se encuentran en permanente cambio, habrá que concluir entonces que su esencia únicamente se revela a través de su transformación. Lo cual conduce a adquirir un pensamiento y unos instrumentos de estudio e intervención sobre el paisaje que van más allá de visiones patrimonialistas estáticas. La dinámica del paisaje se convierte, por tanto, en el elemento clave para fundamentar una metodología de estudio y acción sobre el paisaje contemporáneo.

        Sophie Ristelhueber, Mission DATAR
         Environs de Saint Clément, Hautes Alpes, Francia

        En al Mission DATAR se establece un modelo crítico partiendo de la base de la aceptación de la totalidad del territorio tal y como es. Es decir, incluyendo tanto sus paisajes sublimes, clásicos, espectaculares y hermosos, como aquellos que son horrendos, triviales, mediocres o aburridos. Su posición, a medio camino entre la interpretación y la representación, entre el arte y el documento, permite que un determinado paisaje se lea como registro o inventario de aquellos elementos trabados en el territorio. Por otro lado, simultáneamente a esa lectura, el hecho de encuadrar una determinada vista plantea una interpretación necesariamente limitativa y restrictiva de este mismo territorio al constreñir el campo a un solo plano de visión. Este planteamiento otorga preeminencia a una determinada sensibilidad abriendo las puertas a la interpretación y, por tanto, a la reflexión estética. Al final, toda fotografía expresa, además de una intención explícita del fotógrafo, “el sistema de los esquemas de percepción, de pensamiento y de apreciación común a un grupo” y, junto con este sistema, los valores que el grupo social, por un lado proclama y, por otro, revela implícitamente.

        Gabriele Basilico, Mission DATAR, 1984
         Dunkerke, Nord, Francia 

        Así, esta visión va más allá de la idea de paisaje asentada en la cultura popular, la cual comprende únicamente lugares de especial valor vinculados a la naturaleza entendida como espectáculo de gran escala. De hecho, la fotografía popular (tomada durante las vacaciones, eventos familiares, etc.) al captar imágenes de lo que se considera relevante, rara vez refleja el entorno cotidiano de manera intencional. No se fotografía lo ordinario, sino lo extraordinario. En este sentido, la fotografía es el arte que más ha contribuido a desterrar la asociación de valor con hermosura. Si fotografiar algo es, como decía Susan Sontag, otorgar importancia, el hecho de fotografiar temas sin especial valor debido a su belleza les otorga una relevancia que hasta entonces no se les había concedido. En cierta medida, se puede decir que la Mission DATAR, al fotografiar estos paisajes ordinarios, activa un doble mecanismo de renovación en la mirada sobre el paisaje. Por un lado, fotografía lo que no es hermoso. Por otro, fotografía lo que no es extraordinario. Del mismo, modo, en su discurso fotográfico se contempla con antelación cuestiones que ahora surgen en el debate paisajístico contemporáneo español, tal y como ocurre cuando autores como los geógrafos Mata y Tarroja afirman que “todo territorio es paisaje, cada territorio se manifiesta en la especificidad de su paisaje, independientemente de su calidad y del aprecio que merezca”.

        Gabriele Basilico, Mission DATAR, 1984
         Dunkerke, Nord, Francia

        Aquí radica la mayor potencia de esta visión, en negar el prejuicio o preselección del paisaje-patrimonio y, al igual que ocurre con la mirada durante un viaje, no cesar en la contemplación de todo lo que se ve sin discriminar por calidad o hermosura. Establece la visión del paisaje como una experiencia estética que no tiene por qué ser agradable y permite poner el foco en las áreas que juegan un papel más importante en las dinámicas de transformación de territorio actuales. Esta mirada, finalmente, permite definir posteriormente acciones concretas desde la planificación, tal y como argumentan Mata y Tarroja “…evidente resulta también la capacidad de intervenir con objetivos de calidad paisajística en los territorios llamados 'intermedios', es decir, en las dilatadas extensiones de suelo comprendidas entre lo protegido y la ciudad, ámbito hoy de los cambios territoriales más intensos y de la experiencia paisajística cotidiana de buena parte de la población. Aquí radica probablemente la potencialidad mayor de este concepto de paisaje para un diagnóstico crítico de los procesos insostenibles de consumo de suelo y para una política comprometida con la sostenibilidad del territorio en su conjunto, y no sólo en las áreas sustraídas a la urbanización por sus altos valores de naturalidad.

        Raymond Depardon, Mission DATAR
         Région de Villefranche sur Saône,  Rhône, Francia

        Una de las cuestiones más interesantes de la Mission photographique de la DATAR consiste en el hecho de no tratarse de una experiencia puntual. En consecuencia, su continuación en posteriores programas se centra fundamentalmente en incidir sobre la evolución de los paisajes intermedios. Así, tras la finalización de la Mission DATAR, las autoridades francesas deciden continuar su labor a través de L’Observatoire Photographique du Paysage, integrado en el Ministère de L’Environnement y fundado en 1991. Esta institución recoge la labor realizada por la Mission DATAR en torno a la fotografía como método de representación del paisaje. Ahora bien, L’Observatoire Photographique du Paysage introduce perfeccionamientos metodológicos que mejoran el uso de la fotografía como documento de análisis del estado actual del paisaje y de su evolución a pesar de soslayar la faceta más interesante de la Mission DATAR, que consistía en el verdadero desarrollo de una propuesta estética de representación del paisaje. Así, tal y como declara Thierry Girard, uno de los fotógrafos que participaron en ambas experiencias “… si bien se dirige, al igual que la Mission Datar, a fotógrafos reconocidos como autores, la constricción y el rigor metodológicos a la cual se les somete tiende a reducir el deseo de experimentación estética y a uniformizar los estilos”.

        Gérard dalla Santa, Observatoire photographique du Paysage, 1997-2008
         Parque Natural Regional de Haute Vallée de Chevreuse, Francia

        El método de trabajo de L’Observatoire consiste en trazar itinerarios sobre el territorio. Dentro de cada itinerario, se plantea realizar cien fotografías desde puntos de vista concretos. De estas cien fotografías, cuarenta se repiten cada año para observar la evolución de los paisajes que registran. Se persigue que estos cien puntos de vista puedan responder a “…una determinada cantidad de problemas y situaciones pasajeras que son determinadas por un comité de control compuesto por una selección de técnicos, 'actores sobre el territorio' y fotógrafos”. Estas fotografías se utilizan posteriormente para realizar análisis técnicos que serán recogidos en fichas destinadas al análisis y reconducción de dinámicas insertas en el paisaje. Por otro lado, en la elección de los puntos de vista priman una serie de criterios acerca de su capacidad para ser reconocidos y para ser accesibles a la totalidad de la población, lo cual limita el campo de trabajo en aras a la búsqueda de mayor universalidad. Otra cuestión especialmente relevante del planteamiento iniciado por la Mission photographique y continuado por L’Observatoire Photographique du Paysage consiste no sólo en la posibilidad de observar los cambios en el paisaje, sino también en apreciar la velocidad a la que se producen estos cambios y, por tanto, vislumbrar modos y posibilidades de introducir modificaciones en estas dinámicas.

        Thierry Girard, Observatoire photographique du Paysage, 4 mars 2009
        Point de vue n°13, Saint Louis lès Bitche, Moselle, Francia

        La Mission DATAR y L’Observatoire Photographique du Paysage difieren radicalmente en su técnica. La Mission DATAR plantea un acercamiento al paisaje contemporáneo desde la mirada del arte, al mismo tiempo que persigue la construcción de una obra documental monumental del paisaje francés contemporáneo. A este efecto, el grupo de trabajo seleccionado para la toma de imágenes estaba formado por fotógrafos que ya habían experimentado sobre el modo de acercarse al paisaje actual y las técnicas más adecuadas para expresar determinadas intenciones en la imagen (eliminación de la frontalidad, subexposición o sobreexposición, contrastes marcados entre luces y sombras, repetición de elementos similares con afán clasificatorio etc.).

        Sophie Ristelhueber, Mission DATAR, 1984
         Ruta Sospel-Menton, Alpes marítimos, Francia

        El resultado la Mission DATAR fue sorprendente. No podía ser de otra manera. Tal y como afirma Gabriele Basilico “uno de los deberes de la creación artística consiste en hacer visible, ahondando en la realidad y en la imaginación, algo que normalmente no se ve”. Las imágenes que se realizaron revelaban una estética profundamente enraizada lo cotidiano, con una mirada que seguía la línea, iniciada en los 80, de renovación en el estudio del paisaje como centro de la experimentación fotográfica, tras la época de los grandes reportajes de contenido social de las épocas anteriores. Por primera vez se mira el paisaje producido en las décadas precedentes y se presentan los resultados: fragmentación del territorio, incoherencia del desarrollo urbano, destrucción del patrimonio, retroceso de lo rural, avance de la suburbanización… La Mission DATAR, en definitiva, sitúa el paisaje en primera línea del debate público. Al mismo tiempo, recupera la fotografía como instrumento de reflexión social paralelamente a la reivindicación de esta disciplina como arte en toda regla. Por otro lado, inicia el camino hacia una lectura multidisciplinar del paisaje, ya que reúne en su seno a urbanistas, geógrafos, artistas, intelectuales, historiadores… que, a lo largo de diferentes debates, cuestionan los instrumentos de representación y gestión del paisaje.

        Ignacio Bisbal


        Franzen, libertad, y la reinita cerúlea

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        Cenando hace unos días en Vitoria-Gastéiz con Elena, Luis y Rebeca, no se sabe muy bien cómo terminamos hablando del último libro de Franzen titulado, en español, Libertad. Pero, sobre todo, hablamos de las contradicciones con las que vivimos la mayor parte de nosotros y que se van agudizando conforme termina este período histórico y no acaba de alumbrar el nuevo. Me comprometí a escribir un artículo en el blog sobre el tema y les anticipé que en el título iba a figurar la reinita cerúlea. Los tres me insistían que, en lugar de la reinita cerúlea debería de figurar la Berula erecta, planta en peligro de extinción incluida en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas. No les he hecho caso, porque de habérselo hecho me habrían destrozado un título tan bonito (una reina chiquitita y, sobre todo cerúlea, siempre queda aparente, y el término erecta en el título de un artículo es demasiado explícito sexualmente) y me habría llevado a otros campos lejanos a los de Franzen que eran mi objetivo. Pero, en compensación, reproduzco en la imagen siguiente una foto del banco de germoplasma del Jardín Botánico de Olarizu que es, precisamente, de la Berula erecta.

        Berula Erecta, banco germoplasma, Jardín Botánico de Olarizu

        Creo que la primera vez que aparece de forma extensa la reinita cerúlea en el libro de Franzen es cuando Walter (nuestro protagonista, la novela tiene muchos otros personajes) junto a Lalitha, intenta convencer a Katz, famoso rockero y su amigo del alma, de que les ayude en un proyecto que tienen pensado y al que luego me referiré: “Una camarera (nada del otro mundo, Katz ya la conocía y la había descartado) les tomó nota de los cafés, y Walter empezó a contar la historia de la Fundación Monte Cerúleo. Vin Haven, explicó, era un hombre muy poco corriente. Él y su mujer, Kiki, eran unos apasionados amantes de las aves que casualmente también eran amigos personales de George y Laura Bush y Dick y Lynne Cheney. Vin había acumulado una fortuna de nueve cifras perdiendo dinero provechosamente en pozos de petróleo y gas de Texas y Oklahoma. Rondaba ya cierta edad y, como no había tenido hijos con Kiki, había decidido pulirse más de la mitad de la pasta en la preservación de una sola especie de ave, la reinita cerúlea, que, precisó Walter, no sólo era una criatura hermosa, sino además el ave canora en más rápido declive en América del Norte”. Aunque a Katz la tal reinita cerúlea no le impresionó demasiado (al verla en el folleto que le alargó Lalitha le pareció un ave anodina, azulada, pequeña y sin inteligencia), Walter continuó animadamente la explicación.

        Reinita cerúlea,Wikimedia

        “La reinita cerúlea, explicó Walter, se reproducía exclusivamente en los bosques caducifolios maduros de clima templado, y su principal bastión se hallaba en los Apalaches centrales. Existía una población especialmente saludable en el sur de Virginia Occidental, y Vin Haven, gracias a sus vínculos con la industria de la energía no renovable, había visto una oportunidad de asociarse a las compañías mineras del carbón a fin de crear una gran reserva privada permanente para la reinita y otras especies amenazadas que anidan en árboles caducifolios. Las compañías mineras tenían motivos para temer que la reinita pronto apareciese en la lista de animales amparados por la Ley de Especies en Peligro de Extinción, con nocivos efectos para su libertad de talar bosques y volar montañas. Vin creía que era posible convencerlas de que ayudaran a la reinita, a fin de evitar la incorporación del ave a la lista de Especies Amenazadas y cosechar un poco de buena prensa, tan necesaria, mientras se les permitía continuar con la extracción de carbón. Y así fue como Walter consiguió el empleo de director gerente de la fundación. En Minnesota, cuando trabajaba para Nature Conservancy, había fraguado una buena relación con los grupos de presión mineros, y era por consiguiente una persona anormalmente abierta al compromiso constructivo con el sector del carbón”.

        El reino USA de la reinita cerúlea,Predicting Bird Habitat Quality

        Ya casi tenemos todos los elementos que configuran la primera parte de lo que quería explicar: un par de ecologistas, un millonario enamorado de la reinita cerúlea, la propia reinita cerúlea, las compañías mineras y Katz, un personaje aparentemente fuera de lugar pero fundamental para explicar en el libro la evolucion de la familia norteamericana (cosa que no es el objeto de este articulo). Veamos la situación uno. Como al millonario le gustaría conservar el pajarito en peligro de extinción los ecologistas van a intentar llegar a un acuerdo con las compañías mineras. Para ello se comprarán 25.000 hectáreas en Virginia Occidental que se constituirán en la reserva, además de una zona de contención. Para poder pagar todo ello habría que permitir la extracción de carbón en casi un tercio de la reserva. A pesar de que la explotación rentable era una locura ecológica, si posteriormente se acondicionaba de forma adecuada se podrían mitigar los daños y, además “la gran ventaja de una tierra con los recursos mineros ya explotados era que nadie volvería a excavarla”. Por otra parte estaba la cuestión de Colombia donde nuestro pajarillo pasaba el invierno. Walter se dedicó a comprar grandes extensiones de bosques andinos en peligro de desaparición. Debido a que los nativos tenían la extraña costumbre de calentarse con la leña de los árboles había que suministrarles estufas solares o eléctricas para sustituir a las tradicionales.

        La reserva colombiana de la reinita cerúlea,ProAves Colombia

        El tema lo resumía Walter en forma bastante concisa de la manera siguiente: “La cuestión es que la tierra sin edificar desaparece a tal ritmo que no tiene sentido esperar a que los gobiernos se ocupen de la conservación. El problema de los gobiernos es que los eligen mayorías a las que les importa un bledo la biodiversidad. Los multimillonarios, en cambio, sí suelen preocuparse por eso. Tienen un interés directo en evitar que el planeta se joda del todo, porque ellos y sus herederos serán los únicos con dinero suficiente para disfrutar del planeta. La razón por la que Vin Haven empezó a aplicar medidas conservacionistas en sus ranchos de Texas es que le gusta cazar las aves más grandes y contemplar las pequeñas. Un interés egoísta, desde luego, pero ahí sí tenemos todas las de ganar. A la hora de cerrar el hábitat para salvarlo del desarrollo urbanístico, resulta mucho más fácil convertir a un puñado de multimillonarios que educar al votante estadounidense, que está la mar de contento con su televisión por cable, su Xbox y su banda ancha. ‘Además, tampoco te conviene tener a trescientos millones de americanos paseándose por tus espacios naturales’ señaló Katz. ‘Exacto. Dejarían de ser espacios naturales’. ”

        Admirando a nuestro pajarillo, Rutland County Audubon Society

        Pienso que la situación número uno está claramente expuesta. He tardado un poco en llegar a este punto pero es necesario que mis lectores se sitúen cómodamente en la primera contradicción porque hoy el artículo va de contradicciones ecológicas, de contradicciones sostenibles e, incluso, de contradicciones ideológicas. De forma que, para conservar la reinita cerúlea es necesario permitir que la minería destroce el territorio, se queme carbón, se produzca CO2, se contribuya al calentamiento global y, de paso, algunos obtengan unos beneficios exorbitantes. Pero eso de ninguna forma es malo porque, en realidad, es mucho mejor que los ricos sean muy ricos (siempre que sean pocos) porque la huella ecológica que producen aunque consuman a tope es verdaderamente inapreciable al lado de la que puede producir la plaga de las clases medias aunque reciclen, ahorren energía, vayan en transporte público o coloquen sus millones de toneladas de bolsas de basura cada una en el contenedor correspondiente. Además, como bien le recordaba Katz a Walter “tampoco te conviene tener a trescientos millones de americanos paseándose por tus espacios naturales”. El que un ecologista bienintencionado pueda mantenerse medianamente cuerdo ante un panorama tan paradójico es bastante complicado y sólo posible recurriendo al alcohol o fumándose unos cuantos porros.

        El paisaje ideal de la reinita,Predicting Bird Habitat Quality

        Dadas la dificultades de ser ecologista contemporizando con una situación capitalista y neoliberal a tope uno podría pensar en volverse “sostenibilista” (la expresión es invento de Ricardo Aroca). Al fin y al cabo la sostenibilidad parece ser que está relacionada con la justicia intergeneracional, entre territorios, y social. Un “sostenibilista” lo tendría claro, la pérdida de la reinita cerúlea sería una simple anécdota al lado de los problemas del calentamiento global ¿para qué mantener un pajarillo anodino, azulado, pequeño y sin inteligencia, si todo el planeta se va al garete y no sólo desaparecerá la reinita cerúlea, sino también la no cerúlea, las personas y, probablemente, hasta las cucarachas? De forma que los ecologistas rama sostenibilidad (en el libro, supuestamente Jocelyn Zorn) cuando la compañía minera pretenda explotar, en su doble sentido de “extraer” y “explosionar”, el carbón de los campos de Virginia tratarán de impedir el paso a las máquinas y obreros al lugar, incluso enfrentándose con los ecologistas rama reinita cerúlea (nuestro protagonista Walter y su compañera Lalitha) que, sin entender nada de nada, piensan que ellos también son “de los buenos” y que todos, “aunque discrepemos en cuanto a los métodos, estamos en el mismo bando”.

        El crecimiento de la población mundial

        Vayamos a la situación dos. En realidad Walter en su juventud no estaba demasiado preocupado por la reinita cerúlea. Lo que de verdad le impedía dormir según Katz (su amigo del alma, y que luego le engaña con su mujer) eran otras cosas: “No recuerdo que te preocuparan tanto los pájaros cuando estábamos en la universidad. Por entonces, si la memoria no me engaña, el problema era más bien la superpoblación y los límites del crecimiento”. Walter le contesta que, precisamente, para eso le necesitan: “Verás, la depredación de nidos por parte de los cuervos y los gatos salvajes es una causa eficiente del declive de la reinita. Y la fragmentación del hábitat es una causa formal de eso mismo. Pero ¿cuál es la causa final? La causa final es el origen de prácticamente todos nuestros males. La causa final es el exceso de gente en el planeta. Esto se ve sobre todo cuando vamos a Sudamérica. Sí, el consumo per cápita está aumentando. Sí, los chinos están chupando ilegalmente los recursos de esa zona. Pero el verdadero problema es la presión demográfica. Seis niños por familia frente al uno coma cinco. La gente se desespera para dar de comer a los hijos que el Papa, en su infinita sabiduría, les obliga a tener, y entonces se carga el medio ambiente”. Luego Lalitha remacha diciendo que debería acompañarlos a Sudamérica: “Vas por esas carreteritas, y te envuelven esos humos de escape espantosos de los motores de mala calidad y la gasolina demasiado barata; las laderas de las montañas están todas deforestadas, y las familias tienen todas ocho o diez hijos... Es penoso”.

        Emisiones totales de CO2

        Walter le entrega a Katz un gráfico de barras dibujado sobre un papel plastificado y sigue: “Sólo en Estados Unidos la población va a crecer un cincuenta por ciento en las próximas cuatro décadas. Piensa en lo saturadas que están ya las zonas residenciales de las afueras, piensa en el tráfico y la expansión urbanística y la degradación del medio ambiente y la dependencia del petróleo extranjero. Y a eso súmale el cincuenta por ciento. Y eso sólo en Estados Unidos, que teóricamente es capaz de mantener a una población mayor. Y luego piensa en las emisiones de carbono globales, y en el genocidio y la hambruna en África, y las clases marginadas radicalizadas sin porvenir en el mundo árabe, y la sobreexplotación pesquera de los océanos, los asentamientos ilegales de Israel, la ocupación del Tibet, los cien millones de pobres en el Paquistán nuclear: no hay casi ningún problema en el mundo que no se pueda resolver, o paliar enormemente al menos, reduciendo la población. Y sin embargo -le dio a Katz otro gráfico- en 2050 tendremos otros tres mil millones de personas”.

        Evolución de la población mundial

        Y ahora llega la contradicción sostenibilista. A Katz aquello ya le sonaba más como propio de Walter, que le contesta que efectivamente “en la universidad ése era un tema que desde luego me preocupaba. Pero después, en fin, yo mismo me dediqué a la reproducción”. Pero la contradicción no termina en que hubiera traicionado sus principios teniendo hijos con Patty, su mujer, cosa que disculpa históricamente por el cambio de la moda de “los límites del crecimiento” a la moda “verde” o con la presentación del movimiento estadounidense Crecimiento Demográfico Cero como xenófobo y racista. Ya situado en el momento actual (y enamorado de Lalitha) ante la afirmación de que esta pretende operarse para no tener hijos, y después de una ardua lucha consigo mismo le pide que no lo haga porque, en fondo, “le apetecería tener hijos con ella”.  Ya sumido en un cúmulo de contradicciones, resulta que toda la operación de la reinita cerúlea no era más que una tapadera para obtener dinero de la Fundación con objeto que realizar una campaña anti-natalidad con lo que, en realidad, no se sabe muy bien si pertenece a la rama reinita cerúlea o a la sostenibilista. Para eso necesitan también la ayuda de Katz para que, con sus canciones difunda ese mensaje entre la juventud: “Sólo queremos que la gente se avergüence de tener más hijos. Como se avergüenza de fumar. Como se avergüenza de la obesidad. Como se avergonzaría de conducir un Escalade si no fuera por el argumento de los críos. Como debería avergonzarse de vivir en una casa de cuatrocientos metros cuadrados en una parcela de ocho mil”.

        Imagen de la Tierra desde el espacio

        El desgraciado Walter vive sin vivir en él. En el incidente en los terrenos de la Fundación mientras Lalitha intentar solucionar el problema del acceso a la reserva, desesperado, se retira a rumiar su enfado en el interior del coche y a insultar iracundamente a los que considera causantes de cargarse el planeta: “En las dos semanas y media transcurridas desde su encuentro con Richard en Manhattan, la población mundial había aumentado en siete millones de personas. Un aumento neto de siete millones de seres humanos -el equivalente a la población de Nueva York- destinados a deforestar montes y contaminar arroyos y cubrir prados de asfalto y tirar basura plástica al océano Pacífico y quemar gasolina y carbón y exterminar otras especies y obedecer al puto Papa y producir familias de doce miembros. Desde el punto de vista de Walter, no existía en el mundo mayor fuerza del mal que la Iglesia católica, ni causa más perentoria para la desesperanza respecto al futuro de la humanidad y del asombroso planeta que se le había concedido, aunque cabía reconocer que en esos tiempos la seguían muy de cerca los fundamentalismos siameses de Bush y Bin Laden. Walter no podía ver una iglesia ni el letrero «Los hombres de verdad aman a Jesús» ni un símbolo de un pez en un coche sin notar una opresión de ira en el pecho”. Aunque no quiero estropearos el desenlace por si decidís leer el libro, sólo querría informados para completar el sombrío panorama de su vida, que Walter hacia el final de la novela se retira a una urbanización de nueva construcción frente al lago de Canterbridge Estates (dispersión, antropización de la naturaleza, etc.) donde, en una situación de soledad casi completa, se dedica a luchar contra los gatos de sus vecinos que espantan y cazan pájaros. En particular contra Bobby el gato de Linda (una de sus vecinas) que "capturaba y jugueteaba y descuartizaba, y luego a veces comía un poco, pero normalmente se limitaba a abandonar el cadáver" de cualquiera de sus queridas avecillas.

        Picasso, “Gato atrapando un pájaro”, París, 1939

        Pero bueno, ya puesto a escribir sobre las contradicciones y las dificultades de vivir en una situación como la que pasa actualmente la humanidad intentando hacer algo para resolverlo, también debería mencionar la otra cara de la moneda: el comportamiento desvergonzado de algunos personajes que se aprovechan de un sistema capitalista que se encuentra en estado cataléptico sin capacidad de reacción y con unos "mercados" al borde del suicidio por pura indecencia. Después de terminar de leer el libro de Franzen recordé (era inevitable) Solar de Ian McEwan. El título no se refiere precisamente a un solar considerado como predio edificable por contar con los servicios necesarios, sino que hace alusión al sol como fuente de energía renovable. Solar a pesar de que muchos lo califican como libro de humor es, probablemente, uno de los relatos más pesimistas que he leído últimamente. Trata de un premio Nobel de Física (Michael Beard) que después de años de adocenamiento acaba por dirigir un instituto para la investigación de energías renovables. El instituto está empeñado en construir una turbina eólica individual. A todo el mundo le parece una idea inútil por muchas razones pero sirve para mantener en pie un tingladillo de intereses de todo tipo, básicamente personales. El cinismo del autor aparece en muchos lugares a lo largo de la narración como, por ejemplo, cuando Michael, como premio Nobel, recibe una invitación para ir al Polo Norte a contemplar de cerca el “calentamiento global”.

        Ian McEwan en la expedición al Ártico, The Guardian

        Nos cuenta el autor respecto a este viaje al frío polar: “Entre los invitados figuraban veinte artistas y científicos preocupados por el cambio climático, y, oportunamente, a sólo dieciséis kilómetros de distancia, había un glaciar en dramático retroceso, del que periódicamente se desgajaban bloques de hielo tan grandes como una mansión que iban a parar a la orilla del fiordo. Les atendería un chef italiano «de renombre internacional», y un guía pertrechado de un rifle de gran calibre mataría si fuese necesario a los agresivos osos polares. No habría deberes académicos —bastaría la presencia de Beard— y la fundación correría con todos los gastos, mientras que la culpable descarga de anhídrido carbónico de veinte vuelos de regreso, trayectos en motonieve y sesenta comidas calientes al día servidas en condiciones polares la compensarían plantando tres mil árboles en Venezuela, tan pronto como se localizase un lugar adecuado y se sobornara a unos funcionarios”. La descripción de este viaje, inspirado en que hizo el propio Ian McEvan pocos años antes y con parecido motivo, no tiene desperdicio y describe el mismo género de contradicciones que denuncia Franzen en Libertad.

        Solúcar PS10 Planta solar termoeléctrica de torre, Abengoa Solar

        Pero Solar es mucho más bestial que Libertad. En realidad Franzen sólo plantea de forma accesoria el problema del fin de una era feliz sin límites planetarios. Como ya dije algo más arriba, su intención es, más bien, describir los cambios que se están produciendo en el sistema familiar norteamericano. Digamos que he seleccionado del libro aquello que me interesaba particularmente para el artículo pero no me gustaría que creyerais que el foco está puesto ahí. Lo digo por si alguien se decide a leerlo y luego me echa la culpa de que se ha encontrado con otra cosa. En cambio el libro de McEvan sí está más centrado en describir las ruindades del mundo de intereses en torno a la ciencia, de las fundaciones pretendidamente salvadoras del planeta que, en realidad, se mueven por motivos personales y corporativos, y de las propias empresas y empresarios que deciden lanzarse a la cruzada del cambio climático para obtener todo el beneficio posible. El protagonista Michael Beard, aparte de premio Nobel, es "egoísta, bebedor, mujeriego compulsivo, mentiroso, infiel, cobarde y canalla". En la novela hay infidelidades, un cadáver, un ente candoroso e inocente (que sin embargo es el verdadero inventor, el amante de la mujer de Beard y, además, el cadáver) que piensa en la salvación de la humanidad a través de la imitación tecnológica del mecanismo de la fotosíntesis, una Fundación para las energías renovables y un robo de las ideas de este ente candoroso e inocente por el canalla premio Nobel.

        John Tenniel (1820–1914) Through the Looking-Glass, Wikipedia

        Hace unos días cuando volvía de unas jornadas en Valencia me encontré en el tren con Mariano Vázquez. Le comenté mi intención de escribir este artículo y mis dudas sobre la conveniencia de hacerlo por lo que podría suponer de desánimo para los jóvenes (sobre todo para mis alumnos). Sin embargo, después de sopesarlo y ver los pros y contras, creo estar de acuerdo con su afirmación de que saber que “esto es lo que hay” siempre es mejor que cerrar los ojos a la realidad. A pesar de lo expuesto en párrafos anteriores pienso que si el mundo avanza (y lo hace aunque a veces no lo parece) se lo debemos a todos aquellos que se dedican a defender a la reinita cerúlea admitiendo que puede haber cosas más importantes que defender. A los que están convencidos de que el calentamiento global que padecemos hoy es de origen antrópico y luchan por evitarlo aunque, en el fondo, reconocen que podría ser debido a un ciclo natural. También a los que piensan que todos, humanos y no humanos, tenemos iguales derechos pero que, a veces, podría haber excepciones. En fin, a los que sus ideas les llevan a vivir en contradicción permanente, a dudar en casi todas las acciones que emprenden y a replantearse muchas veces el sentido de lo que hacen. Es decir, a todos aquellos que son libres. Me gustaría que los que piensan que sus ideas no sólo son las únicas sino también las verdaderas, los sectarios que además pretenden imponerlas a los demás y los que se aprovechan de unos y de otros, se liberen de sus cadenas y entren de una maldita vez en el mundo de Alicia (para lo cual tendrán previamente que atravesar el espejo, cosa altamente improbable) y puedan llegar a decir que “el rey rojo fue parte de mi sueño… pero también es cierto que yo formé parte del suyo”.

        Nota: la reinita cerúlea, chipe cerúleo, cerulean warbler, sylvette atzree, pappelwaldsänger, bijirita cerulea, reinita azulosa, parula cerulea, mariquita-azul, azuurzanger (Dendroica cerulea) es una especie de ave paseriforme de la familia de los parúlidos que existe realmente (todavía).

        Desmontando la ciudad genérica

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        Hace unas semanas recibí un correo de José Juan Barba enviándome un artículo ya publicado en el nº 17 de la revista Formas y en el libro Jornadas Internacionales de Arquitectura y urbanismo desde la perspectiva de las arquitectas, que me pareció podía sumar ideas al debate, tan querido del blog, en torno a la identidad urbana y a la diversidad.  La lectura del texto que me envió José Juan hizo que repensara algunas cosas relacionadas con lo identitario y lo diverso y que viera la teoría queer como algo más que un intento inteligente de justificación de actitudes sexualmente diferentes. Por lo que conozco, lo queer tiende a considerar la orientación sexual como resultado del aprendizaje, y a suponer que las personas pueden adoptar roles sexuales variables, dependiendo de su socialización, siendo posible la desconstrucción (en el sentido de Derrida) y posterior construcción de dichos roles. La idea es sugerente y la cita de Koolhaas que aparece al comienzo del artículo de José Juan es pertinente porque clarifica los términos en los que se plantea la discusión en lo que se refiere a la ciudad.

        "Identidad" dibujo de Sebastián Guerrini,GuerriniArt

        La controversia proviene de la psicología (e incluso antes, de la filosofía) y resume una discusión casi ideológica entre las explicaciones genética y ambiental acerca el comportamiento humano. Aunque últimamente la cosa parece bastante pacífica debido a que la mayoría ha decidido resguardarse bajo el paraguas de “ni uno ni otro, sino la combinación de los dos”, la cuestión es compleja y no se puede reducir a unas líneas. Pero como lo que pretendo es despertar el interés de mis lectores por los temas que propongo, resulta obligado mencionar tres referencias genetistas importantes. La primera es de Herrnstein y  Murray, que en The Bell Curve afirman que las diferencias entre las puntuaciones medias obtenidas en los coeficientes intelectuales de los norteamericanos blancos y negros se deben a causas tanto genéticas como ambientales. Esta afirmación ha sido cuestionada ad nausean, pero algo parecido mantiene Rich Harris en El mito de la educación al defender que la personalidad de los niños está configurada tanto por los genes como por el medio. Otro de los trabajos fundamentales aparecidos en estos últimos quince años es el de Thornhill y Palmer titulado A Natural History of Rape quienes parecen demostrar que la violación no es sólo un producto de la cultura sino que está también relacionada con la naturaleza de la sexualidad humana. En estos tres estudios, cuya interpretación ha sido considerada por algunos como racista, la conclusión no es que la genética sea determinante, pero sí que “colabora”.

        The Bell Curve, Reharmonized

        Sin embargo el tema bascula al otro lado del péndulo ante la cuestión de las “identidades colectivas” que está en la base de la diversidad urbana. Así como parece que no hay forma de evitar la biología, aunque sea en muy pequeña medida, en la formación de las identidades personales, no sucede lo mismo con las colectivas ya que, aparentemente, en ellas la biología tiene un papel mucho más secundario (obviando a Jung, claro). Todos los lectores asiduos de este blog conocen perfectamente mi filiación orteguiana. A este respecto la filosofía de Ortega parece clara y definida: “El hombre no tiene naturaleza; lo que tiene es historia”. Siguiendo este camino algunos llegan al “sistema sociocultural” casi como un superorganismo frente al que una persona individual, en su pequeñez e impotencia, no sólo se siente incapaz de oponerse a la marcha de la gran maquinaria sino que, en definitiva, tampoco es responsable de sus actos. Margaret Meed dijo hace ya casi ochenta años que “estamos obligados a concluir que la naturaleza humana es casi increíblemente maleable, de modo que responde con precisión y de forma diferenciada a las diferentes condiciones culturales”. O mucho más recientemente Clifford Geertz: “Nuestras ideas, nuestros valores, nuestros actos, incluso nuestros sentimientos son, igual que nuestro propio sistema nervioso, productos culturales: productos manufacturados, a partir de las tendencias, las capacidades y las disposiciones con que nacemos, pero, al fin y al cabo, manufacturados”.

        Paris, La Défense, Paseos

        El problema de deconstruir las identidades sociales, si seguimos a Ortega, es que para conseguirlo resulta imprescindible deconstruir la historia, y no parece sencillo. De cualquier forma a estas alturas de la discusión, después de haber dedicado tantos artículos al tema, la pregunta sería: ¿para qué deconstruir una identidad social? Probablemente el término deconstrucción no se entienda más que en un contexto estructuralista pero como imagen, sobre todo para los arquitectos, es muy potente. Si la identidad genérica se plantea como una base sobre la que ir construyendo las “identidades locales”, la posibilidad de deconstruir identidades parece irrelevante. Pero si, por el contrario, se entiende esta “identidad genérica” como una suerte de identidad común, universal, colonialista, que se impone a las “identidades locales” haciéndolas desaparecer y eliminando la diversidad, entonces las cosas se ven de otra forma. Tambiėn en el caso del intento de creación de nuevas identidades a partir de elementos de otras. Como veréis se trata de una cuestión algo al margen del escrito de José Juan y de su propuesta (muy clara en sus primeros párrafos cuando dice que su intención es intentar conseguir un paisaje multicultural urbano más enriquecido), pero no me he resistido a plantearla porque llevo bastantes años trabajando en el tema, no sólo en cuestiones relacionadas con la organización de la ciudad sino también con el paisaje, y me parecía una cobardía pasar “al lado, casi rozar” sin darme por enterado. 

        Galerie Vivienne, París, Quiñonero

        La mención al Libro de los Pasajes de Walter Benjamin que hace José Juan en el artículo, además de ilustrar su posición la voy a aprovechar para relacionarlo con el tema de la posible deconstrucción de la historia. O por lo menos con una construcción alternativa de la misma. Según Benjamin la línea recta que se supone representa el “progreso” debería ser sustituida por lo que llama constelación. La constelación la entiende como un símbolo de la expresión que surge cuando un historiador coloca una serie de sucesos aparentemente inconexos en el enunciado de un discurso significativo. De esta forma relaciona una serie de hechos que ya han sucedido con el presente. Habla así “del despertar del conocimiento aún no consciente de lo que ha sido”. Esta es, por supuesto, una discusión profunda que ahora no tengo más remedio que dejar a un lado. Además del tema que nos ocupa el libro debería ser conocido por los arquitectos ya que el estudio que se hace de los passages parisinos (galerías comerciales cubiertas) es sencillamente monumental. Para Benjamin las galerías constituyen “las más importante arquitectura del siglo XIX" y las interpreta como un ejemplo espectacular de ambivalencia cultural: opresión consumista y liberación como utopía de la abundancia. En cualquier caso os dejo con el artículo de José Juan que, supongo, ya estaréis deseando leer.


        Ciudad genérica y ciudad queer
        J.J.Barba. Dr. Arquitecto

        El texto que se incluye a continuación pretende tratar el tema de la diversidad y complejidad urbana (en muchos casos perdidas entre la estandarización, las marcas y el monofuncionalismo) para poder pensar las ciudades como elementos complejos que permitan aceptar a todo tipo de ciudadanos, realizando una crítica implícita a la constante producción de guetos, tanto de ricos como de pobres, a la constante vigilancia en las ciudades y a las políticas de miedo hacia el inmigrante, el extraño, el diferente. La palabra queer en inglés tiene dos acepciones: una muy bruta que se utiliza despectivamente para decir "maricón" y otra que habla de "lo extraño y lo diferente". Seguro que los españoles recordáis una serie de televisión (cuatro) que se llamaba "Queer as folk" cuya traducción podría ser: "extraño como la gente". Es un término desarrollado, con intensidad, por algunas investigadoras en Harvard para las cuestiones de género, pero también y desde hace unos años es utilizado para definir nuevas tácticas y técnicas para conseguir que nuestras ciudades sean el resultado de un paisaje multicultural más enriquecido. Para desarrollar esta idea en el texto me apoyo en tres puntos: la escala con que miramos la ciudad, la definición de lugar frente a la de espacio y las condiciones de identidad que enuncia Rem Koolhaas en su texto sobre la ciudad genérica. (Hice mi tesis doctoral sobre Delirious New York).

        Pérdida de la capacidad de identificar lugares
         París, desde un satélite, 1980, CCCB, Barcelona

        En 1995 se publicó un texto titulado La Ciudad Genérica. Su autor, el holandés Rem Koolhaas, planteaba una reflexión  a medio camino entre un discurso irónico-provocativo y un análisis sobre la constatación de los crecimientos contemporáneos de la ciudad, que comenzaban a ser una realidad cotidiana a lo largo de todo el planeta: “¿Son las ciudades contemporáneas como los aeropuertos contemporáneos, es decir, 'todas iguales'? … Y si es así, ¿a qué configuración definitiva aspiran? La convergencia es posible sólo a costa de despojarse de la identidad. Esto suele verse como una pérdida. Pero a la escala que se produce, debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad; y, a la inversa, cuáles son las ventajas de la vacuidad? ¿Y si esta homogeneización accidental − y habitualmente deplorada - fuese un proceso intencional, un movimiento consciente de alejamiento de la diferencia y acercamiento a la similitud? ¿Y si estamos siendo testigos de un movimiento de liberación global: '¡Abajo el carácter!'? ¿Qué queda si se quita la identidad? ¿Lo Genérico?”

        ¿Londres, Hong Kong, París? Farrer Road, Singapur, Zaha Hadid
         Toponegligencia versus topofilia,Jmmag&Partners

        Seguramente hablar de ciudad no sea más que la metáfora de un hecho irreproducible en nuestra sociedad, pero su utilización como “pica” en un magma de construcción ingente nos ayudará a destacar con mayor claridad la posibilidad de una alternativa, la ciudad queer. Para ello necesitamos cuestionarnos algunos conceptos como ¿qué es la identidad? y ¿de qué geografías y paisajes estamos hablando? Con estas premisas recuperaré la idea de lugar, como instrumental básico para construir ciudad, entendiéndolo como espacio sin o con identidad, y por ende con esta nueva idea de lugar discutir la visión de la ciudad que recorremos, identificando los lugares en función de la escala de percepción, como conjunto de lugares o como mero espacio vacío, vacuidad. La sobre-utilización de algunas palabras, como por ejemplo “lugar”, a veces les hace perder significado, las acerca a la vacuidad, y se hace necesario volver a leer su definición, que a veces no es tan antigua como nos pudiese parecer, todo lo contrario es mucho más cercana y precisa si miramos otros campos de la ciencia. Realizaré un acercamiento al concepto de “lugar” a través de las definiciones de los geógrafos.

        Acerca de los lugares

        Los escritos de conocidos geógrafos "clásicos" y las referencias presentadas por diversos autores contemporáneos presentan el concepto de lugar de una manera excesivamente coloquial, es decir, presentan los lugares bajo un prisma que los define como porciones concretas y singulares del espacio a las que se asocian topónimos. Esta adscripción,  a una definición tan ambigua, hizo que el concepto como tal, es decir el  término "lugar", apenas fuera usado científicamente, su definición era tan discutida que ni tan siquiera los geógrafos se pusieron de acuerdo para establecer una definición científica clara en los diccionarios hasta la década de 1970. Su escaso uso se debía fundamentalmente a entender que el concepto como tal no se ajusta al lenguaje científico. Sería a partir de los años de 1970 cuando aparecen, además de ese sentido común y bastante ambiguo que perdura relacionando espacios-topónimos, dos acepciones más precisas del término.

        Actividades femeninas, 1919, "Metalocus" nº 19
        Mujer reparando la cubierta del Ayuntamiento de Berlín

        La primera se generó por una cuestión meramente de cuantificación. Según Beguin los lugares se pueden entender como “unidades espaciales elementales cuya posición es, a la vez, identificable en un sistema de coordenadas y dependiente de las relaciones con otros lugares.” Con esta interpretación el lugar pasó a ser de manera clara el sitio donde se localizan los fenómenos geográficos, ya sean poblaciones, objetos materiales o funciones. Posteriormente, profundizando  en esta línea de definición, en 1997 (Pumain, Saint Julián) se reelaboró el concepto en los siguientes términos: “El análisis espacial estudia las reglas espaciales de los lugares intentando encontrar las lógicas de organización, ya sean aquéllos agrupados bajo la forma de una serie de puntos o puestos en relación con otros lugares que son los puntos de apoyo (nudos, cruces, etc.) de redes”. La imagen de Gordon Matta-Clark de la serie Anarchitecture, de 1974, en la que se ve un solar devastado tras el paso de un tifón, refleja con bastante precisión esta definición, de un territorio-espacio acotado geométricamente independientemente de la función que su visión nos pudiera sugerir.

        Lugar, tan solo como espacio geométrico
        Gordon Matta-Clark. "Anarchitecture", 1974, MNCARS, Madrid

        La segunda se planteó dando al concepto de lugar la capacidad de generar identidad.  Esta definición está llena de matices, pero básicamente siempre orbita alrededor de la idea de que el lugar se genera cuando se produce una relación entre uno o más individuos y una porción del espacio, o en una porción del espacio, acentuando así el carácter ontológico que permite la aparición de los lugares en la línea planteada por Yi-Fu Tuan o en la de los no lugares, como diría Marc Augé. Lugar y hombre interactúan mutuamente. El lugar participa de la identidad de quién está sobre él, -cada uno se define, y define su entorno, especialmente según su pertenencia espacial-, son los individuos los que le dan identidad y existencia al lugar. Esta relación estrecha permite recuperar la noción de arraigo y supone una dimensión temporal. El lugar se inscribe en la duración; es memoria y por tanto tiempo. El lugar así considerado es más que un punto, un nombre o una localización: tiene significación, tiene una identidad. Por tanto, el lugar nos aparece como el producto de una relación social; un espacio se hace lugar cuando en él o con él se mantienen vínculos entre los individuos. La segunda de las imágenes de Gordon Matta-Clark, en la que se ve una típica casa americana transportada por el río en una balsa, refleja magistralmente esta definición. El vínculo que un individuo puede establecer con su morada, y por ende su capacidad para considerarla como casa, normalmente no depende de la ubicación o implantación en el territorio, sino de la relación que quien la habita establece con la misma, la capacidad que su habitante tiene para dotarla de identidad.

        Lugar ontológico, tiempo y movimiento. Como espacio de relación
        Gordon Matta-Clark, "Anarchitecture", 1974, MNCARS, Madrid

        El lugar como algo que depende del tiempo y del movimiento, en contraposición a su enraizamiento clásico con el terreno. Con esta segunda definición, y con un aumento de escala en su aplicación, la discusión sobre la generación de ciudad no tiene ningún sentido. El concepto de ciudad al que muchos se refieren actualmente está ligado íntimamente a la generación física de estructura urbana, olvidando que el carácter metropolitano de la arquitectura no debe proponerse como bálsamo para solucionar problemas meramente de alojamiento, sino como inductor para provocar  acontecimientos públicos o sociales, lugares en el sentido de Yi-Fu Tuan. El carácter metropolitano de la arquitectura no debe proponerse como bálsamo para solucionar problemas sino como inductor para provocar  acontecimientos públicos.

        Los no lugares y lo genérico

        La ya clásica definición dada Marc Augé en 1992 sobre los “no lugares” permite aclarar en profundidad esta aproximación a la idea de carácter ontológico del espacio que define un lugar planteado por Tuan: los no lugares. Augé los definía como espacios monofuncionales y compartimentados, caracterizados por una circulación ininterrumpida, e in fine, poco propicios para las interacciones sociales. Al depender del tiempo y de la movilidad, incluso la distancia entre los lugares pasa a ser un concepto relativo. Al no depender de un espacio concreto los lugares pueden concentrarse o estar dispersos. El desarrollo, cada vez con más intensidad, de los planteamientos de Yi-Fu Tuan aplicados a otras áreas de la ciencia como la creación de nuevos paisajes, abre la puerta a nuevas consideraciones que permiten la identificación de los lugares desde un ámbito más complejo en el que se insertan conceptos como movilidad y tiempo.

        Los lugares vacíos o “no-lugares”
        Gordon Matta-Clark, South Bronx, proyecto Cristales Rotos, 1976, IVAM, Valencia

        Con estos instrumentos y caracterizada la ciudad genérica como un elemento vacuo sin identidad, formado por “no lugares”, y si las relaciones entre los individuos son una característica básica de los lugares, cabe preguntarse si ¿la relación de identidad podría producirse en un lugar en función de un tiempo concreto? y por tanto, cabe también  preguntarse si ¿es posible que los espacios genéricos pueden dejar de serlo y convertirse en lugares con identidad si en ellos se producen relaciones entre los individuos? La ciudad genérica se caracteriza por la acumulación de espacios monofuncionales, con acumulación de infraestructuras que no comunican (que tan sólo unen, conectan), que limitan el espacio, que sólo generan movilidad in fine. En realidad es la acumulación de “no lugares”. Una de las primeras respuestas, que a todos se nos ocurre, es que todo esto es en gran medida consecuencia del aumento de escala de las estructuras urbanas. Sin embargo, el aumento de escala lleva aparejado que la forma de mirar de quienes proyectan “ciudad” haya condicionado en gran medida las propuestas realizadas.

        La escala de la mirada
           
        Como hemos analizado, la identificación  de un lugar depende de las relaciones entre individuos, y es evidente que los individuos tienen una determinada escala. Esto significa que la no puesta en consideración de este importante elemento a la hora de proyectar una ciudad o simplemente su olvido por una cuestión de escala, está haciendo que desde su inicio el diseño de nuevos crecimientos olvide los lugares. La gran escala con que se trabaja genera homogeneidad. No se controla la pequeña escala de los individuos, o al menos se produce una fractura en la continuidad de acción y proyecto. En este sentido parece lógico pensar que los aeropuertos sean “no lugares”. Son los espacios desde donde despegamos y podemos ver la escala a la que se proyectan los crecimientos urbanos. A esa distancia los individuos no existen, desaparecen, por tanto podría ocurrir que la ciudad genérica en sí misma no fuese mala ni buena. La ciudad genérica dependería de una segunda lectura y de analizar si en ella somos capaces de generar lugares, identidad.

        Vista aérea idealizada, Barcelona, principios del siglo XIX, CCCB, Barcelona

        ¿Nos encontramos, como propone Koolhaas, frente a un modelo actual de globalización que es en realidad reflejo de una “nueva naturaleza” de lo contemporáneo? O por el contrario ¿podríamos hablar de prácticas compartidas, de identidades híbridas y procesales (ver por ejemplo en García Canclini, Néstor Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo, 1990 o sus reflexiones sobre espacialidades-queer), y también de fenómenos asociados a la globalización que se oponen al modelo neo-comercial o globalizador-mercantilista, como aquellos relacionados con las migraciones, con la llamada globalización inversa o desde abajo, o el uso de Internet por parte de los movimientos sociales, entre otros? En este sentido cabría cuestionarse la identidad social de la ciudad. ¿Se pueden incluir en este debate los análisis de Guy Debord sobre la historia en la ciudad, no como un bien ligado a lo artístico - hoy lo turístico - sino como memoria de las luchas y conquistas sociales? Ese debate crítico no debe hacernos olvidar que la forma de producir proyectos desde las ideas de Rem Koolhaas supone aspectos liberadores o de apertura a nuevos campos para la creación de arquitectura y ciudad.

        Ciudad queer

        “Cada época sueña con la siguiente”. Con esta frase inició Walter Benjamín el capítulo “F”, “Construcción en Hierro”, del Libro de los Pasajes en el que desarrolló toda una interpretación de cómo las nuevas e incipientes tecnologías constructivas estaban generando nuevos espacios de relación en el siglo XIX, nuevas perspectivas espaciales, nuevas formas de habitar y entender la ciudad. La realidad actual no es muy diferente de la que presenciaba Walter Benjamín, nos encontramos ante ciudades altamente polucionadas y desestructuradas. Los problemas que nos presentan para poder habitarlas nos están obligando a repensarlas y nos están haciendo pasar de vivir en muchos casos una pesadilla, a imaginar y buscar cómo deberían ser. La cita de Walter Benjamín se apoya en una búsqueda de las pautas de la modernidad inspirada en la vida cotidiana contemporánea. De igual manera en la actualidad, del análisis de términos coincidentes en nuestro tiempo como lo queer, podemos realizar acercamientos más intuitivos a nuestra realidad contemporánea, más cercana, más sostenible, híbrida, mestiza.

        Reconstrucción de la estructura urbana a través de la forma y no de los habitantes
        Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, CCCB, Barcelona

        ¿Pueden las ciudades ser discutidas en términos queer? Recordemos brevemente en qué consisten las teorías y prácticas queer. Los movimientos e investigaciones acerca de lo queer suponen unas de las propuestas más vanguardistas a principios del siglo XXI desde el punto de vista social e intelectual. Con ellas se pretende reconstruir o deconstruir los límites de la formación de la identidad a partir del desarrollo del pensamiento de la diferencia en el terreno de la construcción de las identidades sexuales. Lo queer es lo raro, es la expresión de un grupo humano que quiere deshacerse de identidades vividas de forma opresiva. Como diría Beatriz Preciado, en su “Manifiesto contra-sexual”, los movimientos que abanderan estas teorías son fundamentalmente comunidades gays y lesbianas de EE.UU. que se sienten incómodos con los perfiles y los referentes identitarios. Sin embargo, en Europa esos mismos movimientos se inspiran en las culturas anarquistas y en las emergentes culturas transgénero, en ambos casos hay una búsqueda y una necesidad por consolidar la reconstrucción de la idea de identidad.

        Las vías para los vehículos no unen territorios generan brechas amuralladas
        Imagen de la ciudad de Caracas, CCCB, Barcelona

        En este sentido es importante volver a recordar las palabras de Rem Koolhaas en su texto sobre La ciudad Genérica para insertar este debate sobre la identidad en paralelo con el de la ciudad contemporánea. Koolhaas habla de la pérdida de identidad de la ciudad en su transformación hacia lo genérico y se cuestiona si dicha pérdida a la escala que se produce, debe significar algo. En este sentido pronuncia las siguientes preguntas: “¿nos encontramos ante una pérdida de identidad o una reconstrucción de identidades?, ¿cuáles son las desventajas de la identidad? y a la inversa ¿cuáles son las ventajas de la vacuidad?, ¿y si esta homogeneización accidental –y habitualmente deplorada desde parámetros europeos – fuese un proceso intencional, un movimiento consciente de alejamiento de la diferencia y acercamiento a la similitud? ¿y si estamos siendo testigos de un movimiento de liberación global: ‘abajo el carácter’? ¿qué queda si se quita la identidad?¿lo Genérico?” No entraré aquí en el debate sobre lo Genérico pero sí quiero resaltar cómo la reconstrucción o destrucción del carácter identitario de nuestras ciudades está en cuestión desde el mismo momento en que lo está su estructura y la identidad de sus habitantes.

        Robert & Shana Parkeharrison, Turning to Spring, 2001
         De la serie "Architect’s Brother", Bienal de Venecia, "Metalocus", nº 19

        Las ciudades o las estructuras urbanas de las que estamos hablando son estructuras complejas que permiten sociedades mixtas, no autistas, enfrentadas a conocer al extraño, a dialogar, que van perdiendo su carácter de identidad segregadora. Estas sociedades urbanas generan una cultura de la información y lo que sus ciudadanos consiguen con la discriminación de la misma es una cultura del conocimiento, como diría T. S. Eliot, lo que la cultura del conocimiento produce es materia de entendimiento, alejando el miedo a lo desconocido, al otro diferente, sin necesidad de que todo se homogeneice. En este contexto es en el que mejor se entiende la recuperación y uso de la idea queer como instrumento de desarrollo urbano, es decir, en la reconstrucción de identidades diferentes para el hecho urbano, que no sean tan sólo básicamente económicas o especulativas.

        Ciudades del Poder, Quinta Avenida, Nueva York, 2005, Metalocus, nº 19

        En sus estudios, Yi Fu-Tuan descubrió una especie de psicogeografías, similares a las planteadas por la Internacional Situacionista, pero procedentes de mediados del siglo XIX. Una serie de planos de ciudad donde se presentaban la ciudad de la feminidad frente a la de la masculinidad. Los planos de diferentes ciudades de Europa y Norte América reflejaban, no los edificios que componen las estructuras urbanas entendidas como ciudades, sino los lugares de encuentro, donde las mujeres podían reunirse, encontrar una identidad común. Esta visión, que podríamos considerar claramente queer, identifica la ciudad o estructura urbana como una acumulación de lugares frente a la tectonicidad de la ciudad masculina representada por lo físicamente construido. La ciudad del poder, la ciudad de la representación, la ciudad construida enfrentada a la ciudad de los lugares, de los espacios con identidad. Sufragistas, mujeres comprometidas con la ayuda social, mujeres de clase alta con la necesidad de encontrar espacios que las representasen, buscaban  en la ciudad espacios para la distensión, la cultura, la política o el ocio, algo permitido sólo a los hombres. Las compras de productos para el hogar solían desarrollarse en los pasajes comerciales como las Galeries o Passages de París, y las Arcades en Londres o Estados Unidos, generando nuevos espacios de reunión e identificando nuevos puntos de encuentro como los de los grupos sufragistas o las casas y asociaciones de ayuda y educación a las mujeres sin formación, o algunos clubes sociales sólo para mujeres.

        La Gran Vía de Madrid, Reto Halme, 1995.

        Si transportamos el concepto queer a nuestras estructuras urbanas nos encontramos con que acciones como la sostenibilidad no deben ser la reconstrucción activa de nuestras ciudades mediante apósitos tecnológicos, sino que deben realizarse mediante acciones pasivas y conscientes de su realidad social, entendiendo que la construcción de ciudad no es sólo funcional, sino ontológica, por lo que la zonificación es el ejemplo más claro de reduccionismo y simplificación de la complejidad urbana. La no dispersión de las estructuras urbanas, la densificación de las mismas, consiguiendo que su actividad social sea densamente compleja y compacta – que no complicada-, consigue que las sociedades sean más abiertas, mestizas, menos autistas con el entorno, a la vez que reducen el consumo de energía, la polución y los problemas de movilidad. Los planteamientos aplicados a las estructuras urbanas para intentar conseguir que sus desarrollos sean queers deberían caracterizarse por un programa básicamente apoyado en criterios de identificación, reconocimiento y generación de lugares con sentido ontológico.

        La ciudad como escenario, Madrid, 2000
        Actuación de Leo Bassi, fotografía de José Juan Barba

        El sueño de una ciudad en equilibrio con su entorno, natural o artificial, ha generado un amplio debate frente a la realidad construida, un debate que cada vez es más intenso, un debate que debe entenderse inmerso en la crisis de identidad de la ciudad como elemento urbano. Los problemas urbanos no los resuelve la arquitectura, los proyectos de los arquitectos tan sólo proponen situaciones más o menos inéditas que condicionan y generan nuevas problemáticas, las hacen variar y evolucionar en una especie de situación de asistencia política continuada. La ciudad genérica es en gran parte el resultado de ser pensada mediante llenos y vacíos unidos supuestamente mediante “sinergias”. ¿Qué ocurre si pensamos la ciudad a través de lugares? y ¿qué ocurre si a esos lugares, por una cuestión de escala, se le une el concepto de paisaje?

        Lugares y paisaje

        Cuando los lugares se generan en el exterior de los edificios son considerados a menudo como vacíos, como espacios no construidos. Las ordenanzas, las leyes urbanísticas no nos hablan de ellos de manera directa sino sólo indirectamente por oposición a lo lleno o construido. Aunque la idea de paisaje es una idea desarrollada en nuestra cultura desde el mundo clásico, que ha ido mutando y cambiado a lo largo de la historia, su unión al concepto de lugar es mucho más reciente. Transcurridas casi tres décadas, desde su concreción, el acercamiento del concepto de lugar al de territorio es más cercano y por ende el entendimiento del paisaje a través de la visión ontológica del lugar comienza a ser una realidad. El paisaje es entendido como el lugar donde es más estrecha la relación individuo-espacio. El lugar-paisaje y el hombre se funden mutuamente, el paisaje participa de la identidad de quienes están en él o con él, es decir, se considera el paisaje no sólo como generador de identidad. El paisaje deja de ser un escenario contemplado por el hombre para pasar a ser un elemento en relación con él.

        Constant, Nueva Babilonia, psicogeografía, La escala prevalece

        En este sentido son realmente sugerentes las psicogeografías planteadas en las décadas de 1960 y 1970, pero si cabe son más importantes las que se han mencionado antes sobre los movimientos de mujeres  en Berlín, París, Londres o Nueva York, de mediados del siglo XIX, donde las ciudades no se constituían por sus construcciones, por sus llenos, sino que aparecían ciudades de género. Diagramas que presentaban las ciudades desde la movilidad y las actividades que en determinados lugares se producían entre las mujeres. Lugares como los pasajes, clubs femeninos, pequeños locales de baile, bares, cafés, los lugares de encuentro de las sufragistas, las escuelas de mujeres, las casas de acogida o alojamiento denominadas en Estados Unidos settlements,  es decir, los espacios de relación pública y los de privada o íntima relación. Las ciudades se reconstruían por otros mediante la acumulación de geografías y paisajes formados por la acumulación de “lugares”. La ciudad reconstruida no es una ciudad virtual generada a partir de los movimientos físicos de individuos, sino una ciudad real formada por individuos y no sólo por estructuras físicas vacías.

        Settlement House, Chicago, finales del XIX, UIC

        Frente a la ciudad de lo genérico está la ciudad de lo diferente, la ciudad queer. Resulta que sí es posible una construcción queer de la ciudad, si entendemos que mirar lo que hoy nos parece “raro” recompone nuestra forma de ver y rompe con la dinámica aceptada como salvadora, planteada por el desarrollismo. La supuesta generación de riqueza a costa de cualquier precio puede no ser la salvación de nada. La necesidad compulsiva de lanzarse hacia adelante en la construcción de masa urbana, masa difusa, sectorizada y sin identidad, sin entender qué ciudad queremos, con la única excusa de que este desarrollismo soporta nuestra economía actual, nuestra forma de vida, nuestros trabajos, nuestra movilidad, puede ser simplemente el final de nuestra economía. El autismo en las propuestas hace que en nuestra cotidianeidad el urbanismo y la arquitectura se estén convirtiendo en algo perteneciente al estricto ámbito legal, cada vez son más los abogados que desplazan a los arquitectos o urbanistas de sus campos de batalla, esto es especialmente evidente en el ámbito del planeamiento.

        La ciudad y los lugares. Swoon, Nueva York, 2005, Metalocus, nº 16

        La necesidad de reintroducir en la normativa, en los planeamientos urbanos y en las ordenanzas, la idea de lugar, de paisaje, desde una visión ontológica-queer y no sólo geométrica, parece cada vez más una necesidad. Más cualificación frente a un exceso de cuantificación, más identidad frente al mar de la vacuidad, más “polis” en las “urbes”, más ciudadanos frente a un sobre-musculado desarrollo de estructuras e infraestructuras, más cuerpos relacionándose socialmente. Si lo queer supone no tener miedo a lo que hoy nos parece raro, podremos afrontar soluciones sin miedo a que nuestras estructuras actuales tiemblen y se reconfiguren. Al igual que Cicerón con la conocida historia de Simónides, quienes quieran generar ciudad queer, ciudad heterogénea, ciudad con memoria, deben producir lugares específicos, ontológicos, queer, para poder crear imágenes mentales de los hechos que acontezcan y de manera que sea posible recordarlos, para después almacenarlos en lugares, en espacios de la memoria.

        José Juan Barba


        Algunas recomendaciones de lecturas:
        • Yi-Fu Tuan, “Space and place: humanistic perspective”, en Progress in Human Geography, Vol. 6. Londres, 1974.
        • Nestor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Modernidad. Grijalbo, México, 1990.
        • Rem Koolhaas, “The Generic City”, en Domus, nº 791, marzo 1997. Edición en español: Rem Koolhaas, La Ciudad Genérica, Gustavo Gili, Barcelona, 2006.
        • Walter Benjamin, El libro de los Pasajes, hay una magnífica edifición de Rolf Tiedemann publicada por Akal en el año 2004 que es altamente recomendable. Se trata de la edición alemana de 1982 traducida por Luis Fernandez, Isidro Herrera y Fernando Guerrero.


          Hacia un urbanismo de código abierto

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          A finales del pasado mes el Gobierno de España ha dado a conocer el anteproyecto de la Ley de Transparencia. Aunque se trata de un texto en apariencia poco transparente (esperemos que cuando se desarrolle se convierta en una norma realmente útil) es una buena excusa para comentar un artículo de Saskia Sassen que, desde mi punto de vista, tiene una gran importancia. Cuando lo leí pensé de inmediato que planteaba una posibilidad cierta de convertir las llamadas smart cities en algo interesante. Saskia Sassen es una profesora de sociología, codirectora del Committee on Global Throught de la universidad de Columbia y colaboradora en muchas publicaciones como The New York Times o Le Monde. Leyó una ponencia en las Jornadas que organizamos en la ETSAM en marzo de 2006 y durante la comida hablamos un buen rato. Me pareció una persona con unas ideas luminosas y un interés por lo nuevo que se notaba de inmediato. Comentamos muchas cosas como de la necesidad de encontrar un nombre distinto para las ciudades, porque se habían convertido en otra cosa.

          Participación, esa utopía Reddeexpertos

          Menciono la anécdota anterior porque cuando estaba pensando qué titulo iba a darle a este artículo pensé en principio el de "ciudades de código abierto", pero luego viendo el título del suyo "Open Source Urbanism" llegué a la conclusión de que, efectivamente, este era el más adecuado ya que no estaba claro que las ciudades fueran su objeto exclusivo. De cualquier forma el título es lo de menos. Domenico di Siena, uno de mis mejores exalumnos de doctorado (en este mismo blog podéis leer un trabajo suyo: “Internet para la investigación”) en un magnífico artículo publicado en Creatividad y Sociedad habla de “ciudades de código abierto”, lo mismo que Juan Freire en su blog ya hace algún tiempo. Y en ambos se entiende perfectamente el objeto. Uno de los grandes agujeros negros en la creación, organización y diseño de nuestras ¿ciudades? es la llamada participación. Todos decimos que es algo muy importante, fundamental, inexcusable, imprescindible, necesario, etc., pero casi nadie sabe como abordarlo de una forma mínimamente creíble. Paralelamente, la tecnología avanza de una forma inexorable cambiando formas de vida, usos de tiempo, relaciones personales e, incluso, valores. Pienso que la consideración conjunta de ambos factores, participación y tecnología, puede ayudar a mejorar esos entornos urbanos y hacerlos más sostenibles.

          “Changing a City, a Country, the World” Cisco

          En un artículo anterior que titulé “Smart Cities, los inventos del TBO” trataba de reflexionar sobre las tecnologías aplicadas a la organización de la ciudad y planteaba el hecho de que los sistemas centralizados cerrados, en los que las decisiones se toman en función de miles de datos que entran en un sistema, se cruzan, y se elaboran para presentar unas pocas alternativas a los gobernantes (a veces una sola que se convierte en automática), tiene muchos peligros. El más evidente es, por supuesto, que los encargados de decidir pueden considerarse auténticos dioses que ayudados de máquinas casi infalibles toman las mejores decisiones (o las menos malas). Pero la perversión probablemente más importante es que el gobernado, el que no decide, no tiene ninguna posibilidad de saber lo que realmente ocurre, de plantear alternativas o de oponerse a unas decisiones que le vienen impuestas. En primer lugar, por un software diseñado por empresas cuyo objetivo fundamental es el de obtener dinero, basado en cientos de patentes y del que resulta imposible conocer sus interioridades más que por los “sumos sacerdotes” del programa. Pero también, porque los gobernantes (en el mejor de los casos honrados) constituyen un reducido círculo con visiones a veces demasiado personales y casi siempre cerradas, sobre los criterios de decisión o sobre las decisiones mismas.

          “Esta ciudad está incompleta” Alejandra Mitrani

          El enfoque de Saskia Sassen parte de una idea básica que resume con la expresión: “la ciudad incompleta”. La ciudad, o lo que sean los lugares en los que vivimos, históricamente se ha caracterizado porque nunca está terminada, porque siempre existen resquicios que permiten el cambio, la mutación. El que la ciudad sea incompleta (mis alumnos me lo habrán oído decir muchas veces) es esencial para permitir su evolución y, sobre todo, para responder a las nuevas necesidades. Las ciudades nunca deberían están terminadas porque en ese instante estarán muertas. Esto no sucede sólo con las ciudades, pasa con casi todos los sistemas parecidos. Ahora no es el momento de entrar en el tema, pero me resulta suficiente admitir la evidencia de que la ciudad incompleta tiene mayor capacidad de adaptación que la terminada. La otra idea que complementa la anterior es que la ciudad cambia no sólo por las grandes actuaciones de arriba-abajo sino también por muchos y pequeños cambios de abajo-arriba. Dice Saskia que esto es posible porque la ciudad no está formada sólo por lo que llama el hardware (los árboles, los edificios, las calles) sino también por el software (las personas). Sin software no existe ciudad, sólo objetos. Y es el software lo que le da sentido al hardware, no al contrario.

          Paseando el perro en Riverside Park Doggoes

          En su artículo describe un caso concreto. “En mi ciudad, Nueva York, un ejemplo de software de esas personas es el Riverside Park. En la década de 1980 pasó de ser una zona prohibida, cargada de peligros, a ser un parque para todos aquellos que querían usarlo. ¿Cómo sucedió este cambio? En parte porque muchos dueños de perros comenzaron a pasearlos en el parque. Tener un perro en sí era una reacción a la sensación de inseguridad en una ciudad de altas tasas de homicidio y atraco. Pero la ciudad como un medio ambiente vivo ha tolerado la mutación y permitió a la gente a interactuar de nuevo: un perro, a pasear al perro, ir en grupo, y a recuperar el territorio del parque”. Pues bien, en una ciudad terminada no hay posibilidad de que los pequeños y numerosos cambios permitan una organización urbana de abajo-arriba. Las ciudades inteligentes, tal y como están hoy planteadas, tienden siempre a cerrar las situaciones, a evitar la incertidumbre, entendiendo que el valor de la seguridad es siempre más importante que el de la innovación o la creatividad. Cuanto más cerremos el sistema más seguro será. Por este camino nos acercamos al panóptico de Jeremy Bentham en el que la seguridad es máxima, la incertidumbre mínima y donde las situaciones se gobiernan excluyendo el azar o la disidencia. La posibilidad de que las pequeñas acciones terminen cambiando el funcionamiento del sistema tiende a ser rechazada.

          La ciudad como El Gran Hermano Cisco

          Sin embargo la tecnología puede utilizarse de otra manera. La imagen sería la del código abierto. En informática el código abierto no es más que un programa normalmente construido entre muchos, expuesto al conocimiento público y que, por tanto, puede ser modificado por cualquiera (aunque luego el tema de los derechos sea más complejo). Al tratarse de una imagen tiene bastante poder evocador pero también es necesario tomarla con precauciones. Saskia habla de la necesidad de “urbanizar la tecnología”. Para ella esto significa utilizar la tecnología con el objetivo de conseguir que la ciudad se haga más visible al ciudadano. Que procesos normalmente ocultos puedan aparecer y volverse comprensibles. Dice: “pienso desde hace tiempo que las principales infraestructuras, desde la recogida de residuales hasta la electricidad o la banda ancha, deberían estar recubiertas por materiales transparentes y así, si por ejemplo estás esperando el autobús puedes ver como trabaja la ciudad e implicarte”. Esta trasparencia es ahora posible mediante la tecnología. Lo mismo que se puede ver la temperatura en la parada del autobús, el ciudadano debería poder conocer en tiempo real la situación de algunas variables críticas relacionadas con sus intereses. Desde la contaminación hasta el consumo en electricidad de la calle por la que transita, pasando por el número de delitos que se han producido en el barrio en el último mes.

          Fragmento página web policía de Chicago con los delitos producidos
           Señalar la imagen para verla más grande Policía de Chicago

          Este sería un primer paso para conseguir ciudades de verdad inteligentes. Hacer que los procesos urbanos se hagan visibles al ciudadano. Es decir, hacer la ciudad transparente. He empezado el artículo hablando de la Ley de Trasparencia. Aunque parezca que ambas cosas no tienen que ver están muy relacionadas. Sin que el ciudadano tenga posibilidad de informarse, de conocer lo que realmente pasa, sea en las cuentas públicas o en la implicación que tiene el transporte privado en la calidad del aire que respira, no podrá tener criterio racional para decidir (ya que de eso se trata). Su única alternativa será dejar su gobierno en manos de unos pocos que parecen contar con la sabiduría necesaria y que tomarán las decisiones por ellos. A finales del pasado mes estuve en una Jornada que organizó el Instituto Valenciano de la Edificación conjuntamente con la Universidad de Alicante sobre La evaluación de la sostenibilidad en la regeneración urbana integrada intentando responder a la pregunta de si era posible medir la sostenibilidad urbana. Independientemente de la respuesta que dí en la charla (lo dejaré para otro día) la Jornada fue muy interesante porque casi toda ella transcurrió hablando de números, de índices y de indicadores, pero al final surgió la idea más o menos clara de que, en realidad, el objetivo más importante de esos números no era ayudar a tomar decisiones a los gobernantes sino conseguir que el ciudadano tuviera una idea lo más certera y comprensible de qué estaba pasando en el sitio donde vivía.

          Nuevas formas de comunicación y relaciones personales Cmonkeys

          Pero la tecnología debería permitirnos dar un paso más. Lo explica muy claramente Domenico di Siena cuando dice: “La presencia de una entidad centralizada no es necesaria cuando los dispositivos de control y de retorno de la información (feedback), permiten a los actores visualizar o tomar conciencia de las consecuencias de sus acciones. El fenómeno de auto-organización inconsciente se vuelve control consciente e intencionado cuando se permite a los individuos entender los efectos de sus acciones. Aquí entra el concepto de tensegrity, cuando se refiere a un modelo de gestión donde las decisiones descentralizadas se juntan a las centralizadas evitando una dinámica de control totalmente cerrada y omnipresente. Invirtiendo la supremacía de la centralización sobre las decisiones individuales, se consigue que los ciudadanos tomen consciencia de sus acciones y así coordinarlas de manera intencionada”. Hay que entender por tanto que se trata de aprovechar la tecnología para conseguir un modelo de gestión diferente en el que los individuos tengan un papel activo en la toma de decisiones. Intentar conseguir esto hace unos años era una utopía. Hoy es posible. Y esto es lo que debería ser una ciudad inteligente, una ciudad transparente al ciudadano en la que la tecnología posibilitara esta trasparencia permitiendo además intervenciones de abajo-arriba que mediatizaran las decisiones de arriba-abajo.

          15M, Puerta del Sol, Madrid El País

          Ya ha empezado a ocurrir. Dice Domenico: “Un ejemplo muy claro de todo lo que estamos presentando aquí son las últimas movilizaciones ciudadanas que están teniendo lugar en España. Tras la manifestación del 15M, un evento autorizado y organizado durante semanas, que congregó a decenas de miles de personas, nacen unas acampadas en numerosas plazas en toda España. Estas acampadas se organizaron en cuestión de horas, usando únicamente Twitter y Facebook. Ejercer un control sobre todos estos flujos de información y catalizadores de acciones como las acampadas es imposible. Se ha dado un paso hacia un modelo en el que gobernantes y administradores van a tener que entender, que no pueden seguir ignorando a los ciudadanos y defendiendo los intereses de otros”. Es evidente que están pasando cosas que pueden ayudar a cambiar la forma de gobernar lo local, evolucionando de una situación en la que la mayor parte de las decisiones eran centralizadas a otra de carácter más descentralizado. Por supuesto que en muchos casos, para determinadas decisiones, sigue siendo necesaria la presencia física en los sitios y los intercambios directos entre personas. La función básica del espacio público que es la de posibilitar la expresión de la ciudadanía está más viva que nunca (otras no). Pero la forma en la que se crea opinión, en la que se organizan los ciudadanos y en la que se mueven, nunca volverá a ser como antes.

          No más ciudades obscuras, por una ciudad transparente Puenteaereo

          La constatación de que el llamado cuarto poder, los “media”, está hoy al servicio de los grupos de presión económicos, o en manos de unos pocos que buscan exclusivamente su beneficio, ha llevado a Ignacio Ramonet a proponer un quinto poder (ver la referencia en Materiales). Obviando su propuesta del Observatorio Mundial que parece un tanto discutible, el análisis que hace para llegar a ella me parece brillante. En cualquier caso es importante entender la necesidad de un contrapoder frente a los "media”, frente a los gobernantes y frente a los grupos de presión económicos. Probablemente esté basado en la comunicación descentralizada. Pero, tal y como hemos visto, para que verdaderamente funcione es necesaria la trasparencia. Es decir, la comprensión por todos del comportamiento del sistema. Y si hablamos de urbanismo y de ciudades, con mayor motivo, ya que estamos ante nuestro ámbito vital, parte esencial de nuestra identidad. Necesitamos, como dice Saskia, una ciudad de cristal. Una ciudad transparente, sin rincones obscuros. Sólo así será posible un poder local descentralizado que equilibre la imposición de los poderes tradicionales y que posibilite cambios de abajo-arriba. Esa sería, de verdad, una smart city, una ciudad de código abierto, no la ciudad de Cisco, de IBM o de Microsoft. La tecnología debería ayudar a conseguirlo.


          Materiales:


            Sevilla, unas setas se comen la Encarnación

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            Cualquiera que lea el titulo del artículo podrá pensar que se ha equivocado de página y que, por error, ha abierto (por ejemplo) el Mundo Today donde se pueden encontrar titulares tan impactantes como “El coño de la Bernarda es declarado Patrimonio de la Humanidad”, “Rajoy abre un hilo en forocoches para explicar los recortes” o “La Thermomix tendrá función de deconstruir”. Pero no, es el aburrido blog de Fariña. Además, lo que se dice es literal y cierto. A estas alturas, y sobre todo después de las movilizaciones del 15-M, todo el mundo sabe a que “setas” me refiero y que La Encarnación ingerida por tales entes fructíferos es una plaza. Dado que los hongos se alimentan de materia en descomposición tampoco es tan raro que, dada la situación en la que se encontraba la plaza y la humedad reinante en Sevilla en los últimos años, hayan podido brotar tan lozanos. En realidad debería de haberlo titulado “Lugares malditos, plaza de la Encarnación”, para que se sumara a otros como la plaza de Castilla en Madrid y contribuir así a la consolidación de algunas leyendas urbanas.

            Las Setas por la noche Jujo

            Todavía me acuerdo de la noche en la que Domingo y Teresa me enfrentaron a la realidad de Las Setas. Quedé tan impactado que no supe qué decir. Debí parecerles un imbécil boquiabierto que, más que ver aquellos hongos había ingerido alguno del género Psilocybe. He visto construcciones fuera de lugar como la Ciudad de la Cultura en el Gaiás, otras sin objeto como el aeropuerto de Ciudad Real o de escala desmesurada: el Odeón de Agripa en el ágora de Atenas. Pero verlo todo junto metido con calzador en una de las ciudades que más aprecio del mundo fue todo un shock. Menos mal que luego me llevaron a un bar cercano a reponerme de la impresión. Y sin embargo… Todas estas barbaridades que me han perseguido desde que las conozco os confieso que he terminado por verlas con cariño. Esto puede significar que, o bien yo puedo encariñarme casi con cualquier cosa (los que me conocen saben que esto no es cierto) o que a casi todo le busco una segunda lectura que contrapongo a la primera. Es decir, que suelo ejercer como abogado del diablo. Hoy no voy a analizar el Odeón de Agripa del que, por cierto, sólo quedan unas cuantas piedras («Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra»), y del resto de locuras ya he escrito bastante en el blog.

            El lugar del banquete en plena ingesta Google maps

            Así que nos vamos al lugar de los hechos. Se trata de un espacio de casi una hectárea y media de superficie situado en pleno centro histórico. Hasta tal punto es histórico que aquí estuvo situada la puerta norte de la muralla romana y otra de la muralla abadí de Isbiliya. Lo he incluido entre mis espacios urbanos malditos porque, a pesar de haber sufrido cambios traumáticos a lo largo de los siglos todavía no ha encontrado la paz. Incluso después de este último, no tengo claro que pueda descansar. Lo deseo fervientemente pero me temo que, como en el caso de la plaza de Castilla en Madrid (y en tantos otros) su espíritu en pena va a seguir vagando por la ciudad intentando buscar un acomodo que no termina de encontrar. Aunque podríamos remontarnos mucho más atrás en el tiempo, vamos a situarnos a finales del siglo XVI cuando el Ayuntamiento derriba unas casas entre la plaza de Don Pedro Ponce y Laraña, para que “todas las personas de a pie y a cavallo que pasaren por allí, por ser como es el paso de mayor concurso y pasaje que ay en la ciudad, lo puedan hacer de mucha comodidad, y los coches y literas que ordinariamente van de la gente principal de esta ciudad, pueda estar y rebolber sin estorvar el paso como se hace agora en la calle y puerta principal, que es ocasión de mucha incomodidad para los que van a la Iglesia...” (ver referencia en Materiales). Empezamos bien, ampliando un espacio para mejorar la circulación.

            El mercado ocupaba casi todo el espacio actual Esa Sevilla

            Antes, en el primer cuarto del XVI, ya se había construido un convento de dominicas frente a la plaza Regina en la zona norte de la actual y del no quedan restos más que en los museos. Pero es en 1591 cuando se funda el convento de religiosas agustinas de la Encarnación frente a una pequeña plaza. Todo este entorno quedaba configurado por las dos plazas (Regina y Encarnación) y las calles del Correo, de la Cabeza de Perro y del Aire. Lo que en aquellos momentos era La Encarnación se empedró en 1720 y en su centro se colocó una fuente que todavía subsiste. Más o menos las cosas continuaron sin cambios hasta que José Bonaparte pensó que era necesario un mercado central en Sevilla. En 1810 se elabora el proyecto y las agustinas se trasladan, primero al convento de padres terceros y luego al actual de la plaza de la Virgen de los Reyes. Casi de inmediato comienza el derribo de la manzana, y en 1820 Sevilla cuenta con una plaza de abastos construida en madera que ocupa la parte más importante de lo demolido y de las plazas Regina y Encarnación. En la plaza de abastos se concentran todas las especies que, desde la Edad Media, se vendían en mercados dispersos por las cercanías. Según Romualdo de Gelo: “de la plaza del Pan desaparecieron las panaderías instaladas tradicionalmente en dicho lugar; de la Alfalfa, las carnicerías y verduras; de la del Salvador, las frutas verdes y secas; y de otros puntos, porción de artículos que pasaron a expenderse en el nuevo mercado”.

            La fuente en medio del mercado y la entrada Esa Sevilla

            Nuestro mercado de madera no aguantó muchos años. En 1833 empezó su sustitución por uno de fábrica que se terminó de construir en 1837. La descripción del mercado que hace Álvarez Benavides la recoge Romualdo de Gelo y se puede leer en el enlace que incluyo en el apartado de Materiales al final del artículo. No me resisto a reproducir la última parte: “El punto medio de este mercado está marcado por una rotonda que contiene en su centro una gran fuente de mármol, surtida de aguas procedentes del acueducto de Carmona, cuya fuente es la misma que en 1720 se construyó y colocó en la plazoleta situada frente a la derruida iglesia del convento de la Encarnación. Esta fuente, en el año 1860, disfrutaba de dos pajas y media de agua”. La transcripción la hago con toda intención intentando buscar hilos conductores. Como decía Walter Benjamin “intentando colocar una serie de sucesos aparentemente inconexos en el enunciado de un discurso significativo”. Podía haber elegido cualquier otro elemento pero pienso que la fuente de 1720, restaurada en 1861, describe con bastante claridad el devenir de la plaza y nos ayudará a entender de forma sintética las razones de estemos ante un espacio maldito.

            La fuente trasladada al centro de la nueva plaza Todocoleccion

            Pero no todo era mercado de abastos. La parte no edificada se vio sometida también a numerosos procesos de alineación típicos del momento y a obras de urbanización. Desde finales de siglo se suceden numerosas propuestas, siempre frustradas (prueba de que “el sitio” no terminaba de encontrar “su sitio”) y encaminadas a la ampliación del viario en la misma línea de reformas en los cascos históricos que se estaba produciendo en toda Europa desde que el barón Haussmann las había empezado en París. Pero el mercado resiste hasta 1948 cuando se derriba una parte para comunicar las calles de Laraña e Imagen y se reordena la plaza. Nuestra fuente que presidía el antiguo mercado se traslada al centro de la nueva plaza. Lo que quedaba del mercado se derriba en el año 1973. Se derriba porque ya había entrado en franca decadencia afectado por el paso del tiempo y el nulo mantenimiento, por la riada del Tamarguillo que expulsó a muchos vecinos a las afueras con la pérdida de clientela y, sobre todo, por la degradación social de entorno. Los puestos que quedaban se trasladan a una esquina del solar en un mercado provisional que se prolongó ¡37 años!

            Como “aparcamiento céntrico” El pasado de Sevilla

            El lugar maldito del que estamos hablando, ya difunto, pasa entonces su particular purgatorio con vistas a entrar en los cielos. A lo largo de muchos años sirvió de aparcamiento de coches o parada de autobuses, quedando sin realizarse numerosas propuestas que no terminaban de cuajar. Así, el nuevo mercado diseñado por Vázquez Consuegra o los proyectos de los primeros ayuntamientos democráticos. Luego vino la Expo y la Encarnación se quedó olvidada hasta que, con el nuevo siglo, se retomó la idea del mercado que incluía un aparcamiento subterráneo. Pero la maldición continuaba y el problema adicional de los restos arqueológicos que se encontraron hizo que las obras se pararan en la fase de cimentación. El siglo XXI había convertido a nuestro espacio en una especie de campo de batalla (en realidad, de excavaciones), cercado de vallas y que condenaba toda la zona a su mismo purgatorio. El centro en todas las guías turísticas era La Campana y nuestro lugar maldito por supuesto que no aparecía en ninguna. La fuente sí, seguía allí, como manteniendo vivo el fuego de un lugar que ya, ni tan siquiera parecía buscar un sitio donde colocarse en el imaginario de los sevillanos.

            Metropol Parasol, planos de concepto Seviactual

            En el año 2004 el ayuntamiento convoca un concurso internacional para intentar resolver el problema que arrastraba este espacio. Resulta ganadora la propuesta “Metropol Parasol” del arquitecto Jürgen Mayer. Después de diversos avatares que lo único que añaden a lo dicho es la confirmación de la maldición que ha caído sobre este lugar, la solución final se organiza en cinco niveles. El que contiene un museo con los restos arqueológicos está situado bajo la rasante original del terreno donde se asienta la galería comercial. La nueva plaza está encima. Más arriba una zona de restaurantes a unos veinte metros de altura y, por último, la pasarela con función de mirador que recorre la parte superior. Como todo icono que se precie, debe batir algún record para que la gente no se quede tranquila hasta que no se haga una foto para demostrar que ha estado allí: dicen que se trata de la estructura de madera más grande del mundo. No quiero aguar la fiesta de nadie pero algún puente de madera por ahí… en Asia… En fin, más de 3.000 elementos de madera con diferente altura y ancho variable (para cuyo diseño dicen que hubo que realizar complejos cálculos informáticos) unidos entre sí mediante barras de acero encoladas, constituyen esta escultura de 150 metros de largo, 75 de ancho y 28 de altura dispuestos en una retícula ortogonal de 1,50 x 1,50.

            Vista de Las Setas un soleado día sevillano MiesVanDerBear

            La disculpa es que se trata de un parasol. Sólo he encontrado una mínima referencia al tema en un esquema en el que aparecen dibujados los rayos solares con la inclinación exacta de las láminas y el flujo de aire. Supongo esa será la razón de las extrañas formas de la cubierta o de la profundidad de las láminas: evitar el terrible sol sevillano que alcanza una altura de cerca de 76º en el solsticio de verano. Pero se trata de una suposición que no he podido documentar. Dejo el tema sin concretar por si alguien puede aportar alguna información adicional. Supongo que funcionará, no sé si mejor que unos sencillos árboles de hoja caduca (mucho más baratos) pero me hubiera gustado ver entre los planos del proyecto que circulan por ahí alguno sobre el comportamiento solar de la escultura. Incluso corre el rumor (tampoco he podido encontrar la justificación) de que los paneles están colocados al revés. Muchos se quejan de que, con lo que ha costado, podría ofrecer también resguardo para la lluvia que, últimamente, está muy presente en el clima de la ciudad. Sin embargo, en este aspecto discrepo. Un parasol está para lo que está. Otra cosa hubiera sido hacer una especie de estadio (una hectárea es un campo de fútbol) que se cubriera en caso de necesidad y donde realizar todo tipo de manifestaciones, eventos, etc. Pero ese no era el objetivo a conseguir.

            Vista de Las Setas un lluvioso día sevillano Domingo, gracias por la foto

            Resulta curiosa la similitud con el Guggenheim como referente, a la vez simbólico y tecnológico. En todas las publicaciones se destaca que el diseño de ambos implica complicados cálculos con ordenador para dibujar las piezas, los problemas de las uniones, la dificultad de usar materiales “raros” (en Las Setas, madera microlaminada recubierta por poliuretano impermeable) y el terrible costo de todo esto. Los proyectistas también descubrieron con asombro que en Sevilla hacía calor. Se puede leer en la página de Construible: “Un análisis térmico reveló a los ingenieros de Arup que el clima cálido del sur de España sería un reto especial para las uniones (tal como confirmaron los resultados de la simulación térmica y los ensayos hechos por el Instituto Fraunhofer). Los especialistas de Arup y Finnforest Merk debieron, entonces, desarrollar un nuevo proceso de encolación, capaz de soportar las altas temperaturas de Sevilla. Éste método especial fue desarrollado con la ayuda de los especialistas de WEVO-Chemie y el experto de pegamentos Borimir Radovic. Finalmente, los ensayos llevados a cabo por la Universidad de Augsburgo y la Universidad de Stuttgart en Alemania confirmaron el diseño propuesto”. Cuando leo estas cosas siempre me acuerdo de Gaudí ¡mira qué era elemental, hacer lo mismo con cuerdas y unos ladrillos de contrapeso! Claro que entonces no había ordenadores ¡lo qué habría hecho hoy!

            Detalle de la unión de los paneles y pasarela-mirador jujo87

            Veamos la parte irracionalmente negativa. Del proyecto me molestan varias cosas. Primero, la vista aérea. No sé cuantas fotos de este tipo habré analizado en mi carrera profesional. Han debido de ser muchas. Pero creo que nunca me he encontrado con una que me haya desagradado más que la que aparece abajo. Ni tan siquiera la de un bosque quemado o la del Berlín bombardeado. Esas formas totalmente ajenas a Sevilla. Nada que ver con el grano, ni con la topología ni con la geometría del sitio. Como si un enorme pájaro se hubiera posado sobre la ciudad dispuesto a la caza. Es que resulta tan evidente la discordancia entre la identidad de la ciudad y el extraño cuerpo colocado encima que no puedo llegar a entender que se haya propuesto algo así. Y lo que es peor: no se trata del dibujo de un proyecto. Es real. Claro, a veces, llegan los Agripa de turno y colocan Odeones en las Ágoras (hay regalos envenenados). Aunque no dejaba de ser una monstruosidad, aquello tenía una función, una utilidad de gobierno derivada de que Roma era un pueblo conquistador que tenía que imponerse, intimidar. Pero ¿y esto? Porque, además, se ve que “aquello” (lo que sea, probablemente un alien) es ajeno al sitio. Un depredador colocado sobre el tejido vivo de la ciudad.

            Ni la topología, ni el grano, ni la escala: un alien PdlP Arquitectura

            Mi segundo comentario irracional se refiere a la existencia de dos plazas que compiten entre sí. La ambivalencia de niveles produce un espacio confuso e incomprensible. Además, feo. En algunas fotos se disimula un poco, pero la realidad se impone cuando el paseante se acerca. Aparte de ser innecesaria la colocación de una galería comercial, está en un sitio inadecuado. Probablemente la maldición empezó cuando José Bonaparte decidió construir una plaza de abastos que absorbiese las panaderías de la plaza del Pan, las carnicerías y verdulerías de la de la Alfalfa o las fruterías de la del Salvador. Desde entonces el alma de la Encarnación vaga en pena por toda Sevilla. Además, la plaza elevada rompe completamente la unidad visual de un espacio que, sin obstáculos, sería grandioso. Y funcionalmente no hace más que complicarlo todo, ya que los accesos se producen al nivel inferior que es el original del terreno. Claro que, para compensar, aparecen las escaleras. Fantásticas para fotografiar grupos, para ver pasar a Los Servitas o para colocar pancartas. Le falta topografía y perspectiva para llegar a ser como la que separa ambas Quintanas en Santiago, pero puede dar mucho rendimiento para que La Encarnación se convierta en un icono de Sevilla. Prefiero no proponer un pavimento acristalado para ver los restos arqueológicos desde la cota original de la plaza porque, claro, no se podría cobrar entrada para verlos.

            Dos plazas superpuestas jonathan chanca

            Pero lo que más me molesta, y esto ya en el plano sentimental, es el papel que se le ha asignado al elemento que, durante años, ha sido el depositario del alma de La Encarnación: la fuente. La pobre se ha quedado arrinconada, olvidada, despreciada frente a los enormes hongos surgidos de las profundidades. Pero está. Cuesta encontrarla. Cuando se busca en las fotos aéreas, en las que hacen los turistas, en los cientos de vídeos que se hay de la plaza, entre las imágenes de la acampada del 15-M (que son miles), y se encuentra por fin, aparece como un pequeño elemento casi invisible en su humildad. No sé, como que me da pena. Le han quitado el banco y lo han sustituido por otro de hormigón, “más nuevo”. Cuando vuelva a Sevilla le acercaré una flor para que sepa que todavía alguien se acuerda de ella (dos pajas y media de agua que llevaba y ahí está, de figurante). Pero, claro, no se trata de mi relación personal con la fuente. Se trata del síntoma más evidente de que algo se ha hecho mal. El paisaje, sea urbano o no, lo es en tanto que se valoran determinados elementos característicos que lo definen y lo identifican. Casi siempre son los que dan continuidad histórica. Su conservación y potenciación es vital para mantener el discurso temporal que liga las personas con el territorio.

            Las Setas comiéndose La Encarnación El Palmesano

            No sé la relación de Jürgen Mayer con Sevilla. Probablemente conocía y amaba esta ciudad. Espero que se me entienda lo que voy a decir, pero determinadas intervenciones en ámbitos urbanos muy críticos no deberían hacerse “desde fuera”. Es posible que personas muy sensibles sean capaces de identificar a la primera los elementos irrenunciables (incluso, a veces, mejor que los “de dentro”), pero lo más probable es que no. Me encantan los “concursos internacionales” pero sólo para ámbitos genéricos de la ciudad (podéis leer el artículo sobre la ciudad genérica en este blog). Mis alumnos y todos los que me conocen saben que, después de una larga travesía, he llegado al convencimiento de que estamos en un momento en que resulta imprescindible una vuelta a lo local. Los territorios y sus habitantes necesitan, sobre todo ahora, una mirada interior. Una recomposición de las relaciones cercanas. Las Setas de la plaza de la Encarnación podían estar colocadas igualmente en la Puerta del Sol de Madrid, en la Plaza Mayor de Valladolid, en la de Armas de La Serena o en el King Circus de Bath. En todos los casos igualmente mal. No parece normal que el mismo proyecto producido en un estudio de Londres o Berlín (por ejemplificar) sea aplicable a La Palmas, Honk Kong, Irvine o El Cairo. Y si lo es, algo no funciona. Porque no es sólo que hayamos sucumbido ante el pensamiento único. Es que también es única la estética, los valores, la historia o las formas de relación entre personas. ¿Diversidad? ¿Complejidad? ¿Dónde?

            Manifestación Democracia Real Ya fjjimenez

            Pero al empezar el artículo hablaba de una segunda lectura. El ejemplo que os he traído hoy también tiene partes positivas. Claro que sí. No hay nada más que oír las opiniones de la gente, leer las convocatorias de actos multitudinarios o las referencias en prensa o en Internet. La plaza de Las Setas (que no la de La Encarnación) “ya” se ha convertido en una referencia. Los turistas no pueden irse de la ciudad sin verla. Es posible que en su recorrido por Andalucía en siete días se tengan que perder en su visita sevillana el parque de María Luisa, o incluso dejen de tomar un fino a orillas del río pero seguro que se irán con una foto en las escaleras de la plaza de Las Setas. Y no sólo el 15-M hace convocatorias debajo de los hongos, sino también organizaciones de todo tipo como las feministas (“Marea Violeta”, 10 de febrero de 2012, Sevilla, Plaza de la Encarnación “Las Setas”, a las 19:30 horas), pacifistas (domingo, 15 de abril, Sevilla, Las Setas, plaza de la Encarnación, a las 21:30), o se celebran múltiples eventos como el Orgullo Gay. Ese es el valor de lo paradójico. Si esta carísima escultura se hubiera colocado en cualquier espacio libre de los nuevos crecimientos urbanos, o en la Cartuja, como piden algunos, nunca hubiera podido llegar a ser un símbolo. Era necesario un lugar espacioso, central, accesible e histórico. En Sevilla no se me ocurren muchos más.

            La Virgen y las setas Grupo Joly en Skyscrapercity

            El contraste, la contradicción, el absurdo, son básicos para vender un producto. Hace muchos años aprendí que para unir dos cosas en el recuerdo hay que establecer mentalmente entre ellas una relación impactante ya que los vínculos normales se borran muy pronto. Por ejemplo, para recordar la relación entre un hombre y un perro no es adecuada la imagen de ambos paseando tranquilamente por el parque. Mucho mejor es la del descuartizamiento e ingesta del uno por el otro (a ser posible que el perro trinche y se coma al hombre). Eso es lo que han hecho Las Setas con La Encarnación, comérsela ¿no parece absurdo que esta escultura haya podido surgir en una trama urbana como esta? Pero, precisamente, esta paradoja ayuda al impacto. Y probablemente, para promocionar una imagen turística de la ciudad, sea el camino adecuado. La pregunta que habría que hacerse es si realmente Sevilla necesitaba este tipo de imagen para su promoción. En el artículo anterior titulado Hacia un urbanismo de código abierto planteaba la necesidad de una ciudad transparente. ¿Ha podido elegir el ciudadano qué quería en La Encarnación? ¿Hubiera preferido que se construyera otra cosa con los más de cien millones que dicen ha costado la escultura?

            El salto a la parte sur no parece una idea muy afortunada explow

            Además parece que la solución ha sido correcta. Toda el área cercana se ha revitalizado. Los propietarios de los puestos están encantados. Los de los pisos también. La situación es, claramente, mejor que la anterior y el entorno ha progresado. Por lo menos respecto a la situación que había antes (lo cual no parece difícil): descampado, suciedad, polvo, aparcamiento de coches, obras, vallas, degradación. Casi cualquier actuación habría mejorado la zona. Esta también, claro. ¿Pero no había una alternativa menos costosa? Menos costosa en euros, en cultura, en identidad, en paisaje, en historia. Se trata de un excelente ejemplo para explicar a mis alumnos la esencia de un urbanismo decrépito, basado en el marketing, y cuyo objetivo básico es vender la ciudad. Un urbanismo que debería tener sus días contados. ¿Alguien le ha ofrecido a los sevillanos una alternativa (una sola) a la colocación de unas enormes setas en este espacio maldito, que no fuera la de dejar las cosas como estaban a sabiendas de que estaban mal? Necesitamos ciudades transparentes, ya. El problema seguramente es que, para conseguir ciudades transparentes necesitamos también una administración transparente, una política transparente con políticos no profesionales y unos técnicos que no se encierren en sus torres de marfil inviolables. Todo un programa de cambio.

            La Giralda, al fondo Teresa, gracias por la foto

            Les escribí a Teresa y a Domingo un correo para contarles como pensaba enfocar el artículo recordándoles aquella noche en que me descubrieron Las Setas. La respuesta de ambos fue un montón de fotos. He elegido una de Domingo que me ha servido para ilustrar la "lluvia en Sevilla". Y dos de Teresa que me han parecido significativas. La de arriba, con la iglesia de La Anunciación, la Giralda al fondo y las uniones de los paneles en primer plano. Y la de abajo, que da una idea muy clara del error de escala y de la falta de respeto a "mi" querida fuente. Además, porque aparecen los restos del verde que queda. Cada vez estoy más convencido de que en las piedras de la fuente es donde se refugia el espíritu en pena de La Encarnación después de vagar durante la noche por las calles de esta ciudad maravillosa. Como podéis comprender, mi conclusión final no puede ser otra: este lugar tan especial merecía haber tenido mejor suerte que la de ser famoso. Por ejemplo, la de contar con el cariño de todos los sevillanos (me considero uno más, por eso me he atrevido con esta crítica). Es posible que, con el tiempo, llegue a querer a estas setas carísimas y desmesuradas, pero habrá sido por el roce y la costumbre, no por un amor a primera vista.

            La fuente y Las Setas: David y Goliat Teresa, gracias por la foto
             
            Menos mal que sigue la fuente, y cuando vaya por Sevilla siempre podré sentarme un rato a su lado bajo las ramas de unos árboles que no tienen precio porque son impagables y que, afortunadamente, no han cortado (bueno, alguno que otro ha sucumbido a la motosierra). Y trataré entonces de dejar el tiempo suspendido por un instante. Sólo un instante, claro, justo hasta que se me ocurra girar la cabeza y descanse la mirada sobre el enorme pedúnculo que sostiene un sombrero formado por decenas de piezas de madera microlaminada recubierta por poliuretano impermeable y unidas entre sí por un novedoso procedimiento de encolado (para cuyo cálculo se ha tenido en cuenta que en Sevilla hace calor). Os espero en Las Setas. Bueno, como aquello es muy grande, mejor en el banco que está frente a la fuente, a la sombra de los árboles de siempre.


            Ficha

            METROPOL PARASOL - Redevelopment of Plaza de la Encarnacion, Seville, Spain
            Project Architect: Jürgen Mayer H., Andre Santer, Marta Ramírez Iglesias

            J. MAYER H. Project Team: Ana Alonso de la Varga, Jan-Christoph Stockebrand, Marcus Blum, Paul Angelier, Hans Schneider, Thorsten Blatter, Wilko Hoffmann, Claudia Marcinowski, Sebastian Finckh, Alessandra Raponi, Olivier Jacques, Nai Huei Wang, Dirk Blomeyer (Management Consultant 1st Phase)

            International Competition 2004, 1st Prize, Project: 2004-2011, Opening: March 2011,

            Completion: April 2011
            Client: Ayuntamiento de Sevilla und SACYR
            With: ARUP GmbH NL Berlin/Madrid
            Technical Support for Plants – Competition 2nd Phase only: Coqui-Malachowska-Coqui with Thomas Waldau

            Technical Consultant and Multidisciplinary Engineers for Realization: Arup
            Timber Construction Company: Finnforest
            Permanent Collection of Museum of Modern Art, NY and Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz, Berlin
            Permanent Collection of DAM, Deutsches Architekturmuseum Frankfurt, Germany
            Holcim Award, 2005, Winner Europe Bronze for Sustainable Construction


            Materiales complementarios en la red

            • En el portal Conocer Sevilla se puede encontrar una información bastante sintética sobre la Encarnación.
            • En la página Ad Aperturam Libri, Romualdo de Gelo tiene una página titulada La Plaza de la Encarnación bastante documentada y que permite al lector, sin necesidad de hacer una búsqueda bibliográfica exhaustiva tener una idea bastante clara del devenir histórico de la plaza.
            • También en Sevillapedia se puede encontrar bastante información útil para el turista. Y una de las pocas fotos que circulan en la red de la fuente en primer plano con las setas al fondo. Tanto aquí como en la página de Romualdo de Gelo se puede leer la inscripción grabada en la pieza superior de la fuente.
            • En el blog de Fernando Alda se puede encontrar un interesante artículo titulado: Plaza de la Encarnación: ¿un nuevo ágora para Sevilla?, con unas fotos impresionantes (fijarse en la función de las escaleras) de su “toma” por la ciudadanía.
            • Una excelente recopilación fotográfica de las diversas situaciones por las que ha pasado la plaza puede encontrarse en el blog Esa Sevilla.
            • Buenas recopilaciones de fotos y de imágenes del proyecto se pueden encontrar en las páginas de Jürgen Mayer, Solaripedia, Architec (con una perspectiva isométrica de la unión de los paneles) y, por supuesto, en Skyscrepercity aunque os llevará tiempo recorrer las 47 páginas con vídeos y fotos que tiene el hilo a día de hoy.
            • Detalles técnicos, constructivos y secciones, incluso de las uniones pueden encontrarse en la página Construíble, todo sobre construcción sostenible.
            • ¿Cómo se ve desde fuera? Rowan Moore en The Guardian dice en el artículo Metropol Parasol, Sevilla: “Oh my God, it's an icon. How very last decade. Did the city of Seville not get the memo? Big, flashy buildings are out; hair shirts are in. Then again, building projects are slow things, especially when they have hugely ambitious and untried structural ideas. In 2004, when the Metropol Parasol project was launched, and Spain felt flusher than it does now, few were thinking it would open after the country was hit by one of the worst of the European Union's many financial crises. As it is, like the grandiose new City of Culture of Galicia complex in Santiago de Compostela, it looks like a late work of bubble baroque”.
            • La guinda: Urbanismo reclamará a Jürgen Mayer por el sobrecoste de Metropol Parasol.


              William Bunge en Fitzgerald

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              Continuando con el estudio de algunos hechos destacados en la historia del planeamiento urbano, hoy voy a escribir sobre el origen de los llamados “desembarcos en los barrios”. Es necesario que los más jóvenes sepan de algunas cosas “acaecidas en la prehistoria” (es decir, en el siglo XX) para no estar reinventando continuamente la rueda. No sólo con el objetivo de no repetir lo ya hecho (a veces es muy sano repetir) sino con el de conocer las dificultades de un camino abandonado en su momento pero que, probablemente, se pueda retomar con otras condiciones y en diferentes circunstancias históricas. Pienso que cuando tantos grupos de jóvenes urbanistas están tratando de transitar por la senda de la participación (espero que sea algo más que una moda) es pertinente reflexionar sobre lo que sucedió en Fitzgerald, un barrio de la ciudad norteamericana de Detroit, a finales de los años sesenta y principios de los setenta del pasado siglo veinte.

              Bill Bunge en una reunión en Fitzgerald

              Habría que advertir previamente que los geógrafos norteamericanos (a diferencia de los españoles) tienen una larga tradición como planificadores. No es el momento de plantear la cuestión profesional del urbanismo y la ordenación del territorio en España (somos el único país de Europa sin carrera de grado en la materia) pero hay que advertir, sobre todo a los arquitectos, que a lo largo del texto, cuando se habla de geógrafos hay que verlos como profesionales de la planificación urbana y territorial. Para poder entender, tanto lo que sucedió en esos momentos en Detroit como la figura de Bunge, habría que decir algo antes sobre los nuevos rumbos de la geografía en Norteamérica a finales de los años cincuenta. En aquellos momentos una serie de geógrafos, sobre todo jóvenes, estaban tratando de convertirla en una disciplina científica. Básicamente mediante la introducción de la estadística y los métodos cuantitativos en el estudio de la distribución espacial de los fenómenos humanos. Esta revolución terminó con la antigua forma de entender su ámbito e introdujo una serie de campos temáticos nuevos.

              El primer rapto de la Geografía, los números. Y segundo, el compromiso.
               Señalar en la imagen para verla más grande Geocrítica

              La llamada geografía cuantitativa significó un cambio casi revolucionario en la concepción de la disciplina. En el año 1962 Bunge había publicado Theoretical Geography. De este libro (tuvo una segunda edición ampliada en 1966) dice Cox que “tal vez sea el texto seminal de la revolución cuantitativa-espacial”. El libro comienza con un capitulo dedicado a la metodología de la geografía al que sigue otro llamado “Metacartography” en el que trata de la cartografía. Pero, probablemente, el corazón de la obra esté en el capitulo dedicado íntegramente a la teoría del lugar central. En este libro aparecen muchas premoniciones que luego desarrollará la geografía cuantitativa aunque, por supuesto, no había forma de tener previsto el desarrollo de la informática y su influencia posterior. Sin embargo es muy importante conocer estos antecedentes para entender en profundidad lo que va a intentar en Detroit. En el año 1969 Harvey publica Explanation in Geography que es, probablemente, la obra clave de la geografía cuantitativa. Resulta curioso que, tanto Bunge como Harvey, figuras centrales de la geografía cuantitativa, sean también los abanderados de la geografía radical que supone una crítica muy importante a esta forma de entender la disciplina.

              Bill y Betty Bunge

              William Wheeler Bunge Jr. (Wild Bill Bunge), nace en 1928 en La Cross, Wisconsin, sirve en la Armada durante la guerra de Corea, termina su Master en Geografía en 1955 en la Universidad de Wisconsin y consigue el doctorado en 1960 con una tesis que sería la base de su libro Theoretical Geography, publicación clave de la geografía cuantitativa. Sin embargo, esta orientación, lo mismo que hoy en día "la sostenibilidad”, fue rápidamente asimilada, sobre todo por las empresas privadas. De forma que los llamados “jóvenes turcos”, los geógrafos que abrazaron estas teorías, encontraron empleo en las industrias, en los bancos y en todos aquellos sitios que podían sacar beneficios de una nueva forma de entender el espacio como objeto susceptible de convertirse en dinero. Aunque para ello (y con la disculpa de la organización eficiente de la ciudad) se diera carta de naturaleza a la segregación social y racial o a que los programas de “Renovación Urbana” en realidad se convirtieran en mecanismos de gentrificación. Cuando Bunge encontró trabajo como profesor en la Wayne State University, y se fue a vivir a Fitzgerald (un barrio situado al noreste de Detroit, en una zona intermedia entre el ghetto de la llamada “ciudad de la muerte” y la opulencia de la “ciudad de la abundancia”) se encontró ante un grave problema ético al constatar que los métodos cuantitativos en realidad se estaban utilizando para especular a costa de los más desfavorecidos.

              Fragmento de la portada de Fitzgerald: Geography of a Revolution

              Bunge se había encontrado con la realidad a la que se refiere Peet cuando afirma que “el desarrollo de la geografía cuantitativa está íntimamente ligado a los intereses industriales y comerciales”. De forma que, a final de los años sesenta, empieza a redactar su libro Fitzgerald: Geography of a Revolution, publicado en 1971, y que supone un cambio de rumbo muy importante respecto a sus planteamientos anteriores. ¿Qué había pasado? Cuando Bunge llega al barrio se da cuenta de los procesos brutales de especulación que se estaban produciendo, acompañados de una fuerte represión, y en lugar de refugiarse en su torre de marfil de la investigación abstracta en la Universidad, decide poner sus conocimientos al servicio directo de la comunidad. La obra relata mediante fotografías, mapas y otros documentos, las transformaciones del barrio. Según Peet el libro se escribe en un momento en el que “la composición racial del barrio, hasta el momento blanca, se vuelve mayoritariamente negra. Los sentimientos que trae consigo este cambio, el papel activo de las comunidades, las luchas contra su transformación en barrio de chabolas, la huida de las zonas de blancos (white flight), el papel de las barriadas desfavorecidas en la ciudad moderna, la discriminación policial y la cuestión del racismo, impregnan el libro de principio a fin”. Esta "fuga blanca" significa también una huida de la base impositiva ya que los impuestos a la propiedad en USA pagan muchos de los servicios sociales. Habría que añadir, además, los problemas que crea este ambiente en la infancia y conflictos institucionales al estar el barrio repartido entre dos organismos con diferente grado de compromiso con los residentes.

              El ya célebre mapa de niveles de renta de Detroit

              Para poder entender algunas cosas habría que decir que cuatro años antes se había producido la brutal represión de la "Revuelta de los Negros" en Detroit que impacta a Bunge de forma muy importante (a pesar de que, al parecer, en Fitzgerald tuvo menor incidencia), hasta tal punto que la foto que abre la introducción del libro es la de un tanque del ejército federal en medio de una calle al sur de Fitzgerald. Cuenta que “hubo personas asesinadas, golpeadas y violadas. Recuerdo a un niño del barrio acribillado a balazos”. Como dicen Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier en “William Bunge, le géographe révolutionnaire de Detroit”, esta revolución a la que alude Bunge debe ser entendida como “la lucha de la clase obrera negra por su emancipación después de la fallida revuelta de 1967. Se trata de analizar la vida de unas personas atrapadas en las contradicciones del capitalismo y la puesta en marcha de estrategias para sobrevivir en un entorno sometido a un proceso de degradación. Esta emancipación del proletariado negro de Detroit es, para Bunge, inseparable de una revolución ‘ecológica’ o ‘biológica’, es decir de una transformación de la relación entre el hombre y su entorno”.

              Un tanque al sur de Fitzgerald, julio, 1967

              Pero el libro de Bunge no se entendería sin la llamada Expedición Geográfica de Detroit (Detroit Geographical Expedition and Institute, DGEI), una misión cartográfica y educativa de carácter radical llevada a cabo entre 1968 y 1970. La DGEI impartió cursos sobre urbanismo en colaboración con la universidad. Primero con la Wayne State University (donde empezó su labor universitaria en 1962) hasta que le despiden por lenguaje soez. Luego, en 1969 la University de Michigan los patrocina por un año y, por último en 1970 los acoge la Michigan State University. Se facilitaban aulas y materiales y gran parte del profesorado era voluntario. El curso, dirigido sobre todo a los negros de los barrios más deprimidos, estaba controlado directamente por la comunidad. Bunge organizó la DGEI en colaboración con una de sus alumnas, Gwendolyn Warren, una chica negra de dieciocho años activista vecinal que, según Hovarth enseñó a Bunge “un poco de sentido” mientras ella aprendía de éste “un sentido de la escala” (tomado de Mattson). Este enfoque tuvo bastante repercusión atrayendo a expertos de toda USA a las instalaciones libres del campus de la Wayne State University. Las clases se centraron en dos cursos: cartografía y aspectos geográficos de la planificación urbana. El resultado más visible fue un informe a los padres de familia sobre la descentralización de las escuelas.

               Reproducción del artículo de Horvath en Antipode

              Es ya famosa la comparación entre este informe producido mediante las enseñanzas de estos cursos (que costó unos 200$) y el realizado por el Consejo de Educación con una ayuda de 350.000$ de la Fundación Ford. El cuadro, reproducido, de un artículo de Horvath publicado en el número 3 de Antipode (1971) puede verse arriba. Las cifras no requieren más explicación sobre las intenciones de cada colectivo a la hora de realizar la descentralización escolar. En este mismo artículo Horvath publica un cuadro de la evolución en el número de estudiantes matriculados en estos cursos que pasan de unos cincuenta en el verano de 1968 a cerca de quinientos en la primavera de 1970. Es en este año cuando termina todo. Bunge es expulsado de la Universidad por “exponer a las chicas blancas a la violación” y “querer reducir la universidad a cenizas”. En realidad había sido incluido en la célebre “lista negra” de radicales del 65 recopilada en 1970 por el House Un-American Activities Committee. Entonces se marcha a Canadá pero esa es ya otra historia. Simplemente para terminar su biografía habría que reseñar que le esperaban otras expediciones en Montreal, Londres, Toronto o Quebec, con nuevos expedientes sancionadores que le llevarían, como provocación, a ganarse la vida como taxista, convirtiéndose en un auténtico y genuino folk geographer.

              Fragmento de la conocida “lista negra” Indiemaps
               Bunge, el noveno en la columna de la izquierda

              Es casi imposible hablar de Bunge sin referirse a la Geografía Radical, la Unión de Geógrafos Socialistas y la revista Antipode, pero yo lo voy a intentar para que este artículo no se convierta en un libro. También tendría que haber mencionado muchas otras cosas de este personaje tan peculiar. Como, por ejemplo, la publicación de Nuclear War Atlas en 1988, o su último artículo conocido publicado en 1998 (“Where are the Germans?”) en un número de Northstar Compass dedicado ¡a restablecer el estado socialista en la Unión Soviética! Sin embargo quería centrarme en la DGEI como un nuevo método de abordar la relación del planificador físico con la sociedad y una forma diferente de enfocar la enseñanza y la investigación en planificación urbana. Y ello, independientemente, del ámbito disciplinar de la geografía en el que no debería entrar muy a fondo ya que me encuentro bastante más inseguro que en el mío. Pero tampoco querría dejar de mencionar su forma de entender la disciplina. Frente a una geografía universitaria basada en el “trabajo de gabinete” con datos numéricos, vaciados bibliográficos y teorías abstractas, propone la vuelta al “trabajo de campo” y contacto con la realidad social. 

              Gwen Warren (a la derecha) colaboradora de Bunge en la DGEI

              Desde mi punto de vista la importancia de la DGEI radica en que ofrece un enfoque distinto (eso sí, radical) de la participación en cuestiones relacionadas con el planeamiento. Dice Horvath en el artículo mencionado en el párrafo anterior que “Bunge quería investigar acerca de la sociedad negra pero, a la vez, pensaba que ésta tenía que aprender a hacerlo por su cuenta”. Esta forma de plantear la participación (como una suerte de “investigación en la acción”) no se limitó a proponerla de forma teórica, sino que la llevó a la práctica. En realidad, tal y como dicen, Popelard, Elie y Vannier: “El programa de investigación de Bunge es, en sí, una revolución. Se trata de invertir el orden de prioridades: la investigación no debe estar guiada por objetivos académicos, sino por la dimensión práctica del compromiso del geógrafo, de estar con la población que estudia”. Si en lugar de hablar “del compromiso del geógrafo” hablamos del “compromiso del planificador” o de “compromiso del investigador” podrá entenderse claramente cual es la intención que me ha movido a escribir este artículo.

              Niño negro solo en el patio del colegio de Fitzgerald

              En realidad ¿qué hizo Bunge en Fitzgerald? La descripción del proceso de “inmersión” en el barrio aparece en varios textos y su resumen es sencillo: primero contactó con las organizaciones vecinales, trabajó codo con codo con ellas e intentó poner sus conocimientos al servicio de la comunidad. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, en realidad, las personas con las que había trabajado sabían bastante más del barrio que él. Entonces les enseñó a sistematizar sus conocimientos, a construir mapas con ellos, a analizarlos con herramientas que desconocían. Es decir, formó geógrafos populares (folk geographers), dotándolos de las herramientas necesarias para poder entender que sucedía en el barrio y ver con sus propios ojos como, en realidad, Fitzgerald estaba siendo objeto de especulación por parte de los agentes urbanizadores y los propietarios. También el camino para poder salir de esta situación. Era otro mundo, frente a la actitud de aquellos geógrafos cuantitativos (insisto, léase planificadores o urbanistas) puestos al servicio de los especuladores y las empresas de urbanización, cuyo objetivo prioritario era la obtención de beneficios económicos. Por supuesto que no todos los geógrafos cuantitativos servían a la especulación y además, parte de las teorías cuantitativas están en la base de la geografía radical. Es decir, no es que la geografía cuantitativa sea mala ni buena sino que, probablemente y en determinadas condiciones, es más fácil de utilizar por aquellos que van en busca de las llamadas "rentas no productivas".

              Siete veces más para los adultos que para los niños
               Alguno de los mapas más experimentales de Bunge

              Es evidente que la propuesta de Bunge y la experiencia de la DGEI tienen sus limitaciones. Casi todas derivadas de la imposibilidad de llevar este tipo de expedición a ámbitos mayores que el barrio. Pero sí que podemos extraer algunas enseñanzas útiles para la situación actual, independientemente de los planteamientos políticos de Bill, con los que se podrá coincidir o no, pero que actualmente no parece que supongan una solución aceptable (aunque la verdad es que no se ven demasiadas soluciones, aceptables o no, a los problemas de hoy). En su ámbito, Bunge proponía una revolución. A pesar de las dificultades de admitir el hecho revolucionario en una sociedad como la actual, lo cierto es que todas las revoluciones han supuesto, como mínimo, un revulsivo al status vigente. Y los propios sistemas necesitan a veces estos revulsivos para depurar sus “códigos erróneos”. Esto puede producirse a muchos niveles. Desde el personal (nuestras vidas privadas necesitan, a veces, un replanteamiento global, bien de los presupuestos, bien de la praxis) hasta el social, en relación directa con la política y las ideologías. Pero también las propias disciplinas es bueno que, cada cierto tiempo se vean sometidas a sacudidas más o menos violentas. De la propuesta de la DGEI ya han sido asumidos algunos planteamientos en diversos ámbitos como la enseñanza o la investigación en planificación.

              Actividades locales colectivas

              De los relacionados con el urbanismo podríamos destacar dos. El primero es la necesidad del contacto con la realidad. Los números, las teorías, los indicadores, son útiles pero, dada la complejidad del fenómeno urbano, siempre pueden quedar ocultos aspectos fundamentales o críticos que solo el trabajo de campo es capaz de proporcionar. Lo cierto es que Bunge entendía este trabajo de campo como una forma de activismo, lo que implicaba un compromiso político con los ciudadanos. Sin llegar a esos extremos (o llegando si es necesario) la visión del urbanista es imprescindible que incluya como fundamental este contacto con la realidad. Casi una inmersión o un "bautizo" en la comunidad. La segunda es la constatación de que, si se producen las condiciones adecuadas, los propios residentes son los que mejor conocen el sitio en el que viven. Por tanto, una de las labores fundamentales del urbanista en materia de participación es la de suministrar a los vecinos los instrumentos adecuados para que puedan analizar y sistematizar por sí mismos la realidad que habitan. Si Bunge lo pudo hacer en Fitzgerald con una sociedad casi sin estudios, con problemas infinitos para sobrevivir, es que se puede. Claro que, para eso, es imprescindible una palabra que nos cuesta mucho pronunciar: compromiso. Sé que no está de moda, pero un profesor no puede renunciar a que sus alumnos conozcan que existe, estando además convencido de que es la base de buena parte de las soluciones de los problemas que nos urge resolver.

              La gente que diseña no sabe realmente para quien diseña
               Owen Klugel, planificador de Fitzgerald

              Por cierto, si alguien está interesado en conocer la situación actual de la ciudad de Detroit (bueno, la situación en el 2010) puede leer el artículo de Popelard y Vannier en Le Monde Diplomatique titulado “Detroit, la ville afro-américaine qui rétrécit”. Puede encontrarse con cosas como una tasa de paro en el 2009 del 28,9% (la oficial, la real se estimaba en el 40%). Sorpresas de la vida, o “quien no se consuela es porque no quiere”. Lo digo porque la tasa de paro en España a día de hoy está sobre el 25%, décimas arriba o abajo. Si a esto añadimos que el analfabetismo funcional roza el 50% y que la ciudad ha perdido casi un millón de habitantes desde los años cincuenta, puede ser interesante ver como enfocan estos problemas a día de hoy. Quien tenga interés puede visitar la página del Detroit Works Long Term Planning para hacerse una idea de como se está intentando conectar con la población. En esta página se comunican los resultados de cinco equipos de investigación que están trabajando en el tema. Por último, para los que quieran conocer el caso tan singular de Detroit y como se ha llegado a esta situación pueden leer el Ci[ur] nº 63 de Beatriz Fernández Águeda titulado "Evolución urbana y memoria de la ciudad industrial. Futuros para la ciudad de Detroit". Mi intención era haber escrito sólo sobre Fitzgerald pero, al final, me resultó inevitable hacer una referencia a la ciudad. Un consejo, aquellos que no conozcan Detroit y que quieran ver una "ciudad (no me sale el calificativo, digamos que alucinante)" les aconsejo que se den un paseo por su calles mediante Street View que es un modo de viajar barato y sostenible.

              Evolución de la superficie urbana de Detroit Ci[ur] 63

              Bueno, para terminar os animo a que leáis algunos de los textos que figuran abajo. A su recopilación, y a entender la situación actual de la ciudad, me ha ayudado María José Arquero, una de mis mejores alumnas de doctorado que está ahora de Assistant Professor de Arquitectura y Planeamiento Urbano y Regional en el Taubman College de la Universidad de Michigan. No es sencillo encontrar en Internet cosas sobre William Bunge (no hay más que ver lo que aparece en la Wikipedia) pero no podéis dejar pasar tres enlaces fundamentales. En español, el artículo de Kirk Mattson en Geocrítica. En inglés el de Indiemaps con multitud de enlaces interesantes. Y en francés el de Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier. Abajo tenéis los enlaces.Todas las imágenes que aparecen en el artículo sin citar procedencia son del libro de Bunge, Fitzgerald: Geography of a Revolution.

              Materiales básicos
              • Mattson, Kirk. “Una introducción a la geografía radical”, Geocrítica, nº 13, enero de 1978.
              • Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier. “William Bunge, le géographe révolutionnaire de Detroit”, en Les Blogs du Diplo, Le Monde Diplomatique, 29 de diciembre de 2009.
              • La mayor cantidad de información se puede encontrar en el artículo “Wild Bill Bunge” de 16 de marzo de 2010 en Indiemaps.
              • Por supuesto, los libros de Bunge citados: Theoretical Geography. Lund, Sweden: Gleerup. (1962); Fitzgerald: Geography of a Revolution. Cambridge, Mass.: Schenkman Pub. (1971); Nuclear War Atlas. New York, Basil Blackwell Inc. (1988).
              Artículos de interés
              • Bunge, W y Peirce F L. (1974) "Fitzgerald from a distance", Annals of the Association of American Geographers, Vol. 64, No. 3, pp. 485-489.
              • Cox, K.R. (2001). “Classics in human geography revisited: Bunge, W., Theoretical Geogarphy”, en Progress in Human Geography 25(1): 71-73.
              • Gómez de Mendoza, J. (1988), “Las expediciones geográficas radicales a los paisajes ocultos de la América urbana”, en Viajeros y paisajes, Alianza Editorial, Madrid, pp. 151-174.
              • Horvath, R. J. (1971), “The ‘Detroit Geographical Expedition and Institute’ Experience”, en Antipode. A Radical Journal of Geography, vol. 3, nov, pp. 73-85.
              • Peet, R. (1977), “The development of the radical geography in the United States”, en Peet, R (Ed.): Radical Geography, alternatives viewpoints on contemporary social issues, Maaroufa Press, Chicago.
              • Popelard, A. et P. Vannier, (2010-2011), “Detroit, la ville qui rétrécit”, en Manière de voir. Le Monde diplomatique, núm. 114, Paris, pp. 54-55.


                Infraestructura verde urbana

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                Acabo de llegar de Vitoria-Gasteiz donde he estado en un Taller Internacional sobre Paisaje. Los participantes, de diferentes países, eran casi todos estudiantes de cursos de postgrado, postgraduados o doctorados en paisaje, arquitectura y urbanismo. Nos encargamos del taller: Emanuel Carter, Director de Arquitectura del Paisaje de la Escuela de Ciencias Ambientales y Forestales de la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY-ESF); Anne Whiston, profesora de Planificación y Arquitectura del Paisaje del Departamento de Planificación y Estudios Urbanos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT); Timothy Beatley Profesor de Comunidades Sostenibles del Departamento de Planificación Urbana y Medioambiental de la Universidad de Virginia (UVA); y yo mismo. No voy a describir el desarrollo del taller ni sus resultados sino que, como resumen de las dos semanas de discusiones, expondré como entiendo ha variado el concepto de zona verde en los últimos años. Me basaré en una ponencia que leí al día siguiente de haber finalizado el taller, en la Jornada Internacional que se celebró en la misma ciudad, sobre el “Papel de los espacios naturales urbanos y periurbanos” titulada: “Los espacios verdes urbanos, ¿equipamiento o infraestructura?”

                El anillo exterior y los conectores que conforman el anillo verde interior
                 Señalar en la imagen para verla a mayor tamaño

                En el taller se trataba de abordar un problema bastante complejo: buscar las potencialidades del llamado “anillo verde interior” de la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Esta ciudad de la que ya he hablado en otros lugares del blog y que, ha sido designada Capital Verde Europea 2012 por méritos propios, tiene una larga tradición de “planeamiento verde”. Es conocida mundialmente por su anillo verde periurbano y ahora está intentando ampliarlo a un segundo anillo exterior que incluya las montañas que rodean la llanada con las áreas agrícolas y aldeas, conectándolo mediante una serie de corredores que, atravesando la ciudad, continúen hacia las montañas y configuren una auténtica red de áreas naturales. Esta parte está explicada detalladamente en el artículo de este blog titulado "Infraestructura Verde". Los conectores interiores al cruzarse entre sí configuran un anillo urbano que era el objeto del taller. Al finalizar se plantearon propuestas concretas pero, como siempre, probablemente lo más interesante fue el proceso y las discusiones que tuvieron lugar. Apareció también la necesidad de definir el sentido que le damos actualmente a las llamadas zonas verdes debido a la proliferación de un vocabulario colateral (redes ecológicas, infraestructura verde y otras) sin aclarar.

                Imagen del taller en plena actividad

                Para intentarlo, voy a partir de nuestra antigua Ley del Suelo y sus Reglamentos. El sistema de espacios libres en el planeamiento español aparecía como una obligación del agente encargado de la urbanización, su carácter era el de dotación, y tenía la misma consideración que los centros culturales y docentes, deportivos, comerciales, sociales o aparcamientos. O sea, lo que en urbanismo entendemos por “equipamiento”. El hecho de que se considerara como sistema es circunstancial, lo importante es qué era eso de una “zona verde”. El módulo mínimo de reserva para este tipo de espacios era del 10% de la superficie total del polígono. Luego estaba la discusión de si era de uso y dominio público, o sólo de uso, etc., pero que es irrelevante para la cuestión que quiero plantear. Lo que me interesa es destacar que las zonas verdes (para entendernos) se consideraban en el mismo rango de “cosas” que un centro cultural, un comercio o un aparcamiento. Esta forma de verlo se reforzaba claramente si atendíamos al detalle. Por ejemplo, para polígonos residenciales, dentro del 10% reservado a espacios libres (y para el caso de conjuntos de hasta 18 viviendas) la superficie de dominio público sería de 15 m2 por vivienda para jardines y 3 m2 para juegos infantiles. En general, esta forma de considerar las áreas verdes en zonas urbanas se ha seguido manteniendo, tanto en la doctrina como en la opinión pública a través de las modificaciones sucesivas de la legislación del planeamiento en casi todas las comunidades autónomas.

                Fragmento plan parcial Valdecarros (Vallecas, Madrid), MadridesMadrid

                Al hablar de estas cuestiones tropezamos también con problemas de vocabulario. Probablemente sería mejor hablar de espacios no cementados más que de espacios verdes ya que la expresión “espacio verde” suele estar asociada a árboles y césped. Y la de "espacios libres" incluye áreas urbanas como plazas o calles que, no en todos los casos pueden considerarse como zonas verdes, áreas verdes o áreas de naturaleza. De cualquier forma, hecha la aclaración, a partir de ahora voy a hablar de “zonas verdes”, “espacios verdes”, “zonas verdes urbanas” o “áreas verdes” de forma indistinta para referirme a espacios urbanos no cementados que conservan ciertas características de naturalidad aunque no necesariamente tengan césped, árboles o arbustos. En el año 1999 el Servicio de Bosques de EEUU y otras entidades conservacionistas y agencias federales institucionalizaron el término Infraestructura Verde con la idea de crear una red interconectada de áreas naturales (básicamente parques) que se visualizara de forma parecida a como lo hacen otras infraestructuras urbanas como, por ejemplo, la eléctrica o la de comunicaciones.

                Espacios no cementados, Muévete por tu espacio

                El concepto de infraestructura verde se ha ido ampliando cada vez más hasta el punto que ha llegado a plantearse en su más amplia acepción posible “como todo el sistema natural que soporta la vida posibilitando los procesos ecológicos, sosteniendo la flora y la fauna y manteniendo los recursos”. Es evidente que la naturaleza es el soporte imprescindible para la existencia de áreas urbanizadas. Sin naturaleza no sería posible la ciudad. Sin embargo, la función de infraestructura a la que nos estamos refiriendo se puede entender de forma menos genérica y referirla a aspectos más concretos del funcionamiento de la misma. Y es en las áreas periurbanas donde mejor se aprecia esta forma de entender “lo verde” (con comillas) como infraestructura. Porque en las áreas más puras de naturaleza y más alejadas de la urbanización esta función se diluye en la más general de posibilitar los procesos biológicos y, probablemente, más que como una red deba ser entendida como la matriz en términos de ecología del paisaje o de soporte de vida en términos sistémicos. Parece fuera de duda el hecho de que “lo verde”, entendido como naturaleza, juega un papel esencial para posibilitar la mera existencia de la urbanización. Lo más curioso es que, al principio (y todavía hoy, en parte), el concepto estaba íntimamente ligado a los parques, que desde el punto de vista de la conservación, tienen una cierta vocación de “equipamiento” en el sentido de que se justifican, en parte, por el hecho de su disfrute por los ciudadanos.

                Fragmento de borrador del plan de infraestructura verde
                 Montgomery, Maryland, Montgomery Planning

                Esta forma de plantearlo, como un ambiente natural frente al ambiente construido, ha llevado a algunos autores a oponer la llamada infraestructura verde a la infraestructura gris, constituida por el conjunto de redes artificiales que soportan la urbanización. Parece claro que el concepto de infraestructura verde debe tener algún elemento diferenciador respecto al de naturaleza sin más ya que, en caso contrario, no sería necesario inventar expresiones nuevas. Sucede lo mismo que el concepto de infraestructura gris respecto a la ciudad. Lo mismo que la infraestructura urbana no es la ciudad, la infraestructura verde tampoco es la naturaleza. El elemento diferenciador viene, obviamente, de la primera parte de la expresión: el término infraestructura. Aquellas funciones o elementos de la naturaleza necesarios para el funcionamiento de las áreas urbanizadas probablemente deberían de formar parte de esta infraestructura verde frente a aquellos más antrópicos que constituirían la infraestructura gris.

                Infraestructura gris, colector de pluviales en Valencia, cyes

                Según el diccionario de la Real Academia una infraestructura “es el conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para la creación y funcionamiento de una organización cualquiera”. Y pone algunos ejemplos: infraestructura aérea, social o económica. Todos tenemos claro los elementos que constituyen, por ejemplo, la infraestructura eléctrica: elementos de generación, de almacenamiento, de distribución y de consumo. O la de saneamiento: colectores, arquetas, derivaciones o depuradoras. Cabría preguntarse, análogamente, cuales serían los elementos que constituyen la infraestructura verde. Es muy posible que en este caso la discusión fuera mayor pero, probablemente, todos estaríamos de acuerdo en señalar algunos: ríos, humedales, bosques, hábitats de la vida silvestre, lagos, o los corredores que unen algunos de los anteriores.

                Verde como infraestructura, laminación de avenidas del río Zadorra
                 Vitoria-Gasteiz, España CEA, el anillo verde interior

                Si nos centramos en las zonas periurbanas ¿a qué nos estamos refiriendo cuando pensamos en “el verde” (insisto en las comillas) como una infraestructura? Si volvemos a la definición del RAE “conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para la creación y funcionamiento de una organización cualquiera” se trataría de buscar aquellos elementos o aspectos del verde que sirvieran para el funcionamiento de elementos concretos y específicos de la ciudad. Aunque luego me detendré algo más en algunas de las funciones básicas de las zonas verdes en el caso más urbano, ahora para las zonas periurbanas y a modo de ejemplo, y para saber de qué estamos hablando me gustaría citar algunas: regular el régimen hidrológico mediante el control de escorrentías, erosión del suelo e inundaciones; garantizar la continuidad y disponibilidad de la flora; aprovisionar espacios para la movilidad y otros para la supervivencia de la fauna aumentando la biodiversidad; actuar como sumidero de CO2 y de otros elementos contaminantes; y otros muchos de los que el anillo verde de Vitoria es un ejemplo paradigmático.

                Verde como equipamiento, corriendo al borde del río Zadorra
                 Vitoria-Gasteiz, España, elcorreo.com

                Estas funciones de infraestructura de las áreas periurbanas no deberían hacernos olvidar que las áreas verdes tienen también una clara función de equipamiento. Es decir, la de ofrecer a los ciudadanos unos espacios dedicados al esparcimiento, la socialización, la realización de ejercicio físico o el contacto con la naturaleza. Podríamos decir que en estas áreas fuera de la ciudad pero que no llegan a ser naturaleza en estado puro, la función ecológica, vital en las zonas menos antropizados del territorio, cede lugar (aunque sin dejar de tener una gran importancia) a su función como infraestructura y como equipamiento. De forma que ya podemos ver una cierta gradación que se debería reflejar en el manejo de estas áreas: en las menos antropizadas la vocación ecológica del territorio debería ser la prioridad, y en las más cercanas a la ciudad esta vocación debería ser compartida con la de infraestructura y equipamiento en el sentido explicado anteriormente.

                Humedales Ramsar en Salburua, anillo verde
                 Vitoria-Gasteiz, España CEA, el anillo verde interior

                Sin embargo si nos adentramos en las zonas más urbanas de la ciudad cabría plantearse si, realmente, esta función de infraestructura tiene una importancia suficiente como para considerarla y en qué lugar queda la ecológica, ya que la vocación como equipamiento de las “áreas verdes” (siempre con comillas, es decir con prevención) parece que es la prioritaria, incluso como hemos visto al comienzo, desde el punto de vista legal. O por lo menos así ha sido al principio. Pienso que lo procedente sería analizar algún ejemplo paradigmático que nos ayudara a comprender su sentido. Supongo que uno de los más significativos para todos será el de la salud de los ciudadanos. La cuestión de la salud pública, abandonada progresivamente por el planeamiento urbano desde que en 1848 se aprobó la primera ley higienista de la era moderna, parece que empieza a volver a entenderse como una de las prioridades del urbanismo. Pues bien, se trata de un ejemplo perfecto para visualizar como ha ido variando el concepto de zona verde desde un mero equipamiento a una infraestructura.

                Recuperación del estrés, Ulrich, 1991
                Señalar la imagen para verla más grande, garysturt

                Los beneficios físicos y mentales que una adecuada distribución de zonas verdes en la ciudad trae consigo deberían ser más conocidos por todos aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de organizarla y, por supuesto, los colectivos ciudadanos para su exigencia. Reducciones constatadas de más del 20% en farmacopea de las personas mayores o una recuperación de los picos del nivel de estrés mucho más rápida en ambientes verdes frente a otros cementados deberían ser datos conocidos por todos aquellos que organizan o diseñan la ciudad. Esta visión de nuestras áreas verdes urbanas como un equipamiento es la tradicional y la que responden los 18 m2 por vivienda (15 de verde más 3 de juegos infantiles) del planeamiento tradicional en España. Desde este punto de vista la función de recreo, de socialización, de necesidad de contacto con la naturaleza para el equilibrio mental y de realización del necesario ejercicio físico es la que, en teoría, se encuentra en los estándares propuestos. La ley no decía nada de su distribución por la ciudad, ni tan siquiera de su accesibilidad por parte de los ciudadanos, lo que planteó no pocas reivindicaciones vecinales ante “zonas verdes” en taludes de más del 45%, en áreas residuales, o alejadas muchos metros de las viviendas, y que no permitían esta función de equipamiento para la salud física y mental.

                Los árboles como almacenes temporales de CO2

                Pero resulta que la salud también responde ante la vocación de las zonas verdes como infraestructura. Es suficientemente conocida la función de las hojas de los árboles relacionada con la fijación de determinados tipos de contaminación aérea limpiando el aire. Y por supuesto, la capacidad de los suelos para absorber, retener, filtrar y purificar el agua. O las posibilidades de reducir la contaminación acústica o aumentar el confort de zonas concretas del microclima urbano. Y eso por no hablar de las posibilidades que tienen como sumideros de CO2 y su relación con la salud en ámbitos no locales sino planetarios. Vemos, por tanto, como para un mismo objetivo, la salud, las zonas verdes urbanas pueden ayudar a conseguirlo de forma eficiente, tanto en su función de equipamiento como de infraestructura verde. Este solapamiento de ambas funciones no ayuda precisamente a clarificar sus objetivos ni a dimensionar su superficie, o a establecer las condiciones de su diseño. Por eso resulta imprescindible empezar a considerarlas en su doble aspecto para evitar sobredimensionarlas o distribuirlas de forma inadecuada.

                A veces, en ambientes urbanos no es sencillo
                 conectar ecológicamente algunas zonas verdes

                Y si dejamos de focalizar la cuestión en la salud pública, los ejemplos de funcionamiento eficiente y económico de las zonas verdes son innumerables y deberían hacernos reflexionar sobre la necesidad de empezar a pensar en términos de estándares diferentes según las distintas funciones que deben cumplir como infraestructura. Esta forma de entender las zonas verdes urbanas como infraestructura va algo más allá de las primeras propuestas norteamericanas de infraestructura verde para las cuales era fundamental el funcionamiento en red. A veces, en una ciudad es prácticamente imposible construir una red física que una entre sí todos y cada uno de los elementos que constituyen “el verde urbano” lo que no debería invalidar su carácter de infraestructura. Es decir, su carácter como “conjunto de elementos o servicios que se consideran necesarios para el funcionamiento de aspectos concretos de la ciudad”. Por ejemplo, una gran rotonda separada por vías de tráfico de cualquier posibilidad de unión con el resto de zonas verdes de la ciudad, no por el hecho de estar desconectada deja de estar invalidada para cumplir una función de infraestructura (por ejemplo, sumidero de CO2 o fijación de la contaminación aérea).

                Aún así pueden funcionar como equipamiento, por ejemplo
                 rebajando los niveles de estrés de los conductores

                Por supuesto sería necesario considerar el hecho de si su mera existencia sería más gravosa desde el punto de vista ecológico o económico que, sencillamente, una rotonda pavimentada. Deberíamos de tomar en consideración que, debido al hecho de su aislamiento y la imposibilidad consiguiente de funcionar de forma más cercana a la natural y tener que hacerlo como “imitación de la naturaleza”, su creación y mantenimiento podrían ser muy gravosos. El problema es que en áreas urbanas lo normal es que no sea tan sencillo aislar la función “infraestructura” de la función “equipamiento”. En el ejemplo de la rotonda, el mero hecho de la existencia de un paisaje visual natural (que funciona, básicamente, como un equipamiento) que permitiera rebajar los picos de estrés de los conductores habría que añadirlo al haber en el balance global a tener en cuenta.

                Vitoria-Gasteiz, eje piloto de intervención que incluye la recuperación del cauce del Batán
                 Señalar la imagen para verla más grande CEA, el anillo verde interior

                En cualquier caso estamos empezando a entender que una “zona verde” (con comillas) en una ciudad es algo más que un equipamiento, es decir (por ejemplo) que un parque urbano que es capaz de rebajar de rebajar nuestros picos de estrés en mucho más rápidamente que un área cementada. También que es algo más que una infraestructura, es decir (por ejemplo) un sumidero de CO2 o un filtro de la contaminación. Es también el recuerdo de esa naturaleza a la que, le dimos la espalda para encerrarnos en un hábitat que pronto fue el nuestro. Decía Ortega que “se reconoce el hombre cuando aparece la naturaleza deformada”. Y esto no es ni malo ni bueno, es así. Por tanto se va abriendo paso la idea de que las zonas verdes urbanas presentan tres componentes esenciales a los que deberíamos atender. En primer lugar son verdaderos equipamientos urbanos con sus requisitos propios y específicos que deberían atender al esparcimiento, la socialización, la realización de ejercicio físico o el contacto con la naturaleza de la población. En segundo lugar, de forma similar a la infraestructura gris, se comportan como una auténtica infraestructura (en este caso verde), es decir, como el conjunto de elementos naturales puestos al servicio del funcionamiento de aspectos concretos de la ciudad. Y, por último, la función ecológica, no sólo como memoria que nos recuerde a qué hemos renunciado para recluirnos en un hábitat distinto al natural, sino también, por ejemplo, como aumento de la biodiversidad o para garantizar la continuidad y disponibilidad de la flora y de la fauna.

                Vitoria-Gasteiz, eje piloto de intervención, sección
                 Señalar la imagen para verla más grande CEA, el anillo verde interior

                Quizás después de este largo artículo se pueda entender el titular de una entrevista que me hizo Icíar Ochoa para “El Correo” y que decía textualmente: “Vitoria tiene demasiadas zonas verdes”. Efectivamente Icíar tiene razón y yo dije eso. Lo que habría que aclarar es a qué zonas verdes me refería. En un par de líneas del texto puede entenderse algo cuando digo: “Mire, Vitoria tiene demasiados espacios verdes. Si se sienta media hora en uno de ellos verá pasar en ese tiempo a cinco personas. Su uso es pequeñísimo. Pero eso tiene una ventaja tremenda. Esas áreas son en realidad reservas. En un momento dado, las generaciones futuras pueden cambiar el rumbo de la ciudad, porque hay margen para ello”. Todos los que hayáis conseguido llegar hasta aquí leyendo el artículo entero entenderéis el sentido de estas palabras y como la cantidad de zonas verdes a las que me refiero que son excesivas son las que tienen básicamente la función de equipamiento. Dado que todavía no estamos en condiciones de dimensionarlas como infraestructura, es muy posible incluso que sean pocas para atender al funcionamiento de aspectos esenciales de la ciudad. Y entenderéis también que ambas funciones pueden (y algunos casos deben) de solaparse, pero probablemente no en todos sus puntos.

                Analizando el anillo interior de Vitoria-Gasteiz Foto Igor Aizpuru para El Correo

                Después de la experiencia con Icíar (la entrevista duró más de media hora) cada vez me reafirmo más en mi idea de que no me importa que el blog esté en el extremo opuesto a un tuit y que la lectura de cada artículo requiera un esfuerzo considerable por parte del lector. Las cuestiones tratadas son muy complejas y no es cierto que se puedan considerar de forma simple. Es posible que existan soluciones simples a problemas complejos. Pero el análisis de una situación compleja siempre será complejo y difícilmente reducible a 140 caracteres o a un titular de un periódico. También comprendo que la Web nos ha acostumbrado saltos en el tiempo y en el espacio con la consiguiente necesidad de impactos continuos. Lo más asombroso de todo es que, con estas condiciones, haya tanta gente que dedique una parte importante de su tiempo a leer cada artículo. No me gusta dar información sobre el número de lectores, o páginas porque este blog no está pensado para ganar ninguna competición de popularidad (más bien lo contrario, va dirigido a un nicho de lectores pequeño, específico y seleccionado), pero hoy voy a hacer una excepción: la duración de la visita que, en el 2007 era de apenas 30 segundos, sobrepasa ahora los cuatro minutos. Esto significa que leéis de verdad los artículos. Gracias a todos.

                A Coruña, esculturas en el paisaje

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                Hace unos días estuve en A Coruña en el tribunal de una tesis doctoral. Después de la lectura, junto con Juan Antonio, el ya doctor, su mujer Eugenia y parte del tribunal, comimos en un restaurante que hay en el mirador de San Pedro desde el que se disfrutan unas vistas excepcionales. En uno de los extremos del panorama, la torre de Hércules, el faro romano declarado Patrimonio de la Humanidad y símbolo de estas tierras, me traía a la memoria recuerdos maravillosos de la última vez que estuve contemplando el mar desde los acantilados cercanos: el tranvía, las esculturas, las olas, el verde mezclado con el azul. Tenía que volver allí y escribir sobre La Caracola de Moncho Amigo, los Menhires de Manolo Paz, o el Hércules tallando la nave de piedra que el ya fallecido Gonzalo Viana colocó camino del Campo de la Rata. Como era viernes, decidí quedarme el fin de semana, pero cuando intenté llegar al faro, pronto me dí cuenta de que las cosas habían cambiado. La más importante era que hacía ya un año que no circulaba el tranvía turístico que rodeaba la península a lo largo de todo el borde marítimo.

                La Torre de Hércules desde el mirador del monte San Pedro  Lucho

                La historia del tranvía coruñés se remonta a principios de siglo. En el año 1901 se crea la “Compañía de tranvías de La Coruña” y se inicia el primer servicio el 1 de enero de 1903. A través de una serie de complejos acontecimientos se amplia la explotación a trolebuses y autobuses, que fueron sustituyendo paulatinamente a los tranvías, y en julio de 1962 (después de la introducción de los autobuses de dos pisos) cierra la última línea entre la Plaza de la Mina y la Ciudad Jardín. Cerca de treinta años más tarde, en 1990 la demarcación de Costas y el Ayuntamiento intentan la implantación de un tranvía en el litoral de playas, y en 1995 se inicia el tendido eléctrico y la instalación de los carriles. Pero es en el año 1997 cuando se recupera la red urbana utilizando tranvías históricos restaurados procedentes de Lisboa, Oporto y Zaragoza. El trayecto inaugural fue de 2,3 kilómetros entre el castillo de San Antón y la Torre de Hércules, luego ampliado hasta los 4,5 kilómetros. En 1999 llega hasta la plaza de los Surfistas, en el 2000 a las cercanías de Puerta Real y en el 2003 a Las Esclavas. Este fue el tranvía que conocí como turista.

                Años treinta del pasado siglo, el tranvía por San Andrés  Andrex1986

                Resulta que, más o menos por estas fechas, el año pasado se anunció la suspensión del servicio alegando problemas de seguridad debido a desperfectos en las vías. La suspensión continúa a día de hoy. Parece que no son sólo problemas de seguridad. En realidad se suman varios factores. El detonante fue la entrada de un nuevo equipo de gobierno en el Ayuntamiento, a lo que habría que añadirle las pérdidas producidas. El actual alcalde, Carlos Negreira, ya había alertado cuando estaba en la oposición de que, desde su inauguración, el tranvía había acumulado un déficit de 2,3 millones de euros. Aunque las cuentas habían ido mejorando poco a poco lo cierto es que el servicio nunca llegó a ser rentable. Resulta curioso que el tranvía no se considera por el alcalde un elemento de movilidad sino un atractivo turístico, hasta el punto que en la campaña electoral afirmó que en caso de continuar su explotación el departamento encargado de hacerlo no sería el de tráfico. En este caso no se entiende muy bien por qué en el haber no se incluyen las economías turísticas generadas.

                Ya no podemos ver el Paseo Marítimo desde el tranvía  11870.com

                Independientemente del caso coruñés que sólo conozco superficialmente, y sobre el que no me atrevo a opinar más que como turista, parece que algunas de las ciudades que han reimplantado el tranvía se encuentran con problemas para continuar su explotación. En algunos lugares por el malestar de los propios vecinos que no le ven demasiada utilidad sobre autobuses o minibuses y se quejan de las molestias que producen. Y en otros, efectivamente, por los costes generados. Dado que esto no se produce en todos los casos (en Barcelona, Zaragoza o Vitoria parecen estar más o menos contentos) cabría preguntarse por el origen de estas discrepancias. Como hoy no quería centrarme en la cuestión de los tranvías urbanos que pienso tiene la suficiente importancia como para dedicarle un artículo entero, sólo me gustaría señalar dos cosas. La primera es que, en algunos casos, se ha planteado sencillamente como una moda. Tener tranvía es ser moderno. Igual que hacer una propuesta de smart city, o programar una app para saber desde el ipad el tiempo que va a tardar en llegar el autobús.

                El tranvía turístico en las cercanías de la Torre de Hércules  Famtrip

                La otra causa puede se un plan de movilidad sostenible. Toda ciudad que se precie debe tener un plan de movilidad sostenible, independientemente de que desconozca (como ciudad) a dónde va, cuál es el futuro deseado y la forma de conseguirlo. Y en el plan de movilidad sostenible tiene que haber un tranvía. No entiendo muy bien como se pueden hacer planes de movilidad sostenible cuando, en muchos casos, los ciudadanos no saben cómo quieren que sea su ciudad. Es decir, sin que exista un plan de sostenibilidad global o, sencillamente, un plan ciudad sea sostenible o no. Pero así sucede en algunos casos. De forma que un tranvía puede aparecer de la forma más inesperada. Hace algunos años que intento convencer a mis alumnos de la necesidad de tratar de forma diferenciada cada ciudad. Una ciudad, resultado de la implantación de un grupo social determinado sobre un territorio específico, y con una historia concreta, nunca puede ser igual a otra. Todas las ciudades deberían ser distintas porque los territorios son siempre distintos y los grupos sociales también. Y, por tanto, sus objetivos, sus anhelos, también. Es decir, que a una ciudad le puede venir muy bien el tranvía y a otra no. Por el hecho de que a Barcelona le resulte fantástico no necesariamente le va a resultar igual de fantástico a A Coruña.

                Paseando hacia la Torre de Hércules, Os Pelamios  Caltran

                En realidad, todo lo que he escrito hasta ahora ha sido para aliviar mi decepción por el hecho de no haber podido llegar en tranvía desde el hotel donde me alojaba hasta la Torre de Hércules. Todo turista tiene unas expectativas que ha de cumplir para sentirse satisfecho como tal. Y esas expectativas, en la mayor parte de los casos, se crean actualmente mediante mecanismos publicitarios (o muy cercanos a ellos). Mi expectativa como turista de darme un paseo en el tranvía se vio frustrada. Lo mismo que en mi caso, supongo que le habrá pasado a muchos otros. En realidad, dadas las dimensiones de A Coruña y el recorrido del tranvía, estoy de acuerdo que, desde el punto de vista de la movilidad, en general (y salvo excepciones), los coruñeses no habrán lamentado su desaparición. Dado que las expectativas turísticas son fácilmente transformables supongo que no será complicado cambiar la del tranvía por otra: “Vaya paseando hasta la Torre de Hércules, los paseos al borde del mar de nuestra ciudad no los va a encontrar en ningún otro sitio del mundo y no es bueno que renuncie a ellos. Además ganará en salud y calidad de vida” (aparte de ahorrarse los dos euros del billete).

                En primer plano ensenada de Orzán y playa de Riazor
                Al fondo las Adormideras y el campo da Rata
                A la izquiera punta Hermida y la Torre  turismo.coruna

                De forma que me acerqué a la Torre de Hércules dando un agradable paseo. Sin prisa, admirando la fachada al mar de esta ciudad creada por y para el mar. Os recomiendo una caminata desde Riazor, pasando por la calle Buenos Aires (delante de las playas) y luego subiendo por la calle Matadero y el Paseo Marítimo, porque puede reconciliaros con la vida. Eso, claro, obviando algunas rotondas, determinadas instalaciones (como la estatua de los surfistas) o, incluso, museos. Como este blog lo leen muchos arquitectos al llegar a la altura de Santa Teresa les puede interesar (incluso si no son arquitectos) girar la cabeza a la derecha porque se encontraran con el primero de la trilogía de museos científicos coruñeses: Domus, la casa del Hombre. Pensé que en él se recogerían contenidos específicos tales como: diferentes tipos de penes, problemas prostáticos de los especímenes humanos masculinos, costumbres relacionadas con la forma de sentir el gol o la antropología del carajillo y el dominó. Pero no, parece que se trata de reflexionar sobre las características del ser humano en general (mujeres incluidas, ¡por Dios hay que quitar ya de toda la publicidad la segunda parte y dejar sólo Domus!).

                El Domus, la vela de Arata Isazaki hinchada al viento  Barceloviajes

                Bueno, la mención a los arquitectos es porque se trata de una obra del famoso Arata Isozaki (discípulo del no menos famoso Kenzo Tange) con la colaboración, afortunadamente, de uno de los mejores arquitectos gallegos: César Portela. Como algunos de mis alumnos se estarán relamiendo de gusto no me resisto a dar algunos datos de los que no me gustan (va por ellos). Desde el paseo, el edificio presenta una fachada curva de 94 metros de largo y 16 de altura revestida mediante 6.600 losas pizarra y que aparece anclada sobre las rocas. Para ello hubo que excavar en la cantera sobre la que se apoya más de treinta mil toneladas de piedra. En el edificio se utilizan dos tipos de granitos: 6.500 toneladas del gris de Mondariz para los muros y 4.500 del rosa de Porriño para la urbanización y las escaleras. La parte posterior, más dialogante con el entorno urbano, está formada por una serie de paneles a modo de biombos. Es una pena que del interior no os pueda contar nada porque les tengo una cierta alergia a los museos y todavía no me he decidido a entrar en este. Lo que resulta verdaderamente impactante es la escalinata, cuya función parece la de intimidar, sobre todo al asociarla con la estatua de Botero titulada “Soldado romano” (no lo olvidéis, ¡Casa del Hombre!).

                El Domus, la estatua de Botero y la impactante escalera  Arquitectura espectacular

                Algo más adelante, antes de llegar a la Torre se encuentra la segunda parte de la trilogía museística: el Aquarium Finisterrae o Museo de los Peces. Como queda por debajo del nivel del paseo marítimo no llama demasiado la atención. Además, no me gustan los animales encerrados, ni aunque sean peces, por lo que sigo el paseo y veo ya cerca el faro romano recortado sobre el azul del cielo (o sobre el gris, depende del momento). Pero antes de llegar al centro del artículo, o sea las esculturas y el paisaje, resulta imprescindible decir algo sobre la antigua cárcel provincial, ya hace más de quince años sin presos (y sin uso). Se trata de un edificio magnífico situado frente al faro, en un lugar estratégico desde el punto de vista de la imagen urbana aunque ahora, las nuevas construcciones de la avenida y la ronda del Monte Alto, lo hayan descolocado. El conjunto, en el que destaca la torre del panóptico, parece que no termina de aclarar su situación administrativa. También corren malos tiempos desde el punto de vista de la financiación para rehabilitar edificios públicos pero, en cualquier caso se trata de un patrimonio de la ciudad realmente interesante que, tarde o temprano, se rentabilizará.

                Conjunto de la antigua cárcel provincial  Reconquista
                La torre de vigilancia entre el telón de fondo de ventanas

                Bien, después de tres folios he conseguido llegar. Claro, han sido tres folios de paseo muy agradable, con la brisa del mar y un sol medio velado por las nubes reconfortando el espíritu. Llegamos al faro que construyeron los romanos (cuya reconstrucción terminó Giannini en 1791) en Punta Eiras, más conocido como Torre de Hércules. Pero nuestro objetivo no es el faro. Al llegar a la rotonda continuamos por la derecha (lo que ahora llaman Paseo de los Menhires) hasta llegar al Cementerio Moro donde hay una pequeña playa muy recoleta. A lo largo del recorrido, que si hemos sido astutos y el suelo está seco ha transcurrido por el sendero peatonal y no por el paseo cementado, veremos al pasar una serie de “cosas” colocadas en el paisaje. “Cosas” que, de momento obviamos, porque el espectáculo del mar, el cielo, el verde, los acantilados, el ruido de las olas y el olor a sal, son más que suficientes para no distraernos con “interferencias antrópicas”. En la playa nos sentamos un rato en la arena, frente al mar, descansando de un paseo realmente reconfortante y maldiciéndonos por no haber traído el bañador. Después volvemos, fijándonos, ahora sí, en las “interferencias antrópicas”.

                Campo da Rata en el centro y Punta Herminia al fondo
                Cementerio del Moro con su playita al frente, Adormideras a la derecha
                Señalar la imagen para verla a mayor tamaño,Xunta, Pol, voo 2008

                Las “interferencias antrópicas” no son más que esculturas de renombrados artistas, casi todos gallegos, colocadas en un paisaje ya de por sí excepcional. Como conocía previamente este “campo de esculturas” el paseo no ha sido más que un recurso literario para empezar el recorrido desde la playita situada en la parte este del Campo de las Ratas y a la que llegan en cinco minutos los residentes en Adormideras. Como entre las materias con las que tengo que lidiar como profesor en Arquitectura está la del “land-art”, en la asignatura de Paisaje, siempre me he preguntado cual es límite entre el “arte en la naturaleza” (o en el paisaje) y una simple exposición de esculturas al aire libre en medio de un paisaje natural. Creo que en este entorno de la Torre de Hércules se puede explicar perfectamente. Pienso que toda la parte cercana al faro funciona claramente como un museo al aire libre, no se trata de ningún ejemplo de “land-art”. No sólo por el hecho de tratarse de obras de varios artistas diferentes entre sí, sino porque las esculturas funcionan de forma autista. Cada una, como mucho, interactúa con el territorio pero no con las que la rodean. Estamos, por tanto, ante un museo al aire libre en un marco maravilloso. Pero se trata, claramente, de un museo.

                Campo da Rata desde punta Herminia  Caltran
                Se ven los Menhires de Paz y el Monumento de Díaz Pardo

                Probablemente la única parte que se escapa de esta afirmación es, precisamente, el sitio en el que estamos: el llamado Campo da Rata. En este campo, además del mencionado Cementerio Moro y otras cosas interesantes, se encuentran el monumento de Isaac Díaz Pardo a las victimas de la represión franquista, y el conjunto de menhires de Manolo Paz. Ambas obras se complementan de forma maravillosa y dialogan entre sí y con el entorno de forma que ese conjunto va más allá de la simple exposición de esculturas al aire libre para convertirse en algo diferente. En este Campo da Rata entre julio de 1936 y marzo de 1937 fueron fusiladas, al principio por el simple procedimiento de sacarlas de la cárcel y darles “el paseo” y más tarde después de un simulacro de juicio, centenares de personas en tiempos de la guerra civil española. En el año 2001 se inauguró el monumento de Isaac Díaz Pardo. Lo forman una serie de bloques de granito con manchas de pintura roja que simula un paredón de fusilamiento. En las primeras piedras verticales se reproducen dos poemas: uno de García Lorca y otro de Carré Alvarellos.

                El Monumento de Isaac Díaz Pardo  Georgiño

                También aparece la siguiente inscripción: “Inmolados nestes campos fronte a o mar tenebroso por amar causas xustas” (Inmolados en este campo frente al mar oscuro por amar causas justas). El propio Díaz Pardo, a los 80 años, cuando supervisaba la colocación del monumento en el año 2001 declaró a la Voz de Galicia que «É algo moi sinxelo, son unhas pedras amontonadas que tratan de ser un cromlech» (Es algo muy simple, son una piedras amontonadas que tratan de ser un crómlech). Estas “pedras amontonadas” emocionan. Parece como si el espíritu de Isaac Díaz Pardo uno de los intelectuales gallegos más queridos, recientemente fallecido (en enero de este mismo año), impregnara estas piedras de granito y les diera una vida particular. Allí, frente al mar obscuro, se encuentra una parte importante de esa Galicia eterna que ningún gallego debería olvidar. Porque no debería de ser sólo, no lo es, un monumento a los fusilados en este sitio en un momento histórico específico sino a todos los inmolados “por amar causas justas” y una de las causas más justas para un gallego es su tierra y su historia. Yo así lo entiendo. Como homenaje a una cultura que ha luchado por sobrevivir a lo largo de los siglos, con muchos caídos no necesariamente abatidos por las balas, y en la que el territorio estará siempre presente como una parte inseparable de su esencia.

                “Inmolados en este campo frente al mar oscuro por amar causas justas”  Tonicapertutti

                Y al lado, simplemente girando la mirada, están los doce menhires de Manolo Paz. Manolo Paz es un escultor genial. Empezó tallando madera con su navaja, pero luego sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo de Santiago y su docencia en la de Canteiros de Poio, le llevaron por otros caminos como el de la piedra, sola o combinada en determinadas épocas con madera e, incluso metal. Su paso por Nueva York o Japón supusieron etapas de una evolución que siempre tuvo como referente las posibilidades expresivas de la piedra y como horizonte un suelo donde terminan por asentarse. Como esta Familia de Menhires (yo prefiero Menhires por la Paz, poniéndolos en relación con el monumento de Díaz Pardo), piezas de granito ancladas en un paisaje que parecía esperarlas. La obra, de 1994, dicen que representa la madre y el padre (los menhires más grandes) y los hijos. Según el autor, todos tienen una abertura “para que pueda pasar el aire que simboliza el tiempo de nuestra existencia en la tierra”. Por eso a mí me gusta más pensar que se trata de la rueda del tiempo en su giro eterno. Para entender esta explicación hay que verlos en una foto aérea, por ejemplo en Google. Siguiendo la rueda tradicional del carro gallego, los ocho exteriores simularían "a lamia", la pletina de hierro que rodea la rueda, y los cuatro interiores "a ampenla" la parte del eje saliente. En cualquier caso su filiación celta es evidente.

                Los menhires de Manolo Paz  Caltran

                El conjunto de los menhires de Manolo Paz y el monumento de Isaac Díaz Pardo, ambos realizados con una gran sensibilidad respecto al paisaje natural y al significado histórico del Campo de la Rata, son un ejemplo genuino de “land-art” en el que la obra del artista se macla como un todo en el lugar en el que se inserta y se realiza una conjunción admirable entre naturaleza y obra artística. Pasa lo mismo que con “El Peine del Viento” de Chillida (en Donostia, al final de Ondarreta) o “Los cubos de la memoria” de Ibarrola en el Puerto de Llanes. En el Campo de la Rata hay otras cosas pero que me interesan menos desde el punto de vista de la relación entre la naturaleza y la obra artística. Lo peor es mirar atrás y encontrar como telón de fondo los edificios del barrio de Adormideras. Prefiero darme la vuelta y mirar hacia el mar porque cualquier crítica que haga a esta ciudad puede ser tomada como “el resentimiento de un picheleiro envidioso de los progresos de A Coruña”. Claro que no me importa. Lo que escribo en el blog lo hago con total libertad y por eso me gusta hacerlo. Aunque también es cierto que he terminado encantado de este viaje y no quiero amargaros el artículo.

                El monumento de Díaz Pardo entre menhires  Caltran

                Si ahora volvemos hacia la Torre de Hércules lo que nos encontramos es ya otra cosa. Antes de entrar en el Campo da Rata (perdón, a veces pongo “da Rata” en galego, e outras “de la Rata” en castellano pero creo que se entiende) mencionaba la dificultad de diferenciar entre  “campo de esculturas” y “arte en el paisaje”. Lo que vamos a ver ahora hasta llegar a la Torre es un “campo de esculturas”. Incluso si me pongo en tono crítico “un sembrado de esculturas”. No se trata de las esculturas en sí (de autores de renombre y algunas muy interesantes), ni del hecho de que probablemente no añaden nada a un paisaje soberbio, sino que se trata de una especie de salpicadillo escultórico al que no se le encuentra un hilo argumental. Pasamos primero al lado de un “Hércules tallando la barca de piedra” (existen diferentes versiones del título) de Gonzalo Viana, tomado al asalto por unos niños que se suben a la barca y se sientan en las mismísimas rodillas de Hércules. Luego, ya en Punta Herminia la “Copa del Sol” de José Galán y ya casi en el mar la “Caracola” de Moncho Amigo. Recorriendo en sentido inverso el camino llegamos otra vez a la rotonda de Breogán y, luego, la orgía escultórica en torno a la Torre: “Caronte” (Ramón Conde); “Breogán” (Xose Cid); “Guitarra” (Pablo Serrano); “Ártabros” (Arturo Andrade); y así unas cuantas más repartidas por todo el paisaje.

                La Caracola de Moncho Amigo en Punta Herminia R.F. Rumbao

                Qué queréis que os diga. Me hubiera gustado que, después de la intensa experiencia estética y emocional do Campo da Rata, la vuelta hasta llegar a la Torre fuera un tiempo de recogimiento que permitiera establecer un diálogo entre ambos lugares. Un espacio de transición entre la magia de la piedra en el paisaje y la historia que representa el faro romano. Comprendo que soy raro, que la forma de experimentar el lugar desde que, hace diez años, estuve en Tafí (San Miguel de Tucumán, Argentina) a la entrada de los valles Calchaquíes y conocí a Juan Carlos Yapura, un arqueólogo aficionado sin estudios, que algunos dicen que está loco, y guardaba los restos que desenterraba de sus “antepasados” para que no se perdieran, mientras que dejaba otros en el sitio porque decía que pertenecían al sitio, no es la forma en que sentía los lugares antes. Y que no es la forma “normal” de sentirlos. Juan Carlos no se si estará loco o no pero me dijo que entre los sitios y las cosas que están en los sitios hay una especie de lazos de afecto o desafecto y que se manifiestan sin más que dejar que lo hagan. Desde entonces pruebo a hacerlo siempre después de cualquier estudio racional del lugar. Completa el análisis y me da una perspectiva del territorio con detalles que antes se me habían pasado por alto.

                El diálogo entre el suelo, el cielo, la memoria y los menhires  Asanlog, fragmentos

                Pues bien, los Menhires de Manolo Paz y el Monumento de Isaac Díaz Pardo, para mí, forman ya para siempre parte indisoluble del sitio donde están colocados y la experiencia estética y emocional que me produce verlos, andar entre ellos, sentarme en el suelo mirando el mar sintiendo que están ahí, a mi lado, es una experiencia mágica e irrepetible. Del resto prefiero no hablar pero, probablemente habría sido mejor ir colocando estas esculturas a lo largo del Paseo Marítimo (a ser posible en la acera urbana y no en la marítima) acompañando a otras estatuas como la de los surfistas y dejando tranquilo el paisaje. O colocarlas en un museo cerrado con leyendas explicativas, iluminación adecuada, y cobrando por entrar. Probablemente así algunos les harían más caso. Acabo. A pesar del tono distendido del artículo ha sido, para mí, uno de los más difíciles de escribir. Los recuerdos de mis padres (y la lucha por Galicia de mi padre que parece hoy olvidada de todos), de mi infancia, de mi primera foto que fue precisamente en el puerto con aquella cámara de fuelle que no era mía, de los años de vacaciones…, me impiden razonar con criterio y no tengo claro que, esta vez, haya sido todo lo ecuánime que debería. De forma que no os fiéis demasiado del análisis que he tratado de hacer de este Parque de Esculturas de la Torre de Hércules. De este paisaje con esculturas pero al que no llega ya el tranvía.

                Una de las "esculturas" más fotografiadas: casetas de observación de aves  Caltran

                Para terminar de una forma más divertida y menos sentimental contaré una anécdota. En Punta Herminia, en una elevación del terreno, han construido unas casetas de madera para observar las aves. Buscando en Google imágenes para ilustrar el artículo me encontré varias fotos de recuerdo de turistas fotografiados en las casetas y con rótulos de este tipo: “Delante de las esculturas del Parque de la Torre de Hércules” o “Escultura cerca de la Torre de Hércules”. Comprendo que algunas de las esculturas modernas sobrepasan la capacidad de comprensión de algunos de nosotros pero es que la gente ya ni se preocupa de mirar los rótulos. Sugiero a los responsables municipales que cambien las explicaciones sobre aves que han puesto en las casetas por un cartel que diga: “Enmarcando paisajes”, Autor: Picheleiro (seudónimo). Y una explicación: “En el interior de la instalación puede experimentar a través de sus aberturas las diferentes vistas posibles del cielo, del mar, o del mar y el cielo. La situación de las aberturas está pensada para que usted interactúe con el paisaje y cree su propia obra de arte. Está terminantemente prohibido fotografiar con flash en el interior de la escultura”. Es verano, hay poca gente que lea el blog y, por eso, no importa que me haya salido un artículo muy poco académico (más bien turístico y sentimental). Pero si os animáis a ir este verano a A Coruña, cosa altamente recomendable, acordaros de no hacer fotos con flash en el interior de las esculturas.

                Las ciudades invisibles de Italo Calvino

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                “En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrán ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen. Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral”. Hoy quería hablaros de poesía. Y de ciudades, claro. Pero dado que estoy en vacaciones de verano no parece el mejor momento de intentar el cálculo de la sección de un colector de pluviales (cosa que mis alumnos saben que demuestra, más allá de toda duda razonable, la existencia de mayor incertidumbre en la técnica que en la poesía). Así que voy a comentar mi libro favorito de poemas sobre la ciudad.

                Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Cloe  claudionimuc

                Supongo que, por el título, ya lo habréis adivinado. Se trata de un escrito inclasificable que publicó Italo Calvino allá por el año 1972 como Le città invisibili: “Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades”. Su comentario, además, me va a servir de excusa para referirme a uno de esos grupos experimentales que proliferaron en la segunda mitad del pasado siglo XX. En el blog ya he escrito sobre algunos en La sociedad del espectáculo (Grupo Cobra, Movimiento Letrista, Internacional Situacionista), y en el artículo sobre Walkscapes (Grupo Stalker, Constant, Tony Smith). También en enero del año pasado os hablé de Umberto Eco y prometí en un futuro comentar algo de la semiología, la semiótica, los happening de los setenta, la teoría de la comunicación (Barbery, Mendoza y Ángel Ramos)… Todavía os los debo pero no tengo tiempo de todo, lo siento. Hoy me voy a referir a un grupo aparentemente alejado de la arquitectura y del urbanismo llamado Oulipo, cuya extraña denominación corresponde a las iniciales del llamado “Ouvroir de littérature potentielle”. Más o menos bien traducido: taller de literatura potencial.

                Oulipo en Boulogne, casa de François Le Lionnais  oulipo

                Se trata de un extraño grupo de gente que intenta la búsqueda de nuevas estructuras formales recogiendo la herencia del surrealismo y el dadaísmo. Se creó en el año 1960 por impulso de Raymond Queneau y François Le Lionnais. Intenta unir matemática y literatura. No creáis que Oulipo es historia. Podéis buscar qué pretenden, sus actividades del mes, bibliografía, enlaces, etc., en su página web. He traído este movimiento de “literatura matemática” al blog por dos razones. La primera es obvia: Italo Calvino fue miembro de Oulipo desde 1974 aunque desde su llegada a París en 1967 ya estaba relacionado con el grupo, y Le città invisibili es un ejemplo de la llamada literatura combinatoria. La segunda también se comprende rápidamente. Entiendo la arquitectura y el urbanismo, en parte, como un proceso artístico, y la generación de nuevas formas, sean arquitectónicas o urbanas, como una necesidad disciplinar. Lo vio claramente Javier Seguí hace ya bastantes años con su Seminario de Generación de Espacios Arquitectónicos. Además, como profesor, mi obligación es suministrar a los alumnos la mayor cantidad posible de instrumentos que puedan ayudarles a conseguirlo.

                Raymond Queneau, fragmento de Photomaton, 1928  Queneau.net

                A pesar de que recogen la herencia surrealista y dadaísta, luego transitan por caminos diametralmente opuestos. Ya vimos en otro artículo del blog la relación tan estrecha que se produce entre el azar y los postulados dadaístas y entre el subconsciente y los surrealistas, tratando de afirmar las vanguardias huyendo de la razón. Los “oulipistas” no niegan la razón, tratan de establecer un sistema “razonable” para impulsar la creatividad. El procedimiento básico se centra en las llamadas restricciones: acrósticos, palíndromos, lipogramas, anagramas, tutogramas. También en la combinatoria, la numerología o, incluso, la cábala. No es casual que Jorge Luis Borges, el “padre” de algunos de los autores adscritos a Oulipo, escribiera en Vindicación de la Cábala: “Esta idea prodigiosa de un libro impenetrable a la contingencia”. Llegan a afirmar en su propia página web: “Oulipo es el anti-azar”. El texto básico oulipiano es el libro de Queneau titulado Ejercicios de estilo publicado en 1947. También fue muy importante Cent Mille Milliards de Poèmes, que publicó en 1961, en forma de diez sonetos cuyos versos se pueden combinar entre sí produciendo millones de posibilidades. Entre otras cosas, a esto se refiere la llamada “literatura combinatoria”.

                La vida instrucciones de uso, Perec  mondrianetienne
                Guía del recorrido por el edificio siguiendo el caballo de ajedrez

                Ya sabéis que uno de mis autores favoritos en Georges Perec. Pues bien, Perec se integra en Oulipo en 1967, y dos años después publica en francés La Disparition, una novela escrita sin utilizar la letra e. Y eso que la letra e es la más abundante en ese idioma. Al mecanismo literario que se basa en esta restricción se le llama lipograma. Según Perec en esta obra “no hay una sola palabra fortuita, ya que todo tiene su justificación, y por tanto su significación”. Ya en otro artículo del blog comenté la obra de Perec, La vida instrucciones de uso. Entonces ya expliqué que la novela (por cierto, dedicada a la memoria de Raymond Queneau) estaba organizada en forma de rompecabezas siguiendo el recorrido de la pieza del caballo en el ajedrez. El prólogo se abre con una cita de Paul Klee que dice: “La mirada sigue los caminos que se le han reservado en la obra”, y luego puede leerse: “De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro”.

                Manual de Ougrapo  Ougrapo

                Ya me voy acercando a Las ciudades invisibles y a Italo Calvino. Pero antes querría explicar un poco porque me he detenido tanto tiempo en Oulipo siendo, básicamente, un movimiento que tiene que ver con la literatura. Ya conocéis mis simpatías por los intercambios entre campos creativos y de conocimiento. En estos momentos, que yo conozca, además de Oulipo existen: Oupeinpo, dedicado a la pintura, Oulipopo centrado en la novela policiaca, Oubapo aplicado a los tebeos, Ougrapo sobre el diseño gráfico, y un grupo “segregado” llamado El Álamo dedicado a las investigaciones informáticas relacionadas con el tema. Urbanistas y arquitectos trabajamos generalmente con procesos artísticos sometidos a diferentes restricciones: económicas, sociales, de entorno... Deberíamos conocer estos caminos creativos, esencialmente basados en el aumento de restricciones, como forma de estimular la inventiva. No se trata de formalizar a estas alturas un Ouurpo o un Ouarpo. Se trata de aprovechar en la medida de lo posible, todos los sistemas, sean experimentales o no, para conseguir aumentar las posibilidades creativas de conseguir nuevas formas urbanas y arquitectónicas. Algo que hoy necesitamos de manera imperiosa.

                Italo Calvino y Jorge Luis Borges  shutupandbuckleup

                Como ya dije al comienzo del artículo, Italo Calvino publicó Las Ciudades Invisibles en el año 1972. Aunque formalmente se integró en Oulipo en 1974, en realidad entró en su esfera de influencia desde su llegada a París en el año 1967. Es a partir de entonces cuando aparecen las cuatro obras que, generalmente, se adscriben a la llamada “época combinatoria”: Il castello dei destini incrociati, Le città invisibili, La taverna dei destini incrociati y Se una notte d'inverno un viaggiatore. Antes, ya había escrito un ensayo Appunti sulla narrativa come processo combinatorio y Ti con zero. Bien, una vez contextualizado el tema (espero, además, haber despertado algún interés por Oulipo) voy a tratar de comentar esta obra que me parece uno de los poemarios más grandes que se han escrito sobre la ciudad. Ya me he referido en otros artículos a mi debilidad por Borges. No tenéis más que fijaros en la parte superior de la página y, a mano derecha, aparece una frase suya que es como el compendio, el origen y el destino de lo que intento reflejar en el blog. Pues bien, Borges está en todas y cada una de las ideas, de las imágenes, del rigor literario, de Las ciudades invisibles.

                Italo Calvino, Las ciudades invisibles
                Nora Sturges, óleo y acrílico, 2004  norasturges

                Sólo esto ya sería suficiente para mí. Pero es que, además, el libro está organizado mediante una estructura puramente arquitectónica. Lo mismo que sucedía con el rompecabezas de La vida instrucciones de uso, de Perec, su construcción responde a las propuestas de Oulipo. Está organizado en nueve capítulos, digamos que, tradicionales. Es decir, con su número romano identificativo que comienza por el I y termina en el IX. Pero luego, la distribución de cada capítulo es otra historia. En realidad existen once temas que se van colocando por los diferentes capítulos. Por orden de aparición (que según sus palabras se corresponde con un cierto orden cronológico) son los siguientes: las ciudades y la memoria, las ciudades y el deseo, las ciudades y los signos, las ciudades sutiles, las ciudades y los intercambios, las ciudades y los ojos, las ciudades y el nombre, las ciudades y los muertos, las ciudades y el cielo, las ciudades continuas y las ciudades escondidas. Me he molestado en reproducir los nombres de todos los temas porque los urbanistas que lo lean estarán de acuerdo que se corresponden, en su mayor parte, con lo que podría ser un índice de un manual de urbanismo. Eso sí, bastante heterodoxo.

                Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Ottavia: interpretaciones
                Jane Krejberg, estudiante danesa de arquitectura  janekreijber

                Luego, cada tema se distribuye en cinco artículos. De tal forma que, por ejemplo, tenemos: 'las ciudades y el deseo 1'; 'las ciudades y el deseo 2'… y así, hasta cinco con todos los temas. En total, cincuenta y cinco artículos, cada uno de ellos dedicado a una ciudad concreta que lleva el nombre de una mujer. Así: 'las ciudades y el deseo 1' está dedicado a Dorotea o 'las ciudades y el nombre 5' a Irene. El primer capítulo tiene diez artículos. Luego, todos los demás son de cinco, excepto el último que vuelve a ser de diez. La distribución de temas en los capitulos no es aleatoria. Los temas van apareciendo, se van intercalando con otros, y luego desaparecen. Así, sólo hay artículos de las 'ciudades y la memoria' en los capítulos I y II. En cambio, 'las ciudades sutiles' forman parte de los capítulos I, II, III, IV y V. Si se analiza la distribución de temas por capítulos se encuentra una evidente simetría. Es bueno dedicar unos minutos a leer el índice para entender la arquitectura del libro. Bueno, ya llevo tres folios y, en realidad, hasta ahora no he dicho ni una sola palabra de poesía, y poco de ciudad ¿o sí?

                Zaira  chourmo

                La poesía y la ciudad aparecen cuando uno lee cada uno de los artículos. Para ello no es necesario preocuparse del número, ni del capítulo, ni del tema. Sólo abrir el libro y dejarse llevar: “En esta ola de recuerdos que refluye, la ciudad se embebe como una esponja y se dilata. Una descripción de Zaira como es hoy debería contener todo el pasado de Zaira. Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos”. En Zaira nos habla de las 'ciudades y la memoria', y en Armilla de las 'ciudades sutiles': “Si Armilla es así por incompleta o por haber sido demolida, si hay detrás un hechizo o sólo un capricho, lo ignoro. El hecho es que no tiene paredes, ni techos, ni pavimentos: no tiene nada que la haga parecer una ciudad, excepto las cañerías del agua, que suben verticales donde deberían estar las casas y se ramifican donde deberían estar los pisos: una selva de caños que terminan en grifos, duchas, sifones, rebosaderos. Contra el cielo blanquea algún lavabo o bañera u otro artefacto, como frutos tardíos que han quedado colgados de las ramas. Se diría que los fontaneros han terminado su trabajo y se han ido antes de que llegaran los albañiles; o bien que sus instalaciones indestructibles han resistido a una catástrofe, terremoto o corrosión de termitas”.

                Armilla, fragmento, tinta china y acuarela, 1995
                Emanuele "Piero" Pierobon  pieroweb

                El libro consiste en una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros. Calvino toma a Marco Polo como paradigma cultural del viajero, siempre llegando y a la vez partiendo de ciudades que se van acumulando en la memoria. El viajero, al final del viaje, siempre llega a una ciudad. La ciudad de llegada es entonces la ciudad del deseo. Y la ciudad del deseo se hace de sueños y de memoria: “Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isadora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos”.

                Isadora, “Vecchi Panteschi”  pantelleria

                De forma que, cada capítulo empieza con puntos suspensivos […] que abren un diálogo soñado, imaginado, entre Marco Polo y Kublai Kan y que da paso a los artículos que describen las diez o las cinco ciudades que componen cada uno. Y que se cierra con otra reflexión y otros puntos suspensivos que nos remiten a otro espacio temporal diferente. En la edición de mi libro (ignoro si está también en otras) se incluye una introducción que, en realidad, es una conferencia que pronunció Calvino en 1983 para los estudiantes de la Graduate Writing Division de la Columbia University de Nueva York, en la que el autor destaca la importancia de estos diálogos en la estructura del libro. Las ciudades se entienden como alegorías de la vida: “Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis. Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices”.

                Baucis, fragmento, Incisione all’acquaforte e acquatinta, 2003
                Colleen Corradi Brannigan  cittainvisibili

                Espero que algunos de vosotros os animéis a leer este libro. Mi recomendación es que lo hagáis como os apetezca. Es decir, leedlo como os lo pida el cuerpo. Saltando de aquí para allá de forma azarosa (leer algunos de los artículos no lleva más de dos minutos). O bien, empezando por el primero a acabando por el último. También podéis agruparlos por temas. O caminando de los extremos hacia el centro: “Pero está también la otra vertiente, la que sostiene que el sentido de un libro simétrico debe buscarse en el medio: hay críticos psicoanalistas que han encontrado las raíces profundas del libro en las evocaciones venecianas de Marco Polo, como un retorno a los primeros arquetipos de la memoria, mientras estudiosos de semiología estructural dicen que donde hay que buscar es en el punto exactamente central del libro, y han encontrado una imagen de ausencia, la ciudad llamada Baucis. Es aquí evidente que el parecer del autor está de más: el libro, como he explicado, se fue haciendo un poco por sí solo, y únicamente el texto tal como es autorizará o excluirá esta lectura o aquélla. Como un lector más, puedo decir que en el capítulo V, que desarrolla en el corazón del libro un tema de levedad extrañamente asociado al tema de la ciudad, hay algunos de los textos que considero mejores por su evidencia visionaria, y tal vez esas figuras más filiformes («ciudades sutiles» u otras) son la zona más luminosa del libro”. En cualquier caso, si es que todavía no lo habéis leído, leedlo. No os arrepentiréis. Eso sí, no es precisamente una novela de acción. Quien busque acción que lea, por ejemplo, a Michael Crichton o a Dan Brown.

                Diomira, tinta y óleo  señalar en la imagen para verla más grande
                Mauricio Pettinarolli, El Bolsón, Patagonia  mauriciopetinaroli

                La entrada de hoy contiene muchas citas literales. Pero es que la poesía, y este libro es poesía aunque esté escrito en forma de prosa, es imposible de resumir o trasliterar. Empecé con una cita de la ciudad de Cloe y, simétricamente, terminaré con otra de las primeras páginas del libro extraída del artículo número uno de las 'Ciudades y la memoria', que ya sabéis a estas alturas del blog (después de cinco años de relaciones) es el tema con el que me siento más identificado: “Partiendo de allá y caminando tres jornadas hacia Levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas en bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas sobre una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas juntas sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, sienta envidia de los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices”.

                El sprawl es bello

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                Me refiero al "sprawl" urbano, claro. Denostado en tiempos de la guerra fría por las izquierdas para las que cualquier parecido con el american way of life era la perversión y la podredumbre, el sistema de extensión urbana que se miraba en la ciudad de Los Ángeles es ahora estigmatizado por todos los que entendemos que el problema del siglo XXI es la llamada “sostenibilidad”. Nos repetimos una y otra vez que la ciudad difusa, la ciudad fragmentada, es el origen de todos los males de la urbanización actual. Porque produce ineficiencia en las comunicaciones horizontales, es causa de la mayor segregación socio-espacial de la historia de la urbanización, impide la socialización y la educación en la urbanidad, no permite el funcionamiento del sistema de equipamientos… Podría seguir y seguir. La pregunta es: ¿por qué este éxito tan enorme? Si es tan diabólico ¿por qué en un momento histórico determinado una parte importante de la humanidad ha optado por vivir siguiendo este modelo y no el de la ciudad compacta? Voy a intentar ejercer de abogado del diablo y trataré de mirar con buenos ojos al maligno.

                Tad Lauritzen Wright, "Beautiful Urban Sprawl" (fragmento)
                 Brusch marker on oak, 96x96 in., 2007  lauritzenwright

                Y no voy a tener que esforzarme demasiado porque mi país es Galicia. Y el gallego, lo decía Castelao en Sempre en Galiza, “quiere una casa suya, independiente, con cuatro fachadas”. Lo que hay detrás son muchas cosas pero, en el fondo, subyace la necesidad de  una relación directa con la naturaleza y un enfoque rural radicalmente opuesto al modo de vida urbano. La ciudad por antonomasia, es decir la ciudad compacta, es un invento (como tantos otros) derivado de las necesidades de la guerra. La ciudad tal y como hoy la entendemos aparece realmente cuando surgen las murallas. Y las murallas no se construyen para impedir que los ciudadanos se dispersen por el campo dedicándose a romper alegremente los ecosistemas. Se construyen para defenderse de otros ciudadanos y separarse del mundo rural. Y, además, para conseguir que desaparezca una forma de vivir que dificulta bastante el control del territorio por parte del conquistador. Por supuesto no pueden desaparecer los oficios digamos “rurales”. Siguen existiendo la agricultura, la ganadería o los aprovechamientos forestales. Pero no lo “folk”, que ha terminado por sucumbir ante las exigencias del modo de vida urbano.

                Una casa con “cuatro fachadas”, Terra Chá lucense foto del autor

                Tampoco la extensión urbana de baja densidad es un invento de la ciudad jardín, como a veces se dice. Hay muchos territorios en todo el mundo que, tradicionalmente, han producido un sistema de asentamientos de este tipo. Básicamente territorios rurales. En España, toda la cornisa norte (Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi), pero también muchas áreas de huerta o alta productividad agrícola. Por tanto habría que empezar por diferenciar dos tipos de ocupación extensiva del territorio. Una derivada del sprawl producido por la dispersión centrífuga de las grandes ciudades. Y otra, histórica, resultado de las necesidades rurales. El problema aparece porque a esta ocupación histórica se le sobrepone un modo de vida esencialmente urbano. El resultado es la ineficiencia de la organización territorial de un patrón espacial del asentamiento disperso, adecuado a una forma de vida rural, funcionando según las exigencias de un sistema de transporte de mercancías y personas propio de la era del automóvil. Igualmente ineficiente, como ya hemos visto en otros artículos del blog (pero por motivos distintos), es la extensión centrífuga urbana construida según un "monocultivo" de ocupación del territorio caracterizado por las bajas densidades y la fragmentación.

                Modo de vida urbano sobre patrón de asentamiento rural
                 "N-550 Da estrada á rúa"  n550proxecto

                La relación básica de la vivienda con el territorio en un medio rural muchas veces es la pura subsistencia. En cambio en una periferia metropolitana suele ser la necesidad de naturaleza aunque sea domesticada, los precios más bajos y la independencia. Todavía se repite en todas las reuniones de miembros de urbanizaciones el ideal que impregnaba ya los primeros estatutos de la Ciudad Jardín: cuantas menos relaciones legales entre vecinos, mejor. El modelo negativo sería el de las comunidades de propietarios de los bloques de vivienda colectiva que se tienen que poner de acuerdo para casi todo. Las interminables discusiones, las rencillas por tener que pagar la reparación del ascensor que “el del primero no usa para nada” o la limpieza de las arquetas que, sistemáticamente, obtura la del 5º D tirando lo que se le ocurre por el inodoro (por supuesto lo niega, pero todo el bloque sabe que es así). Y luego, claro, además de esta ventaja (vivir en la periferia fragmentada casi sin tener necesidad de ponerse de acuerdo con el otro) el habitante del mundo “sprawliano” es un ser consciente del paso de las estaciones, oye el delicado trino de los pajaritos e, incluso, puede plantar un rosal. Y todo ello por un precio, normalmente bastante más barato que en el centro.

                Urbanización en la periferia sur de Madrid GoogleMaps

                Pero, sobre todo, se trataba del modo de vida USA que nos “vendían” machaconamente como el ideal en el cine, en la prensa y, luego, en la televisión. Seamos sinceros, en un sistema ideal con energía barata e ilimitada ¿quién no prefiere, como decía Castelao, tener “una casa con cuatro fachadas”? Una casa con un terrenito en el que cultivar tomates o rosales, con espacio suficiente para no sentirse agobiado por los vecinos. Y si para ir al trabajo te acomodas en el coche, pones el aire acondicionado, conduces veinte minutos por la autopista y aparcas tranquilamente en el garaje donde tienes tu plaza reservada, llegarás al trabajo relajado y de buen humor. Luego, si por la tarde te vas al club social de la urbanización, haces unos largos en la piscina y te tomas un cubata charlando tranquilamente con los amigos, te sentirás burguesamente feliz. Claro, necesitamos autopistas de seis carriles para llegar al hospital o al Círculo de Bellas Artes en menos de hora y media. Si fuéramos poquitos, si la energía fuera barata e ilimitada ¿no es mejor esto que vivir en un apartamento rodeados de familias, de ruidos, de agobios, sin más relación con la naturaleza que un geranio en un maceta y un jilguero en una jaula? No, no creo que sea culpa del modo de vida americano, ni una imposición de los medios urbanos de comunicación. Es, sencillamente, que el sprawl como forma de ocupación extensiva del territorio, no es sólo bello, sino también lo más cercano al paraíso perdido. Pienso que hay muchas razones para mantener esta afirmación pero, por ejemplo, podríamos empezar por el tema de las densidades.

                Superpoblación de ratas en el experimento de Calhoun Mente Inconforme

                En los años sesenta del pasado siglo XX el naturalista John Calhoun realizó una serie de experimentos (hoy probablemente serían vetados por las organizaciones de defensa de los animales) con ratas. Colocó unos cuantos ejemplares en una situación ideal con comida, comodidades, etc. y dejó que se reprodujeran. Lo único que permanecía sin modificar era el espacio que tenían a su disposición. De forma que su “ciudad de las ratas” se fue superpoblando y se empezaron a incrementar el estrés y las agresiones. La violencia se convirtió en el eje de la vida de las pobres ratas y la situación se descontroló. Según un artículo de Ramsden en el Boletín de la OMS “le siguieron el canibalismo y el infanticidio. Los machos se volvieron hipersexuales, pansexuales y, con frecuencia creciente, homosexuales. Calhoun llamó a esta vorágine ‘hundimiento conductual’. La población se redujo, acercándose a la extinción. Al final de los experimentos, los pocos animales que quedaban habían sobrevivido con un costo psicológico inmenso: sin actividad sexual y totalmente retraídos se apiñaban en una masa sin ocupación. Incluso después de reintroducirlos en comunidades normales de roedores, estos animales ‘socialmente autistas’ permanecían aislados hasta la muerte”.

                Andreas Gursky, May Day V (fragmento), 2007
                 C-print mounted on Plexiglas, Matthew Marks Gallery

                Claro, no somos ratas. Sin embargo, otros experimentos posteriores han demostrado de forma bastante evidente que densidad de población y desordenes mentales están correlacionados. Por ejemplo, los experimentos de la Universidad de Amsterdam y el Instituto de la Salud de Utrech, o las propuestas de Stokkols en los años setenta sobre los conceptos de densidad y hacinamiento. Resulta curioso que estas correlaciones no se producen con todas las enfermedades mentales (por ejemplo, no se ha conseguido demostrar la relación con la psicosis maníaco-depresiva, y sí con la esquizofrenia). Aunque también hay evidencias de la influencia de otros factores, como los genéticos o la pobreza, son demasiado los trabajos que relacionan densidad de población excesiva con diversos trastornos mentales (Sundquist, 2004) como para no tenerlos en cuenta. La idea que trato de plantear es que la búsqueda de las bajas densidades (Las “doce viviendas por acre” de Parker y Unwin), que es uno de los primeros elementos que caracterizan el actual sprawl urbano, probablemente tiene un fondo natural más que cultural. Y que se produce como una huida de las grandes aglomeraciones que necesitan de una serie de condiciones, y de una adaptación al sistema de vida que imponen, no siempre pensado para que la gente sea feliz.

                Westholm Green (Letchworth) de Parker and Unwin  stevecadman

                El tema es apasionante pero no es el que pretendo tratar hoy. Además habría que introducir otros elementos como el tamaño de la ciudad. Sólo como anécdota querría apuntar que los últimos trabajos que conozco parecen concluir que las condiciones óptimas para la salud mental se encuentran en las ciudades pequeñas e intermedias con densidades no demasiado altas, en contacto directo con la naturaleza y sin la excesiva sobrecarga estimular típica de las ciudades altamente tecnificadas. La “casa con cuatro fachadas” de los gallegos podrá ser muy insostenible pero, probablemente sea un ideal, no sólo de los gallegos, sino de cualquier ser humano. Por tanto, la ciudad deseada no parece estar en Manhattan (donde la tasa de psicólogos y psiquiatras por habitante debe ser de las más altas del mundo) o en el Ensanche de Barcelona. A menos, claro está, que uno tenga mucho dinero y pueda comprar una planta entera (mejor dos) en cualquier edificio que, por ejemplo, tenga vistas al Central Park. Es decir, con espacio suficiente y acceso a la naturaleza. Porque, aunque hoy no lo voy a desarrollar, el tema de fondo, en realidad, no son las altas densidades sino las deficientes relaciones sociales que traen consigo y las dificultades de acceso a las zonas verdes que funcionan como terapia natural ante el exceso de estímulos que se produce.

                El acceso cercano a la naturaleza reduce el estrés
                 Nueva York, Central Park, visitingdc

                El segundo elemento que caracteriza esta forma extensiva de ocupar el territorio es la rotura de ciudad en miles de esquirlas, que aumentan de forma muy importante los bordes entre las áreas urbanizadas y no urbanizadas. Esto trae consigo que los ecosistemas naturales se conviertan en áreas de pseudonaturaleza impidiendo reciclar la entropía que, tradicionalmente, se encargaban de manejar. Pero justamente, este contacto con la naturaleza es lo que le falta al invento de “la ciudad”. Cuando en la asignatura de paisaje desarrollo el tema del jardín lo explico como recuerdo del paraíso perdido. El Jardín del Edén está ahí, como un ideal al que hay que tender. Cuando la humanidad es expulsada del Paraíso Terrenal, pierde una parte muy importante de su ser. Y trata de recuperarla en cuanto puede. Por eso, ese acercamiento a la naturaleza (aunque sea simplemente a su imitación), esa aproximación al borde de la ciudad desde el que se atisba esa parte perdida, tampoco es un invento de los “mass media”. Es tan natural como la cuestión de las densidades. Para que todos tengamos áreas no cementadas cercanas no hay más remedio que aumentar la longitud de los bordes. Si entendemos los ideales de belleza como arquetipos, el arquetipo estético de la ciudad sería la naturaleza. Eso sí, domesticada (urbanizada), por supuesto.

                ¿El sprawl urbano es bello? Sun Belt Sprawl, Nevada
                 "Sin título XI", 2010, Christoph Gielen, The New York Times

                Por tanto este tipo de sprawl urbano es bello. Claro, para conseguir esta “belleza” probablemente tengamos que machacar el planeta y hundir en la miseria las posibilidades de progreso real de nuestros descendientes. Y todo ello, no para volver al Jardín del Edén sino, simplemente, para atisbar un poco, lejanamente, como sería. El problema es que, en nuestro intento de perseguir un ideal ya hemos dado pasos irreversibles. El estado de nuestros territorios es el que es, y deberíamos dejar de lamentarnos para intentar encontrar salidas. Una vez planteada la situación sin tópicos (la gente no es imbécil y alguna ventaja le han debido de ver a este sprawl) habría que empezar a hablar de ventajas e inconvenientes. Como estos últimos ya los he repetido hasta la saciedad en muchos sitios, en lo que queda de artículo me centraré en algunas de las bondades que hacen todavía más bello este sprawl. No lo he dicho hasta ahora pero, claro, el título es un remedo de la campaña publicitaria de Adolfo Domínguez, “la arruga es bella” que intentaba romper una serie de tópicos sobre la forma de vestir. Mi objetivo es mucho más modesto: tratar de ver la organización de nuestros territorios con una óptica distinta que ayude a encontrar soluciones alternativas.

                Flujos comerciales mundiales  Le monde diplomatique
                Señalar en la imagen para verla más grande

                Las preguntas iniciales serían: ¿es previsible una situación continuista respecto a la actual en relación con la organización social y territorial? ¿se pueden seguir manteniendo los actuales derroches en materia de transporte (de personas pero también de mercancías) con los problemas energéticos y de contaminación que conllevan? ¿es suficiente con aumentar las densidades de nuestras ciudades si seguimos trayendo petróleo en grandes barcos desde miles de kilómetros, productos manufacturados desde China o la India, cereales de Rusia, carne de Argentina o electricidad de las nucleares francesas? Es decir, ¿es suficiente que apretemos mucho a los urbanitas en ciudades congestionadas si resulta que los problemas de transporte horizontal (y, a veces, vertical) de mercancías y personas se refieren a los intercambios transcontinentales y de largas distancias? ¿no sería mucho más racional penalizar este tipo de intercambios? Y no es nada complicado hacerlo, sencillamente hay que poner a su verdadero coste el precio de la energía destinada al transporte. Porque claro, en el precio de la energía no están incluidas todas las externalidades ambientales que trae consigo su consumo. Y lo que estamos haciendo, en realidad, es subvencionar la ineficiencia y crear problemas con el clima.

                ¿Son de verdad más eficientes las grandes concentraciones?  Pigu23

                Hace ya un par de años que tengo más o menos clara la necesidad de cambiar los sistemas centrífugos de organización del territorio por otros centrípetos pero, para ello no se pueden considerar ya los asentamientos de forma puntual (como un sistema de fuerzas) sino como superficies que ocupan áreas territoriales significativas. Es decir, cambiar número de habitantes por hectáreas. Habría que empezar a reconsiderar el tema de las regiones. No mediante la fórmula tradicional de reequilibrar territorios ya que los territorios nunca se pueden equilibrar porque no son isótropos, sino pensando en bio-regiones funcionales y culturales. Esto está directamente relacionado con la autosuficiencia, productos autóctonos, materiales de la zona y eliminación en la medida de lo posible de los desplazamientos de personas, materia y energía. En un contexto de este tipo (ver Pueblos en Transición, Infraestructura Verde Urbana o Recuperando a Patrick Geddes) el enfoque cambia bastante. La prioridad deja de ser la ciudad concentrada para convertirse en la región autosuficiente. Y en una región autosuficiente, dependiendo de su vocación y posibilidades, deberían tener cabida muchas formas de asentamiento diferentes. Entre otras, claro, la llamada ciudad fragmentada o difusa. Es decir, el sprawl entendido como ocupación urbana extensiva.

                Agricultura de proximidad, huerta de Valencia  urbanazos

                Si se pretende una agricultura y una ganadería diferentes a las actuales probablemente “la casa con cuatro fachadas” de Castelao sea una alternativa razonable, y la dispersión rural tenga salida dirigiéndose al mismo sitio del que procedía. Determinados productos deberían ser cultivados por el consumidor o lo más cerca posible del mismo. No es normal que un pepino cultivado en Almería sea consumido en Hamburgo a 2.600 kilómetros de distancia. Lo ideal sería cultivarlo en nuestro huerto. Y en caso de no haber huerto, o para determinados productos agrícolas o ganaderos, casi imposibles de conseguir de forma autosuficiente, habría que hablar de agricultura o ganadería de proximidad. Sólo en casos muy especiales sería necesario recurrir a cultivos más lejanos. Soy consciente de que esta propuesta implicaría un cambio radical en el comercio mundial y en la forma de vivir. Pero no creo que la alternativa, concentrar a la mayor cantidad de consumidores muy cerca los unos de los otros hasta el límite del hacinamiento, produzca resultados suficientemente importantes como para afrontar el problema de la sostenibilidad de una forma creíble. Esto en lo que se refiere al tema de la alimentación. De igual forma habría que plantear la cuestión del agua o de los residuos. También aquí hay ventajas que no debería desaprovechar una organización extensiva del territorio.

                El transporte de materiales incluye también los residuos
                 África, sumidero de residuos peligrosos del mundo  Gente Fina

                El otro gran problema es el relativo al consumo energético. Y aquí las ventajas se pueden extender, tanto a la ocupación extensiva originada por el sprawl urbano como a la de origen rural. Probablemente este sea el campo en el que se están dando los pasos más importantes. Aunque hasta ahora las grandes compañías suelen preferir sistemas de distribución y generación energéticos jerarquizados, no siempre este tipo de organización es la mejor. Tampoco es el momento de plantear esta cuestión, pero se empieza a considerar la generación distribuida como la más eficiente y no sólo desde el punto de vista de los costes. Por supuesto que estoy hablando de energías renovables y de autosuficiencia. Aquellos que se han acercado, aunque sea sólo asomándose, al campo de la arquitectura bioclimática y al concepto "cero emisiones" saben que, si existe alguna posibilidad de intentarlo es, precisamente, en viviendas unifamiliares. Pero los sistemas de generación distribuida están dando un paso más y ya se habla de los sistemas de generación distribuida en red. Y es que las redes deberían ser la base conceptual de la solución para los territorios difusos y fragmentados. Y no sólo en materia energética, sino también en comunicaciones, relaciones sociales y equipamientos.

                Electricidad, generación distribuída  Guía Básica de la Generación Distribuída

                Durante seis folios he realizado el ejercicio de enfrentarme al maligno mirándolo con buenos ojos. Espero que, a pesar de todo, después de esta lectura nadie en su sano juicio llegue pensar que la organización ideal de nuestros territorios sea su ocupación extensiva y que las ciudades deberían construirse mediante millones de casitas unifamiliares. Para mí el sprawl urbano sigue siendo el maligno (a pesar de ser bello). Pero hay dos cuestiones evidentes. La primera es que cientos de miles de hectáreas de nuestros territorios están así organizadas. Lo están ya. No se trata de ningún proyecto. Y hay que darles una salida que, por supuesto, no es la demolición. La demolición agravaría todavía más el problema ya que tiene un costo ecológico superior a los beneficios que produce (si exceptuamos el efecto ejemplarizante). Por tanto el objetivo debería ser aprovechar las bondades. La segunda es que un sistema urbano verdaderamente resiliente ha de ser complejo, ha de contar con todas las formas de organizar el territorio adecuadas a su bio-región. Es decir, desde las grandes ciudades con altísimas densidades hasta superficies del territorio sin huella humana. También, y según los casos (pero, probablemente, nunca de forma exclusiva o mayoritaria) en forma de “doce casas por acre”. 

                ¿Territorio agrícola? Noooo… sembrado de casas
                 Sprawl urbano de Los Ángeles, Gamut’s Edge

                Os habréis dado cuenta de que ni me he molestado en definir el sprawl urbano. He utilizado directamente el término no en su traducción literal, sino haciéndolo sinónimo no sólo de extensión urbana dispersa y fragmentada, sino también incluyendo patrones de asentamiento que no se corresponden con la extensión de ninguna ciudad sino con la ocupación rural del territorio reconvertida al modo de vida urbano. Cuando hace ya bastante años hice mi tesis doctoral sobre el rural en Galicia me pasé meses intentando distinguir entre población dispersa, diseminada y concentrada. Sobre los conceptos de rural y urbano. Ahora me doy cuenta de que era irrelevante. Lo verdaderamente importante eran las formas de vida. Cómo los aldeanos que ocupaban aquellas casas (casi todas con cuatro fachadas) se relacionaban entre ellos, dónde compraban y cuándo, a qué sitios iban a divertirse, cuánto dinero ganaban, cómo lo gastaban, cuántos hijos tenían, en qué trabajaban. En el título podía haber utilizado la expresión “ciudad difusa” como se suele denominar en Italia, o “ciudad fragmentada” que es la que suelo utilizar yo mismo. O, sencillamente, ciudad dispersa. Pero, probablemente, de no haber usado sprawl el artículo hubiera salido en menos buscadores.

                Ejemplo de organización poco compleja y jerarquizada
                 El tráfico en Lisboa, oct 2009, proyecto CityMotion, MIT  pmcruz

                A estas alturas de la vida ya pocas cosas me parecen evidentes pero, probablemente, en materia de organización del territorio pienso que nuestros esfuerzos deberían centrarse de forma prioritaria en tres campos. El primero está relacionado con la complejidad. Para que nuestros territorios sean verdaderamente complejos, deben albergar formas de asentamiento variadas, acordes con las regiones de las que forman parte. Deben tender a la autosuficiencia. Sin hacer de ello un dogma, claro. Si en nuestra región no hay litio pues no hay litio, pero no vamos a dejar por ello de tener un móvil. Eso sí, nuestro móvil probablemente debería ser mucho más caro (dependiendo del coste real del transporte) que en una región que contara con abundantes reservas de este mineral porque allí, probablemente, debería ser donde se fabricaran las baterías. Y dentro de la variedad que sea necesaria para que nuestro territorio sea complejo y adecuado a sus condiciones naturales, sociales y económicas bio-regionales, una parte del patrón de asentamiento sería fragmentado, disperso o difuso, claro que sí. Incluso Le Corbusier en su propuesta de La Ville Contemporaine distribuía los habitantes así: 400.000 en cuatro rascacielos; 600.000 en bloques continuos de varias plantas; y 200.000 en casas jardín.

                La mayor parte de la costa española es una inmensa ciudad extensiva
                 Todas las líneas rojas sobrepasadas, Oliva, Valencia, Google Maps

                El segundo esfuerzo debería estar centrado en saber qué regiones han llegado ya a la línea roja en cantidad de hectáreas dedicadas a la ocupación urbana extensiva. Me temo que en buena parte de nuestro país ha sido sobrepasada. Aunque determinarla no es tan sencillo. Sobre todo si entendemos el territorio como un conjunto de bio-regiones con tendencia a ser autosuficientes. Porque todo se complica si pensamos no sólo en regiones naturales sino que consideramos como parte de su ser, la historia, la cultura, las personas, los caseríos y las ciudades. Las ciudades han dejado de estar en un territorio que las soporta como se entendía hasta hace poco, es que forman parte indisoluble del mismo, “hacen” territorio. Pero me parece bastante claro que este es el enfoque de la ciudad del siglo XXI. En cualquier caso, aunque tengamos mucho sprawl urbano de tipo extensivo y la situación no pueda llegar a convertirse nunca en ideal, hay que trabajar para aprovechar las ventajas. Y, por supuesto, si hemos sobrepasado las posibilidades del territorio, no seguir ahondando en el error. Claro que este sprawl es bello, pero mucho dulce puede hacer que nos atragantemos y terminemos ahogados en un mar de viviendas con cuatro fachadas (o con dos si se trata de trenecitos de adosados).

                "Siempre hay que coger la mitad, para que no se acabe la caza"
                 Rodaje de "Tasio" (Montxo Armendáriz, 1984)  kabemayo

                Y el tercero, por supuesto, es la preservación de la naturaleza. Sin áreas naturales no es nada posible. Ni la ciudad compacta, ni las extensiones urbanas de baja ocupación, ni las áreas rurales. Muchas sociedades se comportan de forma realmente bestial y egoísta: “que conserven ellos”. Una parte muy importante de las regiones más dinámicas del mundo basan su prosperidad en que otras estén bajo el listón del nivel de pobreza conservando para ellas. Pero desde el punto de vista territorial este modelo de ocupación centrífuga del territorio no tiene futuro por muchas razones. Sobre todo, por su ineficiencia y por la dilapidación de recursos que conlleva. En realidad las cosas no son tan complicadas. Cada hábitat cuenta con recursos capaces de mantener determinada cantidad de animales y plantas (incluidos los humanos). Es conveniente no agotarlos porque, de lo contrario, entraremos en una situación regresiva. Cuando el padre de Tasio, en la película dirigida por Montxo Armendáriz, descubre que coge huevos de los nidos le dice: “siempre hay que coger la mitad, para que no se acabe la caza”. Hay grupos humanos que no sólo están cogiendo todos los huevos del hábitat donde viven, sino también los de todos los nidos que existen. Están dejándonos en un planeta sin caza.


                Nota 1: al subir el artículo al blog me acabo de dar cuenta de su extensión. Me he pasado como tres folios (literal, no estoy parafraseando la expresión “tres pueblos”). Espero que me disculpéis, es verano y me he dejado llevar por la inercia de estar sin horarios.

                Nota 2: escribí esta entrada incentivado por un enlace que me envió mi amigo Emilo Luque relativo a un artículo firmado por Echenique, Hargreaves, Mitchell y Namdeo, publicado en el número 78 de JAPA, y que viene a añadir más leña al fuego de la polémica en relación al maligno (es decir, al sprawl urbano entendido como ocupación extensiva y fragmentada del territorio). Maligno que, para algunos, tiene más ventajas que inconvenientes. O, por lo menos, no parece que la alternativa, la ciudad compacta, sea tampoco un ente celestial lleno de bondades.

                Nota 3: ya  puede comprenderse que, en el inglés, la palabra sprawl puede jugar con sus dos acepciones. La de extenderse, desparramarse, o la de adoptar una postura desgarbada (aunque también puede indicar comodidad) despatarrándose. La del desparrame sería una buena imagen referida al crecimiento centrífugo de las ciudades. Pero no me he atrevido a titular “El desparrame urbano es bello”, por las connotaciones de juerga y disipación que podría dar a entender.

                Colin Buchanan, Traffic in Towns

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                En el año 1960 el gobierno británico encarga a Colin D. Buchanan un estudio sobre los efectos a largo plazo del tráfico de automóviles en las áreas urbanas del Reino Unido. Buchanan organiza un Grupo de Trabajo con una serie de especialistas en el tema, pero meses después el Ministro crea un Grupo Piloto con expertos ajenos a la administración pública para que colaboren con Buchanan en lo que necesite. El resultado fueron dos trabajos que se editaron conjuntamente. Lo que se conoce como Informe Buchanan tuvo un éxito tremendo cuando se publicó en 1963. Hasta tal punto que Penguin Books imprimió una edición abreviada en el año 1964. En español lo conocimos en 1973 gracias a la editorial Tecnos. Anticipándome un poco a los 50 años de la publicación de este informe voy a tratar de hacer una relectura de uno de los textos que, en su momento, más me ayudó a comprender las relaciones entre el tráfico y la organización de la ciudad.

                Sir Colin D. Buchanan y portada del libro en español

                En lo que sigue, y dado que este es un blog pensado para lectores de lengua española me voy a referir a la traducción que hizo Agustín Gil para la editorial Tecnos en el año 1973 y que se publicó con el título de El tráfico en las ciudades. Después de un prólogo firmado por Sir Geoffrey Crowther (el comisionado del Ministro Marples para que dirigiera el Grupo Piloto) en el que resume en unas pocas páginas su parte del informe, el libro se divide en cinco capítulos. En el primero se plantea el problema creado por el uso de los vehículos a motor; en el segundo la base teórica a partir de la naturaleza del tráfico urbano; en el tercero estudia cuatro ejemplos que van desde una ciudad pequeña hasta el área central de Londres; en el cuarto analiza la práctica en Gran Bretaña, Europa y los Estados Unidos; y el capítulo final es de conclusiones. Este informe tuvo muchísima importancia en todo el mundo pero, sobre todo, en la Europa continental incluso en mayor medida que en el propio Reino Unido. Holanda, Alemania, Japón o Israel introdujeron sus principios en el diseño de áreas urbanas y algunos gobiernos en sus normativas nacionales.

                La Escuela de Arquitectura de Madrid cuenta con una biblioteca excelente

                Mi relación con el libro comenzó el mismo año de su publicación por Tecnos. Sin embargo, después del entusiasmo inicial, poco a poco “el Buchanan” fue quedando relegado hasta las partes más recónditas de mi biblioteca. Llevo ya tres o cuatro años intentando “revisitarlo” porque me he dado cuenta de que, no sé si inocentemente o no, algunos renombrados urbanistas vuelven a las ideas que se plantean en el informe pero no mencionan su procedencia. Es posible que les parezca “poco moderno” citar un texto de los años sesenta o, sencillamente que, en su ignorancia, hayan redescubierto la rueda. Pero me ha parecido interesante, sobre todo para que mis alumnos las conozcan, analizar algunas de las ideas claves de este informe. Ya con la decisión tomada de escribir el artículo he buscado mi ejemplar pero me ha sido imposible encontrarlo. De forma que he ido a la biblioteca de la ETSAM y he conseguido uno bastante bien conservado. Como siempre, en las fichas de préstamo estaba reflejado su uso. En el 2005 dos préstamos, en el 2006 nada menos que 6, en el 2007 ninguno, en el 2008 uno, en el 2009 ninguno, en el 2010 ninguno, en el 2011 tres y en lo que llevamos de 2012 dos (incluido el mío). Y, sin embargo, su lectura tiene todavía un grandísimo interés. Os animo a leerlo.

                Evolución del parque mundial de vehículos  JD Power

                Para su análisis seguiré el orden del libro que me parece muy acertado. Empezaré por algunas cuestiones que me suscita la lectura del prólogo, donde Crowther resume las conclusiones del Grupo Piloto. La primera impresión es la extraordinaria similitud del problema en una isla y en el planeta. Cuando se redactó todavía no estaba planteada la cuestión de la sostenibilidad global tal y como hoy la entendemos. Pero cualquier habitante del Reino Unido tenía clara la relación entre el suelo (la insularidad hace muy comprensible su finitud), la población y el consumo: “Hay una complicación más en este problema. Nos enfrentaríamos con una crisis del tráfico en las ciudades aunque la población del Reino Unido hubiera de continuar estabilizada en las cifras actuales del censo nacional”. Y esto se producía porque pensaban (como así sucedió) que el nivel de motorización aumentaría de forma notable. Y aunque fueran los mismos, cada vez habría más coches.  “Pero es que se ha hecho sumamente claro, durante los últimos años, que la población va a empezar a crecer de nuevo con toda rapidez. En vez de ajustar o encajar a cincuenta millones de seres humanos (lo cual ya es bastante difícil) en nuestro territorio, la verdad es que tendremos que tratar de apretar unos setenta millones”.

                Evolución de la población mundial  eumed

                Se plantean las posibles soluciones como en el caso de “…los Estados Unidos, donde se han gastado muchos miles de millones de dólares en la construcción de autopistas urbanas, que cruzan y vuelven a cruzar sus ciudades con gran habilidad ingenieril, y, en ocasiones, con un desprecio más bien implacable por el medio ambiente en el que se insertan”. También las de hacer pagar al automovilista más impuestos, sistemas de licencias y prohibiciones, mejoras importantes en el transporte público… En fin lo que ahora todos sabemos. La visión de este Grupo Piloto es bastante pesimista: “Tendremos que seguir impulsando todo esto: la construcción de autovías urbanas, la limitación de circular, tanto por ley como por impuestos especiales, y el sostenimiento de los sistemas de transporte público. Pero incluso con todo ello combinado es dudoso que podamos tener éxito y establecer una verdadera paz en la guerra declarada entre coches y ciudades. En el mejor de los casos se tratará de una incómoda tregua con el tráfico moviéndose, pero ya en el límite de las posibilidades, y las ciudades todavía en la confusión y el desorden provocados por tanta maquinaria ambulante; con los sentidos de la vista, el oído y el olfato igualmente castigados, y con toda la oportunidad de una vida ‘urbana’ en derrota”.

                Depressed I-71 en Cincinnati USA GoogleMaps  ChrisZwolle

                Aunque el informe del Grupo de Trabajo (coordinado por Buchanan) incide igualmente en las dificultades, avanza un paso más y propone un enfoque integrado del tráfico en el general de organización de ciudades y territorios. Pero no como solución, palabra que no gusta en el informe, sino como planteamiento de un proceso. Así, puede leerse casi para terminar el prólogo: “De una cosa, sin embargo, fuimos adquiriendo mayor certidumbre, a medida que nuestro trabajo avanzaba: no puede tratarse, ni afirmarse, en absoluto, de una solución simple al problema del tráfico. En realidad lo mejor es evitar de plano el término solución, porque el problema del tráfico no es tanto un ‘problema’ que espere una ‘solución’, cuanto una situación social a la que hay que enfrentarse con políticas pacientemente aplicadas durante cierto período, y que deberán revisarse de vez en cuando a la luz de la marcha de los acontecimiento. Así pues, insistimos: no hay ninguna solución a mano, u óptima, para el caso que nos ocupa”.

                Ambiente y contaminación, Madrid hora punta cinconoticias

                Se plantean algunas cuestiones que hoy nos parecen casi tópicas: la frustración producida por el uso del coche pensado para aportar un servicio puerta a puerta, pero que casi nunca puede hacerlo; los accidentes y la siniestralidad; el deterioro producido en el ambiente que centra en los ruidos, humos, olores, intrusiones visuales, estrés, ansiedad y problemas de salud debidos a la contaminación; y otras, como el sprawl urbano. Esta última aparece ya como un problema: “Debe entenderse que la dispersión, si se lleva más allá de un determinado punto, complica los problemas del transporte al incrementar todas las distancias que han de atravesarse. La dispersión puede, de hecho, convertirse con demasiada facilidad en sinónimo de sprawl, y por si no tuviéramos ya lecciones lo suficientemente amargas al respecto en nuestro país, el caso de los Estados Unidos demuestra lo que acontece cuando se otorga al vehículo de motor licencia para llevar el desarrollo adonde le convenga”. Y eso que la tradición rural inglesa tendía a los asentamientos dispersos, que la huella ecológica de la Tierra en aquellos momentos no había alcanzado la totalidad de su superficie, y que el ministro Marples que había encargado el informe pertenecía al partido conservador.

                Aunque se ironiza con las soluciones ingenieriles luego… para Londres
                 Renovación urbanística: sección  Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                Algunas de las cuestiones que se analizan en la parte que llama “Base Teórica” hoy nos parecen casi obviedades, pero obviedades que frecuentemente se olvidan. Y no sólo por los políticos, sino también incluso por los propios técnicos que deberían tenerlas grabadas a fuego en su cabeza. La primera: que el término tráfico debería incluir tanto a los vehículos en movimiento como aquellos que están parados, en reposo. La segunda: parece que origen del tráfico se encuentra en el desarrollo de las diferentes actividades urbanas, y de ello resulta que los vehículos pueden usarse para propósitos esenciales u optativos. La tercera: que, normalmente, a la hora de organizar un área urbana es conveniente diferenciar el "tráfico de paso" del "tráfico de acceso". La cuarta: que dejando de lado el tráfico de paso, los trazados “deberían estar estrechamente relacionados con la forma de estar dispuestos los edificios”. La quinta: que la parte más importante del tráfico urbano es la originada por los grandes grupos básicos de actividades y, sobre todo, por las relativas a la residencia y al trabajo.

                Renovación urbanística: plano a nivel de suelo
                 Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                Con estos temas ya expuestos y analizados se propone una forma de relacionarlos entre sí. Me estoy refiriendo a lo que en el informe se llaman áreas ambientales. Aunque, desde mi punto de vista, se trata más una explicación didáctica que de una propuesta de organización urbana.  Aparecen las áreas ambientales cuando organizamos el tráfico de paso en redes: distribuidores primarios, distribuidores de distrito y distribuidores locales. Esta organización mallada debería dejar determinadas zonas de la ciudad como una especie de habitaciones urbanas en cuyo interior sólo existiría tráfico de acceso. Esto no quiere decir que sean áreas sin coches. Es más, puede existir mucha actividad motorizada. Todo depende del tipo de área. Por tanto, habría que definir unos niveles ambientales que serían dependientes de la actividad predominante en el área y de su tamaño. De forma que “la idea de que dentro de un área ambiental el tránsito (usando el término para incluir los vehículos en movimiento tanto como los estacionados) habría de quedar subordinado al medio ambiental, lleva consigo la importante implicación de que cualquier área ambiental tiene que poseer un nivel de tráfico máximo aceptable. Debe, en otras palabras, tener una capacidad máxima”.

                Renovación urbanística: en negro la plataforma con las nuevas edificaciones
                 Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                Una vez planteado este enfoque como útil para entender y, sobre todo, explicar, las relaciones entre tráfico y ciudad se puede analizar el problema del tráfico en función de tres variables: “el estándar ambiental, el nivel de accesibilidad y el coste en que puede incurrirse cara a las alteraciones físicas necesarias”. Estas tres variables las relaciona mediante una ley que, más o menos, dice que dentro de cualquier zona urbana, tal como está, el establecimiento de unos estándares ambientales determina automáticamente la accesibilidad pero que ésta última puede aumentarse invirtiendo suficiente dinero. Es decir, que si se quiere un alto grado de tráfico en las áreas urbanas ya construidas, y con unas condiciones aceptables, habrá que hacer grandes inversiones. Las alternativas son: o el deterioro del área o la disminución de su capacidad para aceptar vehículos en movimiento o en reposo. Se incluyen algunos ejemplos históricos para el caso de áreas residenciales como el “trazado Radburn”. Aunque mucho antes de esta propuesta del movimiento de las Ciudades Jardín, los viarios en fondo de saco ya estaban en la ciudad árabe y, por supuesto, en la ciudad hispanomusulmana, como saben todos mis alumnos de urbanismo, aunque no se reconozca en los tratados al uso probablemente por desconocimiento de todo lo que no sea ciudad occidental.

                Renovación urbanística: espacios comerciales y residenciales sobre la plataforma
                 Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                En el resto de este importante capítulo se incide sobre la cuestión de la capacidad ambiental y sobre la necesidad de organizar el viario atendiendo al tipo de tráfico. Las conclusiones son muy claras (como toda la redacción del informe de muy sencilla lectura): el foco hay que ponerlo en el tema ambiental antes que en el tráfico, son posibles evaluaciones bastante objetivas de lo que sucede y, por último, es imprescindible entender el tráfico como parte del problema global de la planificación urbana. El concepto de área ambiental imprenga y se superpone a la mayoría de las propuestas de la Ciudad Jardín, al entendimiento de la ciudad como un organismo celular y a otras análogas que intentan una relación más estrecha del habitante con el territorio que habita y a la mejora de la calidad del entorno. Sin embargo esto no quiere decir que este entendimiento de la ciudad tengamos que considerarlo como un axioma. En general, me gustaría transmitir la idea de que las ciudades son mecanismos muy complejos y singulares. Y que los intentos de uniformar su organización y aspecto probablemente son dañinos porque superponen las condiciones genéricas a la particulares e invalidan todos los procesos de adaptación al medio climático, natural y cultural.

                Renovación urbanística: imagen
                 Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                Pienso que algo de esto se intuye en el propio informe cuando al analizar en su tercera parte una serie de casos prácticos tiene que empezar a establecer divisiones. En primer lugar estudia una ciudad pequeña como Newbury y termina por admitir que, en este caso, todo es más sencillo y económico. Cosa que no ocurre ya en una gran ciudad como Leeds para la que el previsible aumento del tráfico va a tener profundas consecuencias para su área central y va a obligar a realizar cuantiosas inversiones si se quieren mantener tanto una alta accesibilidad como un buen ambiente. También estudia casos más especiales como la ciudad histórica de Norwich para la que no parece haber otra solución que admitir un reducido estándar de accesibilidad o el centro de Londres para el que se propone un proyecto más radical y al que corresponden algunas de las imágenes anteriores. Se ve, por tanto, que este capítulo incide en lo escrito al final del párrafo anterior acerca de la imposibilidad de soluciones genéricas (a menos que se distorsione la identidad del lugar para adaptarla a organizaciones y formas ajenas).

                Aunque también se incluyen imágenes más amables
                 Imagen extraída del libro “Traffic in Towns”

                El capítulo cuarto, relativo a las lecciones aprendidas de la práctica corriente en Gran Bretaña, Alemania Occidental, Estocolmo, Venecia o Los Ángeles es, probablemente, sobre el que más pesan los casi cincuenta años transcurridos desde su publicación. Aunque algunos autores han tachado este informe de excesivamente simplista, sobre todo en lo que se refiere a la clasificación del tráfico, y otros lo han contrapuesto a formas más modernas de entender la organización urbana (mezcla de usos, calmado de tráfico, compatibilidad de peatones con tráfico a motor) pienso que todavía está muy vigente sobre todo si lo entendemos desde el punto de vista didáctico y no como una metodología de análisis y propuesta de actuación. Además, el realismo que impregna el informe es una cura de humildad para todos: “Pero cuando el crecimiento del tráfico se compara con dichas medidas, es difícil evitar la conclusión de que, por un largo período todavía, el tráfico irá creciendo más aprisa de cuanto seremos capaces de ‘soportar’ o ‘manejar’, incluso admitiendo las hipótesis más optimistas en el financiamiento de los planes urbanísticos y similares. Puede, incluso, pensarse en que vamos hacia una situación puramente desesperada”.

                Aunque lo parezca, tampoco el espacio compartido (shared space)
                 y otros sistemas de calmado son un invento de hoy  fietsberaad

                La relectura de Traffic in Towns después de tanto tiempo ha sido, para mí, toda una experiencia al permitirme constatar cómo evolucionan las ideas, las situaciones, incluso las ideologías que están implícitas en las propuestas urbanísticas. Sin embargo, después de años trabajando en el campo de la sostenibilidad echo de menos consideraciones planetarias y todo aquello que tiene que ver con la preservación del territorio o del propio patrimonio urbano (a pesar de lo expuesto para Norwich). Incluso es bastante notoria la ausencia del tema identitario o todas las cuestiones relativas a la participación. Es evidente que se trata de un informe hecho por técnicos para políticos. Y esto siempre incluye una cierta autocensura implícita. Sin embargo, los valores didácticos de esta publicación son evidentes. Las relaciones entre organización de la ciudad y tráfico están muy bien estructuradas, analizadas y descritas, de forma que su percepción por el lector es casi inmediata. Esta claridad en la descripción hace que sea una fuente inagotable de temas de discusión y se constituya en un semillero de ideas algunas de las cuales, afortunadamente, ya han germinado. Por estas razones debería ser de lectura obligatoria en los cursos de urbanismo, aunque con la advertencia de que su valor está más en la comprensión del fenómeno que en las propuestas de proyecto. Espero que, con motivo del cincuenta aniversario, alguna editorial se anime a publicar una reedición revisada, con artículos complementarios que aborden algunos de los temas ausentes y que con el transcurso del tiempo se han vuelto prioritarios.

                Espacio público y espacios privados

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                Probablemente una de las mayores preocupaciones del urbanismo actual sea la progresiva degradación de la llamada urbanidad. En 1914 se crea en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid la primera asignatura de urbanismo con el nombre de Trazado, Urbanización y Saneamiento de Poblaciones. Pero cuando César Cort gana la primera cátedra de Urbanismo de España en esta misma institución, propone que se llame Urbanología (año 1918). Desde aquella “Urbanología” hasta el día de hoy han pasado muchas cosas pero una de las más importantes ha sido la radical modificación que han sufrido las funciones del espacio público. La esencia de la ciudad, y probablemente de la democracia, se asienta precisamente en la posibilidad de que las distintas personas que forman la sociedad urbana se relacionen directamente entre sí siguiendo determinadas reglas y convenciones que posibiliten su convivencia pacífica. Esta es la función principal del espacio público: educar en la urbanidad.

                Cartel en la Puerta del Sol, acampada del 15-M  lainformacion

                A pesar de ser esta su misión más importante cumple, o ha cumplido, muchas otras. Es lugar de confrontación, de fiesta, de manifestación, de creación de identidad o de tránsito. Según el momento histórico algunas han tenido más importancia que otras. Sin embargo, la educación en la urbanidad tiene un interés especial ya que se trata de uno de los pilares del funcionamiento de la ciudad. El aprendizaje de la convivencia con el otro resulta básico, por ejemplo, para romper la espiral que se está produciendo entre seguridad y uso de calles, plazas y parques. Sin colaboración ciudadana resulta imposible la seguridad. No parece normal poner a un policía detrás de cada ciudadano y una cámara de vigilancia en cada calle. El principio básico de la ciudad, que es la libertad para ocuparla, sólo se puede conseguir si existe educación urbana que, a su vez, sólo se alcanza si el espacio urbano lo posibilita. La tendencia a la “socialización” en lugares de equipamiento privado donde no se produce la interacción entre desiguales, sino exclusivamente entre iguales, invalida esta posibilidad.

                Espacio público, espacio privado; verde público, verde privado 
                 Madrid, zona sur de la ciudad  googlemaps

                Otra de las funciones importantes es la de confrontación. El espacio público ha sido tradicionalmente un lugar de conflicto. Conflicto entre distintas formas de entender la construcción de la ciudad, conflicto entre clases sociales, entre ideologías, entre formas distintas de poder. Todavía lo es hoy mismo cuando, por ejemplo, determinados colectivos se manifiestan para visualizar sus desacuerdos. Esta función sigue manteniéndose a pesar de los intentos de normarla o estructurarla que han sido continuos (e infructuosos) a lo largo de la historia. Hace pocos días la delegada del Gobierno de Madrid volvía a insistir en la necesidad de “regularla”. Dice Hannah Arendt refiriéndose al espacio público: "No es un lugar abstracto, ni solamente espacial; el espacio público es el lugar para la confrontación, para la puesta en común de la comunidad política”. En algunos casos se trata del último reducto de libertad. Probablemente esta expresión de manifestación, como se ha podido ver recientemente con el movimiento del 15-M, esté directamente ligada a las posibilidades reales de una democracia sin intermediarios. Pero también como expresión de reivindicaciones que no tienen otra forma de trascender al resto de la ciudadanía. 

                El espacio público lugar de confrontación 
                 Puerta del Sol, Madrid, movimiento 15M, kaosenlared

                Pero en el espacio público también se celebran las fiestas, se llevan a cabo determinados ritos sociales. Esta función se va relegando en muchos lugares y puesto que está directamente relacionada con los conceptos de identidad y pertenencia a una comunidad, significa que los pueblos van perdiendo de forma progresiva sus raíces territoriales. La idea de identidad, el orgullo de pertenecer a una comunidad radicada en un lugar concreto es básica para el funcionamiento de la sociedad y, normalmente, va ligada a dos niveles diferentes que suelen relacionarse con ámbitos espaciales también distintos. Uno suele corresponderse con la ciudad como un todo. Y el otro, con determinados barrios o zonas urbanas dotados de señas específicas distintas de las globales. Así, las fiestas de La Karmela en la calle Buenos Aires del barrio madrileño de Vallecas se han convertido en pocos años en un importante elemento de cohesión social. Incluso, a veces, determinados sitios se pueden relacionar con grupos no territoriales. Por ejemplo, la plaza de La Cibeles con las celebraciones del equipo de fútbol del Real Madrid.

                El espacio público como lugar de fiesta 
                 Puerta del Sol, Madrid, las doce campanadas efe

                Por supuesto que el espacio público también sirve para comunicar entre sí los edificios y los diferentes elementos que componen la ciudad. En algunos lugares del espacio público es casi la única función que queda y, aún así, porque el ciudadano no tiene más remedio que transitar por ella. Y si el tránsito se circunscribe al peatón todavía con mayores dificultades. La relación, tan directa y compleja, entre seguridad y educación para la urbanidad, hace que progresivamente la estancia en el espacio público se vaya haciendo más corta y que la mayor parte de los usuarios prefieran hacerla encerrados (a salvo) en sus vehículos sin casi ninguna posibilidad de interacción con “el otro”. Aún así, los diseñadores urbanos con toda la buena voluntad intentan proyectar espacios urbanos estanciales que, sistemáticamente, se encuentran vacíos de gente contribuyendo a aumentar la inseguridad subjetiva de esas áreas. De cualquier forma se trata de una función casi imposible de soslayar y, probablemente, la que goza de prioridad en el momento del proyecto. Son muchas, por tanto, las funciones que cumple en espacio público. Y eso que ni he mencionado algunas muy importantes como la formativa.

                El espacio público como lugar de tránsito  peatonesdesevilla

                Sin embargo parece como si, poco a poco, el espacio público se fuera vaciando de todos estos contenidos que no se sabe muy bien a dónde se escapan. De lo que no hay duda es que la ciudad, como lugar de lo heterogéneo y lo diverso, tenía en sus calles, sus plazas y sus parques, el medio de conseguirlo. Hoy, probablemente esto no sea así. Para intentar averiguarlo, una alumna de los cursos de doctorado y a quien actualmente le dirijo la tesis, Macarena Ruiz, intentó demostrar que los espacios privados vaciaban de contenido las funciones tradicionales del espacio público debido, entre otros factores, a las nuevas tipologías de agrupación de viviendas. Algunos de los párrafos recogidos a continuación forman parte de este trabajo aunque no lo cite textualmente. Se titula La transformación del espacio público. Estudio sobre la diversidad de los usuarios a partir de las prácticas que realizan en los espacios de relación de la ciudad. El caso de Madrid. Sólo utilizaré aquellas partes directamente relacionadas con el tema de hoy y, como siempre, eliminaré las citas, referencias y demás elementos imprescindibles en un trabajo académico pero que obstaculizan la lectura no académica.

                Una de las plazas estudiadas del centro, San Ildefonso  googlemaps

                De la tipología tradicional de los espacios públicos: calles, plazas y parques, el estudio se centró en las plazas por ser, probablemente, los elementos que más han cambiado en su funcionamiento. Se formuló una metodología que intentaba representar tanto la diversidad como la homogeneidad mediante un estudio de casos en dos áreas representativas de Madrid. Se trataba de tres plazas de la zona de Malasaña en el centro de la ciudad y dos de una reciente urbanización en el barrio de Valdebernardo. En ambos casos conformadas por tipologías residenciales muy distintas (sin espacios privados interiores y con espacios privados interiores) como puede verse en las fotos aéreas. El trabajo de campo consistió en registrar, en determinados periodos, la variedad de usos, la cantidad de usuarios de la plaza, la frecuencia de utilización, su disposición en el espacio, etc. Se utilizó un sistema similar al “Mapeo Conductual” o “Cartografía de las conductas”, utilizado en estudios de Psicología Ambiental, y que Fernández-Ballesteros define como “una metodología sugestiva que se usa en el estudio de las mutuas influencias entre el ambiente y el comportamiento”. El procedimiento se inició realizando un listado de detección de veintisiete prácticas de los usuarios.

                Una de las plazas estudiadas de Valdebernardo, Juan Benet googlemaps

                Se dibujaron las plantas de cada plaza, y se planificaron los momentos adecuados para realizar los registros en los distintos días de la semana y horas del día, tanto en laborables como festivos. Los datos se obtuvieron a lo largo de veinte minutos cada vez. De forma independiente, y mientras duró el trabajo de campo, se realizaron otras visitas a las plazas en distintos horarios, en las que se hicieron nuevas observaciones apoyadas en registros fotográficos y entrevistas. Con el objeto de asegurar la veracidad de las observaciones que caracterizaban algún aspecto concreto del estilo de vida de los usuarios, se completaron, además, cuestionarios de forma sistemática. Los resultados obtenidos en los registros confirman las grandes diferencias existentes en los usos de las plazas de la ciudad tradicional y las correspondientes a la nueva extensión de Valdebernardo. La primera y más evidente es que estas últimas tienen menos de la mitad de visitantes promedio que las primeras. A pesar de mantener características comunes como ser el lugar donde se expresa la comunidad, el uso cotidiano de las plazas de Valdebernardo es muchísimo menor que el de las plazas de Malasaña.

                Registros en la plaza de San Ildefonso, 4 de abril 18:00 horas

                Al promediar la cantidad de usuarios de todos los registros tomados en cada una de las plazas, se obtiene que las del centro alcanzan una media de 541 visitantes en una semana, mientras que las de la periferia tan sólo 251 de promedio para períodos similares. En cuanto a la diversidad de prácticas realizadas, de un total de 27 acciones posibles, en las plazas del centro se observa una notoria mayor variedad, anotándose de media en una semana de registros: 23 acciones en la Plaza del Dos de Mayo, 17 en San Idelfonso y 20 en Sta. Mª Soledad Torres Acosta, a diferencia de las plazas de Valdebernardo, donde los usos se reducen a la mitad, registrándose promedio 9 acciones en la plaza Juan Benet y 10 en plaza Rosa Chacel por semana de registros. Sobre la variedad de prácticas que se realizan en las plazas, es importante destacar que existe un grupo de ellas que podríamos denominar acciones básicas que son comunes a la mayoría de los espacios públicos y se relacionan con el equipamiento instalado: juegos de niños, de ancianos, bancos o terrazas.

                Registros en la plaza de Juan Benet, 20 de mayo 17:30 horas

                Según los datos obtenidos, las plazas del centro y a diferencia de las de Valdebernardo, son utilizadas como soporte para realizar múltiples actividades no relacionadas con sus instalaciones, tales como utilizar el ordenador, comprar, o patinar en skate. Además de una gran variedad de eventos entre los que se registraron ferias, recitales, fiestas de barrio, filmaciones etc., que implican para muchas de ellas una apropiación temporal de alguna zona de la plaza y su utilización como soporte para generar una nueva actividad. También las variaciones estacionales significan cambios importantes. Uno de los más llamativos con la llegada del buen tiempo es la apertura de terrazas, como se pudo observar en el centro en las plazas Dos de Mayo y San Idelfonso, y en Valdebernardo, en plaza Rosa Chacel. Es claro que existen grandes diferencias entre el resultado que logran las terrazas en las plazas de Malasaña, donde se produce una verdadera revolución de usos cuando abren en marzo, y la terraza de Rosa Chacel, en la que si bien fue un foco de actividad también se anotó días con terraza vacía.

                Terraza en una de las plazas del centro

                Una de las principales observaciones, confirmada por los cuestionarios y las entrevistas, fue que algunas actividades que tradicionalmente se desarrollaban en los espacios públicos se están retirando de ellos para desarrollarse en entornos privados. Los casos de la periferia lo expresan claramente: las plazas son desocupadas por los usuarios, quienes prefieren los patios cerrados en el interior de las manzanas de los bloques de vivienda. Los resultados del estudio revelan que la variedad de usos está disminuyendo prácticamente a la mitad si comparamos el espacio público de la nueva urbanización y el de la ciudad histórica, permaneciendo constante sólo un grupo de ellos que hemos denominado como acciones básicas. Estas acciones se repiten normalmente en la mayoría de los espacios públicos y se relacionan con la infraestructura con que cuenta cada sitio. Por ejemplo: jugar y conversar en una plaza con asientos y juegos, transitar los coches en una calle con amplias calzadas, etc. Otras acciones observadas y consideradas durante el estudio, quizás más específicas y eventuales ayudan a incorporar lo informal y lo imprevisto como expresión de la diversidad de los usuarios.

                Acciones básicas: sentarse en un banco (si hay banco)  mimiradab&n

                Además de la disminución de la diversidad en el uso del espacio público y la cantidad total de usuarios, habría que resaltar una serie de factores que relacionan el contexto de las plazas estudiadas con los resultados obtenidos:
                • La urbanización netamente residencial se relaciona con espacios públicos visitados sólo por sus vecinos con las consiguientes carencias de diversidad y variedad de usos posibles. En cambio en los lugares del centro de la ciudad esta situación cambia y, a pesar del predominio de la vivienda, siempre se incorporan y entremezclan otras actividades que suman usuarios diversos.
                • Dotaciones que se desarrollan sin relación al espacio público. Con esta ruptura no sólo se pierde la posibilidad de establecerse entre un edificio público y su entorno, sino que además generan grandes frentes muertos que pasan a ser las fachadas de plazas y calles.
                • Se observó que en las correspondientes al centro hay una gran variedad de actividades de distinta índole que se realizan en las plazas y que aportan vitalidad al entorno motivando a su utilización. Estas actividades organizadas tanto por los vecinos en fiestas de barrio o en las ferias y eventos promovidas por organismos públicos y privados, prácticamente no existen en las de nueva creación.
                • La acentuación del límite entre las zonas públicas y privadas da lugar a plazas que no intercambian actividad con el entorno, ya que el comercio es escaso y las fachadas de vivienda sólo señalan su nula interacción con el exterior. El espacio público relacional queda entonces abandonado a los lugares privados y sólo cuenta para transitar.
                • Un apunte especial merece la utilización de las terrazas que fue la característica determinante para generar verdadera revolución en los registros, siendo responsable de la mitad de las acciones que se realizaron en determinado momento en las plazas del centro de Madrid.
                La revisión de lo que ocurre en zonas específicas del espacio público en el periodo comprendido entre primavera y otoño al aparecer las terrazas, indica el fuerte potencial que tienen para generar vitalidad y atraer a visitantes diversos. Si bien operan como iniciativa privada utilizando espacio útil de aceras y plazas, su funcionamiento se desarrolla muy relacionado con el entorno en el que se encuentran, beneficiándose de él y por otro lado, animando y constituyéndose en un catalizador que irradia actividad. A pesar de las grandes diferencias de contexto entre los casos estudiados, se ha comprobado que las terrazas producen el mismo efecto en casi cualquier lugar en que puedan ubicarse, llegando a ser el centro de la vitalidad de la plaza. A veces, la proliferación de terrazas puede llegar a molestar a los residentes. Por ejemplo, en la plaza de San Ildefonso los vecinos se quejan de las incomodidades que suponen y han llegado a pedir la declaración de Zona de Protección Acústica.

                A veces, la proliferación de terrazas puede no ser tan buena 
                 Plaza de San Ildefonso, quejas de los vecinos  ABC

                Las conclusiones del trabajo son claras. Es posible establecer, como visión general, que el espacio público mantiene sus atributos esenciales de ser lugar de tránsito de peatones y de expresión de la comunidad. Sin embargo en su función de ser el principal espacio de intercambio y encuentro con el otro se ha visto fuertemente afectado, tanto en la cantidad de reuniones que posibilita como en el tipo de encuentros que favorece. En este aspecto se puede afirmar que el espacio cívico en el momento actual y tal como se explica al comienzo, encuentra sustitutos privados. Lugares sociales en los que directamente se debe pagar para acceder, o espacios de uso restringido como es el caso de los patios del interior de los edificios de vivienda. Se evidencia que en el centro de la ciudad las plazas mantienen una gran diversidad de usuarios, diversidad expresada en las edades y procedencias de los visitantes, pero principalmente en la gran cantidad de prácticas que realizan en los espacios públicos.

                Casi cualquier sitio puede servir para algunas actividades 
                 Skaters en Colón foto de Andrés Maloberti

                En las plazas de nueva urbanización, a diferencia de las del centro, esta diversidad disminuye. Son visitadas mayoritariamente por vecinos y conocidos en una cantidad comparativamente muy inferior a lo registrado en el centro de la ciudad, y realizando en ellas la mitad de acciones posibles, antecedentes de los que se puede concluir que la posibilidad que en ellas se produzcan intercambios entre personas diferentes se ve muy reducido. Por último, se hace evidente que el encuentro entre personas desiguales se sigue produciendo en los espacios públicos que presentan la característica de generar prácticas diversas, tal como ocurre en el centro de la ciudad. Se observa que al disminuir la cantidad de usuarios y la variedad de prácticas registradas, se produce una homogeneización en los intercambios y el aprendizaje de la urbanidad (relacionarse con el otro, con el diferente, con el desigual) se ve comprometido. Ello parece ser debido a diferentes causas, pero una de las más importantes es la tipología de las unidades residenciales de vivienda que configuran las plazas.

                De cómo los conjuntos de viviendas dan la espalda a la ciudad 
                 Anuncio de venta de pisos en Madrid  tusanuncios

                Me ha parecido interesante reseñar este trabajo de Macarena Ruiz porque va en la línea de intentar un análisis de la evolución del funcionamiento del espacio público en la ciudad en unos momentos en que parece romperse en un mosaico de nichos (frecuentemente étnicos)  que reducen la complejidad de su tejido social. Se podrían establecer, como material para el debate, tres propuestas de recuperación de las funciones perdidas por estos espacios. La primera tiene que ver con la seguridad. En este blog ya se han dedicado varios artículos al tema porque estoy convencido de que la seguridad subjetiva debería convertirse en parte sustancial del diseño urbano. La gente se refugia en espacios privados como los que aparecen en la foto de arriba porque se siente insegura en el espacio público. La segunda la relaciono con el entorno construido: tipologías de vivienda adecuadas, mezcla de usos, comercio de proximidad en los bajos, calidad del diseño con seguridad vial y confort… Y la tercera, como también ha detectado el trabajo de Macarena, surge de la necesidad de animar estos espacios con propuestas de actividades concretas que favorezcan la creación y consolidación de redes sociales y que atraigan usuarios de otras partes de la ciudad.

                Gestión de riesgos en áreas urbanas

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                La desgracia ocurrida hace unos días en el Madrid Arena debería de poner sobre la mesa algunos temas obviados de forma sistemática en casi todos los sistemas de planificación y diseño urbano, cuando no ocultados deliberadamente a los ciudadanos, como son los relativos a la gestión de riesgos. Aunque los hechos han sucedido en el interior de un local y no en la vía pública, dada la cantidad de gente que había reunida (por lo menos diez mil personas, más que el número de habitantes de muchos pueblos), me van a servir como disculpa para analizar el tema en relación con las áreas urbanas. En unos momentos en que se está desmontando el estado del bienestar habría que centrar su defensa en lo básico. Y parte de lo más básico es que la gente “viva” en nuestras ciudades y no se muera, se lesione o enferme a causa de errores en su planificación, diseño o gestión. Y que sea consciente del significado de la palabra riesgo aplicada a la construcción de la ciudad. Hace ya por lo menos un año que vengo trabajando e intentando difundir la idea de los “indicadores participativos”. Este es un claro ejemplo de su necesidad.

                Santander después delincendio de 1941  elmontañés

                Desde el primer año de la existencia del blog he publicado artículos relacionados con el tema. En 2007: Espacios urbanos seguros, Manual de diseño urbano seguro y El Atlas de la seguridad de Madrid. En el 2008: Ulrich Beck: “La sociedad del riesgo”, ¿Hay algo más triste que los túneles de la M-30?, Ciudades para mujeres ciudades para todos, Ciudades saludables y sostenibles. En 2009: Espacio público y vivienda, Cambio climático y revisión por pares. En 2010: Accesibilidad universal, prevención del delito y diseño urbano. 2011: Desigualdades en salud y entorno físico, Riesgos naturales y planeamiento, Urbanismo y Salud Pública. Me he molestado en hacer este repaso porque no quisiera ser acusado de oportunismo al aprovechar la desgracia del Madrid Arena. Sin embargo sí que me parece el momento adecuado para recordarle a algunos que la planificación urbanística sirve para algo más que “fijar el contenido del derecho de propiedad del suelo” y que su objeto supera el de ser garantía legal de especuladores inmobiliarios y corruptos. Y que el diseño urbano no debería servir sólo para enriquecer al sobrino del alcalde que tiene una concesión de semáforos, o un vivero, o una fábrica de baldosas hidráulicas.

                Incendio al norte de Santiago de Chile  actualidadalminuto

                El objetivo de un plan de urbanismo (o del proyecto de una plaza) debe ser el de construir lugares de convivencia donde los ciudadanos se relacionen, hagan una vida sana, se muevan con un mínimo de seguridad o se diviertan. En definitiva, un escenario en el que puedan realizarse como personas. Y la primera (y obvia) condición es que no se mueran, lesionen o enfermen, por defectos achacables a un mal diseño o una mala previsión. Que sus propiedades no sufran estragos. Y que los servicios e infraestructuras no se colapsen ante el más mínimo incidente. A pesar de que la expresión gestión de riesgos está tomada de la teoría de proyectos y suele relacionarse con sistema financiero, entiendo que es aplicable al sistema urbano aunque con algunas diferencias. La principal es que la gestión de riesgos tal y como se entiende en el mundo financiero suele está asociada a un balance económico, mientras que en las áreas urbanas su objetivo básico debería ser mantener la integridad física y mental de personas e, incluso, velar por sus propiedades materiales. Una parte suele relacionarse con lo que se llama Protección Civil.

                Servicio municipal de Protección Civil  fauerzaesp

                Se supone que Protección Civil se encarga de proporcionar socorro y asistencia a las personas (y, eventualmente, a los bienes) ante cualquier tipo de desastre bien sea natural o producido por la actividad humana. Dado que nunca se puede estar seguro al cien por cien de que no se va a producir un desastre es siempre necesario tener previsto como minimizar los daños en caso de que se produzca. Y ahí entran en funcionamiento los planes de Protección Civil. Por tanto, la mera existencia de esos planes es la constatación evidente de la imposibilidad de trabajar con riesgo cero. Esta vez hemos llegado de forma muy rápida al corazón del problema. Si es imposible planificar y proyectar con riesgo cero ¿cuál será un nivel de riesgo aceptable? Es decir, por ejemplo, en el caso de riesgos urbanos ¿cuántas personas es aceptable que mueran por cáncer de pulmón debido a la contaminación producida por los vehículos automóviles en una ciudad? O, con la actual ordenanza de protección contra incendios de nuestro ayuntamiento ¿cuál sería la cantidad de personas abrasadas admisible sin que haya que cambiarla?

                La UME trabajando en las inundaciones de Écija  abc

                En Teoría de Riesgos se trabaja siempre con la posibilidad de que el suceso estudiado pueda llegar a desestabilizar el sistema en mayor o menor grado. El que pueda recuperarse depende de muchos factores. Incluso, a pesar de conseguir su recuperación, habría que lograrlo minimizando los daños en las personas y las cosas. Aunque, claro, la prioridad es que el sistema no entre en colapso. Existen, por tanto, dos factores a considerar que pueden ayudar a entender a qué nos enfrentamos. El primero es la capacidad de desestabilización del suceso. Y el segundo la fragilidad (hablando en términos de paisaje), resiliencia (utilizando la palabra de moda) o vulnerabilidad del sistema. Por ejemplo, si calculamos la sección de un tubo de evacuación de pluviales para un período de retorno de 10 años, el sistema funcionará bien, tendrá capacidad de absorber el impacto de una tormenta, hasta determinada cantidad de agua. Podemos aumentar la "resiliencia" del sistema de recogida aumentando el diámetro del tubo pero, probablemente, no conseguiríamos evacuar el agua producida en el Diluvio Universal aunque pusiéramos un ovoide de 100 metros de sección.

                Contaminación en Madrid  reflexiones

                Hay otro tema que resulta ineludible. Los “sucesos desestabilizantes del sistema” pueden ser de dos tipos: exteriores (ajenos al sistema y sobre los que no hay control) e internos (producidos por el propio sistema). Estos segundos en muchos casos pueden ser controlados, por lo menos en cierta medida. La forma en que el sistema puede defenderse de unos y de otros es muy distinta. Los sucesos externos pueden ocurrir por causas “naturales”: inundaciones, actividad sísmica, corrimientos de tierras, meteoritos. Pero, muchas veces, no son debidos exclusivamente al funcionamiento de la naturaleza, sino a cambios en los ciclos naturales inducidos por la actividad humana. El cambio climático puede ser un ejemplo. El único control que podemos ejercer sobre los puramente naturales es la previsión para disminuir el riesgo y la planificación de "cuidados paliativos" si se produce el desastre. Sabemos que hay zonas cercanas a los ríos donde existe una alta probabilidad de que se produzcan inundaciones. Planificando las áreas urbanas fuera de estas zonas disminuiremos el riesgo. Pero si se produce la inundación deberíamos tener previsto qué hacer y las formas de reducir el desastre.

                Inundación del año 1961 en Sevilla  almagacén

                Sin embargo, un párrafo tan sencillo de entender como el anterior suscita numerosos interrogantes. Si sabemos (y se sabe) cual es la llanura de inundación de un río ¿por qué edificamos precisamente en esa llanura? ¿Por qué los que decidieron establecerse en aquel enclave no lo hicieron en un alto que, probablemente, no se inundaría? Las respuestas pueden ser casi tan variadas como las áreas urbanas existentes. Por ejemplo, un puente en la Edad Media significaba el pago de un peaje para pasar. Si tengo que cobrar el peaje me tengo que instalar cerca del puente. Si yo me instalo, otros que pretenden vender cosas se instalan también y así, poco a poco, se va formando un pueblo y luego una ciudad. Los primeros que se instalaron evaluaron las ganancias que les suponía vivir cerca del río frente a la posibilidad de que se inundara y una riada se llevara sus casas y, a veces, sus vidas. Y decidieron quedarse. Asumieron un riesgo frente al beneficio que les reportaba la situación. Probablemente eran capaces de analizar el problema con cierta claridad. Pero cuando se vuelve tan complejo que supera la capacidad de análisis de una persona normal aparecen "los técnicos".

                Plan para Zorrozaurre (Bilbao) de Zaha Hadid  skyscrapercity

                El problema es que no siempre los técnicos estamos en condiciones de realizar un adecuado análisis de riesgos. Y eso en el supuesto de que decidamos acometer la tarea. Si un planificador, un técnico “que está en posesión de la verdad”, decide que una población debe ampliarse por la zona noroeste y no por el sur es porque deben existir razones de peso para tomar esta decisión. Y que, por supuesto, la zona noroeste no se va a inundar cada época de lluvias. El comprador de una vivienda en una urbanización que se ha construido en esta zona piensa que cuenta con la garantía de aquellos que “saben”, de que tal evento es muy improbable que suceda. Sin embargo sucede, y muchas más veces de las que sería deseable. Cuando un ayuntamiento o una comunidad aprueban un plan que asume implícitamente riesgos de estas características. Aquellos que lo aprueban ¿son conscientes de lo que están aprobando? Los que los han redactado ¿se lo han explicado de forma clara y diáfana a los que tienen que aprobarlo? Y la pregunta terrible para todos los que nos dedicamos a la planificación de ciudades ¿estamos firmando con nuestros planes muertes, lesiones, estragos en personas y propiedades?

                Plan para Zorrozaurre (Bilbao) de Zaha Hadid  bilbaoenconstruccion

                Y todavía es peor para los que nos encargamos de formar a estos técnicos ¿estamos haciendo conscientes a nuestros alumnos de la responsabilidad que van a asumir como profesionales? En España la planificación urbana está, básicamente, en manos de arquitectos e ingenieros de caminos. Se supone que su título les cualifica para, por ejemplo, redactar un plan de urbanismo. Si analizamos las asignaturas dedicadas a tal cualificación el panorama es desolador. Tampoco tengo muy claro que la solución sea una carrera de Urbanismo y Ordenación del Territorio. La organización, planeamiento y diseño de una ciudad es uno de los campos más multidisciplinares que existen y, probablemente, su enseñanza deba abordarse desde varios frentes, grado y postgrado. Pero, mientas tanto, deberíamos tener la honradez de reconocer que un planteamiento puramente arquitectónico o ingenieril es insuficiente. Aunque pueda parecer duro lo que voy a decir, en muchos casos la pérdida de vidas humanas, los estragos, se producen por el simple desconocimiento de que tales cosas podían llegar a ocurrir en aquella extensión de la ciudad tan bellamente diseñada y con esas proporciones tan armoniosas. Con esas aceras tan perfectas y esas secciones de viario tan bellas y simétricas.

                Vitoria-Gasteiz, adecuación hidráulica del Zadorra  ayuntamientovitoria

                Como mínimo, los técnicos encargados de redactar los planes de urbanismo o de gestionar los observatorios territoriales deberían contar con el vocabulario y la comprensión de los procesos esenciales que les permitieran comunicarse entre especialistas: geólogos, sociólogos, arquitectos, biólogos, geógrafos o ingenieros. El objetivo debería ser que los temas críticos para las decisiones de planificación y diseño urbano, como la gestión de riesgos, no se quedaran en tierra de nadie y fueran asumidos como propios por todos (arquitectos  e ingenieros incluidos). Siento la dureza de estas líneas pero no puedo evitar tener en la cabeza determinadas situaciones que nunca deberían haberse producido. Cuando el comprador de una vivienda en una urbanización de nueva creación invierte parte del trabajo de su vida en su compra o alquila un local para abrir un comercio presupone que “los técnicos” le dan una garantía mínima de que aquel local o aquella vivienda no van a ser devastados cada año o cada cinco, independientemente de que la manzana responda en sus proporciones al número de oro o que la retícula sea calcada de la belleza de proporciones del ensanche de San Sebastián.

                2010. Duisburgo (Alemania). Loveparade. 18 muertos  noticiasradiolago

                Pero decía párrafos atrás que existen otro tipo de desastres cuyo origen es el propio funcionamiento del sistema urbano. Accidentes de circulación, polución y contaminación, avalanchas, crimen y violencia… la lista es larga pero todos ellos tienen en común algo: que pueden ser evitados en origen. Así como un desastre natural sólo podemos paliarlo escapando (por ejemplo, edificando en zonas no inundables) o reduciendo el impacto (diseñando el sistema para que pueda absorber parte de las puntas de tormenta), en este tipo de eventos podemos actuar para que no se produzcan o lo hagan en pequeña medida. Por ejemplo, prohibiendo la circulación de coches para disminuir la polución del aire o mediante el diseño urbano seguro para disminuir la delincuencia circunstancial. Digamos que, en estos casos, la capacidad de maniobra es mayor y, por eso mismo, la responsabilidad del planificador o el proyectista aumenta también. Empecé hablando del Madrid Arena pero, a lo largo de todo lo que he escrito, no me he referido para nada a la gestión de riesgos en lugares cerrados. Sin embargo, es obvio que lo que sucede en un lugar cerrado está íntimamente relacionado con el exterior y que, además, al referirnos a gestión de riesgos urbanos no podemos excluir a los estadios de fútbol, las viviendas, las subestaciones eléctricas, las gasolineras, los museos o las discotecas.

                La gestión de riesgos permite establecer prioridades  jerezcaballeros

                Parece, por tanto, que decisiones tan básicas como las relacionadas con los riesgos se hurtan al conocimiento de la sociedad. En algunos casos por la ineptitud de los técnicos que no están suficientemente preparados y sencillamente ignoran lo fundamental para centrarse en lo accesorio. Y en otras, por la propia índole compleja de la información a transmitir. Porque, probablemente lo que haya que transmitir a la sociedad no sea información incomprensible sino conocimiento comprensible. Desde este punto de vista, los que vengo llamando “indicadores participativos” son fundamentales para conseguir que las decisiones de los políticos estén fundamentadas en el bien social y no en intereses particulares. Ya hace algunos años que Ulrich Beck en su libro La sociedad del riesgo lo explicaba de forma magistral al decir que ha aparecido una nueva forma de organización en la cual la sociedad ya no está basada en un reparto de la riqueza, sino en un reparto de los riesgos. El problema, según él, es que aunque la sociedad industrial ya ha dado el paso hacia una sociedad del riesgo, los valores y las normas todavía no.

                Ciudad Universitaria. Madrid, CIEMAT, reactor nuclear  bloglemu

                Es relativamente sencillo repartir dinero. Sin embargo, en el reparto de riesgos, base fundamental de la compleja sociedad actual, parece que no hay forma de saber la cuota que se nos ha asignado a cada uno. En estas condiciones, el desastre (natural o antrópico) se comporta como un castigo divino de un dios que reparte desgracias sin que nadie sepa muy bien los criterios mediante los cuales se asignan las cuotas. Pero parece que algunos sí están en condiciones de saberlo y tienen la capacidad de obtener y elaborar la información, de forma que se sienten capaces de poner las reglas. Incluso legalmente se supone que esto es así, ya que el legislador (en teoría la sociedad) “se atreve”, por ejemplo, a fijar el nivel admisible de partículas en el aire. O ese mismo legislador (un plan de urbanismo en España es una norma jurídica) está en condiciones de decir que un terreno inundable con período de recurrencia de 25 años o mayor se puede urbanizar. El cómo se ha llegado a una decisión de este tipo es preocupante porque, en términos generales, la sociedad que va a tener que soportar la cuota de riesgo no ha intervenido ni conoce las implicaciones que supone.

                Madrid. Micrófono control contaminación acústica  munimadrid

                Porque la cuestión básica es la respuesta a la pregunta: ¿qué “cantidad” de riesgo está dispuesta a asumir una sociedad concreta respecto a un suceso desestabilizante del sistema tal como una inundación, un incendio, un movimiento sísmico o una avalancha humana a la salida de un partido de fútbol? Cuando se redacta un plan de urbanismo o el proyecto de una plaza ¿alguien se molesta, como mínimo, en explicitar los riesgos posibles? Y una vez explicitados ¿se analizan y evalúan? Y una vez analizados y evaluados ¿se consulta a los afectados sobre la cantidad de riesgo que están dispuestos a asumir y las implicaciones (básicamente las económicas, pero no sólo éstas) que normalmente acompañan a la disminución del mismo? Y todo esto ¿de una forma comprensible suministrando al afectado un conocimiento claro de las posibilidades y no una simple información incomprensible? Estoy seguro de que para la mayor parte de los planificadores y proyectistas se trata de preguntas retóricas (sobre todo la última) cuya contestación suele ser siempre negativa. Lo que no deja de ser increíble, ya que para cualquier plan de urbanismo o proyecto urbano se trata de aspectos críticos de máxima prioridad.

                Madrid. Fragmento mapa ruido distrito centro  munimadrid

                Cuando la ley fija en 40 microgramos por metro cúbico el valor límite de dióxido de nitrógeno en el aire para que la atmósfera pueda ser considerada contaminada y produzca un problema de salud pública ¿por qué 40 microgramos? ¿Estos 40 microgramos afectan por igual a todos? ¿Es el límite para las personas más vulnerables o es el límite medio? ¿Qué sucedería si en lugar de 40 se fijaran 50? ¿Alguien nos lo ha explicado? ¿En qué esotéricos círculos científicos se ha fijado este valor? ¿Cómo se ha transmitido la información a los políticos para su aprobación? ¿Se han ponderado las diferentes posibilidades? ¿Se nos ha consultado en algún momento o se nos ha dado como una ley divina? ¿Por qué si estos límites son tan claros y evidentes los rectores municipales madrileños, por ejemplo, no toman medidas sabiendo que en el primer trimestre de 2011 la media de mediciones de toda la red estaba en 53 microgramos? ¿No se sentían ellos mismos afectados? ¿No será que, en el fondo, existe una evaluación de riesgos implícita, y sin base racional que la sustente, mediante la cuál se supone que los 40 microgramos son una exageración ya que, en realidad, el proceso mediante el cuál se ha fijado el límite ha sido totalmente opaco y "vaya usted a saber qué significa"?

                Santiago de Chile está ahí, debajo de la capa de contaminación  natura-medioambiental

                Necesitamos indicadores que suministren a la ciudadanía conocimiento de lo que está pasando en su ciudad y no sólo información. Indicadores comprensibles que permitan una toma de decisiones plenamente democrática y que conviertan, como dice Saskia Sassen, nuestras ciudades en ciudades transparentes y no el ciudades opacas en las que prolifere la corrupción y el poder esté en manos de unos pocos que, a veces retienen este conocimiento y otras lo manipulan, para usarlo en su provecho. Esta situación es particularmente sangrante en la cuestión de riesgos. Porque los riesgos en nuestras ciudades no significan sólo un balance económico como en el caso de los riesgos financieros. Significan mucho más: vidas prematuramente cortadas, lesiones para toda la vida, estragos y pérdidas económicas absurdas. La gestión de riesgos debería ser una prioridad grabada a fuego en la ética profesional de los técnicos que planifican y diseñan nuestras ciudades. Y en la propia sociedad que, no pocas veces y normalmente por comodidad, delega demasiadas cosas y no se compromete. Pero también en aquellos políticos que, de verdad, crean que están en política para trabajar por la comunidad (lo juro, el otro día me encontré con uno, si pudiera lo votaba pero su partido lo ha relegado al final de la lista para poner por delante un montón de impresentables y si lo voto a él también tengo que hacerlo con todos los demás).


                Normas UNE sobre gestión de riesgos

                Es interesante saber que existen normas UNE sobre este tema (también ISO), unas más aplicables que otras a las áreas urbanizadas. Relaciono a continuación las más importantes aunque lo cierto es que existe un notabilísimo margen de mejora tanto en las ya aprobadas como en las faltas clamorosas que se aprecian:
                • UNE 150008:2008. Análisis y evaluación del riesgo ambiental.
                • UNE-EN ISO 14001:2004. Sistemas de gestión ambiental. Requisitos con orientación para su uso.
                • UNE-EN ISO 14001:2004/AC:2009. Sistemas de gestión ambiental. Requisitos con orientación para su uso. (ISO 14001:2004/Cor 1:2009).
                • UNE-EN ISO 9001:2008. Sistemas de gestión de la calidad. Requisitos. (ISO 9001:2008).
                • UNE-EN 31010:2011. Gestión del riesgo. Técnicas de apreciación del riesgo.
                • UNE-ISO GUIA 73:2010 IN. Gestión del riesgo. Vocabulario.
                • UNE-ISO 31000:2010. Gestión del riesgo. Principios y directrices.     

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